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El revocatorio, un arma de doble filo en Bolivia

Fuentes: Rebelión

El presidente Evo Morales volvió a sorprender a todos, a descolocar a la oposición y a cambiar de escenario con habilidad con un contragolpe efectivo. Para ser un presidente que no sabe hablar, para ser un indio ignorante y un títere de Hugo Chávez, no está mal, ¿no? El referendum revocatorio para su propio mandato […]

El presidente Evo Morales volvió a sorprender a todos, a descolocar a la oposición y a cambiar de escenario con habilidad con un contragolpe efectivo. Para ser un presidente que no sabe hablar, para ser un indio ignorante y un títere de Hugo Chávez, no está mal, ¿no?

El referendum revocatorio para su propio mandato presidencial y el de los nueve prefectos da para muchas lecturas y análisis. En primer lugar, desactiva las crecientes protestas y afanes desestabilizadores de la oposición cívica-regional, la única con verdadero «poder» en el país. El mismo día que los noticieros cubrían desaforadamente el viaje de los cuatro prefectos a Washington, Evo los obligó a cambiar drásticamente de escenario y estrategia: ahora la «media luna» y el prefecto de Cochabamba Manfred Reyes Villa (ex aliado de Gonzalo Sánchez de Lozada, «Goni») deberán centrarse en defender su propio arco y dejar de atacar con todo el arsenal disponible.

La contrapartida es jugarse el propio pellejo (el de Evo y por consiguiente, el proceso de cambios) a una sola carta y de manera voluntaria. No olvidemos que el revocatorio en Venezuela, por ejemplo, fue impulsado por la oposición.

¿A qué apuesta el gobierno con esta hábil y riesgosa propuesta? Apuesta a debilitar a la oposición y a ganar tiempo para la Constituyente y su texto constitucional. ¿Puede desinflar la fuerza de los prefectos? Evo y el MAS piensan que sí. Pando y Tarija pueden desnivelar la balanza y ocultar en el cielo a la «media luna». Leopoldo Fernández, prefecto de Pando y Mario Cossío, de Cobija, son los gobernantes departamentales que deberán hacer un esfuerzo mayor para no perder el referéndum, dado sus problemas y oposición internos (violencia y división en Cobija, capital de Pando y el problema del Chaco en Tarija, en abierta oposición a Cossío y en demanda del décimo departamento).

Pero la carta fuerte de Evo es tumbar a Manfred Reyes Villa, propósito que viene desde enero y las muertes en Cochabamba. Los cocaleros, el propio vocero presidencial Alex Contreras (que denunció a Manfred por comprar periodistas) y la configuración de «Cocha» como departamento «originario» del presidente (Evo se formó políticamente en el Chapare como líder sindical) junto a la carga militar-neoliberal-«gonista» del prefecto son factores que refuerzan el carácter «personal» de la apuesta. Si el voto popular tumba a Manfred (aún manteniendose los cuatro de la «media luna»), el revocatorio será una victoria para Evo, el MAS y el proceso de cambios.

Lo que pueda pasar en unos cuantos meses en Cochabamba es una incógnita pues la batalla será ajustada y a cara de perro, con guerra sucia y utilización de los muertos de enero de por medio.

Pero, ¿y si Manfred no pierde? ¿y si la «media luna» (Santa Cruz, Beni, Pando y Tarija) se mantiene intacta? Entonces el revocatorio habrá sido un arma de doble filo para el gobierno, un «boomerang» que se le volverá en contra pues la oposición se sentirá reforzada y envalentonada con respaldo popular y el discurso oficialista de las oligarquías vendepatrias quedará sepultado.

Chuquisaca caerá, sin duda, en manos opositoras (el costo de minusvalorar el problema de la capitalidad que creció y creció, hasta provocar tres muertos) y La Paz quedará para el anecdatorio pues «Pepe Lucho» Paredes y su permanencia no afecta, ni pincha ni corta en el escenario político nacional. Aunque una salida de Paredes será vista y analizada como un triunfo del MAS y un castigo a la tibieza del prefecto paceño (que unos días jugaba a opositor y otro tendía la mano al MAS «para ayudar a Evo», en un difícil equilibrio por «quedar bien» en La Paz, bastión del MAS).

No hay que descartar que el descontento de capas sociales como las clases medias (que un día apoyaron a Evo) mengue la capacidad electoral del presidente, lo que serviría también a la oposición para cargar tintas y seguir desgastando al mandatario de cara a su futura reelección, una vez aprobada la nueva Constitución. Así que la intención y el plan de cambiar de escenario y debilitar a la oposición puede acabar con un menoscabo del propio Evo y un fortalecimiento de la oposición, con lo cual la situación de empate volvería de manera más cruel.

Todo depende de la habilidad del gobierno y la oposición para desnudar las falencias y desaciertos de ambos y convencer al soberano. Es decir más urnas y menos armas, como bien ha dicho Evo en su mensaje televisivo del pasado miércoles. Por cierto, la decisión de sacar a cualquier gobernante debería responder a la mayoría simple, no a porcentajes de elecciones pasadas (como se está especulando), pues es ahorita cuando se consulta al pueblo. Lo demás es ventajismo.

Por cierto los prefectos con menor porcentaje de votos fueron los masistas y José Luis Paredes, en La Paz. ¿Nos dará sorpresas la vida, como recientemente en Venezuela?