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El partido del capital se destapa en Michoacán

Fuentes: Rebelión

En esta semana se ha dado a conocer que las cúpulas de los partidos políticos PRI, PAN y PRD, se encuentran en pláticas con el gobernador de Michoacán Leonel Godoy Rángel (del PRD) para acordar una plataforma de gobierno común para el próximo proceso electoral en la entidad, lo cual incluso contempla la posibilidad de […]

En esta semana se ha dado a conocer que las cúpulas de los partidos políticos PRI, PAN y PRD, se encuentran en pláticas con el gobernador de Michoacán Leonel Godoy Rángel (del PRD) para acordar una plataforma de gobierno común para el próximo proceso electoral en la entidad, lo cual incluso contempla la posibilidad de lanzar un candidato de unidad a la gubernatura de ese estado; en dichas pláticas participan también los empresarios  Alonso Gómez Sáenz, director general del grupo Arquino y presidente del Consejo Michoacano de hombres de Negocios, Enrique Ramírez Magaña, presidente de la Organización Ramírez (dueños de Cinépolis, principal distribuidora de películas en cine en toda Latinoamérica y con intereses en la industria automotriz e inmobiliaria) y Francisco Medina Chávez, director del grupo FAME quien comercializa automóviles de diferentes firmas en todo Michoacán, pero también en varios estados del país, también son los principales inversionistas del desarrollo urbano-comercial «Altozano» en la ciudad de Morelia, proyectado como el centro comercial más grande de Latinoamérica.

Para quienes sigan a través de la prensa y medios de comunicación electrónica las noticias de la política en México, este hecho les puede resultar ilógico, podrán preguntarse cómo es posible que los tres partidos que a diario escenifican disputas verbales en las cámaras y en los medios de comunicación, quienes dicen representar proyectos, ideas y una ética política diferente, pueden dejar atrás sus diferencias y lanzar una candidatura común, probablemente quienes de buena fé han confiado en que el PRD encabeza una lucha nacional contra las políticas neoliberales y en contra del PRI y el PAN a quienes señalan como representantes de la oligarquía, se encuentren decepcionados, de ver que sus supuestos antagonistas son en realidad sus aliados, así como seguramente los sectores más recalcitrantes del conservadurismo, muchas veces ligado al PAN, también se encuentren desconcertados.

A pesar de ello, nada de esto es realmente ilógico, ya habíamos advertido en ocasiones anteriores, que los llamados «partidos políticos» en México no son en realidad partidos en toda la extensión de la palabra, son más bien alianzas de burócratas de Estado quienes se agrupan en ellos con la finalidad de concursar por puestos de administración dentro del mismo, es decir, dichos grupos sirven principalmente como filtro para ingresar a la burocracia de Estado, además de ser un argumento ideológico para que la burguesía presuma de que en México existe una democracia plural, multipartidista y republicana, en donde diversas ideologías y propuestas pueden concursar libremente para ganar la simpatía ciudadana, nada más falso.

Para entender el tema nuevamente es necesario remitirnos a los fundamentos teóricos, no debemos olvidar ni por un segundo que el Estado, si bien se personifica a través de burócratas especializados en gobernar, en realidad representa la voluntad de la clase dominante, por lo tanto ese puñado de burócratas no goza de plena autonomía, al final de cuentas son dirigidos por la clase a la que representan, por ello Lenin citaba que:

La República democrática es la mejor envoltura política posible del capitalismo; y por eso, el capital, al apoderarse  de esa envoltura, la mejor de todas, cimenta su poder con tanta seguridad y firmeza, que no lo conmueve ningún cambio de personas, ni de instituciones ni de partidos dentro de la república burguesa**

En ocasiones la burguesía no necesita intervenir directamente en las decisiones de Estado, pues su hegemonía dentro del mismo está garantizada por el marco jurídico y la estructura del mismo, limitando incluso la iniciativa y los proyectos elaborados desde los partidos políticos e instituciones de gobierno, pero en ocasiones interviene directamente cuando juzga que aquellos no realizan acertadamente su trabajo.

El Estado mexicano pasa hoy en día por una inocultable crisis hegemónica, la burocracia ha sido incapaz de resolver muchos de los temas de interés para la burguesía, y además la credibilidad del pueblo en torno de esa burocracia está por los suelos, el abstencionismo electoral en el menor de los casos gira alrededor del 30%, aunque ha llegado a ser del 60%, la mayoría del pueblo mexicano no ve en ellos más que personajes corruptos sin principios que se dedican a beneficiarse personalmente a costa del erario público, son muy pocas las personas en nuestro país quienes tienen una buena opinión acerca de los funcionarios de Estado.

