¿Cómo se vivieron los resultados electorales en los actos macrista, kirchnerista, lilipinista porteños, y en redacciones como las de Clarín, Página/12 y La Nación? Breve recorrida para conocer primeras impresiones.
La veterana macrista me creyó feligrés y me zampó un beso exclamando: «¡Basta de democratización de la justicia!». Esto ocurría en Costa Salguero, donde la militancia del PRO hizo una prolija cola de dos cuadras para ver el lanzamiento de Mauricio Macri a la presidencia de la Nación. El escenario lo completaban 100 jóvenes que aplaudían según las indicaciones de un apuntador, todos con remeras en las que se leía: «Macri 2015». Un rato después, en Cerrito al 500, Hotel NH Tango, un kirchnerista de edad media, mirando la gran pantalla en la que se veía a Amado Boudou, Daniel Scioli y Martín Insaurralde, murmuraba: «Si el candidato para el 2015 va a ser Scioli, esto se parte. La opción que queda es que Cristina vaya a postularse como gobernadora de la provincia de Buenos Aires, para lograr ahí un triunfo que te da grandes posibilidades en la elección nacional, y que el candidato a presidente sea cualquiera, pero no Scioli, sino del palo K. Cualquiera: el payaso Plin Plin. Hay tiempo de instalarlo». Frente al hotel había mucha militancia joven y entusiasta, que ovacionó la aparición en la gran pantalla del diputado Juan Cabandié, pero hizo un silencio atroz, según la jerga futbolera, cuando se mencionó a Scioli. Uno de los integrantes de la agrupación Néstor Vive dijo: «Nosotros militamos. No es que apoyamos a uno o a otro, sino que militamos. No en el 2015: mañana, pasado mañana, todos los días, para que la gente esté mejor». ¿Y si es Scioli el candidato? «Las candidaturas las resolverán otros compañeros. Nosotros militamos».
Macrismo all inclusive
El PRO celebra sus victorias en Costa Salguero. Este domingo, desde las 8 de la noche, esa zona es taponada por los cientos de automóviles que intentan ingresar al acto. Más de uno estacionó en las veredas de la Costanera, sabiendo que, al menos por un día, las grúas no andarían de cacería por allí. La cola para ingresar al evento llega a ser de dos cuadras de lo que en este sector se llama «gente como uno».
Le pregunto algo a un grupo que cierra expresamente la boca y busca a una mujer. Me señalan, ella interpreta que nos están presentando, y me besa con la consigna: «Basta de democratización de la justicia». Le explico que me gustaría saber qué piensa de las elecciones: «Creemos que hicimos una elección fenomenal, la Argentina decidió emprender un nuevo camino, una república en serio, basta de democratización de la justicia, como te decía recién, una Argentina previsible, integrada al mundo, que se termine el relato y que se reconozcan los problemas para poder buscar soluciones entre todos». Sus acompañantes asienten en silencio mientras la cola avanza. «Hay que terminar de generar violencia y rencor, y construir soluciones significa trabajar todos juntos en políticas de Estado». Le pregunto a María Leticia por qué sus acompañantes callan y la hacen hablar a ella. «Porque soy la más vieja y trabajamos juntos». ¿Dónde? «En el gobierno de la Ciudad». (Esto en el interior sería clientelismo político, pero en la ciudad Buenos Aires se exhibe como republicanismo. No se lo digo: temo que me de otro beso).
Definiciones
Le pregunto qué piensa de Sergio Massa, ¿harían una alianza?, María Leticia: «Mauricio es capaz, forma equipos, el gobierno no depende de una persona. Se necesita gente organizada y coordinada, Mauricio tiene el liderazgo y puede constituir una fuerza muy interesante de trabajo conjunto». ¿Con Massa? «Apostamos a Mauricio. ¿Nos ponemos de acuerdo? Fantástico».
Le digo entonces que quien resuelve es Macri: «Nosotros pensamos que hay que sacar el país adelante», dice antes de entrar al recinto del acto.
