El fin de semana ayudó a bajar la tensión acumulada en Cochabamba, pero los sectores movilizados ratificaron una vez más su decisión: no dar un paso atrás hasta que renuncie el gobernador Manfred Reyes Villa, quien se niega a retornar a su ciudad, algo que le reclama el gobierno de Evo Morales. El jueves y […]
El fin de semana ayudó a bajar la tensión acumulada en Cochabamba, pero los sectores movilizados ratificaron una vez más su decisión: no dar un paso atrás hasta que renuncie el gobernador Manfred Reyes Villa, quien se niega a retornar a su ciudad, algo que le reclama el gobierno de Evo Morales. El jueves y viernes, violentos enfrentamientos entre adeptos y detractores del gobernador -que debió ceder en su idea de convocar a un referendum por la autonomía de la región- terminaron con dos muertos.
Pese al levantamiento de los bloqueos, aún quedaban ayer algunos focos que sostienen que suspender la medida «es un paso atrás». Y en la ruta Cochabamba – Santa Cruz se reportaron agresiones verbales contra viajeros cruceños acusados de querer trasladarse hacia la capital de los valles para engrosar los grupos de choque del gobernador.
El senador del oficialista Movimiento al Socialismo (MAS), Omar Fernández, dijo que mañana tomarán todos los accesos a la ciudad y los dirigentes de la federación campesina de Regantes aclararon que el levantamiento de los bloqueos es sólo «un cuarto intermedio». Eso ponía en duda los resultados de las gestiones del ministro de la Presidencia, Juan Ramón Quintana, quien trataba infructuosamente de contener a su propia tropa. No parecía haber mucho espacio para una salida negociada. Anoche, Quintana intimó a Reyes a regresar y «asumir su responsabilidad», al tiempo que le dio garantías a su persona en nombre del gobierno.
Temeroso de su destino físico y político, Reyes Villa decidió «exiliarse» temporalmente en Santa Cruz. Denunció un «golpe» en su contra, dijo que renuncia oficialmente a la convocatoria al plebiscito por la autonomía que encendió la mecha de las protestas y que está dispuesto a someterse al referéndum revocatorio que propuso Evo Morales el viernes.
«La vanguardia del MAS impulsa un golpe institucional para eliminar a quienes piensan distinto», afirmó. Y sus temores no parecen infundados: al comienzo de las marchas, la sede de la gobernación fue parcialmente incendiado y debió huir vestido de policía. Y el viernes el dirigente cocalero Severo Huanca lo amenazó ante miles de campesinos y trabajadores con «colgarlo como a Saddam Hussein».
Evo Morales se comprometió a enviar al Parlamento un proyecto de ley de referéndum revocatorio para que «los pobres, cansados del abuso de poder» tengan un instrumento legal para accionar contra las autoridades, incluyéndose él mismo, pero varios sectores no quieren ceder ahora que pudieron poner en marcha la maquinaria sindical y voltearon el intento de Reyes Villa de llamar a referéndum autonómico.
Según voceros de las protestas, ya no alcanza con esa concesión «pues ya hubo muertos» y anunciaron que desde mañana cercarán la sede de la gobernación para evitar que el funcionario retorne a sus oficinas. Además, una reunión en El Alto, la ciudad vecina a La Paz, intentará hacer «rodar la cabeza» del gobernador de La Paz, José Luis Paredes, al tiempo de «solidarizarse con los hermanos cochabambinos».
Es parte de la ofensiva de los sectores sociales oficialistas contra los gobiernos locales hostiles al gobierno del MAS.
A Reyes Villa le queda el apoyo de los 6 gobernadores opositores y la posibilidad de nacionalizar la crisis. En Santa Cruz la dirigencia cívica convocó a una concentración para el martes en apoyo al otro bando de las trincheras cochabambinas y «en defensa de la democracia». Fuentes del gobierno le dijeron a Clarín que Morales -en una escala en su viaje a la asunción de Rafael Correa en Ecuador- pasará hoy por Cochabamba y analizará con sus bases cocaleras la situación crítica que vive la provincia boliviana.