Las elecciones generales para elegir a las nuevas autoridades de la Presidencia y la Asamblea Legislativa Plurinacional del 6 de diciembre 2009 es la oportunidad ciudadana de definir a través del voto la orientación del proceso democrático del país y el carácter del mandato de estas autoridades. Pero, en esta oportunidad, además se realizó otras […]
Las elecciones generales para elegir a las nuevas autoridades de la Presidencia y la Asamblea Legislativa Plurinacional del 6 de diciembre 2009 es la oportunidad ciudadana de definir a través del voto la orientación del proceso democrático del país y el carácter del mandato de estas autoridades. Pero, en esta oportunidad, además se realizó otras consultas ciudadanas como referéndum, dependiendo de la territorialidad: sobre la Autonomía Departamental, Autonomía Indígena Autonomía Regional. Lo cual nos advierte de las nuevas circunstancias y complejidades de las formas del ejercicio ciudadano y los nuevos escenarios de participación en la construcción de la institucionalidad en el país.
Por ello, es necesario para cualquier evaluación y balance electoral, reconsiderar los marcos y herramientas con los que se trabaja para ensayar una visión de la política y sus configuraciones. Si no se parte desde una mínima y explícita reconsideración se corre el riesgo de repetir los esquemas y procedimientos que no corresponden a los procesos existentes; se podría estar forzando datos y hechos a un marco interpretativo que responde a un cálculo inmediato y, hasta quizás, oportunista. El acto de la lectura política, es decir, aquellas opiniones, interpretaciones y análisis son parte del campo político, por lo tanto, también son escenarios políticos, ámbitos de lucha y disputa por la interpretación y la autoridad de los enunciados.
Entonces, el llamado a una necesaria reconsideración de los marcos y herramientas de la condición y la forma política que se vive en la sociedad es porque hay la certidumbre y certeza de que estamos ante una sociedad en movimiento -independientemente a como caractericemos a la sociedad y el movimiento- , pero indudablemente nos pone en evidencia de que hay una temporalidad y, también, espacialidad que se ha modificado y está modificándose, y, consecuentemente, un intenso reposicionamiento de los sujetos de diversa índole y capacidad, que prodríamos denominar, como la producción de subjetividades múltiples. El sujeto individual y social como entidad única y centrada, es dislocado y descentrado a partir del llamado a una pertenencia e identidad desde diversos y/o múltiples ámbitos y temporalidades de concurrencia: trabajo, profesión, familia, cultura, lengua, región, género, edad, valores, etcétera. No es la desaparición del sujeto individual y social, sino es asumir plenamente la complejidad y la pluralidad que somos como identidades y pertenencias cada uno de nosotros, y, por ello, la urgencia y necesidad de responder a la participación, gestión y decisión en los diversos ámbitos que nos convoca y nos define. De allí, es que se habla de un ciudadanía intercultural y multicultural orientada a la construcción de un Estado Plurinacional.
De manera esquemática, señalemos: por una parte, tenemos una sociedad en movimiento y heterogénea, y, por otra, la construcción de un Estado Plurinacional,
de esta manera, están en pleno trabajo de reconceptualización las formas y redefinición los contenidos con que operan y desempeñan, y, sobre todo, estarían en proceso articulaciones y vínculos inéditos entre ambos. Las marcas y líneas entre sociedad y Estado son trastocadas y reelaboradas por la participación ciudadana intercultural y la capacidad de los nuevos gobiernos territoriales, estableciendo un nuevo rol del Estado y un replanteamiento de los ámbitos estratégicos institucionales de la economía, social, jurídico y militar. Por supuesto, es un proceso de transformación íntimamente ligado a la emergencia del bloque geopolítico sudamericano, que han posibilitado solidaridades y apoyos estratégicos oportunos pero también con retos y desafíos para una inserción equitativa y sostenida a mediano y largo plazo.
Entonces, ¿el por qué del voto ciudadano?, ¿será que cada ciudadano examina y evalúa estas consideraciones al depositar su voto?, ¿el proceso de cambio es tan autoconsciente y tal transparencia que es evidente para el ciudadano votante? Quizás, plantearse las interrogaciones de esta manera para explicarse el 62% o más que logró el MAS-IPSP y los 2/3 de la Cámara de Senadores, es perderse en la visión restringida de la política y en sus usos tele-mediáticos y espectaculares con que pretendían acostumbrarnos el sistema democrático formal y procedimental de los partidos tradicionales.
La condición política está obrando en la transformación, por ello, las motivaciones del voto ciudadano son múltiples pero claramente determinan una dirección: el proceso de cambio avanza, debe avanzar. La elección del voto está emparentada con los mandatos y su realización desde la elecciones de diciembre de 2005, es decir, con la agenda de octubre y su continuidad. Por ello, es que las opciones de las otras fuerzas políticas en esta contienda electoral son lo podían ser reactivas o explícitamente adversarias al proceso de cambio, y, por lo tanto, sus anhelados resultados ponían en riesgo a la nueva Constitución Política del Estado y las trayectorias del proceso. Finalmente, son elocuentes las cifras que alcanzaron y hay que vigilar que la derrota electoral no los encamine a buscar formas no-políticas, pero todavía estamos en el umbral de la segunda contienda electoral de abril de 2010.
Así mismo, los resultados de las consultas de la Autonomía Departamental son amplísimos y contundentes, sorprenden porque hace pocos años en otra consulta daban los resultados inversos, el cómo se modifico esta visión y postura puede dar indicios importantes sobre las formas de políticas y las exigencias de participación que están impulsando al proceso de cambio con una sociedad activa y viva en la búsqueda de gobiernos eficientes y mayor control social.
El 6 de diciembre el voto ciudadano ha manifestado la consolidación de la hegemonía del proceso de cambio y abre las expectativas de la configuración de las fuerzas que disputarán en las elecciones de Gobernadores y Alcaldes, y sus respectivos Consejos, en el próximo 10 de abril, enseñando la nueva cualidad política de la territorialidad y sus formas de ejercicio en la construcción de un nuevo rol y funciones del Estado. El ejercicio ciudadano se consagra a través de las urnas electorales pero no acaba su responsabilidad en el recinto, sus tareas apenas comienzan porque está pendiente el debate del cambio y las formas del cambio -ya no se trataría de apoyar y defender la visión de cambio, la hegemonía esta consolidada- sino de construir democráticamente el cambio a través de la participación, debate y consulta.