Otra señora, Marta, recoge el guante: «Mauricio tiene posibilidades de ganar en 2015. Lo único que falta es organizar a todo el país». ¿Massa? «Yo no opino. Si hay una base grande, que todos resolvamos. Pero Mauricio siempre dice que hay que resolver las cosas de arriba para abajo, así que no opino». Esto podría indicar que los mecanismos de interacción grupal de Macri son: él decide, el grupo acata. «Mirá, quiero disfrutar esto, todo lo que él decide está bien». Marta también trabaja para el gobierno porteño.
Dos chicas más atrás, María y Gisela, definen: «Nos sentimos identificada con el proyecto y trabajamos para el gobierno de la Ciudad».
¿Qué opinan del gobierno nacional? Gisela mira a María, que es la vocera: «En tres palabras, es corrupto, ineficiente y… bueno, la tercera te la debo».
-¿Qué opinás sobre que Macri esté siendo procesado por escuchas telefónicas, por ejemplo?
-Mirá, todos los procedimientos son transparentes: las licitaciones, todo eso. Vos entrás a Internet y podés seguir cualquier trámite.
La respuesta es tan brillante (al hablarme enfáticamente sobre cualquier otra cosa) que María corre el riesgo de ser candidata en próximas elecciones.
Detecto a un caballero cuarentón con el cual hablar algo de política entre hombres, como en los viejos tiempos. Voy amigable ¿Qué impresión tiene de las elecciones? «No tengo ninguna», me desarma. ¿Y por qué vino? «Porque acompaño». ¿Qué acompaña? «Lo que haga Macri. Pero no entiendo de política porque soy técnico, economista». ¿Y dónde trabaja? «En el gobierno de la Ciudad».
Más atrás hay dos jóvenes que no trabajan para el gobierno porteño, sino que estudian Ciencias Políticas en la UBA. «Esto es un triunfo importante. El PRO se está afianzando y puede formar algo bastante interesante. Massa hizo buena elección, pero Massa es el peronismo, igual una consolidación entre Massa y Macri aunque los dos quieran ser presidentes, sería una alianza para ganar. Pero parece que ninguno quiere juntarse con el otro».
Les pregunto por qué ese acompañamiento un poco zombi que noto en esa misma cola. Uno de ellos me dice: «Hay un escepticismo en la política, y una crisis en la representación. Todos delegan, para no participar». Los jóvenes no alcanzan a decirme sus nombres y entran al acto.
Vomitapapelitos
Para entrar al evento me colocaron una pulsera de papel azul como las de los hoteles «all inclusive» con la leyenda «Juntos podemos». Gabriela Michetti ocupa el centro del escenario. Macri habla luego, anunciando su candidatura. La claque de 100 empleados aplaude según indicaciones. Curiosamente, la gente que había hecho la cola queda atrás de unas vallas, lejos del escenario, mirando y sin aplaudir.
Macri aclara que ningún ex integrante de un gabinete nacional estaría en su gobierno (resolviendo así los dilemas sobre Massa planteados en la cola de entrada). Dice que la Argentina tiene que ser más democrática y más inclusiva, que no tenemos que estar orgullosos por tener a un Papa o a Messi, sino por poder organizarnos poniéndole límites a la violencia y a la intolerancia. En el hospital Borda estarían agradecidos ante tal candidato. Luego hay música de Tan Biónica. Y los cañones vomitapapelitos gracias a los cuales ya no hace falta que los humanos celebren a sus candidatos con tal procedimiento. Todos los candidatos se ponen a bailar ante las cámaras, simulando saludos y gestos hacia la platea conformada por otros funcionarios, tocándose el corazón. Música de Tan Biónica. Macri moviendo las caderas. Tal vez esté tomando seriamente su candidatura presidencial: no canta.
Cuando estoy por irme un señor trajeado de la custodia me advierte: «El que se va, no puede volver».
Primera frase tranquilizadora de la noche.
