La siguiente nota emerge desde Barranqueras, localidad portuaria de la provincia del Chaco (Argentina), cuyo puerto está enclavado en el riacho Barranqueras -brazo del río Paraná- aproximadamente en el kilómetro 1198 de la Ruta General de Navegación. Punto estratégico del Mercosur y desde sus orígenes para la comunicación bioceánica.
Desde antes del año 1998 sosteníamos que el Tramo III de la “obra de Defensas contra inundaciones” del mal llamado “gran Resistencia” (en evidente menoscabo y menosprecio de las localidades aledañas a la capital chaqueña), constituía -tal como estaba planteada y como se la terminó concretando- una vía de comunicación más que un simple sistema de prevención frente a las probables avenidas del río.
En pleno 2023, a más de 25 años de aquellas advertencias, se encuentra en pleno desarrollo la pavimentación y su consecuente consolidación como vía primaria de comunicación el antaño denominado “Tramo III” del mencionado sistema de defensa contra inundaciones; el mismo que supuso la destrucción de parte del Casco Histórico de Barranqueras.
Habiendo alternativas técnicamente viables para evitar la destrucción de una porción de un sitio patrimonial caro a los sentimientos de un pueblo: ¿cuál fue la motivación para tal ensañamiento-empecinamiento/obstinación? Pues la concreción de una vía “primaria” de comunicación, entiéndase: por donde circularán camiones de gran porte entre otros.
Cabe destacar que ¿curiosamente? no se han contemplado los impactos ambientales negativos (sociales y sobre el patrimonio material e inmaterial) que la obra generará en su etapa de funcionamiento/operación.
Ahora, relacionemos: esta obra que “beneficia” el acceso al Puerto de Barranqueras llega a su punto de finalización en el mismo momento en que el vecino y “socio” país del Paraguay llega a un acuerdo para sumar “militares norteamericanos en la hidrovía” [diario Norte (2023.03.24), pp.21], cediendo a la “presión” de los EEUU con el “objetivo” del “mejor aprovechamiento de los recursos de la Cuenca del Plata…” [diario Norte (2023.03.24), pp.21].
Llama al menos la atención, más aún teniendo en cuenta que ya advertíamos -desde antes del año 1998- el hecho de que estas obras de infraestructuras eran solo una parte de las obras estratégicas llevadas adelante en Latinoamérica en respuesta a los planes geopolíticos del país del norte y sus asociados de la OTAN para controlar una de las mayores reservas de agua dulce del planeta (sin dudas con una de las mayores sino la mayor taza de recarga).
A su tiempo, debemos preguntarnos: ¿Cuándo EEUU ha propiciado un “desarrollo armónico” con su política intervencionista? (recomendamos: SUÁREZ, L. (2006). Un siglo de terror en América Latina. Buenos Aires: Ocean Sur.). Y, respecto a las “ayudas humanitarias”, “asesoramiento técnico”, “aportes a la seguridad”, entre otras “generosidades” de la USA, solo podemos apreciar -por experiencia- que “no da puntada sin hilo”.
Por último: ¿casualidad o causalidad? ¿está perimido el Plan Cóndor o sigue en plena vigencia? ¿Cuáles serán los próximos “daños colaterales”?
D.S. Lic. Eugenio Rolón
D. S. Lic. Ernesto Eugenio Rolón
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