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Epistemologías y dominaciones

Fuentes: Rebelión

En Cartografías histórico-políticas se aborda el análisis de las dominaciones en el sistema-mundo capitalista. Se aborda el análisis poniendo en juego conceptos interrelacionados que describen el sistema-mundo; conceptos devenidos de experiencias, memorias y racionalizaciones. Concepto-experiencia, concepto-memoria, concepto-razón, concepto-idea, que hacen inteligible el sistema-mundo. Ciertamente todo concepto no es solamente producto de la razón, como supuso […]

En Cartografías histórico-políticas se aborda el análisis de las dominaciones en el sistema-mundo capitalista. Se aborda el análisis poniendo en juego conceptos interrelacionados que describen el sistema-mundo; conceptos devenidos de experiencias, memorias y racionalizaciones. Concepto-experiencia, concepto-memoria, concepto-razón, concepto-idea, que hacen inteligible el sistema-mundo. Ciertamente todo concepto no es solamente producto de la razón, como supuso el racionalismo; la razón, no es una facultad superior, como la concibió Emmanuel Kant, sostenida o posibilitada por la condición de posibilidad del conocimiento, que es la estructura a priori del sujeto, estructura que lo predispone a la experiencia del tiempo y del espacio, que son como intuiciones a priori de la estructura de las condiciones de posibilidad. Estructura que es también condición de posibilidad de la experiencia. La razón o, si se quiere, la capacidad racional, la actividad de racionalización, forma parte de las dinámicas de la percepción, en sus devenires, forma parte de las capacidades corporales, en interrelación y entrelazamiento con el mundo. Entonces la razón, la racionalidad, integrada a las dinámicas de la percepción, a las dinámicas corporales, a la biología de la razón, comprendiendo también la dimensión virtual, es capacidad integrada a las capacidades corporales. La razón no es una facultad aislada. El conocimiento y la experiencia, presentados por Kant como productos separados o separables, de la razón y de la intuición sensible, no son, de ninguna manera aislables, tampoco productos, sino aconteceres de las dinámicas de la percepción. La experiencia es la matriz o el substrato de la percepción, es la experiencia del cuerpo en el mundo, experiencia constitutiva de la memoria sensible, que corresponden al espesor de informaciones retenidas y activadas constantemente, de acuerdo a las selecciones hechas en los presentes. El conocimiento viene a ser experiencia racionalizada, empero, no de una razón como facultad superior, una facultad aislada, sino de una racionalización constante, integrada a los flujos de la percepción. Por lo tanto, desde esta perspectiva perceptual y corporal, los conceptos son vivencias, experiencias, expresadas en su forma racional; aparecen como cuerpos virtuales, para usar una figura aproximativa, en este sentido, estructurados; sin embargo, no estáticos, ni detenidos, como productos definitivos. Al contrario, al ser cuerpos virtuales, integrados a las dinámicas de la percepción, constantemente se activan, actúan, intervienen, sirviendo como orientadores en las dinámicas, actividades, prácticas, recorridos, de los cuerpos en el mundo. Son, usando otra aproximación provisional, estructuras estructurantes, sin embargo, estructuras constantemente reestructuradas. Se trata de estructuras racionales en permanente estructuración, vale decir, en devenir. Esta hermenéutica perceptual, integral, de los conceptos, está contrapuesta a esa manera racionalista de fijarlos, de disecarlos, convirtiéndolos en verdades dichas, a las que hay que volver, como volviendo a un museo, para recordar y narrar las explicaciones abstractas. Esta manera pura de entender los conceptos no solamente los diseca, sino que acepta una forma de cambio conceptual; la hipótesis de la ruptura, del paso de un orden conceptual a otro, como cuando cambiamos la lectura de un libro a otro.

Los conceptos son vitales, forman parte de la vida, constantemente mutan, aunque sea imperceptiblemente, incluso en el marco de corpus teóricos conformados, que, a su vez, experimentan mutaciones imperceptibles constantes, debido sus uso en las prácticas teórica. Cuando se dan transformaciones estructurales teóricas no es que se dan rupturas epistemológicas, en el sentido estructural, sino que ocurren desplazamientos teóricos como acontecimientos de la experiencia y de los conocimientos. Las transformaciones teóricas o el paso de unas teorías a otras, de unas formaciones enunciativas a otras, forman parte de dinámicas sociales, dinámicas perceptuales, de dinámicas profundas de activación de memoria, abriendo horizontes nuevos de la experiencia y de los conocimientos. Hay que pasar entonces de las interpretaciones estructurales epistemológicas a las hermenéuticas vitales, vivientes, de los conocimientos y de las experiencias.

Cuando hablamos de concepto-experiencia, concepto-memoria, concepto-razón, concepto-idea, lo hacemos provisionalmente, a modo de aproximaciones pedagógicas, buscando hacer hincapié en el perfil de distintas composiciones conceptuales, en la incidencia mayor del vinculo racional con un acontecer determinado, en el contexto integral de las interrelaciones y entrelazamientos de las dinámicas racionales. Nos referíamos, aproximativamente, a la diferencia entre un concepto como extractivismo o colonialidad respecto a un concepto como genealogía o geopolítica. También a la diferencia de estos conceptos con un concepto como modo de producción o sistema-mundo. El concepto de extractivismo es un concepto, mas bien, descriptivo, más apegado a la experiencia de este acontecer, de esta actividad, que llamamos extractivismo. Algo parecido sucede con el concepto de colonialidad, que forma parte de la serie, por así decirlo, de conceptos como colonialismo, colonización, sumando el neologismo de neo-colonialismo. Si bien, colonialidad no es exactamente un concepto descriptivo, se basa, por así decirlo, en la experiencia de los pueblos colonizados, herederos de la memoria social de la colonización, sufrientes de la colonialidad como herencia contemporánea de aquéllas violencias experimentadas y recordadas. Podemos decir que se trata de un concepto interpelador, construido no sólo como denuncia, sino como interpelación, como acción de-veladora de estructuras y relaciones de dominación, interpelación que hace inteligible a las sociedades llamadas poscoloniales. En cambio genealogía es un concepto que racionaliza la relación con la memoria, con un diseño de la memoria, que busca nacimientos de cursos y recorridos institucionales. La geopolítica es un concepto cuya racionalización incide en la estrategia, estrategia que se expresa en el objetivo del control y dominio del espacio. De manera diferente el concepto de modo de producción es un concepto con pretensiones globales, propone una totalidad estructurada en la producción, que hace de condición inicial y de fin o desenlace de una época histórica. El concepto sistema-mundo tiene las mimas pretensiones globales; empero, a diferencia del concepto de modo de producción, se abre a la multiplicidad y pluralidad de formas en la composición integral de un mundo concebido.

