El próximo 21 de Febrero el Estado Plurinacional de Bolivia llevará a cabo un referéndum sobre la reforma constitucional que permitiría la ampliación de un mandato más del presidente y vicepresidente de la nación sudamericana. En el contexto actual, este hecho de la política nacional boliviana adquiere la máxima importancia para el futuro de la […]
El próximo 21 de Febrero el Estado Plurinacional de Bolivia llevará a cabo un referéndum sobre la reforma constitucional que permitiría la ampliación de un mandato más del presidente y vicepresidente de la nación sudamericana. En el contexto actual, este hecho de la política nacional boliviana adquiere la máxima importancia para el futuro de la construcción regional y la integración latinoamericana desde una perspectiva de emancipación social.
La efervescencia política vivida en toda América Latina desde comienzos de siglo con la irrupción de una oleada de gobiernos progresistas, cuya composición ideológica respondía a la pluralidad y heterogeneidad propia de las diversas tradiciones del pensamiento crítico latinoamericano, vive en la actualidad una fase de reflujo. La inercia positiva de las victorias electorales de Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Uruguay, Brasil, Paraguay, Argentina, etc., generó una corriente triunfalista que permitía vislumbrar un futuro donde la política nacional y exterior de los diferentes países de la región contribuyera a consolidar un espacio de paz, progreso y emancipación social.
Sin embargo, la izquierda latinoamericana e internacional observa, asombrada hasta la parálisis, cómo determinadas conquistas se ven amenazadas por la modificación en la correlación de fuerzas en el plano regional, donde la supuesta muerte de la derecha reaccionaria, clasista y neoliberal solo era una hibernación táctica.
En un momento en el que la izquierda político-institucional, los movimientos sociales y las organizaciones populares asisten al renacimiento de personajes que, como Mauricio Macri o Henry Ramos, creíamos en el basurero de la historia, el próximo 21 de Febrero en Bolivia constituye un hito decisivo en las esperanzas de construir una región avanzada en lo político, desarrollada en lo económico y con el pleno ejercicio de derechos para todas las personas.
La relación dialéctica que se establece entre el espacio nacional e internacional, influenciándose y determinándose recíprocamente, juega un papel fundamental en la construcción de esa comunidad política emancipadora protagonizada por los gobiernos de izquierda latinoamericanos de los últimos 15 años. En ese proceso, en el que los gobiernos progresistas facilitaban la creación de sinergias regionales bajo parámetros liberadores y en el que los procesos de integración y cooperación regionales generaban un contexto que hacía factible la llegada de otros gobiernos de izquierda al poder, Evo Morales y el gobierno del MAS han jugado un papel trascendental.
La posibilidad de seguir actuando como vanguardia del proceso de una integración regional de carácter alternativo en la dimensión latinoamericana, se pone en juego el próximo 21 de Febrero. Y por ello es importante poner en valor el significado de Bolivia, su presidente y del MAS en este proceso histórico.
Si el proceso de cambio, la transformación social y el ejercicio de los derechos constituyen el significado profundo del proceso político boliviano desde 2005, su significante es Evo Morales. Sin necesidad de profundizar en complejidades semióticas, podemos decir que Evo Morales representa un proceso histórico, agrega y cohesiona diferentes tradiciones políticas y culturales y vincula los principios éticos y morales con la necesidad de avanzar en mejoras tangibles de las condiciones de vida concretas de las mayorías populares.
Esta compleja convivencia entre el programa de máximos y las posibilidades de lo real, que el proceso boliviano ha sabido gestionar de manera exitosa, es, posiblemente, uno de los mayores aportes de la Bolivia actual a la integración y cooperación latinoamericana. Así, junto a los elementos simbólicos que conectan el proceso actual con las luchas indígenas contra la colonia, con el marxismo tercermundista del Ché, con el ciclo rebelde a partir de 1985 y con el ejemplo de la Revolución Cubana, el gobierno encabezado por Evo ha puesto en marcha inversiones públicas y medidas redistributivas que ha mejorado las condiciones de vida de los sectores más desfavorecidos de manera objetiva.
Este ha sido un aporte fundamental de Bolivia a la dinámica integracionista que ha vivido América Latina en los pasados tres lustros, contribuyendo a la promoción de los derechos de los pueblos indígenas, a la defensa del medio ambiente y a la implementación de medidas de carácter económico que vertebran y fortalecen la dimensión regional latinoamericana y, con ello, una propuesta política emancipadora de alcance internacional.
Al igual que hemos argumentado y justificado la necesidad de la continuidad de Evo Morales en el poder, y por tanto de un triunfo del «Sí» el 21 de Febrero, en términos positivos, también cabe plantear aquellos aspectos menos luminosos por los que la presencia de Evo Morales y del MAS en el gobierno de Bolivia son fundamentales para la consolidación de los procesos de integración regional en América Latina.
Entre estos factores cabe destacar las contradicciones que existen entre los diferentes sectores que conforman el MAS y el movimiento social y popular que lo sustenta. Con una estructura organizativa similar a la del histórico laborismo inglés, donde la pertenencia al partido se produce por la militancia en las organizaciones sociales y sindicales, la convivencia del proyecto indígena de reconstitución del Qollasuyu y del proyecto campesino de naturaleza sindical, es muy compleja y exige equilibrios inestables para mantenerlo unido. Las fuertes contradicciones entre las diferentes cosmovisiones indígenas y la filosofía política más ligada a los planteamientos de la izquierda tradicional, solo pueden ser resueltas por la síntesis simbólica que representa una figura como la de Evo Morales.
A esta característica composición político-ideológica hay que sumarle las dificultades del MAS, del movimiento social y de las organizaciones indígenas y campesinas para generar nuevos liderazgos y mayor horizontalidad en los procesos de toma de decisiones.
Por último, es inevitable hacer referencia a que la transformación de la matriz productiva, el desarrollo de los procesos industriales de generación de valor agregado y la superación de la exportación de materias primas como principal rubro económico de la nación, continúan siendo una tarea pendiente del Proceso de Cambio.
Estos tres factores, combinados con otros cuya descripción exceden la intención de este artículo, conforman un escenario en el que la continuidad del gobierno actual es clave para el sostenimiento del proceso de cambio y, en cuanto pilar fundamental de los procesos de integración latinoamericanos de carácter emancipador, de la transformación del contexto regional e internacional.
Y desde este lugar del mundo, es bueno preguntarse, ¿cuál es el papel de la solidaridad internacionalista? ¿cómo tenemos que afrontar, desde una perspectiva de fortalecimiento de América Latina como eje emancipador, el proceso político actual del Estado Plurinacional de Bolivia? Los partidos, los sindicatos, los movimientos sociales y las ONG’s que nos ubicamos en el espectro ideológico de la izquierda tenemos la obligación de acompañar un proceso que, pese a todas sus contradicciones internas, ha demostrado que es posible gobernar bajo principios éticos y políticos de progreso al mismo tiempo que se implementan medidas económicas y redistributivas que transforman las condiciones de vida concretas de las personas.
Para eso, es imprescindible que nos situemos en una perspectiva de crítica constructiva, desde la que es posible señalar los aspectos sobre los que el proceso de transformación necesita incidir, sin necesidad de instalarse en atalayas de vigilancia revolucionaria desde la que otorgar el label de calidad a los procesos que, con muchas vidas por medio, han conseguido alcanzar el poder y sentar las bases de una sociedad más justa y equitativa.
El 21 de Febrero es un día decisivo para el futuro de Bolivia y de la integración y la unidad latinoamericana. Yo voy por el SÍ.
@amontoro1979
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