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Ecos del centenario del nacimiento del Sindicato Mexicano de Electricistas

El nacimiento de una leyenda

Fuentes: Rebelión

Todas las historias tienen un comienzo, pero son pocas las que no tienen final. Esta es una de ellas, de las que tienen un origen, pero no tendrán final. Cuenta la leyenda que… «Fueron 56 o 60 empleados y obreros de la Compañía Mexicana de Luz y Fuerza Motriz los que lanzaron la iniciativa de […]

Todas las historias tienen un comienzo, pero son pocas las que no tienen final. Esta es una de ellas, de las que tienen un origen, pero no tendrán final.

Cuenta la leyenda que…

«Fueron 56 o 60 empleados y obreros de la Compañía Mexicana de Luz y Fuerza Motriz los que lanzaron la iniciativa de asociarse para buscar su mejoramiento, y… se reunieron por primera vez el 5 de diciembre de 1914 en la casa del compañero Salvador F. Domenzáin en la 5° Calle de Dr. Lucio, No. 102, depto. 28″ (Testimonio de hace 99 años tomado de «Cuaderno de Formación Sindical 1» y publicado por el SME, pág. 47.)

Eran tiempos revolucionarios, de lucha campesina por la tierra; y, en ese México de economía agraria, se fue abriendo paso la lucha obrera.

Fue en esa reunión, en ese lugar, en ese tiempo…

«Fue allí donde por primera vez el elemento obrero… decidió oponer a sus opresores el poderoso dique de la fuerza colectiva. Pero… acostumbrados a asociarse para auxiliarse mutuamente, no pensaron en el tremendo error en que se han basado apolilladas sociedades mutualistas, y, consecuentes con la rutinaria costumbre de quitar lo poquísimo que tiene el trabajador para darlo al que no tiene nada, acordaron la fundación de una sociedad mutualista…» (Obra Citada, pág. 48.)

La ayuda mutua. El auxiliar a un compañero necesitado, caído en desgracia, con los recursos de otros obreros igualmente necesitados, no era una opción frente a la miseria social en la que vivían millones de mexicanos. Se dejaba intacto al patrón y sus ganancias; y por tanto, la miseria se reproducía.

A juzgar con los ojos del presente, es obvio el error que se estaba cometiendo; pero, hace 100 años, no era tan obvio lo inviable del mutualismo, y se tuvo que debatir, para después actuar.

La historia cuenta que…

«… el error persistió. Nombróse la mesa directiva y el señor presidente, amo y señor, tuvo a bien citar para una próxima reunión el día 10 del mismo mes en el Centro Cosmopolita de Dependientes, sito en la 4° calle de S. Juan de Letrán, No. 60. Asistió gran número de obreros y empleados de la Compañía de Luz…» (Ob. Cit. Pág. 49. El subrayado es mío.)

El «amo y señor», el presidente de la mesa directiva, convoca a una nueva reunión para ratificar el carácter mutualista de la naciente organización. O sea, aferrarse al error del mutualismo, frente a la razón y a la enorme necesidad del sindicalismo.

Pero, ¿por el sólo hecho de ser el «presidente» de la organización se le tenía que dar la razón? ¡Claro que no! ¡No era «amo y señor», ni dueño de la verdad! ¡Qué diferente era hace 100 años! Y qué bueno que así fue, porque si se le hubiera hecho caso, otra sería la historia.

Esto es lo que pasó:

«En aquella reunión pudo observarse que encontraron eco las ideas avanzadas, el sistema nuevo de lucha explicado por varios compañeros, haciendo notar las inconvenientes e innumerables desventajas que acarrearía la sociedad mutualista al trabajador, y la mayoría anónima… cuando se pidió la sanción de lo llevado a cabo, tuvo la más hermosa de las protestas: abandonar el salón, mostrando así su inconformidad con lo acordado anteriormente (el mutualismo)y haciendo patente con este hecho la inclinación que había por adoptar otro sistema, otra nueva ruta de reivindicación y de progreso.» (Ob. Cit. Pág. 49. El subrayado es mío.)

¡Imagínense! Cuando se les pidió a los trabajadores que sancionaran positivamente el mutualismo, sencillamente no lo hicieron. Se salieron del salón en señal de protesta. ¡Qué tiempos aquellos!

En lugar de ayudarnos mutuamente, LUCHAR COLECTIVAMENTE en contra del patrón. Ese era el fondo de la cuestión, y si la reunión no era para eso, pues simplemente se fueron.

El presidente de la mesa directiva de la sociedad mutualista, Domenzáin, el «amo y señor», citó nuevamente a otra reunión para el día 14 de diciembre de 1914.

Pero dos días antes, la historia nos cuenta que…

«Domenzáin citó a una junta privada para cambiar impresiones el día 12 en la Sub-Estación de la Nana y… se discutió largamente por los 14 a 16 socios que asistieron acerca del carácter que se daría a la agrupación prevaleciendo la iniciativa presentada a favor de transformar en Sindicato la tantas veces citada Sociedad Mutualista.» (Ob. Cit. Pág. 50)

Se discutió largamente; sí, como se lee, lar-ga-men-te, y tenía más adeptos la idea del sindicalismo que la del mutualismo. Pero Domenzáin seguía pensando que no eran mayoría los sindicalistas. Y como ya estaba convocada la reunión para el día 14, pues ésta se llevó a cabo para adoptar una postura definitiva.

Ahora la historia dice así…

«… verificóse la asamblea del día 14, la concurrencia escaseó por parte del personal de la Compañía de Luz, no así el elemento obrero-electricista de otras compañías… Hizo notar el presidente (o sea, Domenzáin) la necesidad de definir de una vez por todas la índole que debería darse a la agrupación, exponiendo que… la opinión estaba dividida, pues mientras unos sancionaban el sistema mutualista; otros, proponían la fundación de un Sindicato.» (Ob. Cit. pp. 50-51.)

