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En la víspera

Fuentes: Rebelión

«Oh qué será qué será que andan suspirando por las alcobas que andan susurrando en versos y trovas que andan escondiendo bajo las ropas que anda en las cabezas y anda en las bocas que va encendiendo velas en callejones que están hablando alto en los bodegones gritan en el mercado, está con certeza en […]

«Oh qué será qué será

que andan suspirando por las alcobas

que andan susurrando en versos y trovas

que andan escondiendo bajo las ropas

que anda en las cabezas y anda en las bocas

que va encendiendo velas en callejones

que están hablando alto en los bodegones

gritan en el mercado, está con certeza

en la naturaleza, será que será

que no tiene certeza ni nunca tendrá

lo que no tiene arreglo ni nunca tendrá

que no tiene tamaño».

Francisco «Chico» Buarque de Hollanda

 

1.- Cuando los dinosaurios despertaron, él y ella seguían allí

Hasta inicios de mayo la disputa por la presidencia transcurría de acuerdo al plan diseñado por los principales dirigentes del Bloque Oligárquico Imperialista: Felipe Calderón y su gabinete; las direcciones políticas de los partidos Revolucionario Institucional (PRI), Acción Nacional (PAN), Verde Ecologista de México (PVEM) y Nueva Alianza (PANAL); la jerarquía eclesiástica, la cúpula del crimen organizado, la intelectualidad reaccionaria, la Confederación Patronal de la República Mexicana (COPARMEX), el Consejo Coordinador Empresarial (CCE), la oligarquía mexicana y las empresas y gobiernos imperialistas, especialmente los de Estados Unidos y España. (1)

Según sus cálculos en la recta final de la carrera presidencial estarían los dos partidos recalcitrantemente neoliberales: PRI y PAN, a una distancia considerable del candidato del Movimiento Progresista (MP), formado por el Partido de la Revolución Democrática (PRD), el Partido del Trabajo (PT), Movimiento Ciudadano (MC) y el Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA). No existían mayores indicios de alarma; tanto las encuestas a modo, (2) como la manipulación de la opinión pública parecían estar funcionando de acuerdo a lo establecido. Sólo faltaba resolver quién sería el candidato o candidata ganadora: Enrique Peña Nieto o Josefina Vázquez Mota. Para los medios y las encuestadoras, así como para la mayoría de los oligarcas el triunfador era Peña Nieto, mientras que para el Departamento de Estado y la señora Clinton, a pesar de los resquemores existentes, esa probabilidad se había asumido desde 2011. (3)

A pesar de la renovada virulencia de los ataques de la candidata Vázquez Mota, Felipe Calderón y el PAN contra Peña Nieto, todo indicaba que la sucesión se haría en los términos establecidos por el régimen político oligárquico y su sistema electoral. Ganara quién ganara, matices más matices menos, todo quedaba en familia. El viejo régimen oligárquico, profundamente antidemocrático, podía oxigenarse y auto perfeccionarse sin mayores sobresaltos, sin grandes fisuras en el campo burgués y sin irrupciones «plebeyas». Andrés Manuel López Obrador, a pesar de su tozudez, parecía no tener ninguna oportunidad. Dentro de su mismo partido, el PRD, la facción dominante descartaba cualquier posibilidad de triunfo o, de competencia real con el candidato del PRI. A no ser que ocurriera un improbable milagro o un venturoso accidente.

Las fisuras observadas dentro de la burguesía no tenían la densidad suficiente para inquietar al conjunto de la crema y nata de la clase patronal. Alfonso Romo, Fernando Turner, Miguel Torruco Marqués, entre otros empresarios e intelectuales burgueses, no tenían los respaldos necesarios para conmocionar al bloque dominante.

Sin embargo, el accidente o el milagro ocurrieron. De manera inesperada una «simple» protesta de estudiantes en la Universidad Iberoamericana (4) se convirtió en el detonador del descontento acumulado entre los jóvenes estudiantes de todo el país contra las consecuencias del llamado modelo neoliberal y contra Enrique Peña Nieto. El Movimiento «YoSoy132» (M132), aún en proceso de organización y de definiciones programáticas, tiene la posibilidad, hasta ahora sólo eso, de convertirse en uno de los principales catalizadores de un alzamiento civil contra el viejo régimen oligárquico que no se ha rendido y que está en plenos preparativos para consumar su fraude electoral e imponer a Peña Nieto.

Pero por qué brota el M132, por qué las plazas lucen colmadas y con un nuevo fervor en los mítines de Obrador. Por qué la movilización contra la Reforma a la Ley Federal del Trabajo sacudió el quietismo sindical en marzo-abril de 2011; por qué la breve irrupción del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad que movilizó a más de un centenar de miles en mayo de 2011 si los movimientos sociales, civiles y políticos antineoliberales, vienen arrastrando un proceso de desaceleración y desarticulación desde 2006 y, un franco reflujo desde 2008 y 2009, a raíz de las derrotas de los movimientos en contra de la Reforma Educativa (Alianza Por la Calidad de la Educación), el golpe al Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) y el fracaso de la izquierda electoral. Por qué esa vitalidad social en medio de las debilidades de la movilización social y civil de los últimos años.

Si examinamos con cuidado la evolución de las protestas sociales de las últimas décadas, no es difícil suponer que, a partir de 1988, a raíz de la insurgencia cívico electoral, se abrió un nuevo periodo de luchas por la democracia, la legalidad constitucional, la soberanía, la justicia social y por el gobierno. Luchas de carácter antineoliberal, fuertemente antipriístas y tendencialmente antioligárquicas que desmienten la versión superficial de que en México el pueblo se ha mantenido en la resignación. Entre 1988 y 2006 se sucedieron dos fraudes electorales, una insurrección y algunas movilizaciones sociales que tomaron la forma de levantamientos civiles, sin faltar operaciones guerrilleras y un sinfín de resistencias de tipo local o sectorial.