Frente al hotel
El acto kirchnerista simboliza también el tercer aniversario de la muerte de Néstor Kirchner. Reune a militantes de La Cámpora, Kolina, Nuevo Encuentro, Movimiento Evita, Néstor Vive, Miles, entre otros, instalados en Corrientes al 500, frente al hotel NH (Navarra Hoteles) Tango. Un integrante de La Cámpora explica amablemente: «Nosotros no hablamos con el periodismo, no por ustedes en particular, sino porque es una decisión interna: que hablen directamente los que son candidatos y referentes».
Daniel, de la agrupación Néstor Vive, plantea: «Nosotros vamos a ir al frente. Cuanto peor nos va, más al frente vamos y vamos a profundizar más nuestro trabajo». Le pregunto entonces si ve la elección como un mal resultado. «No importa, vamos a ir al frente. Si hacemos algo mal lo corregimos, algo bien lo profundizamos. Militamos». ¿Piensan en 2015? «No pensamos en elecciones sino en cosas concretas, devolver derechos a la gente». ¿Dudas con Scioli? «Nosotros no tenemos ninguna duda. Las candidaturas las resolverán otros compañeros. Nosotros militamos».
Defender el pasado
Un rato más tarde un dirigente cercano al gobierno plantea otras cuestiones, en plan reflexivo: «Para mí se perdieron las PASO porque quedamos defendiendo el pasado. Con el pasado no ganás. Además, la verdad, Insaurralde es igual que Scioli: no dice nada, no es el símbolo de eso por lo cual el kirchnerismo se hizo diferente a los otros. Cualquiera de los otros candidatos provinciales era mejor: Recalde, Di Tullio. Hasta la Capital, con Filmus, Taiana y Cabandié tuvo otro discurso, otra propuesta». Sobre Cabandié, el interlocutor propone el silencio. «Ya sé que se pierde Capital, pero si querés preservar un proyecto, es mejor perder con tu discurso, que cambiar tu propuesta para ganar. Insaurralde no dijo absolutamente nada, igual que Scioli, igual que Massa. Y encima perdió».
Dos kirchnerismos
Hacia adelante: «Lo principal es cómo vuelve Cristina, con qué ganas y con qué ideas. No se van a discutir candidaturas, pero en algún momento el tema va a aparecer. Hay un kirchnerismo conservador, que prefiere ir con Scioli para permanecer en el poder, o en parte del poder. Y otros que no aceptamos eso. Si el candidato para el 2015 va a ser Scioli, esto se parte. La opción que queda es que Cristina vaya a postularse como gobernadora de la provincia de Buenos Aires, para lograr ahí un triunfo que te da grandes posibilidades en la elección nacional, y que el candidato a presidente sea cualquiera, pero no Scioli, sino del palo K. Cualquiera: el payaso Plin Plin. Hay tiempo de instalarlo. El problema es que el kirchnerismo conservador va a querer hacer una interna con Scioli, y eso no lo podés hacer, porque perdés, y tenés que terminar militando para él, que es lo que nadie quiere hacer. Hasta en La Cámpora ese es un debate que todavía no se ha hecho explícito». La idea es que quedan dos años enteros como para andar ya mismo instalando esa discusión.
«El asunto con el kirchnerismo es que mirás la vereda de enfrente, Macri, Cobos, Massa, De la Sota, Lilita, el mismo Pino, es todo un tren fantasma. Entonces decís: veamos qué se puede armar frente a esto».
El matrimonio
La coalición UNEN se congregó en el hotel Palais Rouge. En las 280 butacas hay unas 40 personas, de las cuales 30 envían mensajes de texto o hacen algo con sus móviles. Hay 15 cámaras de televisión, 6 pantallas sintonizadas en los canales de noticias y, como con Macri, cañones vomitapapelitos. Recién cuando se sabe que Pino Solanas le saca un poco de ventaja a Daniel Filmus, empieza a llegar gente eufórica, gritando «Olé olé, Pino, Pinooo». «Imaginate que con todo lo que se arriesgó con esta alianza con Carrió, lo único que faltaba era perder el puesto de senador», me dice un pinista de los que no fugaron por esa alianza. ¿No termina siendo una lógica electoralista por encima de la construcción política? «Bueno, pero desde el cargo de senador también se puede construir», dice el pinista, hipótesis tantas veces desmentida por la historia que ahora volverá a plantearse.
