1. Los partidos políticos o la «partidocracia» nunca han gobernado en el mundo. Parece que gobiernan los partidos, pero quienes siempre han gobernado son los hombres más poderosos del empresariado, de los medios de información, de la política, los más ricos de siempre. Se da importancia a los partidos en México porque por ellos vota […]
1. Los partidos políticos o la «partidocracia» nunca han gobernado en el mundo. Parece que gobiernan los partidos, pero quienes siempre han gobernado son los hombres más poderosos del empresariado, de los medios de información, de la política, los más ricos de siempre. Se da importancia a los partidos en México porque por ellos vota la población para legalizar lo que dos años antes eso que llaman «poderes fácticos» ha acordado. Los partidos sólo han sido estructuras muy prácticas y ágiles para que los gobernantes en turno trasmitan instrucciones, medidas, acuerdos, que deciden los gobernantes por decisiones de quienes realmente tienen en poder. Los gobernantes sólo han sido las figuras impuestas por la burguesía.
2. En México ha habido más de 200 partidos políticos pero de ellos sólo unos 30 han sido registrados y muy conocidos. En 1919 surgió el PCM, en 1929 el PNR (papá del PRM y abuelo del PRI); en 1939 el PAN, en 1948 el PPS, 1954 el PARM, 1950 el Partido Sinarquista, 1989 PRD, 1981 PT; además de otros 20 para procesos electorales y muchos más alrededor de políticos. Los partidos de «oposición» anteriores al año de 1977 -aunque no reconocidos o legalizados- recibían muchos apoyos políticos y económicos tras bambalinas del gobierno y del Estado para seguir viviendo; a partir de 1977 la legalización fue total y los subsidios abundantes en todos los niveles. El presidente López Portillo y su secretario de Gobernación, con ello pasaron a la historia.
3. Con la total «apertura» y legalización de los partidos en 1977 la burguesía despedazó a la izquierda y la integró a su política. Como condición para la entrega de multimillonarios subsidios, de cargos políticos, de tiempos en la TV y radio, de páginas editoriales, de pago de rentas de locales y vehículos, viajes al extranjero, etcétera a partidos, impuso el absoluto control ideológico y organizativo mediante reglamentos y prohibiciones. En adelante se advirtió que el «registro» del partido podría perderse por cualquier pequeño error y nadie -sólo un loco- podría poner en riesgo el registro del partido. Dijo entonces la izquierda: «Si tanto hemos batallado y hasta hemos puesto nuestras vidas en peligro, ¿no es acaso justo recibir la recompensa»?
4. Desde entonces cambió radicalmente el pensamiento de la izquierda. La muerte de Stalin y el deshielo del stalinismo a mediados de los 50, el debate chino-soviético, la guerra de Vietnam, el movimiento juvenil de los sesenta, la invasión de Checoslovaquia, dividían y subdividían a la izquierda; ¿qué mejor momento de la burguesía mexicana para decirle que no se hagan más ilusiones y le entren a lo electoral que les darían muy buenos dividendos políticos y económicos? Desde 1977 organizar partidos y escalar cargos se convirtió en tarea política central para los más notables políticos; continuar en la lucha social -aún debilitada- como la CNTE, de una minoría de tercos activistas de la izquierda radical.
5. La «partidocracia» nunca ha gobernado en México; el PRI y sus antecesores (el PNR y PRM) sólo han funcionado como maquinaria electoral fraudulenta desde 1929; pero desde entonces ningún presidente de la República -incluso la mayoría de sus secretarios de gobierno- se desarrolló antes dentro del partido. Basta revisar uno por uno desde Pascual Ortiz Rubio hasta Enrique Peña Nieto (los 14 mandatarios) para darse cuenta que ningún presidente ocupó en más de 70 años algún cargo importante dentro del PRI. Cada presidente salió del gabinete de gobierno y el último de la gubernatura de un estado impulsados por eso que se conocen hoy como «poderes fácticos» que no es otra cosa que el empresariado, medios de información y demás.