Por ello desde hace algunos años, se ha venido hablando ante la opinión pública de la posibilidad de las «candidaturas ciudadanas», pensando en que tal vez se deba abrir la puerta a que «ciudadanos destacados» quienes gocen de un relativo prestigio moral, puedan lanzar candidaturas independientes, o en todo caso que los partidos otorguen el registro a este tipo de personajes para que contiendan en las elecciones. En el 2005, por ejemplo, un grupo de empresarios promovió la candidatura independiente del nefasto Jorge G. Castañeda, misma que al final fue abortada, también han mencionado la posibilidad de que en el 2012 el ex rector de la UNAM, Juan Ramón de la Fuente, quien dirigió la ofensiva represiva contra el movimiento estudiantil de la UNAM en el 2000, pudiera aparecer representando a uno o más partidos políticos.

Los candidatos «ciudadanos» bien pueden ser elementos netos de la burguesía o también personajes públicos que independientemente de su voluntad, comparten en lo fundamental la ideología política burguesa y que otorguen al Estado un respiro de legitimidad.

No podemos perder de vista que si bien en las últimas décadas el Estado mexicano se ha hecho representar a través de un sistema político «multipartidista, parlamentario y democrático», esto no quiere decir, para nada, que esta sea su forma permanente o definitiva, a final de cuentas el Estado puede cambiar de vestidura y experimentar nuevas formas de poder y de disputa hegemónica, y no podemos descuidarnos ante la situación de que en los últimos años el gobierno ha promovido el mito de la incorruptibilidad del Ejército Mexicano, por lo cual es muy factible que también la burguesía esté pensando en la alternativa de un Estado abiertamente militar.

Pero no perdamos de vista el aspecto fundamental, el tema aquí no es principalmente si los partidos se ponen de acuerdo o no para sacar un candidato de unidad, lo sustancial es que acuden todos ellos al llamado de la burguesía, sin mediaciones, para comprometerse ante ellos a que independientemente de quién será el próximo gobernador, o de qué partido, lo que más ocupa a la burguesía es el asegurarse de que sus intereses sean debidamente representados, develando en este caso el carácter fundamental del Estado de clase.

Michoacán cuenta con la particularidad de que en diversos momentos de la historia de nuestro país ha podido mostrar anticipadamente el curso de la lucha de clases a nivel nacional, muchas de las fuerzas políticas nacionales, de diversos tipos, han formado a muchos de sus principales cuadros en Michoacán, tanto la iglesia católica como el PAN, el PRD, como también muchas de las organizaciones de carácter revolucionario. Por ello no es extraño que sea precisamente en Michoacán donde la burguesía ensaye una salida a la crisis estatal de representación por la que atraviesa todo el país.

La situación en Michoacán ha resultado muy complicada para el Estado, es uno de los rincones de México en donde ha habido un desbordamiento de la lucha popular en las últimas décadas, misma que fue contenida en parte con el cambio de partido en el poder en la entidad, cuando Lázaro Cárdenas Batel ganó para el PRD la gubernatura, misma que retuvo a los siguientes comicios de la mano del actual gobernador Leonel Godoy. Sin embargo las soluciones coyunturales de Estado finalmente suelen agotarse y hoy en día, el gobierno perredista local ha venido perdiendo interlocución y capacidad de control sobre el pueblo trabajador, a la vez que ha venido solidificando su representación para con la burguesía que opera ahí. Tal es el caso de los grupos empresariales que hoy están proponiendo la «candidatura de unidad»; así mismo, el gobierno local se ha visto en la necesidad de develar su carácter de clase y represivo en diversas ocasiones, como lo fue en la represión brutal que el gobierno de Lázaro Cárdenas

Bátel dirigió en contra de los trabajadores minero-metalúrgicos de SICARTSA en el 2006, la represión a los estudiantes normalistas de Tiripetío, además de un sinnúmero de actos represivos en contra diversas comunidades indígenas y movimientos populares, también por el papel, que aún con sus contradicciones, ha jugado en la llamada «guerra contra el narcotráfico» en donde ha sido cómplice de la militarización y la paramilitarización. El reciente caso de la organización de los pobladores de Cherán en defensa de sus bosques en contra de las bandas de contrabandistas de la madera, ha prendido los focos rojos, pues la burguesía se ha dado cuenta que el pueblo organizado pudiera rebasar al Estado, y por tanto que su capacidad de control se ha reducido notablemente.

