Gran parte de la actual crisis política que tiene a Bolivia al borde de la ruptura institucional se debe a la secular marginación de los indígenas, que reclaman con razón nacionalizar los recursos naturales y reformar «el Estado unicultural», dijo a IPS el relator de la ONU sobre pueblos originarios
«Ojalá que la crisis en marcha, en cuyo origen están las justas causas de los indígenas, se resuelva con el diálogo y dentro de las instituciones», dijo Roberto Stavenhagen, relator especial de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) sobre Derechos Humanos y Libertades Fundamentales de los Indígenas.
Stavenhagen sostiene que los problemas por los que transita Bolivia indican que en ese país y en otros de fuerte presencia indígena, como Ecuador y Guatemala, «el Estado de modelo unicultural se está rompiendo».
El relator, quien radica gran parte del año en México, rechazó de forma tajante que los indígenas de América Latina deban ser considerados una fuerza política y social desestabilizadora, tal como lo sugieren informes de inteligencia de Estados Unidos.
La renuncia del presidente boliviano Carlos Mesa, presentada el 6 de junio, dejó al país en un virtual vacío de poder, pero no logró aminorar las protestas sociales, que llevan semanas.
Bolivia tiene 9,2 millones de habitantes, de los cuales 70 por ciento son pobres y una proporción igual se identifica con pueblos autóctonos. El movimiento indígena reivindica junto a otros sectores la convocatoria de una Asamblea Constituyente para «refundar la república» y reconocer la autodeterminación de unas 36 naciones originarias.
Otra demanda es la nacionalización del gas natural boliviano, la segunda mayor reserva sudamericana después de la de Venezuela, en un país en el que sólo tres por ciento de los hogares urbanos tienen conexión domiciliaria de gas, según el Censo Nacional de Población y Vivienda 2001.
Además, el poderoso movimiento autonomista del sudoeste del país (donde radican la riqueza agropecuaria y energética) pugna por un referendo que habilite un control local de dichos recursos, en colisión con las demandas campesinas, sindicales e indígenas.
«La inestabilidad se origina en las políticas neoliberales, no en los indígenas que reclaman sus derechos», sentenció Stavenhagen.
–Movimientos políticos que levantan las banderas indígenas fueron acusados de actuar con radicalismo extremo y de llevar a ese país al borde de un conflicto interno. ¿Usted cree que los indígenas, que son mayoría en ese país, están actuando de forma irresponsable o intransigente?
–En Bolivia la situación es muy compleja. Pero es evidente que los indígenas, marcados por rezagos seculares en materia de desarrollo, tienen una participación creciente y un protagonismo en esta crisis. Lo que veo es que ellos están muy bien organizados y que ahora reclaman con justicia la participación en todos los asuntos nacionales, y no sólo ciertas reivindicaciones sociales. Reclaman de forma legítima ser considerados. Espero que se los escuche y que todo esto se resuelva en un marco democrático.
–Las instituciones de la democracia boliviana están crujiendo con la crisis. ¿Están preparadas para procesarla?
–Lo que tenemos en gran parte de los países con importante presencia indígena son Estados nacionales creados para satisfacer los intereses de los sectores sociales dominantes. Pero lo que demuestran las crisis en Bolivia o en Ecuador es que ese Estado unicultural se está rompiendo, pues los indígenas reclaman legítimamente ser considerados. Hay que reformar los Estados con base a nuevo modelos culturales, lo que tomará un largo tiempo. Mientras, ojalá que la crisis en marcha, que tiene como origen las justas causas de los indígenas, se resuelva con el diálogo y dentro de las instituciones existentes, es lo que todos deseamos.
–¿Posiciones como exigir la completa nacionalización de los hidrocarburos ayudan a la búsqueda de salidas negociadas?
–Allí hay posiciones radicales del lado de los indígenas, pero también de parte de la mayoría de políticos y de los poderes económicos. Creo que es legítimo que los indígenas reclamen la nacionalización de los hidrocarburos, pues de su riqueza ellos no se han beneficiado. Sin embargo, espero que todas las fuerzas tengan la sensatez suficiente para enfrentar los peligros que acechan a Bolivia y que logren dialogar.
–El proyecto «Global Trends 2020 -Mapping the Global Future» (Tendencias globales 2020- Cartografía del futuro global), redactado por el Consejo Nacional de Inteligencia de Estados Unidos, ubica a los movimientos indígenas como una amenaza a la estabilidad e insinúa que podrían comprometerse con acciones violentas.
–Ya sabemos de la calidad de esos informes y de la incompetencia de los órganos de inteligencia de Estados Unidos, que ya se equivocaron completamente con Iraq cuando dijeron que había armas de destrucción masiva cuando no las había. Pero más allá de eso, hay que decir que la inestabilidad que viven algunos países de América Latina, especialmente los andinos, tiene origen precisamente en Estados Unidos y la imposición de sus recetas neoliberales. Es absurdo acusar a los indígenas de la inestabilidad, luego de que ellos han sufrido tanto por las políticas del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional, que controla Estados Unidos. Lo que vemos es que los indígenas se movilizan, pero eso es consecuencia de su interés por participar y por que se reconozcan sus derechos.