El castigo está dado. Se destapó la olla y la sopa está ante los ojos de Bolivia y el mundo mostrando a militantes masistas implicados en dar avales a cambio de algunos dólares. Los medios denunciaron el caso y la cúpula del MAS encaró la investigación hasta hacer conocer nombres de dirigentes y parlamentarios de […]
El castigo está dado. Se destapó la olla y la sopa está ante los ojos de Bolivia y el mundo mostrando a militantes masistas implicados en dar avales a cambio de algunos dólares. Los medios denunciaron el caso y la cúpula del MAS encaró la investigación hasta hacer conocer nombres de dirigentes y parlamentarios de este partido involucrados en el caso.
La buena política, la dura política exige de los partidos actitudes radicales, severas y rígidas porque de otro modo la política se envilece y el pueblo acaba descreyendo en la democracia.
Seguramente en la cabeza de los dirigentes masistas expulsados, persistía la vieja idea de que el poder es para sacarle un buen partido al aparato estatal, o como alguien crudamente diría: para joder y disfrutar. Estos caballeros se equivocaron porque la larga historia de sufrimientos y derrotas de los pueblos está demostrando que el poder es para construir, para ayudar y para avanzar con un norte político estratégicamente dirigido al bienestar común.
En la relación entre política y ética la está históricamente demostrado que sin ética no hay poder ni proyecto político que dure. En cambio si existe un proyecto político cargado de abundante ética, ninguna fuerza tiene la capacidad de vulnerarlo, porque el pueblo -que es el titular y soberano de la democracia- quiere ética, quiere que el juego en la política y la economía sea limpio.
Por esa razón la actitud asumida por el Presidente Morales y la dirección del MAS, de sancionar a quienes cobraron por los avales, es dura pero absolutamente saludable. Con esa decisión se sanciona a quienes cometieron una falta, pero sobre todo se proyecta la nítida señal política que indica que el más no convivirá con la corrupción.
En Bolivia hay demasiada pobreza como para dejar que los gobernantes sean permisivos con la corrupción, por esa razón ninguna corrupto puede pasar, ni uno sólo, así de claro. Esa es la fortaleza del MAS hoy y los próximos años; esta será la única forma legítima para que gobernantes y dirigentes le hablen al pueblo con la frente en alto, diáfanamente.
Lo relevante es que al sancionar el MAS a sus militantes, da una señal inequívoca: El MAS se sanciona así mismo. El MAS es como un padre que castiga dolorosamente a sus hijos por una falta. Decisión dura, pero necesaria, por lo que demanda hoy la historia de Bolivia de sus hijos.
Revisando la historia no aparece algún casi similar de algún gobierno que haya hecho algo parecido o similar. Se denunciaban casos de corrupción y lo primero que hacían las cúpulas era buscar imaginativas formas para encubrir esos hechos. Ahora ocurre lo contrario y debe celebrarlo el país porque es hora de que exista coherencia entre lo que se dice en época electoral y lo que se practica en gestión de gobierno. Entre la teoría y la práctica, que es la única sabiduría realmente válida. La gente está cansada de las mamadas de la democracia y en esa perspectiva lo que hizo el MAS apunta a una urgente revitalización de la democracia.