El pensamiento conservador acerca del peronismo suele quedarse estancado en condenas genéricas y a menudo se vuelca al panfleto, el reciente libro de Carlos Pagni intenta recorrer otro camino.
Carlos Pagni.
El nudo: Por qué el conurbano bonaerense modela la política argentina.
Buenos Aires. Planeta-Espejo de la Argentina, 2023.
776 páginas.
Ha aparecido hace poco tiempo y ya se ha convertido en un éxito de ventas. Sus méritos no residirán allí, ya que publicar en el grupo editorial más poderoso y moverse “desde adentro” en el seno de los grandes medios de comunicación, son dos vehículos potentes a la hora de convertir una publicación en best seller.
Lo antedicho no debería conducir a una mirada prejuiciosa. Que una producción intelectual sea un éxito comercial no lleva aparejado que el propósito mercantil haya sido la finalidad excluyente de su elaboración. Por razones que expondremos más adelante, puede concluirse que el de Pagni es un esfuerzo de interpretación de la realidad nacional. Por cierto que moviéndose en coordenadas acordes con su inserción profesional y con las ideas que expone de modo habitual en sus espacios mediáticos.
El subtítulo del trabajo, Por qué el conurbano bonaerense modela la política argentina, brinda la primera orientación acerca del que me parece es el propósito fundamental del autor: Trata de desentrañar a qué lógica responde y con qué modalidades funciona el núcleo del hasta ahora inextinguible bastión electoral del peronismo.
O lo que es más o menos lo mismo, cuáles son las razones de que una porción de la sociedad argentina sumida en amplios niveles de pobreza y percibida como «atrasada» y «clientelar» haya determinado frecuentes triunfos electorales de la fuerza «populista» por excelencia.
Y en contraposición, diera una contribución decisiva a la derrota de esa «otra Argentina» «moderna», «republicana» y devota de la «libertad de mercado» y el equilibrio fiscal que espera su hora definitiva. Expectativa esta última sin duda compartida por el escritor.
No se necesita particular agudeza para percibir que, en la mirada del autor, el objetivo central es la implantación irreversible de la Argentina que considera acorde a los tiempos y al estado actual de los debates políticos y teóricos. Y que para ello es menester desalojar al peronismo tal como lo conocemos de su posición de predominio.
En su visión, el viraje hacia una “sociedad abierta”, en los carriles a los que habitualmente se denomina “neoliberalismo” es el presupuesto para superar la crisis estructural y perdurable que identifica como el tránsito de nuestro país desde hace ya décadas. Lo que equivale asimismo a la instauración de una democracia «verdadera», asentada en las libertades individuales y el derecho de propiedad y no en una noción de «pueblo» a la que considera plagada de resonancias antidemocráticas.
Si Breve historia del antipopulismo de Ernesto Semán se escribiera hoy, el libro que nos ocupa merecería un lugar allí.
Dicho esto cabe reconocer que este periodista de La Nación con formación histórica emprende un recorrido de propósito reflexivo, que parte de la mirada sobre la historia nacional, con la federalización de Buenos Aires como punto de partida. Y la alterna con el tratamiento, capítulo por medio, de visiones de la actualidad. Incluyendo entre estas últimas las que remiten al pasado reciente, al que dedica el capítulo más extenso.
Encuentra allí a ese «gigante invertebrado» producto de un crecimiento demográfico desmesurado y sumido en una conjunción de carencias de todo tipo cada vez mayores.
Se trata del «monstruo» que ha transitado desde el conservadurismo fascistoide del gobernador Manuel Fresco al primer peronismo. Hasta convertirse en las últimas décadas, ya despojado del determinante componente industrial y obrero de tiempos pasados, en un fenomenal dispositivo de poder.
Ello en base a maniobras de un «caudillismo» que arranca en los intendentes del Gran Buenos Aires. Y al que el kirchnerismo ha sabido dominar luego del rol fundamental jugado por Eduardo Duhalde para construirlo y consolidarlo.
Podría afirmarse que el columnista gráfico y conductor televisivo presta su atención a una problemática acuciante, agravada en la actualidad. Desde la falta de cloacas, hasta la degradación de la atención sanitaria y el sistema educativo, y por supuesto la «inseguridad», todo tiene su lugar en el libro. Complementado con el inventario de los que serían los aprovechamientos políticos de esa «vulnerabilidad». Caracterizada como “fábrica de pobres” en la que abreva lo que el autor denomina “clientelismo”.
¿Orgullosamente conservador?
