La historia de todos los pueblos de América latina, cuya riqueza en movimientos revolucionarios es inmensa, demuestra un elemento común entre ellos: la capacidad de ver y analizar a su país en el tiempo desde una perspectiva materialista y dialéctica. Dicho esto se puede concluir que un movimiento que se declara ahistórico -directa o indirectamente […]
La historia de todos los pueblos de América latina, cuya riqueza en movimientos revolucionarios es inmensa, demuestra un elemento común entre ellos: la capacidad de ver y analizar a su país en el tiempo desde una perspectiva materialista y dialéctica. Dicho esto se puede concluir que un movimiento que se declara ahistórico -directa o indirectamente – está condenado al fracaso por varias razones, las más significativas siendo:
a) La historia desde perspectiva burguesa es un arma importante con la que nos dominan los grupos de poder (la burguesía y su más fiel servidor: el gobierno mexicano), y si no analizamos nuestra historia desde el punto de vista materialista dialectico seguiremos creyendo que la historia no la hacen las masas sino los individuos.
b) No tendremos la capacidad para medir la cantidad de opresión y dominación que sufrimos actualmente por el hecho de que la burguesía nos lo ha presentado por generaciones como un hecho invariable de la naturaleza humana: como la propiedad privada de los medios de producción, la propiedad privada de recursos naturales como el agua y la tierra, en pocas palabras: la explotación del hombre por el hombre.
El movimiento estudiantil mexicano va creciendo – ideológica y políticamente – día tras día, tal cosa no se le puede negar si se toma en serio los 6 puntos de su último comunicado, donde declaran una postura anticapitalista y proponen maneras de concientizar al pueblo mexicano sobre el porqué de su realidad económico-social, en otras palabras: quieren ponerle un nombre y una cabeza al enemigo común de todos los mexicanos.
Este último punto es sumamente importante, ya que sin una visión clara sobre contra quién se lucha no se puede triunfar. Igualmente si un movimiento no tiene una cabeza ni teoría revolucionaria tampoco se puede triunfar, si analizamos los movimientos sociales en América latina nos daremos cuenta. Aquí es donde el movimiento todavía demuestra que está en sus primeras etapas, que le falta crecer políticamente. Creo que si el movimiento estudiantil – al igual que todo otro movimiento anticapitalista como los feministas, los ambientalistas, entre muchos otros – no le dan una cabeza a sus movimientos que buscan derrocar al capitalismo (y mandarlo a los museos en donde pertenece como cosa del pasado, como el periodo ilógico de la humanidad) no se podrá triunfar contra el dinosaurio capitalista que nos ataca por todos frentes que tiene a su disposición: como los medios de (des)comunicación.
La forma de darle una cabeza a todos los movimientos sociales mexicanos es a través de la creación de un partido político que se autodenomine Socialista. Si se sigue rehusando en llamarse Socialista estamos, además de beneficiando a la burguesía mexicana, cayendo en las viejos errores de los utopistas, es decir, estamos creando un movimiento utópico que no tiene justificación histórica. Le digo utopista por el hecho de que estamos borrando la historia de todas las luchas socialistas que se llevaron a cabo en México desde principios del siglo 20, luchas que nos ganaron derechos que valoramos hoy como si fueran «derechos naturales»: salario mínimo, jornadas de 8 horas, la creación de sindicatos, etcétera. ¡Si no levantamos la bandera del Socialismo, que nos une a todos nuestros hermanos y hermanas anticapitalistas, estamos dejando a tras toda la historia de resistencia mexicana!
Se entiende que una de las tareas de la burguesía nacional junto con el imperio yanqui desde la tercera guerra mundial (guerra fría) ha sido la de darle un mal nombre al marxismo/socialismo. Y como podemos ver, triunfaron. Algunos movimientos mexicanos piensan que tomando la bandera del socialismo, solo ahuyentaran a las masas de integrarse a sus filas.
Esto fue logrado principalmente a través de la propaganda que nos decía que debíamos aceptar el fracaso del Socialismo ya que falló en Rusia – en dicho contexto «falló» era sinónimo de: «perdió una guerra en contra de uno de los imperios más poderosos de la historia». Otra razón por la que se le dio un contexto negativo a la palabra Socialismo fue el hecho de que nos inculcaron que China, una potencia capitalista contemporánea, era un país Socialista. Cosa que no tiene ni un poquito de verdad, ya que desde los 50s los chinos se habían unido con Norteamérica para, entre otras cosas, combatir al valiente pueblo de Vietnam que se trataba de liberar del yugo imperialista. Una razón más reciente fue la creación del mito del «terrorista comunista» cuyo objetivo es destruir «the american way of life», cosa que se cree si no se tiene una perspectiva dialéctica de la historia, es decir, si se ve el surgimiento de los guerrilleros en América latina, Siria, entre otros países, como casos aislados del sistema capitalista y sus consecuencias.