Esta serie de situaciones ofrecen la ventaja sin embargo, de que la burguesía y el Estado han mostrado la realidad de nuestro sistema político vigente; La división de la burocracia política en «partidos» es cada día más indistinguible, no solo porque los personajes de los mismos se cambien de partido a cada rato en busca de mayores facilidades para acceder a los puestos de gobierno, sino también porque es muy notorio que en realidad las diferencias en cuanto a programas y proyectos de gobierno son mínimas, lo cual les facilita realizar alianzas electorales aparentemente ilógicas. Atendiendo a la metodología marxista, para caracterizar a las fuerzas políticas no basta con escuchar lo que cada una de ellas dice de sí misma, sino analizar objetivamente los intereses a los cuales se representa y su relación con otras fuerzas políticas. Es por ello que en el terreno de la lucha de clases, esta burocracia multipartidista es en realidad un solo partido, el partido del Capital. De manera conjunta y coordinada esas agrupaciones de burócratas actúan como una sola en los temas fundamentales, sobre todo en la defensa del capitalismo y del Estado, y sus principales diferencias son acerca de quién debe quedarse al frente de los gobiernos y puestos de administración pública.

Aunque claro, ninguna unidad es total, y estas están plagadas de contradicciones, la burocracia estatal no es la excepción como tampoco lo es la burguesía, pero precisamente la caracterización aquí propuesta obedece principalmente a los aspectos esenciales del Estado y de la política, como dijera Gramsci, se trata de la gran política y no de la pequeña política, en donde en todo caso caben sus diferencias y sus enfrentamientos.
Por ello, en este caso destacamos que en lo general y en el fondo, esas agrupaciones políticas han actuado históricamente como un solo partido, pero que además en el aspecto superficial esta realidad se viene haciendo evidente, lo cual implica valorar con mucha seriedad las dificultades y perspectivas en torno de estos cambios y proyecciones formales. Si el PRI, PAN y PRD acordaran lanzar una «candidatura de unidad», esto representaría un serio retroceso en los ligeros avances democráticos en México, pues el margen de intervención popular en la pequeña política también quedaría reducido, lo cual impacta a la gran política pues la clase dominante estaría actuando con mayor fuerza.

Las contradicciones presentes entre las distintas agrupaciones de la burocracia política, todavía presentan como algo complicada la posibilidad de la «candidatura de unidad», aunque esta no puede ser descartada, pero lo más destacable del hecho es que independientemente del curso que tome en los siguientes meses la contienda electoral en Michoacán, el hecho es que la burguesía ha tomado un protagonismo directo en ella, más evidente que en otras ocasiones, y que se encuentra presionando a su burocracia estatal para que se comprometa abiertamente con sus intereses. Así pues, haya candidato de unidad o no, gane la elección el PRD, el PAN o el PRI, lo seguro es que entre ellos seguirán acaparando el control del gobierno local y que lo harán comprometidos con la misma causa, la acumulación capitalista.

Por último he de subrayar que es muy evidente que la burguesía y la burocracia política «multipartidista» , no tiene mayores confusiones identitarias, saben a qué intereses obedecen y representan, su lealtad hacia el capital no está en cuestión, mientras que desafortunadamente siguen existiendo organizaciones populares que siguen aferrándose a pensar que alguno de esos «partidos» puede en un momento dado girar y obedecer a los intereses del pueblo trabajador. Por lo tanto es aún más necesario dar el debate ideológico, objetivo, con base en hechos y no en anhelos o suposiciones, para apuntalar la necesidad de organizar a los trabajadores como clase, con independencia política de la burguesía y su burocracia, resulta cada vez más necesario que los explotados de nuestro país construyamos nuestro propio referente político, alejado de las ilusiones propias de la pequeña política, sólo así lograremos hacer realmente política, con carácter  de clase y salir del escenario coyuntural para atrevernos a luchar por cambiar el curso de la historia. El capital lo está haciendo, los trabajadores deben hacerlo también.
 
– ** Lenin. V.I. EL ESTADO Y LA REVOLUCIÓN

– El autor es miembro del Buró Político del Partido Comunista de México. También es licenciado en sociología y maestro en Estudios Latinoamericanos por la UNAM.