Decimos que se trata de un nuevo ciclo de luchas sociales o de clases porque expresan más directamente las consecuencias de los cambios operados del capitalismo mexicano, en un sentido neoliberal. Cambios que profundizaron su condición dependiente y que desmantelaron muchas de las bases económicas, culturales y políticas del «estado social», de sus clases sociales y pueblos originarios, y, por consiguiente, de sus alianzas y protagonismos sociales. Se constituye como nuevo ciclo de luchas porque, a diferencia de los movimientos que le antecedieron desde fines de los 50, predominan las luchas por el gobierno, sin dejar de enarbolar la democracia, el respeto a la Constitución, la soberanía y la justicia social, que han caracterizado a los movimientos sociales de los últimos 55 años.

La aparición en 1988 de un «nuevo sujeto» social que incluye y trasciende a sus participantes es una de las nuevas realidades. Diverso y contradictorio, las bases o masas que dan vida al «nuevo sujeto», que aquí llamamos «Movimiento Democrático Nacional», ha alimentado a todas las insurgencias del periodo. Lo mismo apoyaron al neocardenismo o perredismo, que al neozapatismo del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN); que al Consejo General de Huelga o a los de Atenco; sin dejar de acompañar a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, a la APPO, a Andrés Manuel López Obrador o al SME.

Sin duda, el neocardenismo y el neozapatismo del EZLN fueron los movimientos más destacados del periodo porque de manera frontal colocaron el tema de quién hegemoniza, de quién conduce al país, a la nación, en campo de la lucha cotidiana. Desde diversos enfoques e intereses de clase y realidades étnicas colocaron la cuestión del gobierno en el centro del debate y la acción política inmediata.

Cuando el tema del gobierno se ha desfigurado en la agenda de los movimientos, estos tienden a la marginalidad y a la regresión. Ejemplos sobran: cuando el EZLN abandona este terreno de la lucha en que emerge el Movimiento Democrático Nacional, se sectariza y confronta a quienes fueron sus bases «externas» pasando a la marginalidad, a pesar de sus progresos en la construcción de los «Caracoles»; otro tanto ocurre con movimientos sociales como los de Atenco, la APPO, la CNTE y el SME, o las grandes convergencias como las constituidas por el Frente Sindical, Campesino, Indígena Social y Popular y el Dialogo Nacional, ya extintos. En el momento en que predomina lo local, lo gremial, y la lucha por el gobierno y el poder político no aparece o se desdibuja, se deja el terreno libre a los partidos de izquierda socialdemócrata y liberal progresistas y, peor aún, se reedita la condición de subalternidad histórica hacia el imperialismo y la oligarquía.

Eso recién acaba de pasar con el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad que rehuyó asumir la pelea contra el gobierno de Calderón en un sentido más general e incluyente. Se puede argumentar que esa no era su función como lo hicieron parte de las víctimas y muchos intelectuales. Sin embargo, por la evolución dictatorial del régimen y por la naturaleza de la coyuntura histórica del capitalismo mexicano y mundial, resulta evidente que cada vez serán mayores las dificultades para encontrar solución a las demandas populares si no se rompe con las inercias neoliberales que empujan a la guerra, el terror de estado, la ocupación nacional y al agravamiento de la crisis social. De alguna manera, esa «deficiencia» política está presente en el grueso de las resistencias sociales en curso y amenaza con devorar al M132.

Pero, regresando al tema de la vitalidad social en medio del reflujo del movimiento, debemos decir que el nuevo periodo de luchas emergentes, que dan lugar al surgimiento del Movimiento Democrático Nacional, a irrupciones como las del M132 y a la protagonizada por López Obrador, expresa la configuración de un acumulado histórico similar a los que dieron pie a las Guerras de Independencia, Reforma y Revolución. (5) Es un sustrato de larga duración que empuja a la politización de las luchas y a la redefinición de los sujetos protagónicos o dirigentes de las alianzas o bloque sociales que se disputan la conducción del país.

Guardadas las distancias, de nueva cuenta aparecen perfiladas las plataformas políticas y las fuerzas sociales que conformaron a la nación mexicana y al estado-nacional. Vuelve a emerger el fantasma de los «plebeyos», los que por su propia condición serán empujados, más temprano que tarde, contrariamente a lo propalado por las utopías neoliberales, a tomar el cielo por asalto. El Pueblo Mexicano sigue allí y la Revolución está con él.

2.- «Dados cargados»

«ya juega tu suerte, ahí traes la baraja

pero yo tengo los áses».

«No me amenaces», José Alfredo Jiménez

Nunca en la historia de México las distintas oligarquías liberales han respetado la normatividad de los procesos electorales. La actual jornada no es ni será la excepción, a no ser que la movilización social sea lo suficientemente grande para que suceda lo contrario; a no ser que los neoliberales, el Bloque oligárquico imperialista se vea obligado a reconocer que corre el riego de perder más con una nueva imposición que aceptando su derrota.