6. Los partidos políticos en México sólo aparecen compitiendo con cierta fuerza electoral a partir de 1988 a raíz de las elecciones nacionales fraudulentas o dudosas; del fortalecimiento del modelo neoliberal privatizador y de los arreglos entre Carlos Salinas y la dirigencia negociadora del PAN. Sólo a partir de entonces fue que los partidos políticos (PRI, PAN, PRD) comenzaron a tener importancia, pero siempre muy secundaria. Quizá tampoco en algún lugar del mundo -no sé si en alguna década en la URSS, China, EEUU, Francia o Alemania- la fuerza de los partidos gobernantes haya sobrepasado la presencia de sus presidentes o primeros ministros. Quizá no haya existido el gobierno de la «partidocracia» y los partidos sólo han sido «correas de transmisión».
7. Lo que no puede negarse es la existencia de los partidos. Éstos han surgido desde principios del siglo XIX alrededor de las logias masónicas (la Escocesa y la Yorkina) o los partidos liberal y conservador, luchando por ideologías definidas para luego transformarse en aparatos de gobierno, de poder y con fabulosos negocios. Ni en el siglo XIX, ni en el Porfiriato, ni en la revolución gobernaron partidos, sino caciques, caudillos, presidentes al servicio de terratenientes, inversionistas extranjeros y Clero. ¿Qué pasó con los dos gobiernos panistas? El partido valió un carajo porque el presidente Fox se impuso a él y el sucesor Calderón lo convirtió en un guiñapo bajo su servicio. Peña Nieto ha convertido al PRI, PAN y PRD en sus sirvientes.
8. El PRD fue una creación de Cárdenas, Muñoz Ledo y de sus seguidores a partir de la unidad de partidos y grupos socialdemócratas. Eran partidos y grupos más o menos de izquierda que rápidamente se transformaron en socialdemócratas pacíficos y electorales. Durante seis años defendieron con pasión y honradez sus principios de izquierda, pero luego muy pragmáticos se adaptaron a las necesidades de la burguesía. El partido Morena más que un partido de tribus se ha conformado como un partido de masas con un caudillo indiscutiblemente trabajador y honrado (López Obrador); no se sabe si siga el mismo camino del PRD obligado por las mismas condiciones políticas del país que obliga a negociar, llegar a acuerdos y a aceptar lo que la burguesía quiere.
9. ¿Por qué los políticos en vez de ayudar a extender y organizar el movimiento social de los trabajadores escogen siempre el camino de organizar partidos políticos? Porque el movimiento social llega a confrontaciones con el poder, es acusado de violento y reprimido. Los partidos, por lo contrario, están totalmente legislados y controlados por la autoridad; incluso antes de registrarse se pide a la autoridad instrucciones, autorizaciones y, por cada paso, se le avisa a la autoridad para saber si están bien los trámites, las afiliaciones, los candidatos y qué acciones realizar que no estén prohibidas. Pienso que a López Portillo y a Reyes Heroles la burguesía gobernante debe levantarles un monumento a medio zócalo como sus más grandes héroes.
10. No hay «partidocracia» gobernante sino «poderes fácticos» integrados por 50 multimillonarios mexicanos de la lista de Forbes; por 50 personajes que manejan los principales medios informativos (TV, radio, prensa); por 50 políticos que manipulan legisladores, poder judicial, sindicatos, obreros, campesinos, profesionistas, sectores populares; 50 «intelectuales» que asesoran al gobierno a cambio de privilegios y 50 políticos que manejan cada uno de los partidos a cambio de millonarios subsidios. ¿Para qué entonces más partidos si sólo son estructuras piramidales que sirven para engrasar la maquinaria de dominación del sistema capitalista? ¿Por qué no pensar más en cómo organizar y extender las luchas sociales en México?
Blog del autor: http://pedroecheverriav.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.