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El proceso de cambio y la izquierda revolucionaria

Fuentes: La Época

Si el gran proceso de cambio que vivimos actualmente como resultado de las heroicas luchas de los pueblos y naciones de Bolivia logrado en el curso de doscientos años de vida «independiente», no se transforma paulatina y sostenidamente en un verdadero y auténtico proceso revolucionario de transformación de estructuras económico-sociales, se corre el enorme peligro […]

Si el gran proceso de cambio que vivimos actualmente como resultado de las heroicas luchas de los pueblos y naciones de Bolivia logrado en el curso de doscientos años de vida «independiente», no se transforma paulatina y sostenidamente en un verdadero y auténtico proceso revolucionario de transformación de estructuras económico-sociales, se corre el enorme peligro de una nueva «frustración» que puede ser catastrófica para las masas populares de nuestro país.

A lo largo de la historia de nuestro pueblo y en realidad de todos los pueblos hermanos de América Latina y el Tercer Mundo, los esfuerzos titánicos de liberación realizados por ellos, tuvieron como punto de partida la constitución de un fuerte bloque político, social y sindical que hermane sólidamente la alianza de los oprimidos en la lucha histórica en contra de sus opresores. Esta alianza estratégica debe basarse profundamente en la afirmación rotunda de la CONCIENCIA DE CLASE. Es imposible pensar siquiera en una profundización del largo proceso de cambio, sin la consolidación en los sectores fundamentales de las obligaciones de esas clases y fuerzas sociales en cuanto a la orientación ideológica que conduzca al triunfo de la revolucionarización de la sociedad.

Todas las experiencias nacionales y extranjeras nos muestran ejemplos altamente revolucionarios como los «sábados» de trabajo gratuito implementados por la revolución bolchevique, tenemos igualmente los ejemplos nunca bien comprendidos de las jornadas de trabajo voluntario en la zafra azucarera orientados por el Che Guevara en Cuba. Y no se trata de seguir dócilmente ejemplos de otras latitudes, nuestro hermanos, los pueblos originarios, nuestros aimaras y quechuas, poseen enormes y quizá mejores ejemplos de solidaridad en el trabajo y en la comprensión del nuevo hombre que queremos forjar.

El gobierno, el MAS y la conducción del proceso

Es importante exigir tanto al MAS, así como a todos aquellos que se reclaman partidarios del cambio, una definición política clara acerca del antiimperialismo y anticapitalismo que es expresado de manera clara, contundente y sostenida por el presidente. Sorprende que esta posición no sea seguida por ministro(a)s y demás autoridades, salvo contadas excepciones. Es más, muchos masistas hablan de que no son ni de izquierda ni de derecha. Esta posición es expresada sobre todo por corrientes indigenistas que están a todas luces a contrapelo de las posiciones del presidente y que se han hecho evidentes en el conflicto del TIPNIS.

El planteamiento de lanzarse una nueva Agenda, una vez cumplida la de octubre, nos perece correcta, aunque discrepamos en cuanto al cumplimiento o no de la primera. De todos modos, no es éste un problema de discusión, de lo que se trata es de relanzar vigorosamente una nueva etapa del propio proceso de cambio que al parecer se ha detenido.

Profundización del proceso

Pensamos y estamos convencidos que es la política la que debe estar al mando, es pues necesario, en consecuencia, incorporar a la izquierda revolucionaria en el asesoramiento político, lejos de la participación administrativa en el aparato de Estado y mucho más allá de la incorporación prebendal. Se trata de idear un mecanismo de consulta que le permita al Ejecutivo tener visiones más amplias que las que se tiene desde el ejecutivo y poder avizorar la evolución de los conflictos sociales a fin de resolverlos antes de que produzcan daños severos al propio proceso, como ha ocurrido ya dos veces en el último tiempo, cuando se ha tenido que dar dramáticamente marcha atrás.

Es pues, la conducción POLITICA del proceso la que está fallando sistemáticamente desde hace bastante tiempo y si no se lo comprende así, pueden sobrevenir problemas incluso mucho más peligrosos.

En cuanto a la política comunicacional, es incomprensible la actitud del gobierno que después de establecer las falsedades en torno al problema del TIPNIS, por ejemplo, se detiene y no continúa en la comprobación de las denuncias que se hacen como las concesiones a personas particulares de miles y miles de hectáreas de tierras comunitarias en el interior de aquel territorio, concesiones que solamente han podido ser realizadas por los dirigentes indígenas; de emplazamientos madereros ilegales, de hoteles de cinco estrellas, de grandes instalaciones del narcotráfico, etc., etc.