Mientras tanto, a la hora de escribir estas notas, todos los integrantes del Bloque dominante han cerrado filas en torno a los candidatos de la derecha, la generalidad alrededor de Peña Nieto. Expansión dio a conocer una encuesta en la que el grueso de los directores de las 500 empresas más importantes del país, estiman que el triunfador será el priísta, (6) a pesar de que el 44 por ciento afirma, por el momento, que votará por Josefina Vázquez Mota. Las encuestadoras y los medios de comunicación volvieron a radicalizar su campaña a favor de Peña Nieto. Reforma por ejemplo reporta un desplome de Andrés Manuel, según su encuesta este perdió 8 puntos frente a Peña Nieto en diez días o menos, (7) pasó de 4 puntos a 12 por debajo del abanderado tricolor, a pesar de que un día antes, el 18 de junio, diera a conocer encuestas en varios estados del sureste que colocaban a AMLO al frente. Por su parte Excélsior, El Universal y Parametría-Sol de México, (8) lo ubican abajo con trece o catorce puntos y, Mitofsky (9) lo pone a 15.7 puntos de Peña y Milenio/GEA-ISA a 19.7. Además, todas las televisoras retomaron los ataques a Obrador, al M132 y a toda expresión sospechosa de simpatizar con AMLO. El guiño de ojo de Salinas Pliego (10) a López Obrador, dueño de TV-AZTECA, súbitamente se ha revelado como simple simulación.

En este momento de definición Peña Nieto ha lanzado su resto. Mientras el IFE, el Consejo Coordinador Empresarial, las televisoras y sus intelectuales emplazan a López Obrador para que reconozca de antemano los resultados electorales y deje de hablar de fraude; los preparativos finales para la consumación del fraude operan a todo vapor. En el momento en que ocurría el desplome de Peña Nieto, contra las evidencias en sentido contrario, se produce su repunte en el norte del país, (11) particularmente en estados controlados por los principales cárteles del narcotráfico. La maniobra muestra lo que está ocurriendo a la vista del público, no sólo en el norte sino en el centro y sur del país. Las bandas de la delincuencia organizada que administra la DEA, el estado mexicano, Calderón y los gobernadores de varios estados, se aprestan para definir el rumbo de la elección.

Toda la ingeniería del fraude, cibernética y a ras de tierra opera en abanico junto a la cargada de los «amos del país. Por ejemplo, se dice que en las elecciones de 2009, donde arrasó el PRI, el 27.7 por ciento de los electores se vio envuelto en situaciones de coacción y compra del voto. (12) Los apoyos de Peña Nieto son de primer nivel dentro del Ejército, (13) la jerarquía eclesiástica, (14) el empresariado, la delincuencia organizada, las dirigencias sindicales y campesinas priístas y al interior de la intelectualidad reaccionaria que controla medios de comunicación, centros de cultura y universidades; además de tener la aceptación de Washington y de todos los regímenes que se mantienen bajo su influencia.

Es mucho lo que se juega en el proceso electoral; la oligarquía, el imperio y sus aliados, no están para juegos, para correr riegos si pueden evitarlo. La legitimidad del régimen y del proceso electoral puede esperar mientras no ocurra una conmoción como la sucedida en Argentina entre 2001 y 2002. Para eso tienen al ejército, las policías, las bandas de delincuentes, los medios de comunicación, los jerarcas de la iglesia, el apoyo del gobierno estadounidense y el colaboracionismo de amplios sectores de las dirigencias de la izquierda institucional; e incluso hasta el izquierdismo de no pocos grupos.

La debacle de Estados Unidos es inocultable, aunque Peña le da aún 50 años de predominio, él mismo no está tan seguro y ya propone acercarse con el posible nuevo amo: China. (15) En realidad ya nadie está seguro, ni siquiera la «elite» estadounidense. La dimensión de la crisis y la inestabilidad de su control de las áreas estratégicas que surten el petróleo y otros bienes naturales, convierten a México en un espacio clave para detener su vertiginosa caída; para controlar Mesoamérica y el Caribe y más allá. En sus planes no se incluye ninguna opción que no sea la de profundizar los procesos de ocupación de nuestro país. De ganar López Obrador, con todo y sus alianzas con un sector de la gran burguesía, la inercia hasta ahora dominante sería contrarrestada y entraría en crisis. De modo «natural», aunque sin repudiar muchos de los tratados militares y comerciales firmados con la Casa Blanca, se acercaría a la Unión de Naciones de América del Sur (UNASUR), a la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y al MERCOSUR; sin faltar nuevas formas de relación con Centroamérica. Todo lo cual genera fricciones en un momento en que la administración de la crisis, sino es que del «derrumbe» del capitalismo, no tolera experimentos en el «patio trasero» del Tío Sam.

Un triunfo de López Obrador afectaría negativamente la correlación de fuerzas del imperio; alentaría las resistencias y el triunfo de opciones antineoliberales y progresistas en Honduras, El Salvador, y la propia Colombia se convertiría en un acicate para la salida humanitaria a la guerra, lo cual va en contra de los intereses nacionales de los Estados Unidos y las oligarquía criollas.

Qué decir del crimen organizado, del narcotráfico, de sus hermanas y socias, las multinacionales; de las cúpulas militares que asumen el mando yanqui y la ocupación de nuestro país como tarea propia, como cómplices y defensores de la economía criminal y de la putrefacción del régimen político.

Que nadie se engañe, ellos ya optaron por la imposición, por la consumación del fraude. La preservación del estado de caos y su gestión es fundamental para alcanzar los fines de las multinacionales y sus gobiernos reaccionarios. A estas alturas, la legitimidad puede seguir sustituyéndose con pequeños ajustes al régimen político oligárquico, con una simulación de Reforma de Estado, que mantiene en pie el monopolio de la actividad política en manos del Bloque dominante y de sus comparsas de «izquierda» y derecha.