De lo que se trata ahora es hacer la evaluación crítica de las formaciones discursivas, de las narrativas, de-coloniales, concretamente, de las narrativas que hemos desplegado como activistas, de las teorías usadas en la acción política descolonizadora y anticapitalista. La evaluación crítica no es, de ninguna manera, ninguna renuncia a seguir haciéndolo, todo lo contrario; se trata de mejorar los instrumentos teóricos de las luchas sociales, de adecuarlos a los desafíos y transformaciones del presente, incluso hacerlo radicalmente, si es que así amerita, de trastrocar los mismos cuerpos teóricos. 

 

Umbrales y horizontes del concepto descriptivo del extractivismo

La utilización del concepto descriptivo del extractivismo en las narrativas denunciativas de de esta actividad y técnicas destructiva, que se colocan en el inicio del proceso productivo de la valorización del valor, conmensurado económicamente como equivalente general, magnitud unidimensional cuantitativa, medida del tiempo de trabajo cristalizado, ha ayudado a lograr enfoques específicos sobre el funcionamiento del modo de producción capitalista en el sistema-mundo y en las periferias de la economía-mundo capitalista. Este concepto se comienza a germinar, aunque no sea pronunciado, cuando se conforman los discursos críticos de la Teoría de la dependencia, cuando esta teoría concibe el concepto integral de sistema-mundo, definiéndolo a partir de una geografía diferencial y de una geopolítica jerárquica de centro y periferia. Cuando, de las tesis principales, se visualiza críticamente el desarrollo, interpretándola dialéctica paradoja del desarrollo con el siguiente enunciado: el desarrollo produce el subdesarrollo.  El sistema-mundo capitalista establece una división del mercado y una división del trabajo, en el contexto de los países componentes de este mundo. Mientras los centros industriales concentran y acumulan capital, las periferias transfieren recursos naturales, materias, primas a estos centros, siendo despojadas de los recursos, siendo, en otras palabras, descapitalizadas. Con la crisis del concepto de desarrollo, sobre todo notorio en los discursos de la         CEPAL; esta institución de investigación de Naciones Unidas intenta salvarse de la crisis epistemológica del imaginario evolutivo de desarrollo, acudiendo a la fragmentación de conceptos particulares de desarrollo; desarrollo sustentable, desarrollo con equidad de género, desarrollo humano, etc. La crítica, la interpelación, a las condiciones del capitalismo dependiente, reiterado en las formas del llamado modelo primario exportador, usó el concepto de extractivismo, para referirse a las economías periféricas basadas en la renta de la extracción de minerales e hidrocarburos. Indudablemente, este uso, esta interpelación, esta narrativa denunciativa, estos discursos descriptivos de las situaciones desequilibrantes, resultados de la depredación y la contaminación, de los efectos destructivos de este tipo de economías, lograron hacer inteligible, de manera concreta, el funcionamiento del modo de producción capitalista.

Sobre todo los estudios, las investigaciones, los informes y las reflexiones  sobre los efectos devastadores del extractivismo, tanto en la ecología como en la sociedad, aportaron un conocimiento detallado de las experiencias locales del extractivismo minero hidrocarburífero. El concepto de extractivismo se convirtió en un enfoque teórico y técnico para interpretar la condición histórica de los países periféricos y la condición subalterna los Estado-nación periféricos. El análisis de del modo de producción capitalista adquiere especificidad y concreción histórica, dejando de lado la repetición reiterativa de la elocuencia abstracta de un modelo conceptual. La teoría se enriqueció con los aportes de mirada locales, territoriales, regionales, que dan cuenta del funcionamiento efectivo del llamado modo de producción capitalista. La crítica de la economía política adquirió tonalidades efectivas, ayudando a potenciar las luchas concretas contra el capitalismo. Saliendo de las declaraciones generales anti-capitalistas, ingresando en el terreno de las luchas especificas contra las formas concretas del capitalismo, tanto en las periferias como en los centros del sistema-mundo.

El aporte teórico tiene que ver con la comprensión específica de la composición del modo de producción capitalista, que no se reduce a la composición orgánica de capital, tampoco  la composición técnica de capital, sino que aparecen otras composiciones dadas en la geografía del sistema-mundo capitalista. ¿Hablamos de una composición geopolítica del capital? ¿Hablamos de la relación de una composición extractiva y de una composición productiva del capital? Estas definiciones no han sido incorporadas en la discusión, empero abren la inteligibilidad de las composiciones del capital a una variedad compleja de estructuras. Variedad de composiciones que manifiestan las dinámicas múltiples, las articulaciones complejas, en la formación del capital; resultado de la acumulación originaria por despojamiento y la acumulación ampliada, por medio de subsunciones. La teoría del modo de producción adquiere materialidad, por así decirlo.

La descalificación del concepto de extractivismo, del enfoque crítico e interpelador que conlleva, se la efectúa desde la defensa sacerdotal de la pronunciación abstracta de una teoría general, concebida con mirada monacal. Esta mirada dogmática no es más que habitus conservador de camaraderías y fraternidades; es decir, de complicidades patriarcales, que encuentran en la teoría general una ocasión para legitimar privilegios y manejos de poder, a partir del usufructo del prestigio que prestas la teoría en uso. Estos señores creen en las ceremonias, en la transmisión de verdades, en el fetiche de la intelectualidad, en el distanciamiento académico, prácticas que no son más que armaduras para protegerse de la subversión de la praxis. Los defensores de la ortodoxia son los sacerdotes de las iglesias modernas, que capturan feligreses, militantes, creyentes, para reproducir la institucionalidad de la academia, de la corriente teórica, defendida fanáticamente, el partido. Esta es una estrategia conservadora, pues preserva las formas de poder institucionalizadas, defendiéndose frente a las dinámicas de la potencia social.

