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El Nuevo Orden Mundial y el saqueo de Bolivia

Fuentes: Argenpress

«El Nuevo Orden Mundial (NOM) es el gobierno totalitario que consolida el enriquecimiento fenomenal de un minúsculo grupo social cuyo poder se desarrolla junto con la expansión del «libre mercado» y el perfeccionamiento de la máquina de guerra norteamericana» (Chossudovsky). «… el mundo es ahora más sofisticado y está más preparado para un gobierno mundial… […]

«El Nuevo Orden Mundial (NOM) es el gobierno totalitario que consolida el enriquecimiento fenomenal de un minúsculo grupo social cuyo poder se desarrolla junto con la expansión del «libre mercado» y el perfeccionamiento de la máquina de guerra norteamericana» (Chossudovsky). «… el mundo es ahora más sofisticado y está más preparado para un gobierno mundial… La soberanía supranacional de una elite intelectual y de banqueros mundiales es preferible a la autodeterminación nacional practicada durante los últimos siglos» (David Rockefeller). «Yo definiría la globalización como la libertad para mi grupo de compañías de invertir donde quiere, cuando quiere, para producir lo que quiere, para comprar y vender donde desee, y sin soportar restricciones laborales y sociales» (Peter Barnevik). «Deberíamos reconocer en el nacionalismo el mayor obstáculo hacia el desarrollo de una mentalidad mundial. Estamos al inicio de un largo proceso de rompimiento de los muros de la soberanía nacional» (William Benton)

Las citas corresponden al libro «El Nuevo Orden Mundial y el Saqueo de Bolivia», de autor anónimo, cuya coordinación correspondió a María Lohman, quien lo califica, con razón, de obra monumental y polémica. El libro demuestra que en el Siglo XIX se colocaron los cimientos del NOM, mediante la articulación de los grandes banqueros, especuladores, fabricantes de armas, empresarios mineros y petroleros del mundo con oligarcas nativos, que mantienen a Bolivia en el atraso y la miseria. A mediados del Siglo XIX, emergen los Grace, North, Flint, Gibbs y Meiggs, que utilizan a Frías, Arce, Aramayo, Pacheco, Linares y Muñoz, entre otros, para asfixiar al país.

En el Siglo XX, cobran fuerza los Rothschild, Morgan, Rockefeller, Speyer, Oppenheimer, Dillon Read y Davenport, con instrumentos como el Council of Foreing Relations (CFR), el grupo Bilderberg, el Banco Mundial, el BID, ADELA y la CAF, además de sus organizaciones masónicas, el Club de Roma, los Caballeros de Malta, el Opus Dei y el Ku Klux Klan y casi todas las ONG, sin olvidar al Rey de España (garante de Mark Reach-Glencore), a las monarquías inglesa y belga y al Presidente norteamericano Franklin Roosvelt. La telaraña tiene su correlato nativo en Patiño, Hoschild, Sánchez Bustamante, Ballivián, Bedoya, León Prado, Crespo y Zalles, con gobernantes como Montes, Pando, Siles, Paz Estensoro, Jorge Quiroga, Mesa y Sánchez de Lozada, sus «izquierdistas», como José Antonio Arce o Julio Garret, sus generadoras de opinión como Prisma y Milenio y sus sindicalistas como Lechín Oquendo.

Por mi parte, estimo que el libro, sin desmerecer sus notables aportes, otorga a la condena de Marx a Bolívar valor de dogma. Se trata de uno de los errores de Marx, quien también se equivocó al apoyar al colonialismo inglés en la India, en tanto Engels aplaudía la invasión de EEUU a México. Bolívar conocía los riesgos de recibir apoyo londinense para expulsar al colonialismo hispano, pero esperaba contenerlo con la unidad de América Latina. Al fracasar su intento unificador, el avance británico fue inevitable. Condena de manera injusta a O`Higgins (quien apoyó la Confederación Perú-Boliviana) porque su padre era Virrey. Con esa lógica, no debería dedicar el texto a Marcelo Quiroga Santa Cruz, ya que su padre fue administrador de las minas de Patiño. Su análisis del 52, no es equilibrado. No valora, por ejemplo, el voto universal, que, décadas después, permitió triunfos como los de CONDEPA y el MAS. Sin analizar las tendencias en el MNR, no es coherente dedicar también la obra a Sergio Almaraz, quien ocupó importantes cargos en la segunda presidencia de Paz Estensoro.

Lo central del libro reside en su valor actual, ya que el NOM continuará succionando al país con los contratos petroleros, aún no protocolizados, si no se logra introducir cambios sustanciales. Sostener que estos son los «más ventajosos del mundo», como afirma Manuel Morales, Presidente de YPFB, no es cierto. Por el contrario, causarán graves daños a la economía nacional al considerar al Impuesto al Valor Agregado (IVA), al Impuesto a la Remisión de Utilidades al Exterior y al Impuesto a las Transacciones (IT) «costos recuperables» para las compañías. El Impuesto a las Utilidades (IU) casi habrá desaparecido, si se toman en cuenta las supuestas inversiones de las petroleras y no las auditorias del gobierno.

Todo el riesgo de la inversión lo asume YPFB, entidad que subvencionará, con 10 millones de dólares año, a las compañías que operan en campos marginales. ¿Por qué Petrobrás, pese a una aclaración del Ministro Villegas, continúa asegurando que anotará como suyas el valor de las reservas probadas del país? ¿Por qué las petroleras pretenden cobrar precios internacionales al consumidor interno? Toda la cadena productiva, salvo mínimas excepciones, sigue en manos foráneas. No se ha avanzado nada en lograr que YPFB controle el 50 % mas uno de las empresas capitalizadas del sector petrolero. La auditoria a Andina-Repsol demuestra que esta empresa es un modelo de estafa. Se mantiene congelada la Resolución Ministerial 207, dictada en mi gestión como ministro, que cortaba los beneficios extraordinarios, por más de 40 millones de dólares año, en favor de las refinerías en manos de Petrobrás. En síntesis, en materia petrolera, el saqueo de Bolivia podría prolongarse con cambios epidérmicos.