Desde el 12 de diciembre de 2019, Evo Morales vive en Argentina como refugiado político. Con la llegada de Alberto Fernández a la Casa Rosada, el dirigente aymara y presidente de Bolivia entre 2006 y 2019 pudo instalarse en Buenos Aires, después de pasar por México y de que un buen número de países latinoamericanos le dieran la espalda.
El 10 de noviembre Evo Morales tuvo que renunciar a la presidencia entre acusaciones de fraude y un golpe de Estado apoyado por la derecha boliviana, la policía y las Fuerzas Armadas. Después de semanas de protestas en las calles, la elite del país, junto con otros sectores sociales descontentos con la gestión del MAS, colocaron en el Palacio Quemado a la abogada ultracatólica y presentadora de televisión Jeanine Áñez.
En marzo esta política conservadora decretó la cuarentena total. Desde entonces, la convocatoria de elecciones presidenciales se fue dilatando. Finalmente, la creciente presión social y política hizo ceder al Gobierno de facto, que ha fijado los comicios el 6 de septiembre. La Central Obrera Boliviana había dado un ultimátum al ejecutivo de Áñez: “Se van en elecciones nacionales o se van con convulsión social”. Carlos Mesa, que salió segundo en las polémicas elecciones del 20 de octubre y apoyó el golpe contra Evo Morales, se sumó a la exigencia de nuevos comicios y rechazó cualquier prórroga. El panorama político está marcado por las graves consecuencias de la pandemia, que ya comienzan a sentirse en Bolivia. El colapso del sistema de salud y las imágenes de cuerpos tirados en las calles recrean las dolorosas escenas vistas en Guayaquil, Ecuador.
Mientras tanto, desde una Buenos Aires que ha vuelto a la cuarentena más estricta, Evo Morales no detiene la marcha de la campaña electoral para que su ex ministro de Economía y candidato del Movimiento al Socialismo (MAS), Luis Arce Catacora, llegue a la presidencia.
Antes de la pandemia se quedaba en la casa de una familia de amigos argentinos, donde también acostumbraba a reunirse con algunos “hermanos bolivianos y periodistas”. Con el confinamiento, el ex presidente se trasladó a una oficina cedida por la Confederación de Trabajadores de la Educación de la República Argentina. Para Evo Morales, la Argentina no solo es un país fuertemente vinculado a su presente como refugiado, sino también con su pasado lejano. De esto y de otros temas de la política nacional e internacional accedió a conversar extensamente con El Salto el primer presidente indígena del continente desde su exilio porteño.
¿Cómo está viviendo su paso por Argentina? Sabemos que vivió aquí de niño. ¿Cómo fue esa experiencia?
Si, cuando era niño mi padre me trajo a Argentina, a Calilegua, en Jujuy. Me acuerdo siempre, era la zafra de caña. Y tenía mis cinco o seis años y no entendía nada del castellano, del idioma español. Era aymara cerrado. Había una norma argentina que obligaba a llevar a los hijos de los zafreros a la escuela. Y yo no entendía nada lo que hablaba la profesora, que se acercaba, me agarraba y me acariciaba mi cabello. “Evito, Evito”, me decía. Solo entendía eso, nada más. Acabó la zafra y retornamos hacia Orinoca, el pueblo donde nací. Mi papá era bien trabajador y con la zafra compró un catre, una cama. Antes dormíamos sobre el suelo, no había colchón, nada, nada, nada. Mi papá dormía conmigo en el catre. Mi hermana era jovencita y tenía 15 años y cocinaba para mi papá. Pasó el tiempo y mi hermana se casó. Y como es costumbre en el campo, como herencia, mi papá le regaló el catre a mi hermana. Otra vez la familia quedó sin catre. Otra vez toda la familia en la pampa, en el suelo. Qué recuerdo, ¿no?
Ahora acá estoy muy bien. Mucha solidaridad. Bolivianos o bolivianas cada dos o tres semanas me traen frutas y verduras, cajas y cajas, muchos regalos. Ayer me llegó, por ejemplo, asado de unos bolivianos. Ayer también me ha traído un argentino carne, aquí hacen parrilladas. Cada fin de semana aparecen regalos. Hay una familia que me manda cada dos o tres días panes, empanadas. Impresionado. Estoy muy agradecido por este apoyo y esta solidaridad, como también con el gobierno argentino.