Los defensores de la ortodoxia no pueden reconocer los avances de la teoría, adecuadas, enriquecidas, con los aportes de las reflexiones críticas de las experiencias concretas. Prefieren el olor a incienso, la pronunciación mística y trémula de las grandes verdades. Optan por las descalificaciones apresuradas, que muestran su temor.  Para ellos estas novedades son sobresaltos juveniles o «posmodernos»; no pueden ser tomadas en serio, pues nadie ni nada puede cuestionar las sagradas escrituras. Estos discípulos son los personajes de velorio, lugar donde se rinde culto a la muerte, donde se consagra al muerto. Nuca se ha equivocado, nos ha dejado un gran legado, que debemos defender. Esta divinización del maestro es la forma paradójica de consagrar su muerte, la forma paradójica de volverlo a matar por segunda vez. Deja de ser humano para ser un mito. Ya no se aprecia las vinculaciones concretas con el mundo que le tocó vivir, menos las formas ingeniosas de cómo elaboró su crítica, no se aprende de su praxis, sino al endiosarlo, se lo vuelve un profeta que nos habla desde la montaña. Este es el momento cuando estos «ideólogos revolucionarios» se parecen a los «ideólogos» defensores del Estado liberal, del libre mercado, de la libre empresa, del sistema de competencias. En lo que se parecen es en la teleología; para unos y otros, se ha llegado al fin de la historia.

Es aleccionador observar el comportamiento de los partidos «revolucionarios» institucionalizados, de los intelectuales «revolucionarios» institucionalizados, en relación a estos desplazamientos teóricos, que se concentran en las experiencias devastadoras del modo de producción capitalista en las periferias del sistema mundo. En vez de apreciar su mirada concreta, su sensibilidad especifica, han preferido descalificarlas, incluso como si formaran parte de las estrategias del imperialismo.

El aporte del enfoque extractivista, acompañado y apoyado por investigaciones, es darnos a conocer el funcionamiento especifico del modo de producción capitalista. El modo de producción capitalista adquiere materialidad histórica, aparece en carne y hueso en un lugar determinado, ya no es solamente un concepto, una idea crítica. Despreciar este avance es apegarse al vacío, donde la verdad es tan abstracta y tan general, que deja de ser un peligro, deja de ser un arma de las luchas sociales, para convertirse en el centro ausente de una ceremonia cómplice de los poderes constituidos.

Desde la perspectiva del enfoque extractivista, el modo de producción capitalista es un dominio del capitalismo sobre la naturaleza, no solamente sobre la fuerza de trabajo. Es el ejercicio del poder de la institucionalidad y la maquinaria de la valorización abstracta sobre las potencias proliferantes de las formas de vida. El modo de producción capitalista no podría iniciarse, no podría comenzar, si no cuenta con materias primas, los insumos necesarios para la transformación productiva. Los recursos naturales son condición de posibilidad del modo de producción capitalista. No hay modo de producción sin materias primas, sin recursos naturales. Esta condición de posibilidad del capitalismo, plantea, de entrada, un desplazamiento teórico respecto a la tesis original marxista. La especificidad del modo de producción capitalista no se encuentra en la explotación de la fuerza de trabajo, pues para que suceda esta explotación, es indispensable contar con el control de los recursos naturales, de las materias primas indispensables, para el proceso de producción, además del monopolio de los medios de producción.  La especificidad del modo de producción capitalista se encuentra en esas separaciones, en esas escisiones,  en esos aislamientos, en esas autonomizaciones, fuerza de trabajo, naturaleza, medios de producción, fuerzas productivas, relaciones de producción, economía, etc. Estas separaciones convierten a las mismas en cosa, no solamente en mercancía; las convierten en objetos de producción. A esta heurística de la cosificación, a esta reificación del objeto de la producción, de la valorización abstracta, llamaremos colonialismo, en sentido amplio, colonialismo y  colonización de cuerpos, praxis y ejercicio de la colonialidad. Esta apreciación, este punto de partida, nos lleva a concebir la constitución colonial del modo de producción capitalista.

El enfoque extractivista conecta la teoría del modo de producción capitalista con las teorías del colonialismo, de la colonialidad, de la descolonización y de la decolonialidad. En este sentido, la teoría marxista sobre el capitalismo es corregida, incorporando esta historia de la constitución del sistema-mundo, esta violencia inicial, esta guerra de conquista, como mecanismo concreto de la acumulación originaria de capital a escala mundial. Negar este comienzo constitutivo y recurrencia permanente, es no solamente circunscribirse en una mirada eurocéntrica, en la hipótesis de la excepcionalidad europea, sino también renunciar a una lucha efectiva contra el capitalismo. Este socialismo eurocéntrico se convierte en «ideología» social, defensora del modo de producción contra el que dice luchar. Esta es una de las paradojas manifiestas de las llamadas revoluciones socialistas.

Decir que el enfoque extractivista y el enfoque ecologista forman parte del capitalismo verde, es la muestra de una simpleza argumentativa, acompañada por confusiones insólitas. Por una parte, es no prestar atención a los desplazamientos teóricos, mucho menos a los desenvolvimientos de la experiencia social; esta desatención muestra el encierro, el encaracolamiento, de los defensores de la ortodoxia, quedando suspendidos en una representación anacrónica, alejados de las convulsiones del presente. El enfoque extractivista es una de las mejores interpelaciones actuales contra las formas de dominación capitalistas. La crítica al enfoque extractivista y a al enfoque ecologista, son, en la práctica, defensas veladas del capitalismo.

Por otra parte, confundir el capitalismo verde con el enfoque extractivista y con el enfoque ecologista, es develar la mas irresponsable provisionalidad en el debate. El capitalismo verde es una propuesta de las instancias operativas internacionales del orden mundial, de las conferencias de naciones unidas sobre el cambio climático, una propuesta financiera del sistema financiero mundial. ¿Qué tiene que ver esta propuesta con la crítica del extractivismo, con la crítica ecologista?  Nada. Forma parte de los apresuramientos gubernamentales de los voceros de los gobiernos progresistas, en su desesperada manera de cubrir sus profundas contradicciones.

