El motín de policías en Bolivia, que se produce desde el jueves en diferentes ciudades del país, ha provocado rumores de un golpe de Estado. Antecedentes no faltan. Hace tan solo unos días Paraguay, país fronterizo con Bolivia, ha visto como su presidente era derrocado por un juicio político en el Senado. Pero las mayores […]
El motín de policías en Bolivia, que se produce desde el jueves en diferentes ciudades del país, ha provocado rumores de un golpe de Estado. Antecedentes no faltan. Hace tan solo unos días Paraguay, país fronterizo con Bolivia, ha visto como su presidente era derrocado por un juicio político en el Senado. Pero las mayores semejanzas se producen con el intento de golpe de Estado que sufrió Rafael Correa en Ecuador en septiembre de 2010 que empezó con un motín policial. Y de momento en Bolivia no parece que esto vaya a ocurrir, aunque la inminente llegada a La Paz de la IX marcha en defensa del Tipnis está creando más tensión si cabe ante la movilización sectorial de una población armada.
Más allá de las diferencias intrínsecas a que sea la policía quien se esté manifestando, la movilización de este cuerpo armado no tiene grandes diferencias con las habituales que se viven cada día en Bolivia. Una de las grandes deficiencias que tiene el Gobierno de Evo Morales es la gestión de conflictos sociales y ello no es baladí en una sociedad que tiene en su ADN las movilizaciones y los conflictos sociales. De nuevo, el Gobierno de Evo tardó en responder ante las demandas de los cuerpos policiales: salario mínimo de 2.000 bolivianos, unos 300 dólares, cambios en la ley disciplinaria, una jubilación del 100% del último sueldo y la creación de una oficina de derechos humanos para policías. En un principio, se preocupó más por lo que le ocurría al presidente de Paraguay, que por las tomas de edificios policiales. Como consecuencia se han quemado informes en diferentes instituciones policiales (incluidas denuncias por propia corrupción policial de altos cargos) y han desaparecido armas de los almacenes policiales, además el Ejército ya ha empezado a tomar las calles por la noche. Y todo ello horas antes de que arribe a La Paz la IX marcha en defensa del Tipnis. Incluso desde el máximo cargo policial se minimiza el apoyo que los amotinados tienen y se habla prácticamente de normalidad en el funcionamiento de este cuerpo armado.
Una vez iniciadas las conversaciones con los voceros de la policía, se llega a un acuerdo que las bases policiales no reconocen. Lo que también pasó durante la movilización médica y que provocó que esta movilización se alargara durante semanas con los perjuicios que para muchas personas esto causó, a algunas de ellas incluso la muerte. «No levantaremos el motín, porque las bases no lo aceptan, no volveremos al servicio, porque no fueron consultados, seguiremos en la lucha hasta conseguir lo que se plantea», aseguraba Guadalupe Cárdenas, dirigente de las esposas de policías a Radio Fides. Y desde este momento empiezan los rumores desde el propio Gobierno que se trata de un golpe de Estado. En las calles, a pesar de la ausencia policial, total tranquilidad, al margen de pequeños incidentes de criminalidad común y el miedo a que todos esto pueda ser una estrategia para desactivar las protestas por el Tipnis o la eliminación de investigaciones sobre corrupción policial.
«La derecha está buscando muertos y compañeros no vamos a prestarnos a la derecha para que haya muertos«, declaraba Evo Morales. De nuevo, desde el Gobierno se afirma que detrás de cualquier movilización social que se enquista y tiene repercusión internacional está la derecha. Y seguro que desde la oposición política y económica se intenté aprovechar la situación. Pero hasta el momento no hay muchos indicios de que no sea más que la reivindicación de un gremio que quiere mejorar su situación, y que lo exige desde hace meses, aunque ahora haya incrementado sus movilizaciones. Y claro, si se habla de derecha e intereses externos pues el mejor ejemplo es el Tipnis. «La articulación de un plan denominado ‘Tipnis’, orquestado para consolidar un golpe de Estado impulsado por sectores radicales», según la ministra de Comunicación Amanda Dávila. Y esto puede incrementar la tensión, si los sectores afines a Morales y al MAS salen a la calle, especialmente en La Paz, a defenderse del motín policial y se encuentran con los partidarios del Tipnis.
Y lo que no es menos importante para resolver un conflictos, los policías saben que, como en la mayoría de últimas movilizaciones, el conflicto tiene muchas posibilidades de acabar de su lado. En los últimos meses, el Gobierno de Morales ha arrastrado durante días importantes conflictos sectoriales hasta que han tenido que dar la razón a las organizaciones sociales que estaban en la calle.