Artículo extractado del diario mexicano Milenio
A un año de la muerte de Brad Will, la familia del camarógrafo niega que haya evidencias concretas de que su hijo fue asesinado por un simpatizante de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca, como lo manejó primero el gobierno de Oaxaca y después la Procuraduría General de la República.
«Nosotros estamos desilusionados con la falta de una investigación neutral, objetiva y legítima sobre la trágica muerte de Brad. La investigación inicial de las autoridades locales fue mala, prejuiciada e ilógica en sus conclusiones», responde Kathy, la madre de Brad en entrevista vía internet con MILENIO.
«La PGR ha mantenido la teoría de que Brad fue asesinado a una distancia corta, pero no existe ningún testigo que apoye esa teoría, y no hay ninguna evidencia concreta que muestre un disparo de corta distancia. Una investigación más rigurosa y profesional investigaría fuertemente otras teorías más lógicas, como la posibilidad de que funcionarios municipales, quienes fueron vistos con armas minutos antes de la muerte de Brad, fueron los responsables.
«Nosotros teníamos esperanza de que la investigación de la PGR podría cambiar esa tendencia mala y prejuiciada del gobierno de Oaxaca, pero hasta la fecha hemos visto poco avance.»
Pistoleros fotografiados e impunes
Kathy, una maestra jubilada que el verano pasado visitó México -junto con su esposo Hardy y sus dos vástagos- para conocer directamente del caso de su hijo, se refiere a Abel Santiago Zárate, Manuel Aguilar y Juan Carlos Sumano, quienes fueron captados por el fotógrafo Raúl Estrella, de El Universal, y videograbados por las cámaras de Televisa el 27 de octubre de 2006, cuando disparaban contra los manifestantes y reporteros entre los que se encontraba el fotógrafo de MILENIO, Oswaldo Ramírez, herido con un rozón de bala apenas unos minutos antes de que cayera muerto Brad Will.
Hoy en día, los pistoleros fotografiados y videograbados están libres y algunos forman parte de la administración pública de Ulises Ruiz Ortiz, en concreto del ayuntamiento de Santa Lucía del Camino, en poder del PRI.
«Nosotros no sabemos bien si todavía tres de los pistoleros siguen siendo funcionarios en el gobierno de Ulises Ruiz. Eso nos escandaliza. Estamos perturbados, porque no se les ha interrogado ni castigado por actividades parapoliciacas, como portación ilegal de armas, y su posible involucramiento en la muerte de Brad y de otras personas más», lamenta.
¿Consideran ustedes fundamental el testimonio de los periodistas presentes el día de la balacera?
No. Nosotros reconocemos que algunos periodistas y fotógrafos presentes en el lugar de los hechos no vieron mucho en cuanto a la perspectiva de ser testigos. Si ellos no tienen algo que contribuir, respetamos su decisión de no dar testimonio.
«Sin embargo, hacemos un llamado a todos quienes vieron algo para que entreguen su testimonio, para asegurar que se haga una investigación legítima sobre quiénes son los responsables de las muertes de octubre del año pasado, y que les apliquen la justicia.»
¿Qué acciones legales están planeando emprender en caso de que continúe en la impunidad el caso de Brad?
Seguiremos presionando a las autoridades mexicanas a que hagan una investigación seria, lógica, y objetiva, y que castiguen a los responsables en el caso de Brad. Sin embargo, si ellos se niegan a cumplir con sus responsabilidades, consideraremos varias opciones internacionales, incluyendo llevar el caso a la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
Brad Will
A sus 36 años, Bradley Roland Wheyler había estado en los frentes más importantes del movimiento altermundista, que comenzó a gestarse después de las protestas en Seattle.
Brad había sido punk en Pittsburg, okupa en Nueva York y ecologista en Oregon. Había vivido con Allen Ginsberg, mientras fue poeta, y estado con los indígenas aymara en El Alto, Bolivia.
También fue locutor en las radios clandestinas de Estados Unidos; sin techo en Goiania, Brasil; zapatista en Chablekal, Yucatán; piquetero en Buenos Aires; chavista en la Caracas del quinto Foro Social Mundial, y activista antiglobalización en Seattle.
Pero, sobre todo, Bradley Roland Wheyler se definía como anarquista. El camarógrafo anarquista que grabó su propia muerte en Oaxaca.