Entonces, les pregunto: ¿Por qué dejar toda la historia de resistencia mexicana, al igual que la teoría revolucionaria que ha evolucionado por más de un siglo, atrás para empezar desde nuevo? No dejemos que por el miedo que nos metieron los capitalistas sobre el Socialismo dejemos atrás lo más útil para la revolución: la teoría. Los capitalistas han llevado a cabo una batalla sistemática y continúa contra la teoría socialista por un hecho: No hay nada utópico en ella. Tal teoría caracteriza y delinea la historia como la historia de la lucha de clases. Una teoria utopíca es una que habla sobre cambios radicales sin tener un método concreto y cientifico para realizarlos.
No debemos de empezar a soñar ahora, eso lo llevamos haciendo por más de 200 años. Recordemos a Amparo Ochoa cuando canto: ¿A que le tiras cuando sueñas mexicano? Y a Zizek cuando recientemente nos dijo: «Los verdaderos soñadores son los que piensan que las cosas pueden seguir indefinidamente como están. Nosotros no somos soñadores. Estamos despertando de un sueño que se está convirtiendo en pesadilla. Para luchar por la libertad primero hay que liberarse de las cadenas de la ideología dominante. Cuando critiques el capitalismo, no te dejes chantajear con que estás en contra de la democracia.»
Propongo lo siguiente para la iniciación de lucha directa en contra del enemigo común:
Museos del Pueblo / Anti-Capitalistas: Puede servir como un instrumento para la concientización de las masas a través de exposiciones que expresen la historia desde el punto de vista del pobre, como por ejemplo exposiciones que expongan y demuestren la falta de existencia de democracia en México. Al igual que exposiciones que expongan la realidad económico-social de la mayoría del Mexicano, como por ejemplo exposiciones sobre la neo-explotación/neo-esclavitud que se vive en muchas partes de México.
Periódico Oficial: Puede servir como organizador colectivo de todas las acciones nacionales anticapitalistas y socialistas al igual que para redactar historias de explotación sufridas por los proletariados en cualquier lugar dado y por supuesto escritas por ellas. «Aunque muchos se creen incapaces – decía Julio Mella – todos saben expresar con propiedad las ideas». Tal cosa tenemos que predicar a nuestros herman@s en lucha: los trabajadores, para que cuenten todo lo que pasa en la fábrica, para que los campesinos cuenten lo que pasa en sus rancherías. Pero como dijimos antes: Toda lucha debe ser política y anticapitalista. El periódico también puede servir como un instrumento para la concientización del pueblo a través de la distribución de literatura socialista: libros, folletos y manifiestos especiales.
Sindicatos: Es muy claro que en México existe una aristocracia sindical, como lo demuestran personajes como Elba Gordillo. Nosotros tenemos el deber de luchar en contra de tales sindicatos a través de la creación de nuevos sindicatos revolucionarios que desprendan una lucha económica contra los grandes capitalistas, es decir, una lucha que busque traer ganancias económicas a los trabajadores. Esto se tiene que tomar como un medio y no un fin. Si nos quedamos atascados en luchas económicas, el sistema capitalista nunca se derrumbara, y a través del tiempo como lo demuestra las últimas propuestas políticas de Carlos Slim (la suspensión del salario mínimo, jornada de 8 horas, entre otras cosas), los capitalistas nos quitaran nuestros triunfos y así continuar la lucha interminable que lleva más de 100 años. Entonces, es importante concientizar al pueblo sobre la importancia de la lucha política al mismo tiempo que se lucha por ganancias puramente económicas.
Huelgas: «La Huelga es la escuela de guerra donde el proletariado templa sus armas. A la vez que pone al tiempo las tareas revolucionarias.» Para empezar luchas políticas, como la huelga, se debe traer a cabo la «alfabetización política» del pueblo. Veo a las tres pasadas tareas revolucionarias como las precursoras de las huelgas, como las tareas que ayudaran a la «alfabetización política» del pueblo en las ideas y teorías que harán posible la revolución Socialista.
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