Jeanine Áñez pidió al candidato del MAS, Luis Arce Catacora, y también al candidato Carlos Mesa, “que asuman con valentía la responsabilidad que tienen al haber exigido con tanta insistencia” realizar las elecciones “en plena pandemia” y en momentos en los que se ha agravado la situación en su país con un sistema de salud colapsado. ¿Cómo ha tomado estas declaraciones?
El pueblo pide elecciones, el 80%. Además de eso, si es un Gobierno de transición, debe cumplir la Constitución, ya que en 90 días tiene garantizar la elección. Es una elección en base a la Constitución.
En segundo lugar, la pandemia no es responsabilidad de quienes no estamos en las autoridades. La Organización Mundial de la Salud en enero les advirtió a todos los Estados del mundo. Ya pasaron febrero, marzo, abril, junio, julio… seis meses en los que no hizo nada. ¿La cuarentena para qué es? La cuarentena es para que el Estado pueda comenzar a equipar, organizar, prevenir. Porque no toda la vida vamos a seguir en cuarentena. Pero la dictadura no hizo nada. Cada día se escucha un acto de corrupción. La incapacidad, la ineficiencia está llevando a una situación tremenda.
Lamentablemente Bolivia tiene dos pandemias: contra la vida y sobre nuestra economía. La primera el coronavirus, nos mata el virus. Y la otra nos mata de hambre. Falta asistencia gubernamental social. Con la cuarentena se paraliza el aparato productivo, por tanto, es mala la situación económica. Pero también la dictadura en diciembre tuvo un préstamo interno de 2.800 millones de bolivianos [cerca de 400 millones de dólares] para pagar sueldos y aguinaldos. En mi gestión nunca nos hemos prestado ni un dólar, ni un peso boliviano del Banco Central de Bolivia para pagar sueldos y aguinaldos. Hasta ahora, por lo menos hay 4.000 millones de dólares de deuda interna y externa. Los dejamos con 22% de deuda externa con relación al PIB y ahora estamos con el 30% de deuda con relación al PIB. Entonces, ¿de su fracaso nos echan la culpa? Su incapacidad, la inatención al pueblo boliviano. ¿Por qué no quieren elecciones? Porque saben que van a perder. La encuesta contratada por la propia dictadura señala: Arce 37%, Mesa 19%, Áñez 13 % y Camacho 8%. Somos ganadores en la primera vuelta. En otra encuesta somos ganadores con casi el 20% de diferencia. Así como en octubre ganamos en la primera vuelta ahora también vamos a ganar en la primera vuelta. No hubo fraude y si algo hubo de fraude es solo de la OEA. Defienden un golpe de Estado. Ahora el pueblo se da cuenta cómo un Gobierno de derecha y un Gobierno de facto gobierna. Nos tienen miedo, nos quieren echar la culpa o postergar las elecciones.
¿Usted cree precisamente que puede haber algún tipo de maniobra por parte del Gobierno de facto de aquí al 6 de septiembre? ¿Le da crédito a las versiones sobre un autogolpe en Bolivia que pueda poner en peligro las elecciones?
Permanentemente intentaron ellos conmocionar el país. No pudieron. Está también el tema pandemia que fue usada justamente para postergar las elecciones y no se descarta que Áñez pueda renunciar, dejar empantanada la administración. Todo por postergar las elecciones. Pero el pueblo es tan sabio que definirá en su momento cuál es el mejor camino para la liberación del pueblo boliviano.
¿Qué país y qué mundo tendrá que afrontar el nuevo Gobierno?
En siete meses han destrozado la economía. Me duele mucho. Con mucho esfuerzo y compromiso hemos construido, hemos dejado una Bolivia digna, soberana, productiva. Una Bolivia con mucha independencia, con dignidad, con libertad, pero también con mucha diversidad. La diversidad es la riqueza de nuestra identidad y es nuestra dignidad. Va a ser difícil reconstruir, pero con Lucho Arce juntos hemos empezado en 2006 y entonces también nos dejaron un Estado mendigo. Ahora, con semejante corrupción y nepotismo paralizaron todo el aparato productivo. No hay ni una inversión del Estado, cero de inversión para empresas públicas, menos para nuevas empresas productivas. Porque nosotros lo que hicimos fue nacionalizar [la telefónica] Entel, nacionalizar los servicios básicos, hidrocarburos, minerales. Nacionalizar y ampliar el aparato productivo en manos del Estado. Nosotros hemos dicho que el Estado invierte y por lo tanto genera divisas. Antes fuimos un Estado donde regulamos, pero invertimos. Se acabó, es el modelo 100% neoliberal. Que no nos echen la culpa a nosotros del fracaso de su modelo económico neoliberal.