 

El enfoque extractivista también conecta la teoría del modo de producción con los enfoque ecológicos, las teorías ecológicas, que ya son teorías de la complejidad. Esta conexión exige otros desplazamientos; se pasa de la episteme de teorías deterministas o, en el mejor de los casos, multi-deterministas, a teorías donde la indeterminación plantes los entrelazamientos, los nichos y el azar como matrices combinatorias. Pasamos de teorías holistas a teorías des-totalizadoras. Pasamos de teorías evolucionistas, que suponen la temporalidad lineal, a teorías pluralistas, que comprenden ciclos entrelazados. El modo de producción ya no es el marco teórico único, total, a partir del cual se deducen consecuencias teóricas, sino que forma parte de narrativas teóricas abiertas, simultáneas, donde el concepto de modo de producción es un operador en la interpretación de diferentes problemáticas entrelazadas.

Las conexiones del enfoque extractivista nos muestra que nos encontramos ya en otra episteme, la de la complejidad. No es la episteme de la historicidad, también, en contraste y compartiendo, episteme estructuralista, relativa al análisis de la estructura o las estructuras, así como de la formalización. Estamos en la episteme de la simultaneidad, de las articulaciones complejas, de las integraciones en distintos niveles, del entrelazamiento y de los nichos, así como de los ciclos. Desde este juego de perspectivas simultáneas, la experiencia del capitalismo no se explica a partir de un concepto que hace de síntesis de múltiples de terminaciones, sino de los efectos e impactos, de las formas concretas que adquiere, en distintos contextos, territorialidades, sociedades. Si se quiere, utilizando una metáfora, que además es una inscripción «real», al capitalismo se lo estudia a partir de las huellas que deja.

El capitalismo deja de ser una generalidad,  también deja de ser la universalidad de la realización del capital; aparece en sus múltiples singularidades, en sus formas logradas, en sus conexiones, en sus combinaciones, así como en sus composiciones locales, nacionales, regionales y mundiales. El capitalismo es, en realidad, capitalismos integrados. El capitalismo no se explica a partir de la teoría del valor o no solamente, sino estudiando sus prácticas y estrategias de ganancia, sus prácticas y estrategias de control, sus prácticas y estrategias de competencia, sus prácticas y estrategias de poder.

 

¿Es el capitalismo un modo de producción?

El concepto de modo de producción es un concepto explicativo, un concepto que busca explicar el funcionamiento del capitalismo, fenómeno caracterizado como la valorización del valor abstracto, del equivalente general, valorización del dinero. Karl Marx se opone a las teorías que explican la ganancia por el juego de la oferta y la demanda, por los juegos del mercado; propone que la valorización se realiza en la producción, no en el mercado. Esta es la razón última por la que caracteriza al capitalismo, es decir, a la valorización abstracta y su subsecuente acumulación, como modo de producción. El segundo paso es presentar el modelo de producción característico del capitalismo, a diferencia de otros modos de producción dados en la historia. El modo de producción capitalista parte de las condiciones de posibilidad monopólicas, por un lado, y las condiciones de posibilidad de despojamiento y desposesión, por otro lado. En lo que respecta a las primeras condiciones de posibilidad, se trata del monopolio de los medios de producción, el monopolio de la tierra y el monopolio del dinero. Esto último deberíamos entender como el monopolio de las finanzas, en cierto nivel de desarrollo y de organización. En lo que respecta a las condiciones de posibilidad de despojamiento y desposesión, supone la existencia de hombres y mujeres despojados de sus tierras y desposeídos de sus medios de producción; se trata de la aparición del proletariado. Hombres y mujeres que no tienen más que su cuerpo, más que su fuerza de trabajo, para hacer algo con él, para usar esa energía; lo que hacen para sobrevivir es vender esa capacidad corporal, que es la fuerza de trabajo. La conclusión del modelo, de este enfrentamiento entre los que controlan los monopolios y los que no tienen nada, salvo su propio cuerpo, es que, al contratar los capitalistas la fuerza de trabajo proletaria e incorporarla al proceso de producción, logran apropiarse de tiempo de trabajo no pagado. Subsumen el trabajo al capital, en un proceso donde se produce tanto la transformación material, la producción de mercancías, como la producción abstracta, la producción de la valorización.

Este es el núcleo del concepto. Lo sugerente del concepto modo de producción capitalista es que traslada la explicación de la ganancia del ámbito del mercado al ámbito de la producción; por otra parte, devela la relación de explotación en el ámbito de la producción. Entonces la ganancia se explica por la apropiación privada de los productos del trabajo colectivo. Lo de la apropiación del tiempo de trabajo, expresado, además como tiempo de trabajo socialmente necesario, que supone la cristalización del tiempo en el valor y la valorización, es, mas bien, una tesis abstracta. No deja de ser un problema restringir la explicación de la valorización al eje del tiempo, a la conmensuración del tiempo. El cálculo económico, la contabilidad capitalista, que, obviamente, se basa en registros cuantitativos, no se resume a la medida del tiempo; intervienen una multiplicidad de factores y condiciones que deben ser controladas y coordinadas. La valorización, es decir, la medida, para no volver a la misteriosa cristalización del tiempo socialmente necesario, es captada por el cálculo económico, cálculo de los costos de producción, cálculo del transporte, cálculo de las ventas. La valorización no se da sólo en el ámbito de la producción, no se podría dar en el ámbito de la producción sino se controlan las condiciones y los otros factores intervinientes. La valorización resulta del control, de la coordinación y combinación de múltiples condiciones y factores intervinientes. El dominio no sólo se ejerce sobre la fuerza de trabajo, sobre el proletariado, sino sobre un conjunto de campos, de ámbitos, de territorios, de pueblos y poblaciones. No sólo se puede suponer la existencia de los monopolios como condición de posibilidad histórica del capitalismo, es menester explicar su aparición, su formación, su génesis y genealogía. Sin la existencia de estos monopolios no podría darse, por lo menos teóricamente, el capitalismo. Entonces para explicar el capitalismo es indispensable explicar la genealogía de esos monopolios, el monopolio de los medios de producción, el monopolio de la tierra, el monopolio financiero.