Se desarrolla una política defensiva cuando existen todos los elementos para desenmascarar a muchos dirigentes indígenas corruptos que mantienen relaciones políticas con la Embajada Yanqui; se pasa por alto la propagación de «noticias» alarmantes difundidas por «Derechos Humanos» sobre muertos en Yucumo, de «genocidios» y «delitos de Lesa Humanidad» en la marcha y tantas y tantas mentiras para destruir y desvirtuar el proceso de cambio.

La falsimedia reaccionaria

Se está perdiendo sistemáticamente en la batalla de la Información. La avalancha de desinformación y la tergiversación de los hechos, determina una opinión general que se está volcando peligrosamente contra el proceso. El desarrollo e impulso sistemático a órganos y medios de difusión de masas, es decir periódicos, radios y canales de televisión de alcance nacional, son indispensables para equilibrar la información. Se ha hecho muy poco para combatir la desinformación, la distorsión y la manipulación de la realidad por parte de la falsimedia oligárquica de franca tendencia reaccionaria.

Algunos planteamientos políticos para profundizar el proceso de cambio y transformarlo en un proceso revolucionario

La cuestion agraria

• La cuestión agraria en la Bolivia del proceso de cambio, debe rescatar los conceptos profundos del anti-feudalismo y la lucha contra los latifundios y la servidumbre supérstite en el país. El Art. 399 de la Nueva Constitución Política que instaura el «principio» falso de la irretroactividad de la Ley debe necesariamente ser derogado, porque las reformas a la tenencia de la tierra latifundiaria no pueden ser referidas al futuro, ya que precisamente se trata de reformar el pasado.

• El nuevo latifundio derivado del movimientismo termidoriano de la década de los 60, las dictaduras militares fascistas de los 70 y comienzos de los 80, el neoliberalismo gonista, tienen un carácter muy diferente del viejo latifundismo occidental heredado de la Colonia. Este latifundismo que fue encarado y combatido correctamente en el pasado reciente del Vice-ministerio de tierras, debe volver a implementarse con el mismo vigor de las reversiones de tierra en el Chaco, la Chiquitania y Guarayos.

El narcotráfico

 

• El narcotráfico es un problema global y pretender que sea resuelto a nivel nacional es una utopía en el mejor de los casos y una falacia en el peor de ellos. Mientras Estados Unidos sea el principal consumidor y el principal beneficiario de sus ilegítimas ganancias, jamás se resolverá este problema que agobia al mundo.

La clase obrera y su posición

 

• No se ha podido rescatar el protagonismo de la clase obrera en la política de nacionalizaciones y actualmente tenemos inclusive la posición de dirigencias sindicales que se oponen a una política franca de nacionalización. Es realmente deleznable la posición de la Central Obrera Boliviana y su dirección que para cobrar protagonismo pretende «colgarse» de cualquier conflicto que surge a nivel de bases sin tener en cuenta que esas actitudes no hacen sino llevar aguas al molino derechista.

La izquierda revolucionaria

• Finalmente podemos afirmar que todavía es tiempo de reencauzar y relanzar el proceso hacia su profundización y radicalización. Es imperioso que se supere el fundamentalismo indigenista que está haciendo mucho daño al proceso, lo cual no significa negar la participación protagónica de las naciones y pueblos originarios en el proceso. Es urgente que éste se abra a otras fuerzas revolucionarias hasta ahora marginadas, siendo como son, las más firmes defensoras de un proceso que viene de lejos, de la revolución traicionada de abril, de la resistencia a las dictaduras militares fascistas y del combate al neoliberalismo genocida y que ven con desaliento cómo elementos aparecidos, reciclados del neoliberalismo, oportunistas y resentidos se encuentran a cargo de tareas estratégicas de la política del Gobierno.

Nuestras críticas al gobierno y algunas de sus desacertadas medidas, vienen de la izquierda revolucionaria que jamás hará causa común con los arrestos reaccionarios que se disfrazan de «ecologistas», «defensores de la naturaleza», «defensoras de los indígenas» y demás falsedades cuando en realidad siempre despreciaron a los «indios».

Sea cual fuere el desarrollo de la actual situación política, los marxistas, seguiremos apoyando un proceso que también es nuestro.

Fuente: http://www.la-epoca.com.bo/index.php?opt=front&mod=detalle&id=1083