Todos los candidatos piden el voto útil. Están en su derecho. Pero el voto útil no se gesta a petición de partes, se genera entre los ciudadanos, se consensa entre los ciudadanos y se emite en el sentido que los ciudadanos deciden. Es la mayor expresión ciudadana de nuestra democracia. Ya lo hicimos en 1988 […]
Todos los candidatos piden el voto útil. Están en su derecho. Pero el voto útil no se gesta a petición de partes, se genera entre los ciudadanos, se consensa entre los ciudadanos y se emite en el sentido que los ciudadanos deciden. Es la mayor expresión ciudadana de nuestra democracia.
Ya lo hicimos en 1988 y logramos un presidente electo, el Ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas y tuvimos un presidente usurpador, con la maniobra de la caída del sistema, por parte del PRI. Que no se olvide y que lo sepan los jóvenes, que conforman un tercio del padrón electoral.
En 1994, frente a los magnicidios políticos, en las cúpulas de PRI, entre ellos, el cuñado de Salinas, Ruiz Massieu y el candidato a la presidencia, Luis Donaldo Colosio, el consenso fue por no salir a votar y Ernesto Zedillo llegó solo. Su mayor acierto fue deslindarse de Salinas de Gortari, encarcelando a su hermano incómodo Raúl y reconocer los resultados electorales, en el 2000, frente al reclamo de Fox, de que un gran fraude se gestaba, el mismo día de la jornada electoral.
En el 2000, el voto útil para sacar al PRI de los pinos, nos dio resultado, aunque no sirvió para más. Las expectativas de los ciudadanos de arrancar un proceso de democratización del país, que hiciera rendir cuentas a los gobiernos, por los daños hechos a la nación. Simplemente no se dio, no hubo ni voluntad ni capacidad política para el deslinde, rendición de cuentas y castigo a los gobiernos del PRI. Se cambió de partido para que todo siguiera igual. En los dos sexenios de gobiernos panistas se han conservado las mismas estructuras sindicales, con las mismas prácticas corruptas y hasta con los mismos lideres de PEMEX, del SNTE, de CFE y de minas. A pesar de los ilícitos de estos líderes, no se les ha aplicado la Ley y en cambio, se les ha premiado; a Romero de Champs, con el dinero que año con año le deriva Pemex, con no legislar la rendición de cuentas de las cuotas sindicales y por si fuera poco, con el fuero; a Elba Esther Gordillo, con el partido Nueva Alianza, con la Subsecretaría de Educación Básica para su yerno, con el ISSTE y la Lotería Nacional para su grupo; a Napoleón Gómez Urrutia, con el exilio acordado en Canadá. La corrupción se mantuvo y el gasto corriente del gobierno se incrementó.
En el 2006, en un sentido fue el voto útil de la mayoría de los ciudadanos y en sentido contrario el voto útil de los poderes fácticos, imponiéndose el candidato de estos últimos, Felipe Calderón Hinojosa, quien no atinó a consolidarse como el presidente de las manos limpias, ni del empleo, ni del combate a la pobreza, ni el ecologista que se presume; tampoco tendrá su lugar en la historia como el presidente de la conciencia tranquila, con los miles de muertos, desparecidos, víctimas inocentes, que deja su gobierno en todo el territorio nacional; tampoco como el presidente de la educación, con el gran rezago en que deja al país; mucho menos como el presidente defensor de los derechos humanos, frente a los periodistas asesinados, las familias de la guardería ABC, las masacres de indocumentados, los femenicídios y la impartición de justicia para los miles de víctimas.
En el 2009, en las elecciones intermedias, el voto útil lo lideraron los jóvenes en el sentido de un voto de desconocimiento de los diputados, ante la crisis de representatividad ciudadana, la mediocridad, la incompetencia legislativa y el alto costo del congreso. El voto útil se convirtió en el voto nulo y logró mayores votaciones que los partidos pequeños.
En el 2012, la rebatinga por el voto útil es mayor, porque candidatos, poderes fácticos y ciudadanos, sabemos que puede hacer la diferencia. Si algún crédito damos a las encuestas en el voto útil reside una segunda fuerza que puede ser la decisoria, depende de nosotros, si nos decidimos por la continuidad o apostamos por enésima vez a un cambio con sentido ciudadano.
A pesar del proceso ya viciado de un fraude televisivo a la ciudadanía y a la democracia; de un fraude de los gobiernos locales, -el PRI gobierna veinte estados-, en la asignación de recursos públicos a las campañas de sus candidatos y en la violación de éstos mismos y los sindicatos al derecho del voto libre e individual. A pesar de lo dicho, el cambio está en nuestras manos, si consensuamos el voto útil en este sentido.
Rafael Lucero Ortiz es Consultor independiente.
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