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El lado oscuro de Ubuntu pone en claro las cosas

Fuentes: Rebelión

Para mi, el Software Libre, lo puedo decir con conocimiento de causa, es el caso más reciente (como en su momento lo fueron el ecologismo, el feminismo o el indigenismo, por poner algunos ejemplos) de como una buena idea puede ser utilizada por los que se oponen al Gran Capital, pero este último también puede, […]

Para mi, el Software Libre, lo puedo decir con conocimiento de causa, es el caso más reciente (como en su momento lo fueron el ecologismo, el feminismo o el indigenismo, por poner algunos ejemplos) de como una buena idea puede ser utilizada por los que se oponen al Gran Capital, pero este último también puede, y lo hace, usarlo para explotar más a los trabajadores, de adentro y de las semicolonias.

Y la razón es muy sencilla: cuando una propuesta, la que sea, se concentra en un solo aspecto, o en unos pocos, del proceso de explotación capitalista, olvidándose de la explotación misma, el capital puede apropiarse de la propuesta para usarla en sus propios fines, e incluso, puede dar juego permitiéndo, dentro de ciertos límites, críticas de ese o esos pocos procesos que la propuesta pretende atacar. En otras palabras, El capital puede desactivar propuestas que son críticas en ciertos aspectos del desarrollo explotador del mismo, por qué esas propuestas olvidan, de manera conciente o no, es lo de menos, la base del sistema: la explotación en que se basa.

El feminismo en sus inicios hace una crítica buena a la situación de sumisión de las mujeres en «los sistemas patriarcales». Hoy, varios años después, el feminismo se transformó en el anodino «estudios de género» (F. Gargallo) o se llega al extremo de hacer una guerra contra el hombre de parte de algunas feministas a ultranza. ¿Y la explotación? Bien, gracias. Mientras, dinero privado puede financiar estudios «feministas», no hay problema.

El ecologismo, que creo no equivocarme mucho si digo que empezó con el famoso estudio de la contaminación por DDT, hoy es financiado, y no precisamente para desprestigiarlo, por grandes empresas transnacionales. Vamos, ¿quién no conoce a la empresa del caracolito que nos presenta a abnegados profesionales que buscan energías limpias mientras la empresa y sus hermanas se dedican a contaminar lo que tocan, a organizar masacres, a poner en la cárcel a quienes le hagan frente, a sobornar gobiernos, a explotar trabajadores locales y sobre explotar trabajadores foráneos? Y, ¿qué dicen las organizaciones ecologistas de esto, en general? Muy pocas de estas organizaciones -se pueden contar con los dedos de las manos y quizás estas últimas sobren- son capaces de asociar deterioro ecológico y explotación capitalista. ¡Chitón! No se vayan a molestar los dueños del dinero y luego que hacemos sin su financiamiento.

¿Hay software libre? Perfecto. ¿Qué hay varios, miles quizás, de hombres y mujeres dispuestos por nada que no sea la ética, el gusto por el conocimiento libre, la solidaridad y el compartir, a poner a disposición de quien sea lo que saben? Maravilloso. Se puede hacer negocio por casi nada. ¿Qué hay dentro de la comunidad de software libre gente que milita en la izquierda, que creen en la posibilidad de que se puedan poner los conocimientos tecnológicos a disposición de los trabajadores en máquinas de bajso recursos, que existen gobiernos que se han pasado completitos al SL y casualmente son los que el Amo menciona como parte del «eje del mal»? No hay problema, existen sus contrapartes también, pongamos puertas traseras si es posible, hagamos que sus pares en conocimientos se pongan a vigilar a los revoltosos. Mientras no se mencione la explotación, mientras el problema quede en el barroco discurso de «las nuevas tecnologías», «los conocimientos inmateriales», el «trabajo vivo y el trabajo muerto» y otras sandeces que obscurezcan el hecho de quienes se están llevando la tajada del león en las ganancias y en la toma de decisiones, que digan lo que quieran, lo que hacen ni va ni viene a los dueños. Y si es necesario, creamos Ubuntu, y financiamos con dinero público para que otros tengan las ganancias privadas y permitimos que Red Hat se transforme en Fedora (que se parece a Ubuntu en cuanto a los requerimientos de equipo para usarlo) y que SuSE saque cuantas versiones sean necesarias, aunque no parezca haber grandes diferencias entre las versiones 9 y la actual (digo, diferencias verdaderas, no cosméticas, a lo mejor estoy equivocado.) Y el negocio es tan fabuloso que SUN se puede dar el gusto de liberar código fuente «a la comunidad» (entelequia esta inatacable) de algunos de sus paquetes más populares. ¿Altruismo súbito, bondad? Si, claro, por supuesto.

El verdadero problema, me parece, no es ni el Software Libre, ni el ecologismo ni el feminismo, ni las cosas en si. Es el uso que hacemos de ellos: los números no mienten pero sirven muy bien para que varios listillos mientan y oculten cosas. Mientras nos neguemos a retomar las cosas por su raíz, y la explotación capitalista es una de las cosas que más raíz tiene, seguiremos en este juego en el cual pretendemos que hemos descubierto la fuente de los problemas que nos agobian en esta decadencia capitalista y los que se benefician de esta nos dan palmadas en la espalda en forma de subsidios, de «libertad» o de lo que sea para que se puedan seguir llenando sus bolsillos. Y nosotros: colaborando. E inventando discursos antirracionalistas para no ver ni la racionalidad del sistema ni la racionalidad de nuestra sumisión.

Linda herencia, ¿posmoderna?, la que dejó el fracaso de las revoluciones de los sesenta y setenta del siglo pasado.

Ah, las sandeces del «trabajo vivo y trabajo muerto» estilo Negri y compañía no tienen que ver nada con Marx, como no sea nada más en la utilización facciosa de los términos.

Troyano, con su trabajo y sus citas, pone muchas cosas en claro. Y pienso experimentar con Red Star Linux.

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Troyano (10-11-2008)