En su discurso Elisa Carrió manda saludos a Gabriela Michetti.
Solanas celebra: «El matrimono sigue unido y no nos peleamos».
El Palais Rouge lo ovaciona.
Los otros bunkers
¿Cómo se viven las elecciones en los diarios?
En La Nación el ambiente es descripto como «cool». «Siempre hay algunos como Obarrio, Ventura, los columnistas, que se exaltan con las derrotas oficialistas. Los jefes son también más alineados con la ideología del diario, y el resto se queda apartado. Los periodistas no dicen lo que piensan, salvo los que están con la línea editorial». Este domingo a las 6 en punto subieron a la página web del diario este título: «El triunfo de Massa consolida el cambio político en el país», lo cual no representa una información, sino una expresión de deseos. Pero la corrección que se le hizo sólo consistió en agregarle la palabra amplio: «El amplio triunfo de Massa…»
En Clarín los integrantes de la mesa de editores miraban TN, obvio. Uno dijo: «Acá estamos tomando Coca Cola, en el piso de arriba están tomando champán». Un periodista del diario cuenta: «Hay tipos que celebran porque en el diario se han sentido atacados por el gobierno. Entre los jefes están los más abanderados en el antikirchnerismo. Más abajo, la cosa es repartida. Pero te diría que hay preocupación hasta en los más anti-K, si por la salud de Cristina el gobierno termina quedando en manos de Boudou». Otro diagnóstico (no confundir con Nelson Castro): «Hay anti-K enfermos, también por obediencia a la conducción del diario. Y otros más críticos, que tampoco es que crean que las fuerzas de oposición sean mucho mejores. Se guían con la idea de que el enemigo de mi enemigo es mi amigo, pero no sé si en serio se entusiasman con Macri o con Massa».
Editorialmente hasta hace poco la apuesta fue por Macri: «La aparición de Massa cambió eso. Pero el problema es que el diario ha quedado en manos de gente mayor (promedio 60 años) que pasan sin saludar, mirándose los zapatos, sin hablar con nadie, cada vez más ensimismados, toda una conducción que ha ganado mucha plata y que tiene su vida hecha aunque el diario se hunda. Ni hablar de Magnetto. Entonces toda la pérdida de credibilidad, el abandono del periodismo de calidad, y los negocios y guerras en que se han metido termina redundando en un diario cada vez más en crisis, conducido por gente que ya está salvada y que no tendría grandes problemas si Clarín se cae».
Tampoco el diario ha establecido sistemas de renovación interna. «En otras épocas buscaban buenos periodistas. Ahora, la gente que entra de la Maestría del diario, por ejemplo, es de un nivel casi de iletrados. No se entiende cómo terminaron el secundario».
En Página 12 el clima de este domingo electoral fue de un silencio denso. «Ya medio que se la veían venir. Había sido peor en el 2009. El problema es que el diario está jugado, entonces los jefes repiten el discurso oficialista creyéndoselo. Justifican cualquier cosa», explican desde la redacción. «Entre los compañeros que son kirchneristas se nota decepción. Pero además, todo el debate político es sobre estupideces. Más allá de lo que te parezca lo de Cabandié con los gendarmes, si él es un estúpido o si fue una operación de los gendarmes, pero todo el tiempo hablás cosas que no tienen nada que ver con proyectos, ideas, propuestas. Además hay dolor. No hay nada divertido en que todo sea tan mediocre. Y se ve que hay gente joven que se sumó al kirchnerismo con entusiasmo, pero si aparece la decepción, ¿qué le queda? Ves a los opositores, y te volvés kichnerista. Y los opositores votan no por un proyecto, sino para voltear a los kirchneristas. Así que estamos en la de siempre: el mal menor».
Fuente: http://lavaca.org/notas/elecciones-2013-entre-plin-plin-y-tan-bionica/