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El significado político del referendo

Fuentes: Glocalia

La convocatoria al referendo revocatorio para el presidente, el vicepresidente y los prefectos de ocho departamentos, ha provocado un verdadero terremoto en la oposición política derechista al gobierno y al proceso de cambio. El líder de la derecha boliviana, Jorge «Tuto» Quiroga, desesperado ante la virtual pérdida de la jefatura de la oposición a manos […]

La convocatoria al referendo revocatorio para el presidente, el vicepresidente y los prefectos de ocho departamentos, ha provocado un verdadero terremoto en la oposición política derechista al gobierno y al proceso de cambio. El líder de la derecha boliviana, Jorge «Tuto» Quiroga, desesperado ante la virtual pérdida de la jefatura de la oposición a manos del famoso Concejo Nacional por la Democracia (CONALDE), dispuso apresuradamente que su bancada senatorial aprobara sin discusión alguna la Ley de convocatoria al Referéndum revocatorio, con la vana esperanza de reasumir el liderazgo opositor perdido.

La medida inconsulta con sus propias «bases» políticas regionales, determinó una verdadera rebelión en el seno de su organización que, a estas alturas, parece irreversible.

Por su parte los prefectos «lunáticos», así como los comités «cínicos», se reunieron de urgencia en Tarija y determinaron «rechazar» el revocatorio, cuando un tiempo atrás lo habían solicitado arrogantemente, y suplicar por otro lado al Presidente la convocatoria al «diálogo» que tan agresivamente habían rechazado sistemáticamente en el próximo pasado. Los aires de triunfo que emergieron después de las consultas fraudulentas de Santa Cruz, Beni, Pando y Tarija, se disiparon rápidamente convirtiéndose en una súplica para «dialogar», otra vez, pretendiendo imponer condiciones insolentes o exigiendo nuevas elecciones.

En realidad, el golpe revocatorio -que surgió no de una «maniobra» del MAS sino de un resentimiento ‘tutista’-, significó un rudo revés a los planes subversivos de la reacción que ya implementaba, como dijimos en otro pronunciamiento, su complot secesionista o, alternativamente, desestabilizador de la derecha fascista.

El carácter fascista del complot en marcha está fuera de duda y los fenómenos de racismo atrabiliario, regionalismo provinciano, demagogia desbocada, belicismo y violencia desenfrenada contra los indígenas, características esenciales del fascismo, se pueden palpar todos los días en la acción criminal de una verdadera fuerza militar organizada, como es la tristemente célebre Unión Juvenil Cruceñista, que ya está sembrando el terror no solamente en el oriente y el sur de la república, sino que tiende a extenderse al occidente.

Las elecciones prefecturales de Chuquisaca, donde obtuvo una victoria clara la candidata títere de la reacción, la ex-constituyente ‘masista’ Sabina Cuellar (una candidata indígena de los racistas anti-indígenas, ¡qué paradoja!), producto de una mala apreciación política del MAS que derivó en la pérdida de iniciativa en un departamento importante, incentiva efectivamente la arrogancia reaccionaria y confirma que la política conciliadora de una fracción del ejecutivo está llevando a la derrota del proceso de cambios, una eventualidad que no puede ser permitida por las fuerzas verazmente revolucionarias.

Sin embargo, la magnitud de la votación del MAS en las zonas rurales y provinciales convierte el «triunfo» reaccionario en una «victoria pírrica» pues la Prefecta tendrá que lidiar con una población adversa en su jurisdicción rural que es el ámbito fundamental de toda prefectura, pues el área urbana se encuentra a cargo del municipio respectivo y que, demás la considera una tránsfuga.

En estos marcos, el referéndum revocatorio resulta ser un instrumento fundamental para determinarse si el proceso de cambio puede seguir el camino legalista que hasta ahora ha tenido lugar, o será necesario cambiar las tácticas hacia movilizaciones revolucionarias de las masas para profundizar esos cambios.

Es completamente falso que existan dos modelos de Estado, como rezan los famosos «analistas» reaccionarios y burgueses que pretenden prestigiar la política de oposición de las oligarquías nacionales. Existe solamente un nuevo modelo de Estado que consiste en echar abajo todas las instituciones del pasado y construir un nuevo Estado de carácter multinacional y una nueva y auténtica democracia popular. No se puede, pues, por un lado descalificar los estatutos autonómicos y por el otro pretender «conciliarlos» con el proyecto de nueva Constitución Política que se aprobó en grande y en detalle en la Asamblea Nacional Constituyente.

El presunto modelo «autonomista» que pretende dividir a las fuerzas sociales en «centralistas» por un lado y «autonomistas» por otro, es una gran falacia. El pretendido modelo autonomista es simplemente una pantalla cosmética que oculta el propósito de restauración del viejo modelo oligárquico que transfiere competencias del centro a los departamentos oligárquicos, manteniendo todas las estructuras sociales, económicas, políticas y jurídicas, lo cual significa en último término mantener la condición atrasada, dependiente y pre-capitalista que hemos tenido desde la creación de la República.

El referendo revocatorio, por lo tanto, viene a ser una definición en cuanto al poder político del Gobierno, es decir si sigue gozando de una amplia mayoría poblacional y en el caso positivo, una confirmación de la necesidad de profundizar los cambios; en caso contrario, una respuesta negativa significará que el camino elegido por el MAS no es viable y precisa urgentemente un cambio completo en la estrategia y táctica de los movimientos sociales revolucionarios.

Los contenidos anti-imperialistas e incluso anti-capitalistas que plantea claramente el compañero Evo Morales, no concuerdan con las opiniones conciliadoras que emergen de algunos dirigentes del MAS y del ejecutivo. Esta contradicción interna del proceso de cambios, debe ser también encarada y resuelta una vez realizado el referéndum revocatorio sea cual sea su resultado.

El autor es Doctor en Derecho, Licenciado en Ciencias Jurídicas, Políticas y Sociales. Fue Decano de la Facultad de Derecho de la Universidad Mayor de San Andrés, Bolivia.