El apoyo de masas que concitó la Ley de Matrimonio para personas del mismo sexo, es otro producto del ‘espíritu de época’ del pos-2001. Contra la cruzada reaccionaria de la Iglesia, un extendido sentimiento igualitario recorrió la ‘Argentina plebeya’. Se debatió en los lugares de trabajo y estudio, en las oficinas y en las fábricas […]
El apoyo de masas que concitó la Ley de Matrimonio para personas del mismo sexo, es otro producto del ‘espíritu de época’ del pos-2001. Contra la cruzada reaccionaria de la Iglesia, un extendido sentimiento igualitario recorrió la ‘Argentina plebeya’. Se debatió en los lugares de trabajo y estudio, en las oficinas y en las fábricas con una amplia mayoría a favor, en especial de la joven generación que vivió la última gran crisis nacional. «Hoy somos una sociedad un poco más igualitaria que la semana pasada» dijo la presidenta en el acto de la Casa Rosada para la promulgación de la Ley de Matrimonio de personas del mismo sexo que votó el Senado. Pero no es lo mismo el profundo sentimiento igualitario de millones, que la llamada «igualdad ante la ley» sostenida por los partidos capitalistas (una ficción de igualdad entre clases sociales desiguales ante la propiedad privada de los medios de producción). Como último ejemplo, allí está la irrupción de los 1.500 trabajadores tercerizados del ex ferrocarril Roca que piden igualdad de condiciones de trabajo y salario con el resto de los ferroviarios, y chocan contra las leyes de flexibilización laboral instauradas en los ’90 que se mantienen en vigencia a favor de las ganancias empresarias. El régimen de la democracia para ricos tiende a cerrar filas ante este tipo de reclamo de igualdad de derechos.
Las dos caras del kirchnerismo «transversal»
Los burócratas sindicales de la Unión Ferroviaria que comanda el sindicalista-empresario José Pedraza, fueron explícitos ante el reclamo de «igual trabajo, igual salario» de los tercerizados que cortaron las vías, luego de años de cobrar la mitad del sueldo que los efectivos: «si yo en mi casa contrato albañiles, después no pueden pretender quedarse a vivir». Su «casa» vendría a ser la empresa, y los «albañiles contratados» los 1.500 trabajadores que, en realidad, deberían ser afiliados de su gremio. Como ya dijimos en ocasión de la masiva concurrencia a los festejos del Bicentenario y su relación con la adhesión al gobierno: una cosa es cierta afinidad de valores comunes como «pluralismo», «derechos humanos», «inclusión social», «diversidad y respetos a las minorías» que forman parte del arsenal del discurso del kirchnerismo; y otra, bien distinta, es el apoyo a un movimiento político que tiene que compatibilizar esa «ideología» con un aparato impresentable de burócratas sindicales, intendentes y punteros.
«El tema es que hay que mover al partido, hay una agenda nacional en marcha y hay que ver cuál es la defensa del modelo ante el proceso político que se abre el año que viene», dijo Hugo Moyano, esta vez en carácter de jefe del PJ bonaerense. Pero en el «modelo» que defiende Moyano, el mismo día que el Senado aprobaba el matrimonio igualitario, la Cámara de diputados lo hacía con la Ley de Glaciares que permite la explotación minera de las áreas peri glaciares que reclamaba el lobby de las multinacionales, como la Barrick Gold con quienes se reunió la presidenta días antes de su sanción. En fin, la coalición «transversal» del kirchnerismo va desde los nuevos aliados de centroizquierda, forjados al calor de la Ley de medios o el matrimonio gay, hasta los gobernadores de la Barrick y las mineras como Gioja de San Juan o Brizuela, el radical K, que en Catamarca reprimió las manifestaciones de los ambientalistas en Andalgalá.
«Se prueban la ropa que vas a dejar…»
En tanto, en la oposición patronal hay un ‘barajar y dar de nuevo’ a partir de la caída en desgracia de Macri y de la declinación de Cobos, los principales baluartes de la derecha nacional con proyección hacia las presidenciales del 2011.
La completa soledad política del Jefe de Gobierno porteño ante el procesamiento por el «espionaje ilegal», apenas fue atemperada por el apoyo de Eduardo Duhalde. Según el diario Ámbito Financiero, en los círculos macristas es moneda común la idea que «Si Mauricio habría cerrado con el resto del peronismo ningún juez se hubiera animado ni a mencionarlo». Tal vez ya sea tarde para el acercamiento del que Macri espera el apoyo de los pocos diputados del peronismo federal que hagan posible la maniobra de lograr mayoría en su propio «juicio político» en la Legislatura de la Ciudad. Sin duda que Duhalde quiere sostener al macrismo como la soga sostiene al ahorcado, haciéndolo dependiente y obligándolo, ahora sí, a una coalición electoral de la derecha. Si no le resultara, Macri deberá contentarse, con la insólita coincidencia en la «salida institucional» del juicio político propuesta por el diputado del MST Marcelo Parrilli («yo lo propuse primero», dijo) que así volverá a meter de cabeza a la «nueva izquierda» en el bando de la derecha empresarial, como en la crisis del campo.
En el terreno del pan-radicalismo, la derrota de Cobos en la interna de la UCR bonaerense terminó llevando a Elisa Carrió a los brazos de Ricardo Alfonsín, literalmente: «Vení, dame un beso», le dijo en un acto en Junín. «Vamos a hacer un frente mucho más amplio del que todos suponen», reveló Carrió. ¿Hasta dónde puede llegar el armado? Nadie lo dijo abiertamente, pero trascendió que Carrió batalla en silencio desde el Congreso para acercar a una fracción del peronismo» (Clarín).
Dos tendencias
En la realidad nacional conviven dos tendencias. Una, de más largo aliento, es la que expresa una reversión de las formas de pensar de amplias masas con respecto a los valores de la cultura del neoliberalismo de los ’90. La otra, en el marco de la relativa estabilidad económica, es el intento desde arriba de responder a la crisis del régimen de partidos que estalló en el 2001 armando nuevas coaliciones políticas, para mantener lo esencial de las «conquistas» obtenidas por la clase patronal bajo el menemismo o, incluso, reforzarlas.
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