No estamos frente a una elección más, aunque tienen razón quienes piensan que pase lo que pase la vida no termina y que es necesario persistir en la lucha de forma autónoma a la izquierda institucional, con un programa propio. Sin embargo, no es lo mismo que gane Peña Nieto o López Obrador. Peña representa otra vuelta de tuerca del proceso de ocupación de nuestro país por parte de Estados Unidos y de la consolidación de una nueva dictadura civil militar más sanguinaria, manipuladora y perversa, que los autoritarismos de los gobiernos priístas y panistas hasta hoy conocidos.

Peña puede presumir que nunca ha ocultado su talante dictatorial; que quiere gobernar por decreto, con un poder legislativo donde el PRI este sobrerrepresentado. Peña promete repetir la lección de Atenco cuantas veces sea necesario; para él sólo hay que ajustar los protocolos represivos. (16) Peña promete mantener al ejército en las calles con el disfraz de Policía Nacional. Peña promete obedecer y hacer cumplir los tratados comerciales y militares que nos sujetan al yugo estadounidense. (17) Lo que viene en camino, si él se impone, es peor a lo vivido con Calderón, es una cruenta dictadura envuelta en un espeso halo mediático que será especialmente sanguinaria con los opositores. Como sabemos, Peña promete y te lo cumple.

3.- Patricios y plebeyos

Estos son

los pobres de los que le hablé, le dejo con

los caballeros y entiéndase usted. Si no

manda otra cosa me retiraré, si me

necesita, llame. Que Dios le inspire o que Dios le

ampare, que ésos no se han enterado que

Carlos Marx está muerto y enterrado…

Joan Manuel Serrat

 

No debemos olvidar que las revoluciones y las revueltas populares que dieron origen al estado mexicano y lo impactaron en un sentido progresivo, han resultado del enfrentamiento de grandes bloques sociales pluriclasistas y plurinacionales. Que tendencialmente se han agrupado en lo que se ha dado en llamar fuerzas «conservadoras» y «progresistas»; denominaciones que no siempre expresan con nitidez los matices y las contradicciones internas, a veces antagónicas, de quienes conforman ambos «bandos». Conocidos son los procesos de resistencia indígena que, en sus circunstancias, solían y aún suelen navegar entre las aguas de los dos «bandos». La rebelión de Manuel Lozada, «el Tigre de Álica», y ciertos procesos organizativos y comportamientos políticos de núcleos de población campesina y urbana durante «la Cristiada», son de difícil clasificación si nos atenemos a la terminología habitual.

Sin embargo, las nociones de conservadores y progresistas, de manera descriptiva, formulan el sentido histórico del accionar de las fuerzas hegemónicas enfrentadas; de sus vacilaciones y migraciones hacia uno y otro bando. Mediante un acercamiento más cuidadoso, dentro de las fuerzas llamadas progresistas, en la historia de México, y tal vez en todas las revoluciones de base popular de la «época moderna» y «contemporánea», por usar la jerga escolar, siempre encontramos un «factor» plebeyo, radicalmente popular, que empuja más allá de las salidas puramente liberales; que gravita contradictoriamente hacia colectivismos, «repúblicas» indígenas y comunismos de diversa índole. Las revoluciones hegemonizadas por la burguesía desde el siglo XVI, y muy particularmente la francesa, la rusa o la china, por citar algunas, dan cuenta de ese fenómeno.

En la experiencia mexicana, esa tendencia «plebeya» e indígena ha sido un constituyente de primer orden, aunque subalterna y derrotada, de las tradiciones y las formas de gestión de la dominación burguesa, fuertemente oligárquica. Así lo constata la Declaración de Independencia y las diferentes constituciones, desde Apatzingán a la fecha. Hidalgo, Morelos, Guerrero, Magón, Villa y Zapata, fueron los principales, aunque no los únicos, representantes de esta tendencia, a la que tal vez se acercó Lázaro Cárdenas en los últimos días de su vida como lo muestra su testamento político. La tradición «plebeya» se entrevera contradictoriamente con las expresiones liberales progresistas, a veces subordinada o en rebeldía, disputándole la conducción. Entre unos y otros existieron discrepancias profundas y contradicciones que en su tiempo fueron insalvables. Por lo mismo, por ejemplo, el juarismo, el maderismo, el obregonismo y el cardenismo no son asimilables al sentido histórico encarnado por los personajes emblemáticos antes citados. Empero, tendieron a marchar juntos contra los conservadores internos y las fuerzas externas que los apoyaban, y, una vez que triunfaron o estaban en vías de hacerlo, ajustaron cuentas entre ellos.

A pesar de la distancia y guardadas las proporciones, la inercia de los acontecimientos motivados por la situación de emergencia y desastre nacional, de terrorismo de estado, de nueva ocupación integral de nuestro país y de crisis del capitalismo mundial, empujan a la configuración de bandos y tendencias similares a los vividos en los tiempos de Independencia, Reforma y Revolución. El desarrollo del sujeto histórico que emergió en 1988; al que nosotros llamamos Movimiento Democrático Nacional (MDM), es la encarnación social de dicho proceso. Con sus altas y bajas, el MDM no ha dejado de fluir; se ha convertido en un dato estructural a pesar de su diversidad y de las contradicciones de un proceso articulador de fracciones de clase disímbolas y de tradiciones y formas de lucha institucionales y no institucionales.

