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Fox conserva sus disparates

El museo de los horrores

Fuentes: Rebelión

El ex presidente Vicente Fox y su esposa Marta Sahagún presentaron a autoridades estatales y municipales de Guanajuato el proyecto de construcción de un Museo Presidencial, un Centro de Estudios de la Democracia y una Biblioteca. Estas obras serían financiadas por la Fundación Vamos México, con el apoyo de empresarios, y concluirían en 2007. Serán […]

El ex presidente Vicente Fox y su esposa Marta Sahagún presentaron a autoridades estatales y municipales de Guanajuato el proyecto de construcción de un Museo Presidencial, un Centro de Estudios de la Democracia y una Biblioteca. Estas obras serían financiadas por la Fundación Vamos México, con el apoyo de empresarios, y concluirían en 2007. Serán una imitación de las que se construyen en Estados Unidos al término de un período presidencial.

Una vez más Fox da una prueba de admiración por los métodos y tendencias estadounidenses y nos muestra su reverencia a los ilustres mandatarios del país que le arrebató a México un tercio de su territorio. La idea me parece bien. Creo que debía llamarse Museo de los Horrores o Galería de Atrocidades Gubernamentales. Puedo contribuir con algunas sugerencias a la colección que se proyecta.

En primer lugar creo que el edificio debe tener la forma de una gran botella de Coca Cola. Sugiero que nombren como Director del Museo al administrador del Hotel Sheraton Santa Isabel que negó alojamiento a una delegación cubana. El presidente de la Junta de Asesores no debe ser otro que Jorge Castañeda. La entrada debe cobrarse en dólares y no en pesos mexicanos.

En primer lugar, al ingreso, deben exhibirse las cortinas, las toallas de cuatrocientos dólares y las sábanas de ochocientos que fueron compradas en el inicio del foxismo. Inmediatamente después deben aparecer las facturas de los viajes presidenciales y los importes del vestuario de Marta Sahagún. En una urna especial debe mostrarse un reloj de arena con el cual se cuenten los quince minutos en los cuales Fox resolvería el problema de Chiapas. Después aparecerá, en un gran gráfico, el millón de empleos que Fox prometió al pueblo mexicano: en qué estados, en qué cuantía, en qué ramos competentes.

En una urna, donada por la Real Academia Española, se expondrán todos los disparates dichos por Fox en sus giras en el exterior, el nombre de los intelectuales que fueron mal citados y peor pronunciados. En la Biblioteca aparecerán todos los libros no leídos por Fox, como una inmensa montaña de tinieblas y oscurantismo, y habrá un cubículo especial destinado a que Fox lea las obras completas de José Luis Borgues.

En una vitrina aparecerá el teléfono, con las iniciales de George W. Bush, por el cual Fox recibía las órdenes de la Casa Blanca. Justo al lado debe aparecer la mesa donde comió el cabrito asado con Fidel Castro el día del «come y te vas». Ahí se encontrarán las estadísticas de las importaciones agrícolas del mercado norteamericano, así como fotos de la ruina del campo mexicano. No faltarán los diplomas otorgados por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial a su discípulo y servidor más distinguido. Es importante no olvidar el despliegue, en marcos dorados, de fotocopias de los cuantiosos cheques recibidos por Fox como salario por su cargo electivo, el más alto despilfarro jamás registrado en la historia de México. Y en escaparates originalmente iluminados serán mostrados los discursos con los cuales Fox entró en conflicto con Argentina, Venezuela, Bolivia y Cuba y al lado, sus hiperbólicos elogios al Tratado de Libre Comercio.

No deben faltar plataformas con instalaciones que exhiban el vocho, la tele y el changarro prometidos a todos los mexicanos y al lado, fotos de los cristeros opulentos que se enriquecieron aún más con el sexenio foxista. En un rincón se desplegarán ánforas con muestras de la sangre derramada en Atenco y en Oaxaca. Y en la planta alta se abrirán los libros de contaduría de la Fundación Vamos México y las declaraciones de impuestos de los negocios de los hermanos Bribiesca. Y por último, cuidadosamente preservada entre cristales, aparecerá la fórmula del algoritmo introducido en las computadoras del Instituto Federal Electoral, que permitió el golpe de estado cibernético contra López Obrador.

En fin, creemos que ese museo, tan primoroso y coquetón, será muy visitado por excursiones gratuitas de tour operadores para los cincuenta millones de mexicanos miserables que vieron incrementadas sus angustias durante el desgobierno de Vicente Fox, el peor en cien años de historia mexicana, que ahora amenaza perpetuarse como una memoria maligna en los anales de este país. [email protected]