Obvio que al hacerlo se encuadra en su matriz ideológica básicamente conservadora. Es cierto que no lo efectúa desde la perspectiva panfletaria de buena parte de sus colegas del «antikirchnerismo».
Matiza así, con un tono de mayor mesura, el «republicanismo» exacerbado que prorrumpe en constantes diatribas contra el «populismo corrupto», en un reduccionismo dotado de eficacia propagandística pero de escaso espesor intelectual.
Acompaña además sus desarrollos con abundantes fuentes académicas, testimoniales y periodísticas. Sin proclamarlo, se aleja del formato tradicional de «libro periodístico» para deslizarse hacia el terreno más «respetable» del ensayo.
Es ostensible que quiere deberle más a Ezequiel Martínez Estrada o, más cerca, a Tulio Halperín Donghi, que a Luis Majul. Sin que eso excluya las profundas diferencias con el primero y las afinidades quizás incómodas con el segundo.
Lo anterior no significa que haya dejado de lado los utensilios del periodismo de investigación que maneja en su cotidianeidad profesional. El manejo de información confidencial y los diálogos sin identificación de fuente ocupan un lugar no desdeñable a lo largo de la exposición.
En el terreno de la historia política traza un eje que va desde la decapitación de la provincia bonaerense por Julio Argentino Roca hasta el realce del poder conurbano convertido por Duhalde en asiento de una muy eficaz maquinaria política, luego «expropiada» por Néstor Kirchner y sus seguidores.
Al kirchnerismo le reprocha entre otros aspectos el mantenerse aferrado a un modelo de país de economía «cerrada» y «estadocéntrica», que cree hallarse aún frente a una sociedad que ya hace tiempo que no existe. Y el desapego a la institucionalidad democrática que a veces marca también en sus oponentes, claro que con mucho menor énfasis.
En esa línea lo acusa de haber confundido un auge transitorio basado en las condiciones favorables para la exportación de commodities con un resurgimiento de los principales rasgos de la fisonomía social e ideológica del peronismo inicial.
El de Pagni ha sido un proyecto intelectual y literario de aliento, volcado en casi 800 páginas. Tal vez un mensaje implícito que le interesa dejar es que ha producido una fundamentación acabada de la necesidad de desmontar la maquinaria política hasta ahora «impenetrable». Eso incluyendo algunos adelantos sobre el mejor modo de hacerlo.
Propósito que a su vez lo lleva, más allá de su núcleo de interés, a hacer la disección de ciertos rasgos de primitivismo político y escasez de sensibilidad que a su juicio aquejan a la principal oposición al peronismo. El PRO no sale del todo bien parado del examen al que se lo somete.
Ambas fuerzas, el peronismo hoy predominante y la oposición de derecha, son analizadas con detenimiento a la luz fundacional de la crisis de 2001, que derribó casi a la vez a la hegemonía menemista en el peronismo y al predominio alfonsinista en la Unión Cívica Radical.
Trance en el que la última sufrió a la vez una drástica caída de popularidad y quedó hasta hoy reducida a un rol político subalterno. Y en el que el peronismo experimentó un “renacimiento” que se resiste a trocarse en un nuevo ocaso.
¿Lo leeremos?
Los sesgos ya mencionados no significan que el libro se asiente sólo en manipulaciones de información o adopte un discurso propagandístico. Está más bien animado del propósito de, en términos gramscianos, presentar con eficacia los intereses de la clase dominante como si fueran los de toda la sociedad. Es decir que trata de dar su aporte al potencial hegemónico del multiforme conglomerado de poder que domina a la sociedad argentina.
Todo indica que Pagni sabe que dicha hegemonía se ha revelado hasta ahora inviable. No por casualidad en sus programas ha dado un trato atento y respetuoso a La hegemonía imposible, el libro de Fernando Rosso en el que se despliega el dilema de las clases dominantes argentinas, en cuanto a su incapacidad de convertirse en “dirigentes”. En todo caso un rasgo de inteligencia del periodista, que a lo largo del libro no se muestra unilateral en la selección de sus obras de consulta.
El autor es consciente a pleno de que el núcleo del poder actuante hasta ahora no detenta verdadera capacidad de “dirección intelectual y moral”, pese a los esfuerzos de La Nación y de tantas usinas de pensamiento que se empeñan en ese rumbo. Y a menudo no salen airosos. El que tal vez esté entre sus mejores analistas políticos ha procurado aquí hacer su aporte, con mejores herramientas que otros colegas.
Dejo a la evaluación de los posibles lectores si vale la pena invertir en esta obra la cantidad de horas de lectura que su extensión impone.
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