El MDM no es estable, abarca partidos, movimientos sociales y civiles, pero también a quienes en las coyunturas se alzan «sorpresivamente» contra el enemigo inmediato, hastiados de las injusticias gubernamentales y de la impunidad de los señores del poder. Como torrente constituye la expresión movilizada de lo que llamamos pueblo o nueva mayoría. Por lo mismo, opera a través de una gran cantidad de frentes y organismos particulares, más o menos estables, más o menos temporales. En el seno del MDM confluyen tendencias e intereses contradictorios; visiones diferentes de país que, episódicamente, cierran filas en torno a problemas relativos a la lucha por la democracia, la soberanía nacional y la justicia social, aunque desde perspectivas tendencialmente diferentes.

La cuestión de la democracia y de lo que se entiende por cambio de régimen o reforma del estado, es crucial para entender la naturaleza de las contradicciones políticas y culturales entre los segmentos burgueses y las clases trabajadoras o «plebeyas»; entre las corrientes políticas liberales y las propuestas colectivistas y comunitarias. Para los segundos, transitar a la democracia tiene que ver con la redistribución y la transformación del poder político. Con la afirmación y el protagonismo de las clases mayoritarias, con su supremacía, y, por ende, con el desplazamiento de la oligarquía y de las altas burocracias de la política y la cultura, de la conducción social y del control del gobierno y el estado. Y de forma muy especial, con la transformación de las estructuras estatales oligárquicas, con la proscripción de la cultura de la impunidad, de la rapiña que hoy impera; para sustituirlas con practicas, tradiciones y controles propios de la democracia de base y de la vida comunitaria de los pueblos originarios.

Para ello, se necesita de la justicia social y de la soberanía, porque la democracia es un proceso integral, abarcador de las dimensiones económicas, culturales y políticas en busca de la equidad y la dignidad. Ese era el sentido de la democracia que rescata Moses I. Finley, en su libro «El Nacimiento de la Política», a partir de un análisis histórico de la experiencia ateniense. Ese sentido se desvirtuó hasta ser convertido en simulación electoral, en circulación y alternancia de elites liberales, mayormente oligárquicas.

Desgraciadamente el menosprecio a la democracia y su achicamiento o mala interpretación afectó gravemente a los socialistas y comunistas. Quienes en su inmensa mayoría nunca entendieron el vinculo directo entre democracia y el proceso que lleva a las sociedades comunitarias, entre democracia y socialismo; el nexo entre ciudadanía y colectividad, entre individuo y comunidad que presupone la democracia. Por esa línea llegaron al absurdo de hablar de democracia burguesa y democracia proletaria o popular, haciéndole una concesión estratégica a la burguesía, porque la democracia es popular o no lo es. Así cualquiera es demócrata; así el régimen oligárquico puede ser llamado democrático, aunque sea «el gobierno de los pocos», mezclado con algunos procedimientos electivos, llenos de trampas, nada democráticos, porque su finalidad es la exclusión y la manipulación de las mayorías; la conversión del espacio público en un botín, alejado de cualquier convicción de bien común, de servicio, de buen vivir, de dignidad humana.

Esa diferencia es la que se presenta una y otra vez dentro del «campo Progresista» al hablar de democracia, de ética, de pluralidad y tolerancia. A los liberales progresistas y a los socialdemócratas, no les cabe en la cabeza que la democracia, desde un punto de vista ético, tiende a excluir las relaciones de explotación, el racismo y la discriminación por motivos de género. Desde ese punto de partida ético son bienvenidos los mundos donde quepan muchos mundos, la tolerancia y la diversidad; desde ahí puede empezar a superarse la exclusión racista de indígenas e indígenas-mestizos ejercido por las elites criollas y burguesas. En este asunto y en otros como el de la ruptura de nuestra condición semicolonial, estriban muchas de las diferencias y contradicciones del sector liberal-progresista o liberal-social, con el sector plebeyo dentro del «Movimiento Democrático Nacional»; dentro de los frentes de combate contra Peña Nieto y el régimen oligárquico, que representa.

4.- David contra Goliat

Para hacer esta muralla,

tráiganme todas las manos:

los negros, su manos negras,

los blancos, sus blancas manos.

Nicolás Guillen

De modo similar a 1988 y 2006, está presente la posibilidad de derrotar a la oligarquía en su propio terreno electoral, de avanzar hacia la superación de su régimen político. Para eso es necesario articular una movilización que combata el fraude electoral e impida la usurpación de la presidencia por parte de Peña Nieto. Se requiere de un levantamiento civil pacifico, de generalizar la desobediencia civil a nivel nacional; se necesita crear un conjunto de espacios de encuentro para la acción de los diferentes movimientos y organizaciones civiles y políticas, desde los cuales se convoque a todo el pueblo a la lucha contra un nuevo golpe de estado. De otra manera el cambio en la correlación de fuerzas sucedido en mayo, que abrió la posibilidad de vencer a Peña Nieto, tenderá a revertirse.

En estos momentos, en que ocupamos el lugar de David frente a Goliat, captar la potencialidad, el grado de posibilidad; la oportunidad de romper, de volcar a nuestro favor una correlación de fuerzas que en la superficie aparece como tendencialmente favorable o, aún, desfavorable, es fundamental. Es allí donde las dirigencias y las bases demuestran su genio. En ese terreno, relativamente azaroso, se producen las grandes «apuestas», se triunfa o se pierde. La potencialidad de la situación que favorece la transformación puede existir, pero si no se pelea o no se sabe pelear, de poco sirve. Si los grandes movimientos del pueblo y sus direcciones sólo hubieran tomado los elementos estáticos, puramente numéricos, nunca hubieran ganado. Porque desde esa valoración los poderosos siempre han estado por encima de los dominados.

En una correlación de fuerzas como la actual, ¿es factible vencer en las próximas elecciones y más allá?