Otro tema central para los países latinoamericanos es la deuda externa. En el caso de Bolivia, el candidato Luis Arce, aseguró que el Gobierno de facto, en solo seis meses, incrementó la deuda externa de Bolivia en 2.038 millones de dólares ¿Cómo ve el futuro del mecanismo de la deuda externa en el marco del nuevo escenario internacional que se abre?
La deuda total es de 4.000 millones de dólares. Ahora están pidiendo 7.000 millones de dólares. Nosotros, en los casi 14 años de gobierno, cero de préstamos del FMI porque siempre chantajea, condiciona. El golpe ha sido fundamentalmente a nuestro modelo económico, pero también al litio. Bolivia: seis años primero en crecimiento económico en Sudamérica ¿Y cómo? Especialmente sin el FMI nos hemos liberado.Y ahí están los resultados. Pues ahora vuelven, se someten directamente al Fondo que chantajea. Más de 300 millones de dólares se debe al Fondo. Pero al margen de ese tema, aquí nos hace falta una ayuda, una Celac [Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños] para negociar con las distintas instancias que dan préstamos a los gobiernos, pidiendo una condonación por esta situación de la pandemia. Esa es nuestra propuesta. Y segundo, por lo menos reprogramación de la deuda, mínimamente por dos o tres años, por lo menos, que no se paguen intereses ni capital. Cuando llegamos al Gobierno la deuda externa estaba por lo menos cerca del 55% con relación al PIB. Y nosotros bajamos a menos de 20%.
¿Cómo ve al mundo post pandemia?
Yo sigo pensando que esto es parte de una “guerra biológica”. Hace dos o tres años, me acuerdo, un documento del FMI decía que en la política del nuevo orden mundial es importante planificar la reducción de la población innecesaria, que ya las personas de la tercera edad son una carga del Estado. Yo no creía. ¿Por qué digo esto? Estados Unidos, conocido como una potencia mundial, es el que tiene más muertos en todo el mundo, en un día han muerto casi 3.000 en una sola ciudad, Nueva York. Ahora están llegando a los tres millones de contagiados. ¿Y dónde está esa potencia mundial?
Hace tres o cuatro días hablé con un periodista norteamericano. Yo le preguntaba: “¿Cómo está Estados Unidos? ¿Quiénes mueren?”. Los latinos, la gente pobre, la gente humilde. ¿Quiénes más mueren? Los afroamericanos, los negros. Al sistema capitalista la gente pobre, humilde, no le interesa. Si Estados Unidos es una potencia debería estar enfrentando la pandemia, evitando muertos. Y cuando no hay equipamiento como en Bolivia, peor todavía. Militares, policías, los médicos mueren en Bolivia por falta de equipos de bioseguridad. No le interesa a la derecha, que prioriza la plata y no la vida. Ahora estamos en una situación como en Brasil.
Pese a esto, siento que ahora el mundo va a cambiar. Como hay ausencia de Estado en Bolivia con el tema de la pandemia, ahora el pueblo salva al mismo pueblo. Ahora el pueblo cura al pueblo.
En mi región, en el Trópico de Cochabamba, en cada organización sindical tenemos un Secretario de Salud. Como los hospitales están colapsados, saturados, llenos, el dirigente, con el Secretario de Salud, un funcionario de la Alcaldía y un médico más pasan casa por casa a controlar. Encuentran una familia, niño, niña, abuelo, abuela, con síntoma de coronavirus, se clausura ahí, no sale. Y entregan medicamento natural y tradicional, casa por casa. El pueblo está controlando. Y a veces no hay médico, entonces solo controlan los movimientos sociales. Y ahora están recuperándose con medicina tradicional. El pueblo cura al pueblo.