Si bien Marx pasa del análisis de la producción, donde se produce la transformación y la valorización, al análisis de la distribución y hace alusión al consumo, comprendiendo la interrelación entre el ámbito de la producción, el ámbito de la distribución y el ámbito del consumo, haciendo hincapié en la distribución y el consumo productivos. Si bien dice que la realización de la plusvalía se da en el mercado, el análisis es insuficiente para explicar la formación y la existencia de los monopolios, que son condición de posibilidad del capitalismo.

Esto es importante pues nos traslada a otros dominios del sistema capitalista, a otras dominaciones del sistema de la valorización del capital. El sistema capitalista domina la tecnología, controla el saber y la ciencia, la producción de tecnología. Controla los campos donde se dan lugar estos saberes, estas destrezas, la producción de estos instrumentos. El capitalismo no solamente supone la existencia de propietarios privados de medio de producción, sino el control y el dominio de los campos de saberes, de los campos tecnológicos, campos donde se producen saberes, ciencia y tecnología. Entonces el sistema capitalista supone el control de los sujetos sociales que producen saberes y tecnología. Lo hace de la misma manera que lo hace con los obreros, por medio de contratos de trabajo; también de inversiones en investigaciones, en universidades, en programas de educación.  ¿La relación con los científicos y técnicos es una relación de explotación? Se puede decir que si, pues se apropia de saberes sociales, del intelecto general, de conocimientos y de técnicas, que corresponden a la creatividad social; privatizadas por los procedimientos de separación de los productos de sus producciones, de las producciones capturadas por mallas privadas, por fábricas y talleres. Algo que es social es apropiado privadamente por medio de dispositivos jurídicos y estatales, que establecen que el producto es propiedad privada, pues ha sido producido en espacios privados.

¿El sistema capitalista explota a los intelectuales, a los científicos a los ingenieros, a los técnicos que producen saberes, conocimientos, tecnologías? Manteniendo la misma tesis de Marx sobre la relación entre propietarios no-productores y productores no-propietarios, podemos decir que sí. Sin embargo, tampoco los intelectuales, los científicos, los ingenieros, los técnicos pueden considerarse propietarios de sus saberes, de sus conocimientos y de sus técnicas. Estos son bienes sociales, forman parte del común de la sociedad. ¿Se puede decir lo mismo de los trabajadores? ¿Son ellos propietarios de su fuerza de trabajo, incluso son propietarios de su cuerpo? El cuerpo y sus capacidades, entre ellas la energía empleada como fuerza de trabajo, no es propiedad de cada uno de los trabajadores, ni de nadie. El cuerpo es vida, forma parte de los ciclos de la vida, forma parte de la potencia de la vida. Lo que hace el capitalismo es capturar formas de vida, capturar partes de la potencia de la vida, en determinados periodos, para utilizar ciertas capacidades como energía subsumida y direccionalizada a obtener determinados productos, determinados resultados. Lo que el capitalismo hace es apropiarse de las capacidades de los cuerpos que logra controlar, comprometiéndolos en la producción de bienes y servicios para el consumo masivo. El monopolio sobre estos bienes y servicios le permite ofrecerlos como mercancías, condicionando a los consumidores a comprarlas. En definitiva, el capitalismo es un sistema que interviene la vida, captura parte de sus dinámicas, parte de su potencia, parte de sus ciclos, usando estas capacidades en producción privatizada de productos privados, destinados al mercado. El capitalismo es un sistema que expropia lo común de una manera privada. Al hacerlo calcula, mide, las magnitudes de esta expropiación. La apropiación no solamente es sobre los productos sino es también control de las actividades productivas; es decir, organización, control y coordinación de estas actividades. Lo que se llama valorización no es otra cosa que dinámica transformadora y creativa de la vida. Captura pues estas dinámicas para apropiarse de los productos.

¿El sistema capitalista es distinto a los diferentes sistemas que se conforman en el Oikos, en la ecología, en los ecosistemas, en las biodiversidades, no solamente correspondientes a las sociedades humanas, sino a todas las sociedades orgánicas? Todos los sistemas de vida actúan en los espesores y nichos del Oikos, succionan energía para alimentar sus propias reproducciones.  La particularidad de las sociedades humanas es que sus sistemas de vida actúan también sobre sí mismas, ocasionando también capturas, utilización de energía y capacidades humanas en función de jerarquizaciones y estratificaciones privilegiadas. La particularidad del sistema capitalista es que lo hace en función de apropiaciones privadas, sobre la base de la privatización de los productos, que suponen la privatización de la tierra, la privatización de los medios de producción y la privatización financiera. Así como suponen el control privado de los saberes, de las ciencias y de las técnicas. En términos muy generales se podría decir que el sistema capitalista no es distinto de lo que ocurre con todos los sistemas de vida; sin embargo, en términos específicos, el sistema capitalista se distingue, incluso en la propia distinción de las sociedades humanas.

Cuando las sociedades humanas logran capturas más amplias, controles más amplios, domesticar el genoma de las plantas y animales, efectúa la llamada revolución verde con la agricultura, ocasionando lo que se va conocer como residencia permanente, el sedentarismo, aglutinando poblaciones en ciudades, conformando administraciones y organizaciones centralizadas, las sociedades se estratifican, los sistemas sociales actúan sobre sí mismo, diferenciando y capturando cuerpos y capacidades humanas. Cuando se interviene en gran escala en los ciclos de la vida esto lleva también a una intervención en los ciclos de las sociedades humanas. ¿Por qué un mayor control sobre los ciclos vitales lleva al control sobre la misma sociedad humana? ¿Por qué una mayor intervención en los ciclos vitales del entorno llevan a organizar la intervención en los ciclos de la vida humana? ¿El resolver una mayor complejidad enfrentada lleva a crear una mayor complejidad interna?  Se podría decir que actuar en la exterioridad es también actuar sobre sí mismo; pero, ¿por qué esta actuación sobre sí mismo lleva no solo a la diferenciación, a la estratificación, sino también a la dominación? Esta es la pregunta clave.

