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Adelantamiento de elecciones

El kirchnerismo va a la lucha con una espada de papel

Fuentes: Rebelión

  Cuando el «piquetero» oficialista, Emilio Pérsico, pero antes que él, el propio expresidente Néstor Kirchner (en un acto realizado en la ciudad de La Plata) declararon que el adelantamiento de las elecciones funciona como una suerte de plebiscito -que en caso de ganarlo va a reforzar el modelo político de la presidenta Cristina o […]

 
Cuando el «piquetero» oficialista, Emilio Pérsico, pero antes que él, el propio expresidente Néstor Kirchner (en un acto realizado en la ciudad de La Plata) declararon que el adelantamiento de las elecciones funciona como una suerte de plebiscito -que en caso de ganarlo va a reforzar el modelo político de la presidenta Cristina o que, en el caso contrario, la obligaría a dejar el poder- no hacen más que arremeter con el juego del todo o nada buscando provocar un tembladeral en el aparato partidario y burocrático del Estado que lo impulse a reafirmar la campaña presidencial y a militar en consecuencia.

El desangre de legisladores, intendentes,  y distintos referentes kirchneristas, que durante todo el último periodo fueron abandonando la nave insignia K, ameritaba un giro político drástico  antes de que la rutina desertora, que aparecía imparable, se llevara puesto al gobierno sin ningún tipo de lucha.

De hecho, una vez efectuado el anuncio de que las elecciones de junio se transforman en un plebiscito, los Kirchner  han logrado frenar -por ahora- el drenaje de diputados y senadores, que por decenas fueron abandonando el  barco y esto aun sin tener un punto fijo que los recogiera de su espantada deserción.

El matrimonio presidencial, está obligado ha plantear las próximas elecciones adelantadas como un plebiscito antes de entrar en un estado de coma irreversible en lo político (desgobierno) y de catástrofe económica. El adelantamiento electoral se transforma una exigencia política tanto en el plano nacional como en el internacional.

El «si perdemos nos tenemos que ir» vaticina que el proceso electoral de junio y post junio se va a desenvolver en medio de una situación de crisis profunda donde lo esencial es la intención de polarizar el voto popular, confundiendo al electorado, entre un gobierno que intenta avanzar en sus acuerdos con el FMI y los fondos buitres -sin decirlo abiertamente- y una derecha opositora decididamente pro FMI.

Modelo político y catástrofe económica

No se equivocan los  Kirchner cuando consideran que lo que está en juego en forma inmediata es la discusión sobre el modelo político.

El país ha entrado a en una crisis de gobernabilidad, la que le impide al gobierno tomar las medidas económicas necesarias -en términos capitalistas, claro- sin que se produzcan enfrentamientos y fricciones con el resto de los grupos dominantes sobre la orientación de las mismas.

Pero, lo que está en juego, esto es lo que los Kirchner no dicen, es mucho más que una discusión política sobre el modelo: es la puesta en cuestión de la estructura misma del capitalismo argentino de los últimos tiempos. En este sentido el plebiscito, lo gane o lo pierda el matrimonio, no alcanza para superar ninguna crisis, sino para ahondarla.

Al interrogar las condiciones en la en las que es convocada la legislatura para el adelantamiento de las elecciones se debe tener en cuenta la base económica como punto de partida.

De la bonanza y los activos tóxicos

El kirchnerismo responde una política determinada por todo un sector de la burguesía industrial y agro industrial que ha sobrevivido históricamente de la dependencia del financiamiento internacional, del subsidio estatal permanente y de las políticas de los traspasos, que todos los gobiernos  han realizado, de sus deudas externas privadas transformándolas en públicas.

En los primeros cinco años de bonanza económica que acompañaron la asunción de Néstor Kirchner, los diferentes sectores burgueses y burocráticos del Estado, aterrorizados por la crisis de 2001 y frente al espanto que les provocó la irrupción de las masas en las calles, le cedió al kirchnerismo, aun a regañadientes,  la suma del poder político.

La pesificación de deudas capitalistas y la megadevaluación del peso -Duhalde Lavagna- acrecentaron las tasas de ganancias empresariales y bancarias a un ritmo desconocido hasta el presente en la salida de una crisis.

Eran épocas de gloria, en que las grandes adhesiones en las encuestas  funcionaban como una propaganda interesada.

El kirchnerismo supo jugar a derecha e izquierda como una forma de acrecentar su base electoral.

