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El nosotros zapatista

Fuentes: La Jornada

Un mundo de mediaciones se yergue para no ver la realidad. Se busca descalificar, poner en pasado la propuesta de mandar obedeciendo, enterrar la otra campaña y la Sexta Declaración de la Selva Lacandona. Asimismo, las juntas de buen gobierno se miran con recelo. Después de negarse a cumplir los acuerdos de San Andrés, mejor […]

Un mundo de mediaciones se yergue para no ver la realidad. Se busca descalificar, poner en pasado la propuesta de mandar obedeciendo, enterrar la otra campaña y la Sexta Declaración de la Selva Lacandona. Asimismo, las juntas de buen gobierno se miran con recelo.

Después de negarse a cumplir los acuerdos de San Andrés, mejor dicho, una vez consumada otra traición contra los pueblos indígenas de México, memoria obliga, los partidos políticos, las clases dominantes y sus ideólogos y los que pasaron por el zapatismo, dan por concluida una etapa histórica. México debe ser redimido por los de arriba o los del centro. Reiniciar el camino trazado con anterioridad a la irrupción de unos encapuchados que nunca han dado la cara y cuyos nombres han sido desenmascarados por los servicios de contrainteligencia.

Del zapatismo no han querido ver más allá, buscaron lo vulgar. Aun así, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y su dirigencia están todos los días dando la cara, cumpliendo su palabra, no han faltado a sus compromisos. Mientras los otros bajan el rostro y ocultan la vergüenza en la nocturnidad de sus felonías, corrupciones y escándalos de pederastia.

Pero para los que mandan, no hay más que hablar, una seudoley de autonomía se puso a rodar con el fin de tapar la boca a los pueblos indígenas y de paso retrotraer el ciclo histórico a la era de la encomienda y la mita. Sólo que ahora el etnocidio lo practican las oligarquías terratenientes y las burguesías trasnacionales. Los partidos Revolucionario Institucional, Acción Nacional, de la Revolución Democrática y demás comparsas pensaron en un mañana sin el EZLN. Una ley a imagen y semejanza del proyecto neoliberal, diseñada para eliminar cualquier reivindicación autonómica de los pueblos indios en la administración de su territorio y su control sobre la flora y fauna y sus riquezas hídricas.

Lo que se aprobó fue una ley considerada parte de una guerra contrainsurgente y una estrategia territorial. Restar poder a los municipios y las comunidades de apoyo zapatista. Se trataba de restablecer el orden anterior al primero de enero de 1994. La primera muestra de este diseño lo constituye el acoso iniciado a las comunidades zapatistas 24 de diciembre, incrementado desde hace un año.

Una tierra de 525 hectáreas recuperada por el EZLN en enero de 1994 al ex gobernador, general del Ejército y terrateniente Absalón Castellanos. El gobierno del entonces PRI, amén de indemnizarlo, acosó a las familias zapatistas residentes, lanzando un ataque anfibio, aéreo y terrestre, teniendo, éstas, que adentrarse más en la selva tojolabal desde 1995.

Después de años, una organización campesina creada ex profeso, al viejo estilo priísta reclama la propiedad de las tierras, el gobierno actual asiente la canallesca. Esta organización de nombre Unión de Ejidos de la Selva de Nuevo Momón, como señala Hermann Bellinghausen: «se vincula con el grupo Sociedad Campesina Magisterial (…) corriente del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, que se asoció abiertamente a la creación de grupos paramilitares como Paz y Justicia (en la zona norte) y los sicarios de los Altos que perpetraron la matanza de Acteal».

El círculo se cierra. Felipe Calderón y sus aliados que le dieron el triunfo en el fraude electoral urden la trama para dar el golpe mortal cuando se trata del EZLN. Las fuerzas armadas, los grupos paramilitares, los terratenientes, los empresarios, las organizaciones campesinas espurias, los partidos políticos, los ideólogos y una protagonista en la sombra, Elba Esther Gordillo, preparan la logística.

Por este motivo, el visitante al llegar a Chiapas, ve en su aeropuerto un eslogan anunciando el surgimiento del Nuevo Chiapas, presagio de un tiempo inaugural, según dicen los políticos de arriba, ahora que se han resuelto los conflictos de las autonomías con las comunidades indígenas. Apostillan, los zapatistas son historia.

Pero es cuestión de perspectivas. Los rancheros saben que mienten. Sin embargo, por más que intenten entregar una carta de extremaunción del EZLN, éste goza de buena salud. Y a partir del primero de enero de 1994, les guste o no, fueron sus modos y contenidos lo que cambió la manera de percibir la política, la lucha por la justicia social, la democracia, la libertad, y con ello de entender la dignidad no sólo en México sino en América latina y en la izquierda mundial.

La ética y la palabra son rescatadas pasando a formar parte de un proyecto abajo a la izquierda, entroncado con un nosotros propio de las nuevas formas del pensar y el actuar, imposible desligar de las luchas anticapitalistas.

Como señala el subcomandante Marcos, citando al viejo Antonio en su libro Según cuentan nuestros antiguos relatos de los pueblos indios durante la otra campaña, página 18: «Y entonces, nos dice, nos enseñó a nosotros que tenemos que dejar el yo en algún momento, y aprender a identificar el él y el ella sobre el íbamos a construir el nosotros que necesitaba nuestro país. Decía él que teníamos que apartarnos del espejo, por muy doloroso que fuera. Y teníamos que mirar al otro, de la única forma en que hemos aprendido nosotros, como pueblos indios, a mirar al otro, que es con el corazón. Y entonces, nos dijeron, nos dijo el viejo Antonio, que tenía que llegar el momento en que los pueblos indios tenían que conocerse entre sí, y tenían que aprender a decir nosotros. Y aún así no iba a bastar, porque iba a seguir existiendo el ellos, los ellas que nos estaban explotando y humillando y despreciando. Y que era necesario, como pueblos indios, que aprendiéramos a escuchar otros corazones y a encontrarnos con ellos».

Si el PRI, el PAN, Esther Gordillo y otros se unieron en una mafia y sacaron adelante con un fraude electoral el estilo de desarrollo trasnacional del capitalismo e imponer a Felipe Calderón, con ello no han hecho otra cosa que dejar en evidencia los considerandos que llevaron al alzamiento del EZLN.

Hoy su crítica y su propuesta no pierde un ápice de legitimidad ni de vigencia. Por ello su nosotros supone la obligación de escuchar sus razones y sus corazones. En el caracol de la Realidad pude hablar con Max, tojolabal, curtido en las luchas, gran líder de la comunidad, él me enseñó cómo se tejió el compromiso con el EZLN. Los campesinos tojobales escucharon al EZLN, los vieron actuar, eran diferentes, cumplían, tenían palabra. Tras siglos de explotación, hoy se sienten liberados. Sus hijos tienen futuro. Las juntas de buen gobierno actúan en la comunidad. La arbitrariedad, el analfabetismo son cosa del pasado, y ciertas enfermedades pulmonares e infecciosas tienen cura gracias a los centros médicos zapatistas. Los caracoles emergen recordando las razones de la lucha zapatista y por ello son un lastre para tanto converso. Así, han renunciado a construir una alternativa abajo y a la izquierda.