Hemos tratado de responder a esta pregunta en Devenir y dinámicas moleculares, recurriendo a la hipótesis interpretativa de la inclinación humana por las instituciones imaginarias de la sociedad. Estas criaturas humanas se vuelven los cuervos que se comen los ojos de sus creadores. Sobre mapas institucionales se conforman las dominaciones. ¿Cómo explicar esta inclinación por las instituciones imaginarias de la sociedad? ¿Por qué a partir de estas instituciones imaginarias se conforman las dominaciones? La captura institucional define un dominio, un campo de dominio sobre cuerpos; retiene dinámicas moleculares y flujos sociales. Inscribe en los cuerpos la marca institucional, hendiendo en ellos el imaginario como habitus. Las dominaciones se consolidan con la constitución de sujetos y subjetividades. Entonces el poder puede reproducirse espontáneamente. ¿Por qué ocurre esto? ¿Por qué los sistemas humanos terminan sirviendo al imaginario instituido, dejando de servir a los ciclos vitales, a la reproducción de la vida misma? ¿Cómo explicar este desplazamiento en los sistemas de vida humanos? ¿Una anomalía en los códigos de la vida, inscrita en el ser humano? Difícil responder a estas preguntas. Lo que queda claro, en todo caso, es que esta inclinación por las dominaciones es una inclinación por la destrucción.

Volviendo a la evaluación crítica del modo de producción, vemos que es insuficiente para dar una explicación completa e integral del sistema capitalista. De alguna manera, estos límites han sido notorios. Se ha buscado traspasar estos límites construyendo conceptos menos abstractos, menos orientados al modelo universal, conceptos históricos, más orientados a buscar las articulaciones específicas dadas en distintos contextos históricos. Un concepto operativo, en el sentido mencionado, es el de formación económica y social; que busca la articulación específica de estructura y superestructura, en una de las versiones; la articulación de modos de producción, bajo la hegemonía del  modo de producción capitalista, en otra versión.  Otro concepto histórico, de carácter más politico, es el concepto de imperialismo, basado en minuciosas observaciones del análisis económico de las relaciones concomitantes del Estado y el sistema financiero. Ambos conceptos mejoraron notablemente el análisis del sistema capitalista, otorgando al concepto de modo de producción, la ayuda de conceptos descriptivos y de configuraciones históricas. Sin embargo, no se terminaba de lograr dar una explicación exhaustiva, completa e integral del sistema capitalista, de su funcionamiento, sobre todo del funcionamiento de la compleja articulación instrumental, de las dinámicas materiales que sostienen la valorización abstracta de capital.

Un avance importante, en este sentido, de completar la explicación del sistema capitalista, es el desplazamiento del análisis hacia el concepto de sistema-mundo. Con el concepto de sistema-mundo capitalista se logró pensar, de una manera integral, el complejo funcionamiento del sistema capitalista, abarcando la perspectiva mundial. La virtud de este concepto es comprender la articulación de lo diverso, plural y dicotómico, de instituciones, estados, sociedades, culturas, economías locales, como integración y subsunción en el desarrollo de la acumulación de capital. Articulación  e integración capitalista que se dan en la extensión y desplazamiento de la geopolítica del sistema-mundo; geopolítica que diferencia y jerarquiza la geografía planetaria, distinguiendo centros y periferias en el sistema mundo-capitalista.

El concepto sistema-mundo capitalista resuelve varios problemas pendientes, atribuibles a la estructura, a la composición categorial y a los límites del concepto modo de producción capitalista. El concepto sistema-mundo capitalista pertenece a la episteme de la complejidad; su composición de articulaciones múltiples, de entrelazamientos diversos, de integraciones móviles, no pretende validez universal, tampoco expresa un modelo ni un modo homogéneo, sino que persigue situarse en la dinámica de entrelazamientos, conexiones y combinaciones de distintas formas y módulos, que se dan en distintos planos, en distintos campos, no sólo en el ámbito productivo. La metáfora arquitectónica de estructura y superestructura desaparece, para dar lugar a condicionamientos múltiples, sobre y co-determinaciones plurales y simultaneas. Se trata de comprender cómo se articulan instituciones como el Estado con instituciones como las empresas, conectadas, al mismo tiempo con instituciones como los sindicatos, atravesadas simultáneamente por instituciones culturales como las relativas al campo escolar y las correspondientes a las costumbres, terminan integradas en los procesos llamados de valorización abstracta. Esta articulación local es contextuada en la complejidad del mundo, en la complejidad de las dinámicas dadas mundialmente, que conforman también articulaciones e integraciones institucionales, empresariales, financieras, de organismos internacionales, de corporaciones, dadas a escala mundial. El concepto sistema-mundo capitalista es tanto descriptivo como explicativo, identifica coyunturas y conceptos, concibe el funcionamiento integral, en múltiples planos, del capitalismo. Sin embargo, todavía queda pendiente la explicación articulada e integral de la valorización y de la acumulación. No se trata de volver a los modelos teóricos, homogéneos y universales, sino de lograr descripciones exhaustivas, explicaciones del conjunto de operaciones que sostienen la valorización. No se puede volver a la tesis de que el valor es sustancial, cuya esencia radica en el tiempo de trabajo socialmente necesario. No hay valor como tiempo cristalizado en la mercancía; esta tesis es esencialista. El valor responde a un orden de relaciones, mejor dicho a un orden de operaciones relacionadas, a un orden de relaciones operacionales.  El valor y la valorización abarcan operaciones cuantitativas, desde el control de las materias primas, desde las estrategias por disminuir la renta de las materias primas, hasta las manipulaciones en torno al salario, pasando por bajar los costos del transporte, lograr transformaciones tecnológicas que incidan en la productividad y la competencia,  formar monopolios que controlen los mercados, así mismo lograr controlar gobiernos y estados, evitando leyes y contratos perjudiciales. La valorización integra numerosas cuantificaciones, que se dan en distintos planos; de lo que se trata es de disminuir todos los costos, abriendo el espacio no solo para ganancias sino para super-ganancias. La valorización deja de ser un proceso esencialista para situarse en la exterioridad de múltiples operaciones, que inciden en la formación de la valorización a escala mundial. Esta valorización no se da sólo en el ámbito de la producción, en el proceso productivo, sino que comprende enlaces entre distintos ámbitos. La valorización no puede darse sólo en el ámbito de la producción;  la valorización supone el control de distintos ámbitos y campos, que componen el mundo.   