Si nos atenemos a lo ocurrido entre 1988 y 2006; si nos basamos en lo sucedido a partir de mayo; en el cambio de correlación de fuerzas que echó por tierra el plan de los oligarcas, de sus medios de comunicación y de sus partidos para mantener en la cúspide, de forma indiscutible, a Peña Nieto, podemos decir que sí; que sí tenemos una oportunidad de vencerlos, como la siguen teniendo los egipcios de la Plaza Tahir. (18) El acumulado histórico, economía-política-cultura, del que hablamos más arriba, empuja en el sentido del alzamiento, de la irrupción civil y popular. Sobre ese cimiento se puede ganar la elección e ir más allá de lo planeado por las dirigencias de la izquierda institucional.

El acumulado histórico es mucho más que los partidos, grupos y movimientos sociales y civiles que actúan en la coyuntura. El llamado a la unidad los incluye, pero en una situación donde es posible la irrupción de amplias masas antes «pasivas», la convocatoria a la unidad debe ser a ellas, al pueblo, a la nación personificada en los movilizables, organizados y no organizados, desde uno o varios núcleos de acción política. Cuidándose de no repetir el camino tradicional que confunde la Unidad Popular con la unidad de la izquierda o con la construcción del partido o el frente revolucionario.

Como ya vimos, las fuerzas del Bloque oligárquico imperialista son de tal calado que no podrán ser derrotadas si no les anteponemos un Bloque Social, una nueva mayoría que conjunte, en un primer momento, a todos o al grueso de las victimas, agraviados y opositores al PRI y al PAN y al modelo neoliberal más recalcitrante. Las diferencias no debieran ser obstáculo para ello, los peligros contenidos en la imposición de Peña Nieto, debieran llamarnos a la sensatez a pesar de las discrepancias que se tengan con AMLO y con la dirigencia liberal progresista y socialdemócrata que acaudilla al Movimiento Progresista (MP): MORENA, PRD, PT y MC.

Las debilidades de los sectores «plebeyos», motivados por su incapacidad de asumir la lucha política y la disputa por el gobierno y la nación, pueden remontarse al calor de la pelea contra el enemigo principal. La contienda es electoral sólo en un sentido; porque, de triunfar, abre mayores posibilidades para el desarrollo de movimientos reivindicativos, la ocupación o la recuperación social de territorios y la ampliación de derechos vulnerados por el capitalismo neoliberal y sus bandas de delincuentes. En tales circunstancias, la construcción de un Bloque opositor, o Unidad Nacional Opositora, no es contraria al desarrollo de un Bloque popular, ni tampoco suprime al Movimiento Progresista liderado por los liberales progresistas, los socialdemócratas y algunos burgueses conservadores.

Las contradicciones observadas en los últimos días dentro del campo opositor, que en los hechos incluye al M132, se deben a la diversidad de posiciones políticas y económicas de sus integrantes; no son sólo derivaciones de sectarismos y protagonismos estériles. Las vacilaciones y las defecciones que ya se avizoran dentro del campo opositor frente al fraude y la imposición, obedecen a situaciones e historias que no podemos obviar.

En la conducción del movimiento encabezado por López Obrador existe un claro predominio de empresarios, intelectuales burgueses, liberales o socialistas moderados, y de burócratas gubernamentales y partidarios, muchos de ellos «nuevos ricos» o con aspiraciones de serlo. Unos y otros no están separados de forma tajante, muchos y muchas de ellas alternan o combinan sus roles.

Sus intereses y expectativas son coincidentes en lo fundamental: hacer negocios en un marco de gobernabilidad burguesa, sin estar sujetos a la inestabilidad e inseguridad que el neoliberalismo extremo provoca. Ahí se encuentran empresarios como Alfonso Romo, Fernando Turner, Miguel Torruco y Adolfo Hellmund, (19) con Ebrard, Juan Enríquez Cabot y Camacho Solís, que a su vez mantienen estrechas relaciones con académicos y empresarios como John Craig Venter, «padre del genoma humano» o con personajes del tipo de Juan Ramón de la Fuente, René Drucker, Sergio Rodríguez Cuevas, Javier Jiménez Espriú; Claudia Sheinbaum y otros que en su mayoría suelen combinar academia y negocios. Algunos de estos personajes son los cabilderos de Obrador en Estados Unidos. Muchos comparten los megaproyectos de Ebrard, especialmente los destinados a la construcción de infraestructuras y ciudades del conocimiento. Las disputas en la Universidad de la Ciudad de México y en la propia UNAM, tienen relación con los grandes planes de desarrollo de las ingenierías, las ciencias genómicas, la farmacéutica, los servicios médicos y los negocios asociados a ellos. Algo semejante, en otros campos, acontece con los empresarios que participaron en las mega-obras del gobierno de Obrador en la Ciudad de México. Si le rascamos aparecen varios de los nombres de los principales oligarcas del país y de multinacionales extranjeras, sus vínculos llegan a ser familiares y/o empresariales.

Casi ninguno de ellos piensan en la democracia participativa; voltean hacia Lula, suponiendo que se puede hacer algo parecido al nuevo «milagro brasileño», a la vez que despotrican contra Chávez y todo lo que huela a antiimperialismo.

Este sector tiende a ser hegemónico, aunque en la arena política, con excepción de Camacho y Ebrard, no son tan reconocidos. A la hora de confrontar con los responsables del fraude, la mayoría de ellos optará por declinar la resistencia y combatir todo protagonismo de las «masas plebeyas». Por lo mismo buscan atemperar el alcance de los movimientos sociales: SME, M132, CNTE, Movimiento por la Paz e incluso MORENA. El propio Obrador, con todo y sus diferencias con ese sector, comparte su preocupación del control sobre las masas movilizadas y sus prejuicios contra la resistencia popular.

