Macri despeja el enigma en pocos días. El sentido económico de Cambiemos es cada día más evidente. Apenas una semana de gobierno y la derecha argentina se ha apresurado a no dejar ninguna duda acerca del modelo económico que pretende para los próximos años. Lo primero y principal fue ponerse al lado del campo argentino, […]
Macri despeja el enigma en pocos días. El sentido económico de Cambiemos es cada día más evidente. Apenas una semana de gobierno y la derecha argentina se ha apresurado a no dejar ninguna duda acerca del modelo económico que pretende para los próximos años. Lo primero y principal fue ponerse al lado del campo argentino, esto es, de las pocas grandes empresas agroexportadoras. La medida ha sido levantar las retenciones al trigo, el maíz y la carne, y bajar cinco puntos en la alícuota que paga la soja. Esto significa que el Presidente Macri le permite a las grandes firmas agroexportadoras de una plusvalía adicional entre 4.000 y 8.000 millones de dólares. A partir de ahora, se vuelve a la época de la súplica. Lo que va prevalecerá es el ruego a estos grandes poderes económicos para que sean «buenos y generosos» y quieran ayudar a la República ingresando una parte de este nuevo botín. La soberanía queda absolutamente enterrada por esta nueva/vieja idea del «pedir por favor» a los que verdaderamente tienen un gran poder económico. Los dólares vuelven a manos de los dueños de las grandes propiedades del campo argentino. Ellos serán los verdaderos hacedores de la política cambiaria. Eso que llaman mercado pero que no lo es. Más bien se trata de unas pocas personas, con nombres y apellidos, que vuelven a ostentar el poder monopólico de la divisas en Argentina. Ellos decidirán cuándo y cómo se gasta, en qué, para qué, a favor de quién, de qué modelo económico. El objetivo es un revival para el siglo XXI: un modelo económico dependiente del sector agroexportador, muy reconcentrado en pocas manos, con un patrón de inserción desigual en el mundo.
Para que la ecuación económica-política sea perfecta, lo siguiente ha sido levantar el cepo cambiario. Esto se traduce en liberalizar el mercado cambiario. De nuevo, el eufemismo de la libertad hace sus estragos. Libertad quiere decir que solo aquellos que tengan un grandísimo poder económico podrán tener capacidad real para determinar el tipo de cambio. Pero lo que se anuncia discursivamente es otra cosa bien diferente. Lo que se vende es que ahora todos los argentinos podrán tener acceso libre a los dólares, hasta dos millones al mes por persona. No es necesario ni siquiera decir que este importe solo está al alcance de unos pocos, de muy pocos. ¿Quién puede acceder a esta cantidad mensualmente?
De esta forma, se elimina el limite establecido de la época kirchnerista que pretendía gestionar controladamente el acceso al dólar para la ciudadanía. Es evidente que esta medida fue muy controversial porque a nadie le gusta que le restrinjan el acceso libre a todos los dólares que le permita su capacidad adquisitiva. Sin embargo, esto fue más que necesario fundamentalmente porque así se pudo llevar a cabo una política de asignación de divisas más efectiva a favor de otro modelo económico más inclusivo, garantista de derechos sociales, más soberano en sectores estratégicos, y más preparado para emprender el camino industrializador de la sustitución de importaciones. El uso del dólar es la clave para discutir este tema con seriedad. Toca decidir si dejamos que el dólar pueda ser retirado por quién quiera, cómo quiera, cuándo quiera; o si por el contrario se establecen medidas a favor de un uso más desarrollista.
Macri no deja lugar a dudas. Lo que quiere es que el dólar sea de acceso libre para todos los que puedan acceder. Que no significa para todos los argentinos. Esto implica inmediatamente que a partir de este momento sean unos pocos, aquellos que ostenta una gran capacidad económica, los que puedan marcar el nuevo tipo de cambio. Ellos serán los que decidan cuál es el precio del dólar. El Banco Central queda sustituido por no mas de diez grandes empresarios (del campo). Así, la devaluación está garantizada. La trampa es perfecta. Los mismos que salen ganando con la eliminación de la retención del campo (más dólares en su poder) son los que pueden ahora marcar el tipo de cambio; y obviamente, son los mismos que salen ganando con una devaluación. Así que si hoy se cambian 10 pesos argentinos por un dólar, desde mañana en adelante esta relación será creciente. Se prevé que el piso mínimo de esta relación cambiaria sea de 14. Así ganan los exportadores que podrán cambiar cada dólar que exportan por un valor superior. Y en el otro lado, están los de siempre, la mayoría que verá afectada su poder adquisitivo. La devaluación encarece las importaciones: por cada dólar importado, ahora todo valdrá más caro porque se necesitarán más pesos para comprar lo mismo. Por lo tanto, el modelo económico es claro: devaluación que jode a la mayoría para favorecer a una minoría.
Y para culminar este circulo vicioso, Macri promete que no faltarán dólares en el país. ¿Cómo? ¿De dónde los van a sacar? Muy fácil. Pide prestado dólares a la gran banca privada internacional (ya comprometidos por los bancos JP Morgan, Deutsche Bank, Citibank, HSBC, Goldman Sachs). Esto quiere decir que toda esta fiesta le costará a los argentinos más deuda externa, es decir, deuda eterna.
Así es cómo Cambiemos, la alianza macrista, ha comenzado a cambiar Argentina: endeudándola, haciéndola dependiente de muy pocos empresarios agroexportadores, y seguramente, empobreciendo a la mayoría por culpa de una injusta devaluación.
No hay ningún cabo suelto en esta verdadera ruta macrista del dólar.
Alfredo Serrano Mancilla. Director CELAG, Doctor en Economía.
@alfreserramanci
Fuente: http://www.celag.org/electroshock-economico-de-macri-por-alfredo-serrano-mancilla/
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