La valorización es matemática; se trata del conjunto de operaciones de medida y de cálculo, dadas en distintos planos y ámbitos de actividad, que acompañan al conjunto de estrategias y tácticas de minimización de costos y dilatación del espacio de las ganancias. La valorización es descriptible y cuantificable, no hay que buscarla en ninguna esencia o sustancia escondida. Es sorprendente encontrarse con economistas marxistas que se hayan devanado los censos buscando la fórmula matemática para calcular el valor, la valorización, la plusvalía, en términos sustanciales, de tiempo socialmente necesario cristalizado. Esta búsqueda corresponde a una tesis no solamente sustancialista, es decir, metafísica, sino también unidimensional; se concibió al tiempo como sustancia de valor. Olvidando de plano que si el sistema capitalista es mundial y se mueve, realiza y efectúa, reproduciéndose en todos los niveles y planos de actividades sociales mercantilizables, entonces la valorización se da de una manera multidimensional, no de una manera inmanente sino de la forma externa en la que aparecen las actividades. Estas formulas tan extrañas, que han elaborado estos calculistas del misterioso valor, que llamaremos alquimistas del valor, en su sentido sustancialista, quedaran en el anecdotario de la historia de la economía política.

Retomando la evaluación teórica del concepto del sistema-mundo capitalista, podemos apreciar que el mismo ha coadyuvado notoriamente en el análisis de las formas económicas y sociales del sistema capitalista, dadas en la inmensa geografía de las periferias. Desde la Teoría de la dependencia hasta las investigaciones de Immanuel Wallerstein, pasando por las investigaciones de Fernand Braudel y Giovanni Arrighi, el concepto de sistema-mundo capitalista se ha ocupado de estudiar la formación del capitalismo mundial, de las características de los ciclos largos, de las relaciones y estructuras geográficas entre centros y periferias, de sus desplazamientos, de sus composiciones y articulaciones en los ámbitos comerciales, industriales y financieros, de sus conexiones estatales, corporativas, internacionales. Analizando los substratos coloniales, las estructuras de poder, las transformaciones culturales. Estudiando las divisiones del mercado y del trabajo, analizando los condicionamientos de lo que se llamó después economías extractivistas y estados rentistas, nombradas, en ese entonces, el de la contemporaneidad de sus investigaciones, economías de exportación de materias primas.

El concepto extractivismo, en todas sus variantes, debe interpretarse en los contextos, en la estructura y composición, en la complejidad del sistema-mundo capitalista. No puede concebirse  de manera aislada y autónoma, sino en articulación e integración en el sistema-mundo. La interpretación integrada del extractivismo comprende sus variedades y diferencias como economías extractivista locales, nacionales y regionales. Hablamos del extractivismo minero e hidrocarburífero. Hablamos también de composición económicas mezcladas; empero, definitivamente extractivista, cuya base gravitante es la extracción de materias primas, de recursos naturales, aunque tenga desarrollos en la industria, en la revolución tecnológica, así como en la infraestructura de transportes, también en los servicios urbanos. Hablamos de la misma manera del llamado neo-extractivismo, neologismo referido a la incursión expansiva en el extractivismo por parte de los llamados gobiernos progresistas, aunque hayan mejorado los términos de intercambio.

Después de ponderar positivamente el concepto de extractivismo, queremos hacer algunas anotaciones sobre sus limitaciones. Se ha observado una tendencia a referirse al extractivismo, a explicar el extractivismo, de una manera aislada y desarticulada, así como descontextuada, del sistema-mundo capitalista. Esto es como volver atrás, esto es como mantenerse en la episteme analítica e historicista, campo teórico de los estudios que consideran las «realidades» locales, nacionales y hasta regionales, de una manera aislada, como si pudieran darse solas y no en el mundo. No hay «realidades» aisladas, todas las «realidades» económicas, sociales y políticas, se constituyen en el mundo y son constituidas por el mundo. Este análisis desarticulado del extractivismo lo termina convirtiendo en un fenómeno propio, independiente, convirtiéndolo en misterioso, resultado de la conspiración de tenebrosas corporaciones secretas. Lo que se gana con el concepto de extractivismo, en su condición descriptiva y denunciativa, se pierde cuando se pasa a este tipo de explicaciones desarticuladas, que se encaminan al recurso de la teoría modelo o teoría paradigma, teoría causalista obsesionada por la explicación racional para llenar los vacíos explicativos.

Otra tendencia sesgada es circunscribir el análisis del extractivismo al impacto ecológico y ambiental, también de una manera aislada y desarticulada. Igualmente aquí, lo que se gana en las descripciones de los impactos contaminantes, depredadores, desequilibrantes de los ecosistemas, se  pierde cuando se busca la explicación del extractivismo como negación ecológica, en su sentido más amplio, como negación ambiental, en su sentido reducido. De esta manera se llegan a conclusiones morales como las tesis del decrecimiento. No puede perderse el juego de perspectivas de la episteme de las teorías de la complejidad, menos cuando se asumen los espesores ecológicos; tampoco se puede lograr una explicación integral del fenómeno extractivista sin comprender que las formas extractivistas forman parte intrínseca del modo de producción capitalista a escala mundial, del sistema-mundo capitalista como complejidad de articulaciones societales, estatales y culturales, complejidad integrada al servicio de la acumulación de capital.

En contraste, se dan tendencias a descartar el concepto de extractivismo tanto como descriptivo; así como explicativo. Se mantiene perseverantemente la idea de un modelo único, universal, homogéneo, que no requiere de recomposiciones, de incorporación de especificaciones; sin comprender el aporte del concepto de extractivismo, que le otorga cuerpo y especificidad al concepto de modo de producción capitalista y al concepto de sistema-mundo capitalista. Descartar el concepto de extractivismo es como renunciar a darle al concepto de modo de producción fluidez y capacidad de adecuación. El concepto de extractivismo coadyuva a que el concepto de sistema-mundo se aposente, sea útil en el análisis. El concepto de extractivismo da cuenta de los funcionamientos concretos del modo de producción capitalista, así como del  sistema mundo capitalista. Descartar entonces el concepto extractivista es renunciar a entender el funcionamiento histórico del modo de producción y la geopolítica del sistema-mundo capitalista.