Si los movimientos sociales, civiles, los pueblos originarios y MORENA, no sirven de catalizadores del levantamiento civil a nivel nacional, será muy difícil vencer la usurpación y la cauda de muerte y destrucción que dejará Peña Nieto será mayor a la heredada por Calderón.

Notas:

(1) «Algunos neoliberales lo intuyen mejor que muchos de nosotros y por eso vienen adelantando sus posiciones. Están informados de que las secuelas de la crisis económica y social se agravarán en los meses y años venideros; que la anunciada recuperación social… es un mito; que su guerra intermafiosa que ya deja más de 13 mil asesinados… ha fracasado políticamente y lleva al ejército a un desgaste prematuro en la guerra que vienen preparando contra el pueblo de México. Por lo mismo… vienen ensayando un plan preventivo para imponerse en las elecciones del 2012. Aprovechando la dispersión, las divisiones y la confusión luego de las derrotas de la APPO y de la insurgencia electoral del 2006 reposicionaron al PRI, fomentaron las pugnas en los movimientos de resistencia y en los partidos que se reclaman de izquierda; reforzaron sus cercos político militares contra los insurgentes del EZLN y del ERPI ante probables escenarios insurreccionales en 2010; desplegaron al ejército en todo el país; otorgaron mayores prerrogativas al gobierno de Obama y al capital internacional a fin de compensar sus apoyos económicos, militares y políticos; reformaron las leyes para criminalizar y violar «legalmente» los derechos humanos; recrearon toda su arquitectura para el fraude electoral como lo corrobora el triunfo priísta; en fin, se aprestan a montar un escenario de nula o débil protesta poselectoral para ganar un respiro estratégico en su intención de recomponer su dominación y de legitimar el uso masivo de la violencia. Necesitan ganar «limpiamente» para desatar la guerra sin contemplaciones. A diferencia de lo que muchos suponen, el triunfo del PRI y del PAN en 2012 llevaría al país a un escenario tipo Colombia pero mucho más violento, con repercusiones directas en los Estados Unidos.» «Bloque Popular, Bloque Opositor» Movimiento de Liberación Nacional, julio de 2009.

(2). El proceder tendencioso, casi siempre a favor del PRI, de la prestigiada Agencia Mitofsky, fue evidenciado por Mund Group. Investigación en Demografía Global (www.mundgroup.com). En las elecciones a gobernador en los estados de Oaxaca, Puebla y Sinaloa; las imprecisiones o variaciones de Mitofsky, rondaron el 17.2, el 21.5 y el 13.6 respectivamente. Todas las estimaciones fueron a favor del PRI. No obstante, en todos los casos el Institucional fue derrotado.

(3) «La frase «over my dead body» -sobre mi cadáver- expresada contra el posible regreso del PRI a Los Pinos fue atribuida en julio pasado a la jefa del Departamento de Estado estadounidense, la poderosa y carismática Hillary Clinton. Pero al parecer las cosas están cambiando. Washington está desplegando una estrategia de control de daños, con un acercamiento con el ex mandatario mexiquense Enrique Peña Nieto. El equipo de Clinton busca saber de primera mano si el precandidato del PRI a la Presidencia mantendría entre sus prioridades el combate al crimen organizado y la cooperación con EU. Bajo reserva, El Universal 26 de octubre de 2011. Parece que existe un error en la fecha en que Hillary expresó la frase: «sobre mi cadáver», habría sido en el mes de junio, según iberoamerica.net «Las noticias que se leen ahora en las redes sociales».

(4) La jornada, 12 de mayo, 2012.

(5) Reyna Leticia, Servín Elisa, Crisis, Reforma y Revolución, Ed. Taurus, México, 2002.

(6) «…las preferencias políticas de los directores de Las 500 empresas más importantes de México disminuyen para quien en los últimos nueve meses apoyaron: Josefina Vázquez Mota, candidata presidencial del Partido Acción Nacional (PAN)… De hecho, cuando a los CEO se les preguntó ¿Quién cree que gane la elección presidencial?, el 67 por ciento cree que Peña Nieto y sólo 14 por ciento prevé que la elegida sea Vázquez Mota.», CNN Expansión; sábado 16 de junio, 2012.

(7) Fierro Bernardo. VIDEOCOLUMNA. ¿Por qué las encuestas le generan tanto ruido a Enrique Peña Nieto?, 19 de junio 2012.

(8) Tres encuestas ubican a EPN como puntero; una pone a JVM en segundo lugar. Animal político, 18 de junio 2012.

(9) Miguel Ángel Vargas V. @Marca_Personal.

(10) «(…) No coincidimos en muchas cosas… Pero tenemos comunicación y siempre nos ha respetado. No como otros que han querido destruirnos políticamente», reconoció el candidato de los partidos de izquierda. López Obrador se reunió ayer en Cancún, Quintana Roo, con empleados de la cadena Elektra, propiedad de Salinas Pliego. En la reunión estuvo el dueño de Televisión Azteca, quien también se mostró complaciente con el tabasqueño. Salinas Pliego respaldó la gestión de Andrés Manuel López Obrador al frente del gobierno del Distrito Federal: «Fue muy buen gobernante». Proceso.com.mx; 30 de mayo de 2012.

