Para hacer eficaz la compasión del pueblo mexicano y de todos los pueblos del mundo con el pueblo palestino se requieren acciones internacionales concertadas y eficaces: presión para que se deje entrada libre a la ayuda alimentaria y de salud; rompimientos con el Estado sionista; cumplimiento de las resoluciones judiciales internacionales contra los dirigentes políticos israelíes, sanciones económicas, boicot a empresas israelíes, entre otras acciones.
Anás al Sharif, sus compañeros de Al Jazeera y periodistas asesinados en Gaza. Su voz se multiplica en millones de voces.
El genocidio de Gaza es la vergüenza de Occidente en sus instituciones como la democracia representativa, los derechos humanos, la diplomacia internacional y la libertad de prensa.
El fin de semana las bombas sionistas asesinaron al periodista gazatí más conocido, más comprometido con la verdad de su pueblo: Anás al Sharif y cinco compañeros de la agencia Al Jazeera. Ya sobrepasa 180 el número de periodistas ultimados por Israel en Gaza.
Hasta la semana pasada, 181 personas palestinas, incluyendo 94 niñas y niños, han fallecido por causas relacionados con el hambre en Gaza. Decenas más han sido masacradas en las filas de espera de la ayuda alimentaria.
Se ha ingresado a una nueva fase del genocidio contra el Pueblo Palestino: de los bombardeos masivos y la destrucción indiscriminada de infraestructuras sociales, se ha pasado a la tortura continuada de los cuerpos, sobre todo de los niños sometidos a la inanición, la tortura espiritual de madres y padres viéndolos languidecer en sus brazos. Y la destrucción de los vínculos sociales, la corrosión del espíritu comunitario que viene a ser la lucha feroz por un pedazo de pan, o medio plato de lentejas para la familia. La sobrevivencia precaria desmorona la solidaridad orgánica de las personas.
El periodista palestino Rami Abou Jamus, que reporta y sufre junto con su hijo la hambruna de Gaza, sentencia: “El hambre justifica todos los medios…. No se llena un estómago vacío con reglas de conducta social ni con leyes. Lo llenamos con pan….”
El ataque sionista, sin ninguna proporción con la condenable ofensiva de Hamás en octubre de 2023, desborda la intuición básica de Thomas Hobbes: el hombre es lobo para el hombre no sólo por el hecho de atacarlo, sino por provocar que la fraternidad se desgarre en la búsqueda del mendrugo, del trago de agua.
Pero el hambre que padece el pueblo gazatí no es accidental ni mucho menos un “daño colateral” de la ofensiva armada israelí. Forma parte de la estrategia sionista de depuración étnica y vaciamiento del territorio, como son parte de ella los ataques a los espacios de distribución de alimentos de la Fundación “Humanitaria” de Gaza (israelí-estadunidense), que funcionan como verdaderas trampas mortales, como lo ha señalado una y otra vez Francesca Albanese, relatora especial de las Naciones Unidas para Gaza, ahora perseguida por el premier Benjamin Netanyahu.
El hambre y el sufrimiento del pueblo palestino son efectos directos de una política expresa del Estado de Israel, vinculada a sus planes de expansión territorial, su proyecto económico y su estrategia militar en el Cercano Oriente. El ministro de Guerra israelí, señala Abou Jamus, utiliza los centros de ayuda humanitaria para “jalar” a la población a los confines de Gaza, establecer ahí una ciudad de tiendas de campaña para 700 mil personas palestinas y luego expulsarlas al extranjero.
Ante el fracaso de Occidente en Gaza, es necesario desplegar la gran herencia de Oriente, dice Leonardo Boff: la compasión. Para él dos virtudes realizan la compasión: el desapego y el cuidado.
Por el desapego renunciamos a cualquier sentimiento de superioridad frente al otro y lo respetamos, así como es. Esto no es difícil para un pueblo como el de México, que ha padecido tanto colonialismo, tanta dominación, tanta violencia. Por eso bulle por todo el país la solidaridad con Gaza, porque una gran parte de nosotros nos sentimos identificados con el pueblo palestino.
Por el cuidado nos aproximamos a quienes sufren y velamos por su bienestar, socorriéndolos en sus padecimientos. Esto no resulta nada fácil, porque el cuidado de nuestros hermanos de Gaza requiere mucho más que manifestaciones púbicas, apoyos personales económicos o en especie. Hay conciencia de ello, rayana incluso en la desesperación: no se encuentran las vías que trasciendan el apoyo simbólico-expresivo y se traduzcan en formas eficaces de detener el genocidio repentino de las bombas y el genocidio a cuentago-tas del hambre. Son expresiones loables de nuestro pueblo, o de los pueblos del mundo, pero no bastan.
Para hacer eficaz la compasión del pueblo mexicano y de todos los pueblos del mundo al pueblo palestino se requieren acciones internacionales concertadas y eficaces: presiones de los más países posibles para que se deje entrada libre a la ayuda alimentaria y de salud; rompimientos con el Estado sionista, violador de todas los tratados internacionales; cumplimiento de las resoluciones judiciales internacionales contra los dirigentes políticos israelíes, sanciones económicas, exclusión de organismos globales, boicot a empresas israelíes.
Para encaminarnos hacia allá, en México se requiere una gran expresión unitaria, firme, plural, categórica de cada uno de los sectores del pueblo de México. Nuestra representación en la ONU ha presentado planteamientos muy dignos, pero no basta. El Congreso debe dejar de lado las disputas sobre quienes se van de vacaciones y quienes critican a quienes se van de vacaciones. Es hora de que represente de verdad a este pueblo de México indignado y hermanado con Gaza y emprenda acciones eficaces. La compasión efectiva con el pueblo Palestino no requiere consulta popular; es un mandato inequívoco, contundente, por aclamación.
Fuente: https://www.jornada.com.mx/2025/08/12/opinion/014a1pol