DIRECTOR: Mike Leigh INTÉRPRETES: Imelda Staunton, Phil Davis PAÍS: Gran Bretaña AÑO: 2004 Mike Leigh sigue yendo a lo suyo. Alejado del estilo de cine social más evidente, el representado por Ken Loach o éxitos puntuales como The full monty, continúa haciendo melodramas austeros, soberbios, equilibrados, en los que palpa la realidad de la Inglaterra […]
DIRECTOR: Mike Leigh
INTÉRPRETES: Imelda Staunton, Phil Davis
PAÍS: Gran Bretaña
AÑO: 2004
Mike Leigh sigue yendo a lo suyo. Alejado del estilo de cine social más evidente, el representado por Ken Loach o éxitos puntuales como The full monty, continúa haciendo melodramas austeros, soberbios, equilibrados, en los que palpa la realidad de la Inglaterra contemporánea.
En su última película viaja un poco más atrás en el tiempo, hasta 1950, y a diferencia de Naked/Indefenso, Secretos y mentiras o Todo o nada, adapta aquí la historia real de Vera Drake, una mujer de clase obrera que se dedicó a practicar abortos a jóvenes que no tenían dinero, sin cobrar nada a cambio.
El secreto de Vera Drake empieza como una tragicomedia tan luminosa como lo pueda ser la protagonista y su reducido pero afectuoso reducto familiar, en la que incluso las escenas de los abortos están planteadas y concretadas con enorme elegancia: Vera tranquiliza a las temerosas muchachas, emplea sus utensilios domésticos más a mano (jabón, un rayador para cortar, una pera de agua) y les recomienda descanso mientras deja la estancia tan risueña y confiada como cuando entró.
Pero Leigh ya desequilibra dramáticamente la balanza. Junto a las estampas familiares y las escenas de abortos monta en paralelo los avatares de una joven de clase alta que queda embarazada tras ser violada por uno de sus pretendientes. Mientras Vera asiste a muchachas de extracción humilde, y eso finalmente comportará su detención, juicio y encarcelamiento, la otra joven ingresa en una clínica privada y de su aborto no se entera nadie.
La luminosidad inicial, todo y que la acción acontece en los grises suburbios del Londres de la época, da paso en la segunda parte del filme a una terrible sensación de opresión y angustia dramática. El momento de la detención es de lo mejor filmado por Leigh en toda su carrera, y ése es precisamente el plano que mejor muestra la gran calidad interpretativa de Imelda Staunton. La imagen dedicada a los familiares de Vera, absortos en la mesa de la sala de estar tras el ingreso en prisión, resulta francamente devastadora.