(11) Publicado por Antonio Hernández: (Noticias de Chihuahua), 19-06-2012. «El abanderado a la Presidencia de la República por la coalición «Compromiso por México», Enrique Peña Nieto, en las últimas tres semanas repuntó en cuanto a la preferencia electoral en las encuestas a nivel nacional y ello se debió a la simpatía que ha logrado fortalecer principalmente en el norte del país donde sumó 12 puntos a su favor».

(12) «Alianza Cívica, una reconocida red social que desde hace 18 años ha venido monitoreando los procesos electorales, dio a conocer hace tiempo estudios sobre la compra y coacción en México en más de 10 estados de la República. Mientras en la elección federal de 2003, 3 por ciento de los electores fueron tocados por la compra y coacción de voto; en 2006, 7 por ciento, y en 2009 crece de manera alarmante a 27.7 por ciento.» La Jornada Bernardo Barranco, 20-6-2012.

(13) «Enrique Peña Nieto también ha avanzado en las filas de la SEDENA, en enero de 2012, logró ubicar en una de las tres principales posiciones de la Secretaria de la Defensa Nacional a su amigo y viejo conocido, el general Salvador Cienfuegos Zepeda. Cuando Humberto Moreira llegó a la dirigencia nacional del PRI, en marzo de 2011, impulsado por Peña Nieto, nuevos nombres entraron en juego; además de Cienfuegos Zepeda, se sumaron los del General de División Diplomado de Estado Mayor, Carlos Demetrio Gaytán Ochoa y el encargado del Estado Mayor, el también General de División DEM, Luis Arturo Oliver Cen; de entre ellos surgirá el «general secretario». Cienfuegos suena como el más viable de los tres». (Cervantes, Jesusa, 2012).

(14) «En el Estado de México existen siete diócesis con sus obispos respectivos: Toluca, Cuautitlán, Valle de Chalco, Tlalnepantla, Texcoco, Atlacomulco y Ecatepec; en momentos críticos cada uno de los obispos ha demostrado una santa alianza con Peña. En particular su gran amigo Onésimo Cepeda, ex obispo de Ecatepec. La alianza entre la jerarquía católica y Peña va más allá de las ceremonias sociales, ambos comparten un proyecto doctrinario y político de largo alcance. Peña se formó en la Universidad Panamericana, emblema del Opus Dei. El 2 de abril de 2008, Peña asistió como invitado especial a la reunión de la Conferencia Episcopal Mexicana (CEM). Fue recibido por Carlos Aguilar Retes, entonces, obispo de Texcoco. Todos le aplaudieron, nadie cuestionó el asunto de Atenco ni la ola de sobre los escándalos que ya corrían sobre el uso de los recursos públicos. Las reformas al artículo 24 Constitucional aprobadas por los diputados el pasado 16 de diciembre del 2011, un regalo para el papa Benedicto XVI, fue producto, entre otras cosas, de un acuerdo entre la jerarquía católica y Peña Nieto, así el clero recuperaría algunos de sus fueros, a cambio del apoyo de la Iglesia a su campaña presidencial del 2012».

(15) Peña Nieto, Enrique. «México la gran esperanza». Grijalbo; México, 2011, pp. 145, 146.

(16) «Hecho que ustedes conocieron y que, sin duda, dejó muy en claro la firme determinación del gobierno de hacer respetar los derechos de la población del Estado de México, que cuando se vieron afectados por intereses particulares, tomé la decisión de emplear el uso de la fuerza pública para restablecer el orden y la paz; y que, en el tema, lamentablemente hubo incidentes que fueron debidamente sancionados, y que los responsables de los hechos fueron consignados ante el Poder Judicial. Pero, reitero, fue una acción determinada, que asumo personalmente para restablecer el orden y la paz, en el legítimo derecho que tiene el Estado mexicano de hacer uso de la fuerza pública como además, debo decirlo, fue validado por la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN)», expresó Peña Nieto sobre el caso Atenco en la Universidad IBEROAMERICANA el 11 de mayo de 2012. En el dialogo con el Movimiento por la Paz Peña Nieto manifestó sobre Atenco: «El uso de la fuerza es una atribución del Estado y ese episodio me dejó algunas lecciones para que el uso legítimo de la fuerza se haga bajo protocolos que respondan al respeto irrestricto a los derechos humanos» La Jornada, 29 de mayo del 2012.

(17) Su libro ya citado aquí: México la gran esperanza, habla de su política para gobernar prácticamente por decreto pero sin revocación de mandato (páginas 43-51). Sobre su política de seguridad, asentada en la represión de tintes antipopulares no hay duda, el compromiso de contratar al «mejor policía del mundo» el colombiano Óscar Naranjo, uno de los responsables del terrorismo de estado en su país, lo confirma.

(18) La plaza Tahir fue una de las principales zonas de reunión durante las protestas en Egipto de 2011, y la principal en El Cairo. Más de 15.000 manifestantes ocuparon la plaza el 25 de enero, y los servicios de telefonía de la zona fueron cortados durante las protestas. En los días siguientes, la plaza continuó siendo el principal foco de protestas de la ciudad. Durante el 29 de enero aviones de combate de las FF.AA. egipcias volaron a baja altura sobre la multitud reunida en la plaza. Corresponsales de la BBC informaron que el 30 de enero, el séptimo día de protestas, los manifestantes en la plaza habían aumentado por lo menos a 50.000 personas, y el 31 de enero corresponsales de Al Jazeera informaron que las manifestaciones habían aumentado por lo menos en 250.000 personas. Al día siguiente, el 1º de febrero, Al Jazeera informó que más de un millón de manifestantes se habían reunido en la plaza y las calles adyacentes. Wikipedia.

(19) amlonews.blogspot.mx/2012/02/gabinete-de-amlo-2012.html

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