«Sacar a la mafia del poder, acabar con la corrupción; no al nuevo aeropuerto; por el bien de México, primero los pobres» fueron algunas de las propuestas con las que el entonces candidato Andrés Manuel López Obrador (AMLO) convenció a los mexicanos de ser una opción distinta, de que su gobierno impulsaría realmente la cuarta […]
«Sacar a la mafia del poder, acabar con la corrupción; no al nuevo aeropuerto; por el bien de México, primero los pobres» fueron algunas de las propuestas con las que el entonces candidato Andrés Manuel López Obrador (AMLO) convenció a los mexicanos de ser una opción distinta, de que su gobierno impulsaría realmente la cuarta transformación en México. En respuesta el pueblo decidió respaldar en las urnas un proyecto de nación que en mucho se diferenciaba de los regímenes que hasta hoy nos han gobernado.
A tres meses de esa votación histórica en la que millones de mexicanos participaron, inició la etapa de transición. AMLO comenzó a trabajar para preparar el terreno y que éste estuviera listo para asumir su mandato; ni tardos ni perezosos, los empresarios, aquellos burgueses que se opusieron férreamente a su proyecto, lo han rodeado (presionado, dicen algunos) y, gracias al poder que les concede el capital, se han sentado con él con la intención de negociar y dar marcha atrás o suavizar algunas propuestas «radicales», o como ellos lo dirían, para conocer mejor las propuestas del nuevo gobierno, y dar su promesa de invertir más en México si el nuevo gobierno ve «por el bien de todos», es decir, por sus intereses.
El papel principal del gobierno que encabeza AMLO será, como él mismo ha dicho, conciliar los intereses de clase, es decir, conciliar entre los intereses de la burguesía, la pequeña burguesía y el proletariado. Aflojar la cuerda, aquella que se fue tensando durante las últimas décadas, producto de tener, por un lado, a los empresarios que amasaron grandes fortunas gracias a la privatización, el despojo y la explotación del pueblo, y, por el otro extremo, al proletariado que se fue nutriendo con la agudización de la pobreza y el despojo de los derechos conquistados, lo que significó la negación de un futuro digno para ellos y sus hijos.
Por ello, a pesar de que López Obrador manifestó claramente su oposición a la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM) por ser el negocio de unos cuantos; hoy ha cedido ante los intereses del capital al reconsiderar el proyecto y someterlo a consulta nacional, evadiendo así la posibilidad de cancelar legalmente ese proyecto como futuro presidente.
La consulta nacional juega como un «afloja todo»; es la forma en que AMLO se legitima con la burguesía que defiende «su mina de oro» llamada NAICM y con el pueblo -o por lo menos un sector representativo- que se manifiesta en contra del ecocidio (destrucción ambiental) que el nuevo aeropuerto representa. Pero esta cuerda, lejos de aflojarse, se volverá a tensar porque, tarde o temprano, se inclinará más hacia un extremo: el de las empresas que esperan de vuelta sus inversiones millonarias. Entonces, no puede haber conciliación en este tema cuando lo que se pone en juego es la vida misma de la población y el medio ambiente.
Sin embargo, la consulta se llevará a cabo el próximo 28 de octubre. Al cierre de esta edición, todavía no hay información precisa acerca de la metodología para realizarla. Mientras tanto, se ha dicho que los medios de comunicación deben abrir los espacios de debate sobre las únicas dos opciones que nos dan a elegir: a) continuar con la construcción del NAICM en Texcoco y b) mantener el actual aeropuerto y construir dos pistas en la base aérea militar de Santa Lucía. Pero la imparcialidad en los medios no se ha dado, se ve claramente que las entrevistas, encuestas y los espacios que se abren son para darle prioridad y más peso a los «expertos» que están a favor del NAICM, desdeñando así la posición de los pueblos afectados.
Incluso se ha buscado reducir la discusión a que el pueblo no tiene la capacidad -por no contar con elementos técnicos- para decidir sobre la continuación de un proyecto tan grande; que no es posible echar atrás un proyecto al que se le ha invertido millones de pesos; que es la mejor opción para el desarrollo económico del país.
No nos oponemos a la consulta como una herramienta para ejercer la soberanía del pueblo, tampoco nos oponemos a que el pueblo participe, estamos convencidos de que la consulta debe tener un carácter vinculante. Sin embargo, también sería obligación de quienes aceptaron realizar la consulta dotar al pueblo de todos los medios necesarios para acceder a la información indispensable que lo oriente a tomar la mejor decisión. No vemos a las brigadas de Morena informando en los pueblos, tampoco vemos trípticos, volantes y programas que expliquen al pueblo los aspectos económicos, técnicos y ecológicos que se deben considerar al momento de votar por tal o cual propuesta.
El movimiento independiente ha sido quien asumió la tarea de informar. Aún con todas las limitaciones, hemos sido nosotros los que, información en mano, apelamos a la sabiduría del pueblo. Así, mientras nosotros trabajamos como hormigas, las grandes empresas de comunicación, ligadas a las empresas que invirtieron en el NAICM, hacen foros y debates para darse «baños de pureza» y decir que abrieron los micrófonos a todos.
Por todo lo anterior, hacemos un llamado a las organizaciones del pueblo y ciudadanos conscientes a difundir en todos los espacios posibles que nuestros hermanos de clase, los pueblos de la cuenca del Valle de México, la zona centro y el área metropolitana del país, nos oponemos a la construcción del aeropuerto en Texcoco, ya que nos afecta directamente.
Llamamos a manifestarse abiertamente contra las afectaciones que ya están presentes en la región, como la devastación de los cerros para extracción de tezontle y tepetate, la amenaza de explotar el agua, cada vez más escaza en esta parte del país, en beneficio del NAICM y la Aerotrópolis (la nueva ciudad que abastecerá de infraestructura, transporte de carga, servicios, comercio y vivienda al nuevo aeropuerto), y la desecación del lago Nabor Carrillo, lo que significaría la muerte de las aves acuáticas migratorias.
Si se realiza el proyecto del NAICM, será el mayor monumento a la corrupción y a la impunidad, pues se asentará sobre la sangre de quienes fueron reprimidos en mayo de 2006. Será el monumento a los verdugos del pueblo, el monumento de los asesinos, de los torturadores, de los abusadores sexuales. Será el monumento a Vicente Fox y a Enrique Peña Nieto. Será una afrenta permanente al pueblo que ha luchado contra el neoliberalismo y contra el capitalismo, y ha dejado la vida en ello.
¡Luchar con dignidad, con el pueblo organizado, luchar hasta vencer!
NOTA: Este artículo fue publicado en el Suplemento Especial del FRAGUA, órgano de prensa de la Organización de Lucha por la Emancipación Popular (OLEP), Octubre 2018.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de los autores mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.