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La indiferencia gubernamental frente a Bolivia como complicidad criminal

El silencio dependiente en el mes de la Independencia

Fuentes: Rebelión/Fundación Federico Engels/Universidad de la Filosofía

Fernando Buen Abad Domínguez

 

Bloqueo mediático y bloqueo político contra el Sur.

Hubo un tiempo en que, contradictoria y todo, la política mexicana en materia de relaciones exteriores era ejemplo, sin exageraciones, de responsabilidad internacionalista y solidaria. Eso permitió abrir puertas, corazones y empleos a inmigrantes y refugiados que en épocas distintas fueron asediados, perseguidos y expulsados en España, Chile, Argentina, Cuba, Guatemala, Nicaragua… eso permitió acunar un no poco importante (aunque tratado con indiferencia) Instituto del Derecho de Asilo en la Casa de León Trotsky1 y acunar una cultura de amistad verdadera entre los pueblos. Hoy el panorama es totalmente distinto y lo que se hace, desde Salinas de Gortari hasta Fox y Calderón, sólo ha sido destruir (entre mil cosas más) las mejores herencias de política exterior (como la de Lázaro Cárdenas). Lo que han hecho (y hacen) es traicionar lo que en verdad piensa y quiere la base del pueblo.

Es absolutamente irracional la desinformación voluntarista que impera en México auspiciada por los monopolios mediáticos y la presidencia espuria, que son uno y lo mismo. Es su forma de atacar «elegantemente» a los pueblos latinoamericanos en lucha. Es su forma de castigar a los luchadores sociales que en México no bajan ni bajaran las banderas del internacionalismo obrero, indígena y campesino. Es su forma de sembrar la indiferencia, el abandono y el crimen por complicidad muda. Es su manera de quebrar la fraternidad de los pueblos y es su forma de hacernos sentir que estamos solos, que la rebeldía fracasará y que ellos son inamovibles. Por eso Calderón no abre la boca respecto a la ingerencia imperial-fascista que se cierne contra Bolivia, contra Venezuela y contra todo el continente.

La voz de los monopolios no es la voz de los pueblos. Cuando los noticieros amaestrados por el mercado se refieren a Bolivia, o a Venezuela, o a cualquier dignidad dispuesta a cambiar al mundo… lo hacen sólo para acicatear la campaña continental que se empeña en mostrarlos como «dictaduras» caribeñas, gente «grosera» o heraldos de «pensamientos ya superados». Y le dan parejo a Correa, a Chávez, a Morales, a Ortega, a Castro… y a todos los que, impulsados por la revolución social que emerge pertinaz, acatan un mandato revolucionario que viene desde abajo y desde hace tiempo. Cuando los lebreles de la des-información corren tras la presa que les tiran sus amos, vociferan indignados. Dicen, por ejemplo, que Chávez se «excede», que un estadista no puede hablar como él habla, se ofenden por las formas sin ver las causas, no les interesan, chillan porque el vocabulario no es «propio» y tratan de tapar con su ruido «periodístico» higiénico, la sangre y los muertos, las golpizas a los luchadores sociales, las condenas legaloides monstruosas -como en Atenco- las represiones inhumanas contra los obreros… el hambre, la miseria, las matanzas del crimen organizado, la corrupción gubernamental, empresarial y clerical… y mientras tanto Calderón calladito él y todo su séquito espurio miran para otro lado, es decir, miran con servidumbre las barras y las estrellas que sostienen su paraíso fraudulento. Dicen que «calladitos son más bonitos».

El continente todo, mientras tanto, es un clamor revolucionario que lucha contra el imperio, contra las burguesías nacionales y contra la demagogia de los reformismos camaleónicos que se empeñan en descarrilar una máquina revolucionaria imparable. La gran máquina de la mayoría esclavizada, harta ya de ser humillada, asesinada y explotada. Ni Calderón ni sus cómplices abrirán la boca para defender al pueblo de Bolivia, ni al pueblo de Venezuela ni al propio pueblo mexicano y, si se les ocurriera decir algo, será sólo palabrería de esa que se ensaya para los discursos porque en los hechos México sigue hundiéndose en el desempleo, la malversación de fondos, el baño de sangre, el saqueo fiscal, el saqueo de recursos naturales, la privatización disfrazada, la corrupción, la connivencia mafiosa de los partidos mansos y la saña legalista afilada para acorralar a los líderes sociales mientras caminan libre en sus mansiones los asesinos y ladrones más afamados en el paso y en el presente.

Pero no serán los trabajadores quienes guarden silencio. La verdadera política internacionalista y revolucionaria la ejercen los pueblos cotidianamente. Y aun sin recursos y con acceso limitado a algunos medios de comunicación, uno ve y uno escucha por las calles y las plazas los gestos de solidaridad que realmente valen cuando llega la hora de la verdad. Dígase al pueblo de Bolivia y a todos los pueblos del continente que el pueblo mexicano, es decir sus trabajadores obreros y campesinos, son -a pesar de los bloqueos- concientes de la lucha y que su naturaleza es la solidaridad por definición, por conveniencia, por historia y por urgencia de esta hora. Y esto no es sólo un reporte del deseo, es la inminencia de una la lucha que es la misma y que se prepara para resistir al embate imperialista que anhela adueñarse del petróleo mexicano. Vienen horas de lucha y resistencia, viene la hora del combate racional con la razón que nos asiste para defender el petróleo que no pude, no debe ser entregado a ningún negocio de mafiosos, nacionales o extranjeros, por bien armados que estén.

Bien nos vendría un pacto continental de medios alternativos y comunitarios, de páginas Web y de correos electrónicos, de prensa obrera y de cuanto medio se tenga, para levantar un ¡NO! enérgico, una denuncia y un programa de organización para frenar la arremetida nazi fascista que ya desde Bolivia nos avisa hasta dónde quieren llegar en el plazo más corto posible. No pasarán. Por una Corriente Internacional de la Comunicación Hacia el Socialismo.