. Crónica – ¿Por qué nos cobran 50 pesos? – cuestionó Gabriela – Ahora tiene un seguro de vida – justificó Rojo García de Alba – Habemos muchos militantes que queremos mucho al PRI, pero no nos podemos afiliar porque cobran 50 pesos – Bueno… hoy tienen un seguro de vida y el partido no […]
. Crónica
– ¿Por qué nos cobran 50 pesos? – cuestionó Gabriela
– Ahora tiene un seguro de vida – justificó Rojo García de Alba
– Habemos muchos militantes que queremos mucho al PRI, pero no nos podemos afiliar porque cobran 50 pesos
– Bueno… hoy tienen un seguro de vida y el partido no tiene la capacidad financiera para soportar ese seguro de vida
– O ya para pobres no va a ser…
– Bueno, son cincuenta pesos
Pachuca, Hgo., México.- Dijo llamarse Gabriela, pero negó dar sus apellidos previendo represalias por parte de su interceptado. A fin de cuentas, ella nada tiene y él, a sus, pies mantiene el dominio de toda una estructura partidista que, en un solo truene de dedos, acabaría con los menores beneficios que le ha traído ser militante del PRI. Dos priístas en quienes ha persistido una gran diferencia de clases: El padre de ella fue albañil; mientras que el de él, un ex gobernador, controlador político de una época.
Y no importándole la prensa – o talvez valiéndose de su presencia-, increpó a Jorge Rojo García de Alba, presidente estatal del tricolor, y sin más temores le reclamó: «¿Por qué ahora nos están cobrando por afiliarnos al PRI si antes no nos cobraban nada? ¿Cómo le vamos a hacer los que no tenemos dinero?», a lo que el dirigente -¿su dirigente?-, justificó con «pero sólo son 50 pesos».
– ¿Por qué nos cobran 50 pesos? – cuestionó Gabriela
– Ahora tiene un seguro de vida – justificó Rojo García de Alba
– Habemos muchos militantes que queremos mucho al PRI, pero no nos podemos afiliar porque cobran 50 pesos
– Bueno… hoy tienen un seguro de vida y el partido no tiene la capacidad financiera para soportar ese seguro de vida
– O ya para pobres no va a ser…
– Bueno, son cincuenta pesos
El rostro del priísta se descompuso. Acaso la prensa tomó nota de lo acontecido, y eso y el calor y el traje y la realidad en su presencia lo tuvo contra las cuerdas por uno o dos minutos.
Peor aún, quizás el gobernador había observado; quizás Luciano; quizás Carolina, qué bochorno; habría percatado el incidente el presidente del tribunal, qué mal paso; la prensa, qué mala pata; quizás la militancia, la base, el voto duro… ¡qué necesidad!
Pero Jorge Rojo salió airoso pues, le corresponde la razón; en efecto, el PRI ya no va ser para pobres. El derecho de admisión vale «sólo» 50 pesos, según lo dicta el «renovador» programa de credencialización que echó a andar.
«Sólo son 50 pesos» ó lo que es igual: dos pollos rostizados; tres cuartos de bistec de res; el pasaje de tres días de un niño de primaria; cinco kilos de tortilla; dos docenas de huevos; el salario de un día de un obrero en el molino de trigo; diez kilos de ropa lavada y planchada; un boleto de cine; una «cooperación voluntaria» en la primaria; un jarabe para tos; un par de zapatos de medio uso, dos comidas corridas en la colonia Piracantos, un pasaje Pachuca – Huichapan…
En contraste, la secretaria general del Comité Directivo Estatal gana 30 mil pesos por su representación, según admitió ella misma.
Gabriela afirmó que por sus 25 años de militancia en el PRI, el único beneficio que el Revolucionario Institucional le había otorgado fue apenas que a un vecino suyo le ayudaron -«a duras penas»-, a conseguir barato un puesto para vender jugos.
Dijo que en las reuniones de su comité seccional, en el distrito dos de Pachuca, ya en nada se parecen las acciones políticas a las de antes: «ahora sólo nos utilizan (…) nos olvidan»
Pero el presidente priísta afirma lo contrario. De hecho, al dar inicio el programa de credencialización el viernes 27 de julio, puso al «sentido de pertenencia» al PRI como herramienta «fundamental «para «un mayor reconocimiento, acercamiento y reencuentro de todos quienes militan en el Revolucionario Institucional».
Gabriela, militante priísta de base desde hace 25 años, opina lo contrario.
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