A fuerza de subsidiar a la «patria productiva» y borocotizar a la «patria política» con la consolidación y el manoteo de las reservas, el kirchnerismo pudo asegurarse, casi sin oposición, entre un abanico de fuerzas que van desde la centro izquierda a la centro derecha.

Todos, de una u otra manera, se hicieron kirchneristas y esto terminó por funcionar como una especie de «activo toxico» que pudrió las posibilidades de  consolidar una fuerza política homogénea que pudiera gobernar en tiempos de crisis. 

La crisis financiera internacional terminó definitivamente con todo esto.

Una espada de papel

La puja, durante todo el 2008, por el tema de la resolución 125 debilito fuertemente al gobierno que no acertó ninguno de los pronósticos sobre el agravamiento de la crisis y sobre su propia debilidad interna.

Los primeros llamados del gobierno de Fernández de Kirchner a un pacto social fracasaron estrepitosamente.

Las patronales se aprestaban al enfrentamiento que apuntalara al dólar y a la creación de un colchón inflacionario; esto es a profundizar la transferencia de ingresos. No había, ni hay posibilidad de un pacto posible, sino se descarga el `peso de la crisis sobre las espaldas de los trabajadores y el pueblo.

La demagogia kirchnerista en relación a la «ruptura con el Fondo monetario» vino a complicar más la situación de crisis financiera nacional.

La famosa «negociación soberana de la deuda con quitas históricas», no sólo sirvió para realizar una sangría de reservas por 10 mil millones de dólares en un solo pago; sino, y fundamentalmente, para el reconocimiento definitivo de un porcentaje superior al 70% de la deudas (publica y privada) ilegitimas y la consolidación de compromisos de pagos. Esta estrategia basada en una coyuntura internacional favorable, hizo que durante todo un proceso los subsidios estatales cubrieran la falta de créditos internacionales que, por otro lado, resultaban caros por el aumento del riesgo país y por la solicitud de financiamiento por fuera del organismo internacional.

La «soberana» política del kirchnerismo con respecto a la deuda externa no hizo otra cosa que aumentar los costos de crédito internacional tanto para la burguesía como para el Estado argentino.

La deuda sigue en un proceso de expansión invariable poniendo en jaque las famosas reservas que en teoría arreglarían todos los males.

Si se suman los casi 17 mil millones de dólares que vencen este año y que tienen compromiso de pago por parte del gobierno nacional y los mas de 30 mil millones fugados por los capitalistas privados del mercado de capitales argentino -solamente en el último año- se cae en la cuenta que las reservas, que el kirchnerismo blande como la espada que parará cualquier golpe económico es apenas una ilusión, una espada de papel, sobre todo en momentos en que el PBI se ha estancado definitivamente por influjo de la crisis financiera internacional.

Sumemos a esto, la actual  desesperación de la presidenta para arreglar con los fondos buitres y el club de París, sin ninguna condición de investigación sobre el fraude que representan esos títulos, y obtenemos el desmoronamiento completo de los argumentos nacionales y populares en relación a la deuda argentina.

Acuerdos entre el gobierno y los opositores

Hay algunos puntos en los que tanto el kirchnerismo como la oposición están de acuerdo:

1- Hay que volver al FMI y aplicar un programa de ajustes típico reclamado por ese organismo.

2- El adelantamiento de las elecciones para el matrimonio es fundamental en esta estrategia. El Fondo le exige a la Argentina «tres requisitos globales»: que el país tenga «pilares económicos y un marco institucional de política sólidos»; que haya implementado o esté implementando «políticas fuertes», y que se comprometa a mantenerlas en el futuro. De los nueve criterios relevantes, la Argentina muestra flaquezas en, por lo menos, dos de ellos: antecedentes de un acceso estable en términos favorables a los mercados de deuda internacionales, e integridad y transparencia en las estadísticas. (La Nación 25/3/09)

De ganar las elecciones el kirchnerismo imagina que podrá mostrar un marco institucional sólido que permita implementar «políticas fuertes».

3- Devaluación del peso para el beneficio de los sectores exportadores y agroexportadores.

4- Congelamiento de salarios y mayor precarización del empleo.

5- Shock inflacionario: que permita una mayor aceleración en la transferencia de ingresos a los sectores dominantes y la producción de saldos exportables a «un mundo que necesita nuestros alimentos».

6-Por último y dejando los desacuerdos para una próxima nota.

Kirchnerismo y oposición están de acuerdo en que la crisis la pagarán los trabajadores y el pueblo argentino. Como siempre.