Rebelión es, sin lugar a dudas, uno de los espacios más importantes para el análisis y el debate para los movimientos sociales de diferentes latitudes en el mundo. En México, no es la excepción. El que esto escribe se siente congratulado de tener lectores asiduos entre los que se encuentra José Luis Hernández Ayala. No […]
Rebelión es, sin lugar a dudas, uno de los espacios más importantes para el análisis y el debate para los movimientos sociales de diferentes latitudes en el mundo. En México, no es la excepción. El que esto escribe se siente congratulado de tener lectores asiduos entre los que se encuentra José Luis Hernández Ayala. No es la primera vez que intenta responder los planteamientos de mis colaboraciones en torno al Sindicato Mexicano de Electricistas (SME). [1] Agradezco su lectura, pero es una pena que lea tan mal y evada, sobre la base de adjetivos y no de argumentos, el punto central de la polémica, es decir, la estrategia política llevada a cabo por la dirección del sindicato, misma que, durante no pocos años, ha intentado silenciar a quienes no comulgan con su punto de vista.
Conviene anotar, en primera instancia, que el texto con el que Hernández Ayala busca polemizar es, ante todo, una reseña del documental realizado por diferentes agrupaciones de trabajadores en resistencia sobre el proceso electoral en el SME. El trabajo videográfico lleva por título «Mega fraude 2019: la Odisea de poder votar en el SME». [2] No se trata de una adjetivación hecha personalmente, sino del nombre por el que optaron aquellas y aquellos smeitas que se oponen, a pesar del amedrentamiento constante, al beneficio de unos cuantos sobre la base del sacrificio de miles de trabajadores. Recomiendo a todos los lectores -especialmente a los asiduos- que vean el documental y contrasten -particularmente a Hernández Ayala- la narrativa del Comité Central (CC) con las pruebas aportadas en cuanto a la «democracia» defendida por Martín Esparza, Humberto Montes de Oca y quienes con liquidaciones millonarias y convertidos en virtuales empresarios hicieron del SME el niño bien portado de Mota Engil en nuestro país.
A decir de Hernández Ayala, la aseveración de un mega fraude en el SME está fuera de la realidad y se fundamenta en la «rabia» del autor de estas líneas debido a, y cito a la letra, «la derrota de su candidato opositor». Es necesario aclarar, para que no exista lugar a dudas, que el candidato de la planilla 2 «Para Todos Todo» no era el candidato de un articulista al que amablemente Rebelión ha dado espacio para expresar sus opiniones, sino el representante de un amplio conjunto de trabajadores electricistas en resistencia. Para conseguir el registro a las elecciones, la planilla 2 «Para Todos Todo» tuvo que sortear una serie de obstáculos y enfrentar una campaña de desprestigio sin parangón. El cúmulo anomalías, así como las amenazas y el hostigamiento sostenido hacia los integrantes de la planilla 2 y sus simpatizantes resultaban suficientes no sólo para impugnar, desde el inicio, el proceso electoral sino también para suspenderlo. La Comisión Autónoma de Justicia no actuó en consecuencia y permitió el avance del proceso sin más. Por eso, aunque Hernández Ayala se indigne, los trabajadores de base agrupados en la planilla 2 acudieron a instancias federales.
En el «universo paralelo» en el que gravitan el CC y sus apologistas, «la limpieza de este proceso electoral fue tan claro y evidente [sic]» que recibió la toma de nota por parte de las autoridades federales. Impugnar ante esas autoridades resulta gravísimo en un caso; ser proclamado como triunfador por ellas es, ni más ni menos, motivo de orgullo. El reconocimiento de la «limpieza» y la «ejemplar muestra de vida democrática» del proceso electoral es una responsabilidad política con la que Luisa María Alcalde y los representantes de la Secretaría que encabeza cargan en sus hombros y que en el futuro tendrán que enfrentar. La «limpieza» de las elecciones en el SME está sustentada en agresiones físicas, amenazas de diversa índole, coacción y un sinnúmero de arbitrariedades que no debieran existir en un sindicato que se reivindica como «clasista», pero para la apología hecha a la medida del universo paralelo en el que viven los neoempresarios sindicalistas con jerigonza de izquierda, los adversarios no deben existir. Sin embargo, como existen, y no pueden silenciarlos democráticamente, hay que azuzar a la violencia en su contra y agredirlos y tratar de liquidarlos a toda costa, ya sea física o «mediáticamente».
Hernández Ayala olvida, quizá sin darse cuenta debido a su muy difícil redacción, que la dirección del sindicato y sus más fieles seguidores no sólo tienen empleo sino también liquidaciones millonarias conseguidas sobre la base de la movilización de miles de electricistas que han puesto el alma y la sangre en la resistencia. Para Hernández Ayala eso significa un triunfo, una «negociación» exitosa. Sin duda lo es para unos cuantos que han hecho del SME su caja chica, su negocio, su modo de lucrar. Quien ha convertido al SME en el sindicato de marras que actualmente representa es, le guste o no a sus apologistas, la dirección sindical tan dada a debatir poco, calumniar mucho y perseguir a toda disidencia.
Además de cuestionarse sobre la vida de militancia política del autor de estas líneas, Hernández Ayala señala que mi anterior texto resulta de «nula importancia», que «no tiene caso debatir» y que, finalmente, su texto será «la última respuesta a José Arreola». Es necesario aclarar algunos aspectos. Hernández Ayala buscó debatir conmigo porque lo consideró importante, es decir, consideró no de «nula» sino de suma importancia responder mis planteamientos y entablar un intercambio de ideas. Es lamentable que cancele el debate cuando, por alusión directa, él mismo lo abrió.
Es una pena que sea la «última respuesta» directa de Hernández Ayala cuando, luego de tantos años, apenas se amplía un debate necesario y tan restringido por la dirección del SME sobre el sindicalismo neompresarial de nuevo cuño revestido con un discurso de izquierda radical. Sin embargo, es bueno anotar dos consideraciones finales. Primero: la pelota está en su cancha: si así decide, puede continuar en su intento por polemizar seriamente con quien esto escribe. Segundo: mis textos nacen desde el otro lado de la cancha, con análisis crítico. Allí donde están las y los smeitas de las movilizaciones, los de los brigadeos, los de la huelga de hambre, los que han vivido para la resistencia, los que, a pesar de todo, serán siempre los inliquidables. Ellos son, en realidad, quienes llevan la voz cantante en esta polémica. Y ante su resistencia, su terquedad, su trayectoria de inliquidabilidad y su deseo de que el SME no sea el niño preferido de Mota Engil, sino el hermano solidario del movimiento social en México no hay universo paralelo ni apologista de la decadencia que valga.
Que Hernández Ayala, Martín Esparza y Humberto Montes de Oca continúen el debate, si pueden…
Notas:
[1] Véase http://www.rebelion.org/
[2] Disponible en https://www.youtube.com/watch?
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.