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El Senado votó contra la interrupción voluntaria del embarazo, pero la ola verde cambió la Argentina

Fuentes: Rebelión

Con el resultado puesto desde el comienzo de la jornada, tras las fuertes presiones de la Iglesia católica y de altos funcionarios del gobierno neoliberal de Mauricio Macri, el Senado argentino debatió 15 horas antes de la votación final de 38 a 31 en contra de la Interrupción Voluntaria del Embarazo, demanda de la sociedad […]

Con el resultado puesto desde el comienzo de la jornada, tras las fuertes presiones de la Iglesia católica y de altos funcionarios del gobierno neoliberal de Mauricio Macri, el Senado argentino debatió 15 horas antes de la votación final de 38 a 31 en contra de la Interrupción Voluntaria del Embarazo, demanda de la sociedad civil.

El proyecto de interrupción voluntaria del embarazo salió como un ventarrón verde -colores de la reivindicación feminista- desde Diputados pero, luego de un deslucido debate en comisiones, llegó sin dictamen al recinto y con un conteo adverso, con seis votos en contra.

Fernando Solanas, cineasta y senador llamó a defender el derecho al goce de las mujeres y a seguir luchando. La expresidenta Cristina Fernández, contó que cambió de opinión por las miles de chicas que salieron a la calle abordar la cuestión feminista, criticar y describir una sociedad patriarcal. «Esta ley no va a salir esta noche. Será el año que viene o el otro. Se está decostruyendo una sociedad machista y se está construyendo un feminismo que puede incorporar una cuestión económica», dijo. 

Yo siempre voté por la vida y goberné por la vida» dijo y recordó la votación contra la ley de obediencia de vida, el parto humanizado y la ley contra la violencia contra la mujer, el matrimonio igualitario y la identidad de género durante su gobierno.

Después de 13 años de su primera presentación, el 14 de junio, luego de 700 exposiciones en comisión y una sesión maratónica de 23 horas, una coalición transversal de diputados y diputadas, acompañadas por una multitud en las calles, le dio media sanción y el tema pasó a la Cámara Alta con un impulso sorprendente.

La presión de sectores conservadores políticos y religiosos logró primero imprimirle al tratamiento un ritmo más lento y luego ir sumando voluntades al rechazo con el correr de las semanas.

El jefe de la bancada justicialista Miguel Ángel Pichetto, fundamentó su voto a favor con foco en la separación entre la religión y el Estado. «El siglo XXI es el siglo de la mujer. Y el que no comprenda esto va a quedar afuera de la historia. La religión no puede imponerle al conjunto del país las normas que son de naturaleza civil de un Estado laico», aseguró, tras reprochar a Macri no haberse puesto al frente del debate.

Pedro Guastavino, presidente de la comisión de Justicia del Senado, apuntó contra la Iglesia y le reveló las agresiones sufridas: «He recibido gran cantidad de mensajes que en nombre de Dios me descalificaban. Me la pasé esquivando crucifijos. Un sector de la Iglesia que quizá cuando nos desaparecían, torturaban, daban vuelta la cara, o cuando torturaban y violaban a nuestras compañeras desaparecidas miraban para otro lado».

En las calles miles y miles de mujeres, ancianas, jóvenes, maduras y púberes, seguían manifestándose a la espera de un resultado que parecía irreversible. A lo largo de toda la sesión distintos senadores se encargaron de dejar un mensaje alentador para ellas, «Más temprano que tarde, en un día más luminoso que este día gris y de lluvia, las mujeres van a tener la respuesta que necesitan».

Las mujeres van cambiando el país

El movimiento feminista está cambiándolo todo. Llegó para cuestionar las plazas, las calles, las camas. Y para poner sobre la mesa los abortos que se realizaron, se realizan y se realizarán.

Demorar la ley demostrará que el supuesto argumento de «salvar las dos vidas» es una falacia. Quienes se embanderan bajo esa consigna no realizan acciones concretas por ninguna vida: no realizan acompañamiento durante el embarazo, no velan por garantizar los derechos: ni de las personas gestantes, ni de les niñes, así como tampoco evitan las muertes por abortos clandestinos, señala la Agencia Paco Urondo.

Los senadores que votaron contra la interrupción voluntaria del embarazo no salvarán ninguna vida, sino que condenarán a las personas gestantes a la clandestinidad. No hay acción ni argumento que pueda torcer el rumbo de una mujer que decide no gestar.

Distintas organizaciones, como la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, Socorristas en Red y otras, realizan acciones desde hace más de cuarenta años para contener y garantizar -casi sin recursos- que la decisión de las mujeres y personas gestantes se lleve a cabo en las condiciones de menor vulnerabilidad posible, garantizando la vida y la integridad tanto física como mental.

La ley de interrupción voluntaria del embarazo (IVE) es un derecho y expresa una realidad. Es el camino para que las personas gestantes puedan decidir sobre sus cuerpos, seguras de sus elecciones y sin condicionamientos morales ni de doctrina religiosa. Y así deconstruir culpas y prejuicios.

Esta ley debe salir del closet para perder la vergüenza de abortar y decidir. Es imprescindible la aceptación que implica la legalidad, para que las futuras generaciones lo sepan: el feminismo les asegura una sociedad que les permita elegir. Ser madre o no es una decisión que nadie puede tomar por nosotras, añade APU.

Rubén Armendáriz. Periodista y politólogo, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.