Entonces, había que definirse de una vez por todas: mutualismo o sindicalismo.

Era el 14 de diciembre de 1914. Fecha memorable. Fecha del alumbramiento. Surge la leyenda obrera.

Se pidió que alzaran la mano los que estuvieran por el mutualismo. Y se pidió que alzaran la mano los que estuvieran por la creación de un Sindicato. 100 años después, AQUÍ ESTAMOS.

¡Que sacudan nuestras conciencias las voces de hace un siglo! ¡Que vibren en nuestros ideales sus pensamientos! ¡Que se conozca por todos los electricistas el nacimiento de la leyenda obrera, de la que hoy somos parte!

Un testigo del alumbramiento así lo cuenta:

«…por mayoría quedó aprobada la fundación del sindicato… Fue en aquella memorable asamblea donde por primera vez escuchamos absortos el verbo rojo, la frase libertaria que templó los espíritus y conmovió los corazones… que despertó las conciencias dormidas, la tea incendiaria que hizo explotar en los cerebros del hombre esclavo la verdad, hija del raciocinio y de la conciencia.

Jamás podré olvidar lo que se dijo y la impresión tremenda que causáronme los conceptos vertidos. Fue algo desconocido, algo sublime que conmovió a la falange obrera, que despertó del marasmo en que yacía y, ávida de luz, de verdad, de justicia, alzóse altiva, rebelde e irresistible para buscar reivindicaciones no comprendidas… Jamás se imaginaron los capitalistas insensibles, los pulpos insaciables de energías humanas, que el inmenso entusiasmo, que el aplauso delirante que estalló al proclamarse la fundación del nuevo Sindicato sería el principio de una era nueva de reivindicación y de justicia…» (Ob. Cit. pp. 51-53)

De esa era venimos, y en ella continuamos. Que nadie olvide que nacimos discutiendo, debatiendo, reuniéndonos, luchando contra el gobierno, anteponiendo la razón por encima del «amo y señor». Y que justamente esto, es lo que nos dio vida como Sindicato. De haber ocurrido lo contrario, todo hubiera quedado en el mutualismo, y la leyenda obrera no hubiera nacido.

Se destaca de la historia, lo que en el presente se necesita. La conmemoración del centenario, no puede reducirse al anecdotario.

Así es, por que hoy, rumbo al centenario y rumbo al lustro de la RESISTENCIA al decreto liquidador, se requiere de la historia como arma de lucha.

Si hace un siglo, un puñado de obreros crearon a nuestro SME, ¿Qué no podemos hacer 16, 599 electricistas en resistencia?

Con las pensiones vitalicias, de cerca de 1000 compañeros, no se puede cantar victoria de manera definitiva. Ni aun recuperando el trabajo, para el resto de la resistencia, podemos decir «¡misión cumplida!»

Hoy, 100 años después, debemos asumir con toda conciencia de clase que, desde el 11 de octubre de 2009, hemos entrado a una etapa de nuestra vida sindical, e incluso individual, en el que el enfrentamiento con el enemigo será una constante a lo largo de nuestra existencia.

Como sindicalistas conscientes debemos asumir que el tiempo que nos queda de vida, lo tendremos que vivir luchando. La decisión de no liquidarnos, también fue una decisión de vida.

Ellos, nuestros enemigos, no nos dejarán en paz. No querían la rendición del SME, sino su muerte; y no obtendrán ni una, ni otra cosa. Nuestra lucha no tiene final. Esa es una gran lección de toda esta gran historia.

En esa perspectiva debemos ubicar los siguientes años del SME y reinventarlo, recrearlo, en función de ese presente-futuro adverso, presente y por venir.

Nunca como ahora se requiere de un sindicato cada vez más fuerte y combativo; nunca debemos perder de vista que el gobierno y TODAS sus instituciones son el verdadero enemigo. Si hemos de vivir luchando, entonces adquiere un carácter VITAL el que todos paguen la cuota sindical. Ahora más que nunca se requiere que nadie deserte de la lucha; que se apoyen las demandas de todo el pueblo en contra del mal gobierno.

Y nunca como ahora, se ha manifestado de manera más clara, la necesidad del intercambio de ideas, del debate, de la lucha ideológica al interior de los que luchan. Así ocurría hace 100 años, y así debe ser ahora. El SME que necesitamos, el del siglo XXI, requiere situarse frente a un acoso del enemigo que será de años, de largo aliento, cotidiano y prolongado. Para la reconstrucción de la fortaleza necesaria, el debate también es de vital importancia.

Desafortunadamente, se ha fomentado un clima adverso a lo que hoy se necesita y a cualquier idea diferente u opinión distinta, se le mira con desprecio; «dividen» se dice, viene luego el hostigamiento ideológico; después ya son «los enemigos» y, al final, se les busca aislar. En paralelo, se continúa premiando al cortejo de la sumisión y la lisonja. Dicen que es por su «lealtad.»

La lealtad que el SME necesita es a la lucha, a su historia, a sus principios, al debate, a la crítica y autocrítica, a la cuota sindical, y a todo lo que CONSTRUYA la fuerza necesaria para que escribamos otro siglo de historia.

¡TRABAJO YA!

¡POR UN CENTENARIO VIVO Y COMBATIVO!

¡MUERA EL MAL GOBIERNO!

¡VIVA EL SINDICATO MEXICANO DE ELECTRICISTAS!

¡POR EL DERECHO Y LA JUSTICIA DEL TRABAJADOR!

Animal Dañero es un proyecto editorial creado por trabajadores de base del Sindicato Mexicano de Electricistas

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de los autores mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.