 

Colonialismo, colonialidad y sistema-mundo capitalista

Weber le ha atribuido al espíritu del capitalismo, vale decir, a la religión, en este caso al cristianismo en su versión protestante, particularmente calvinista, un papel preponderante en la formación del capitalismo. Georges Bataille, en La parte maldita, retoma esta tesis, evaluándola críticamente a la luz de las relaciones paradójicas entre excedente e imaginarios sociales; éstos expresando simbolismos, representaciones, narratividades asociadas al uso del excedente, ya sea como gasto improductivo o como gasto productivo, como ocurre con la burguesía. El problema de estas tesis, incluso de la crítica, es que suponen el excedente, sin preguntarse cómo se produce y genera el excedente. La virtud de Marx es haberse desplazado al análisis del excedente a partir de las estructuras que lo producen y generan. De alguna manera, con la sociología, con el estudio de los comportamientos y las conductas,  se ha abandonado la preocupación sobre la producción y generación del excedente, volcándose  hacia una episteme dedicada a explicarse el uso del excedente de una manera productiva, dedicada a explicarse la inclinación por la inversión y la reinversión del excedente a partir de códigos religiosos, códigos morales, códigos disciplinarios. No discutimos que esto pueda ocurrir, que sea una tendencia en la relación de los propietarios con el excedente; sin embargo, es difícil aceptar que esta sea la tendencia fundamental en la explicación del capitalismo, que sea la condición de posibilidad de la formación del capitalismo. En todo caso, es una tendencia entre muchas, que forman parte de procesos concomitantes en la formación del sistema-mundo capitalista.

Lo importante es explicar la producción y generación del excedente. Ciertamente el excedente es histórico, no puede disociarse de la formación económica y social donde se generó. En el caso del excedente capitalista no puede disociarse del modo de producción capitalista; empero, comprendiendo que este modo de producción se encuentra articulado a un conjunto de sistemas y dispositivos que tienen que ver con el control, vale decir, el monopolio de los recursos naturales, de las materias primas, el monopolio de la tierra, el monopolio de los medios de producción, de la tecnología y de la ciencia, el monopolio de los dispositivos de poder, el control del Estado, así como el control del transporte, además del monopolio de las comunicaciones, incluyendo a los medios de comunicación. Por otra parte, no se puede des-contextuar este modo de producción capitalista de formaciones económicas y sociales donde se heredan y activan otros modos de producción; tampoco se puede des-contextuar el funcionamiento del modo de producción capitalista en un sistema más complejo, que integra estados, sociedades, culturas, lenguas, diversas, subsumiéndolas a los procesos de acumulación de capital. Si bien, la formación del excedente capitalista no puede explicarse sólo a partir del ámbito de la producción, como dijimos antes, sino a través de una combinatoria de formas y dispositivos, dados en distintos ámbitos a nivelo mundial, no se puede eludir, de ninguna manera, la composición histórica del excedente.

En la formación del excedente capitalista juegan un papel primordial el colonialismo, la colonización y la colonialidad. El excedente capitalista no es un fenómeno local, tampoco nacional, no es, así mismo un fenómeno regional, es un fenómeno mundial. El excedente capitalista se da en el sistema-mundo. Con esta tesis no se niegan singularidades de fenómenos locales, tampoco nacionales, menos regionales, sino que se comprende que estos fenómenos locales, nacionales y regionales dependen de la estructuración y funcionamiento del sistema-mundo. Partir del fenómeno local o nacional para explicarse la génesis del capitalismo es suponer la excepcionalidad europea, olvidándose que lo que se llama capitalismo, valorización dineraria, ya se había dado antes y en otros contextos históricos y continentales. El capitalismo es más antiguo y proviene, en los ciclos largos, del Asia. Antecedentes históricos, frente a los cuales se caen las tesis sobre el espíritu del capitalismo.

El paso de la centralidad de ciclos del capitalismo asiáticos a la centralidad de ciclos de capitalismo europeos se debe fundamentalmente a la conquista del quinto continente, Abya Yala. Europa sale de su condición periférica contando con el excedente descomunal que obtiene por despojamiento y desposesión de las tierras, poblaciones, pueblos y sociedades conquistadas. Entonces lo que se tiene que estudiar es la condición colonial en la conformación del sistema-mundo capitalista, así mismo, en la producción y generación del excedente capitalista. No se puede soslayar esta tarea, a no ser que se caiga en una apología eurocéntrica, pues se trata de dar cuenta del acontecimiento histórico del sistema-mundo capitalista. En el abordaje o re-abordaje de esta tarea, que en parte significativa ha sido abordada por las teorías e investigaciones de la dependencia y de la modernidad, que toman como horizonte el sistema-mundo capitalista, vamos a sugerir un cuerpo de tesis, que deben ser retomadas en las investigaciones históricas.

 

Tesis de la colonialidad capitalista

1.   El excedente no se forma sólo en el ámbito de la producción, sino en su articulación con distintos ámbitos, de recursos, de saberes y de técnicas, sociales, comunicativos y de transporte.

 

2.   El excedente capitalista es posible en el sistema-mundo capitalista, es un fenómeno mundial.

 

 

3.   La clave en la formación y estructuración del sistema-mundo capitalista es su dominio geográfico, dominio dado históricamente por conquistas, colonizaciones y consolidaciones coloniales.

 

4.   Por lo tanto, la clave del excedente capitalista es el despojamiento y desposesión colonial.

 

 

5.   La clave del incremento de este excedente se encuentra en el uso productivo del excedente, en la inversión y reinversión del excedente.

 

6.   Este uso productivo del excedente se llama revolución industrial. Aunque haya habido antes inversión y reinversión productiva, la inversión productiva propiamente dicha, la inversión que cruza el umbral, construyendo lo que llama Marx el modo de producción específicamente capitalista, es la inversión industrial.

 

 

7.   El sistema-mundo capitalista, en las condiciones de la revolución industrial, transforma las condiciones coloniales, pues ya no requiere el control directo de los dominios coloniales, tampoco requiere, en sentido estricto, de dominios territoriales administrados por los imperios coloniales. El sistema-mundo capitalista de la revolución industrial requiere de un sistema de libre mercado.

 

8.   La nueva condición colonial se da a través de estados independientes, Estado-nación subalternos.

 

9.   Se puede distinguir por lo menos dos etapas en la formación del excedente capitalista; la primera, cuando el excedente se forma directamente por despojamiento y desposesión colonial; la segunda, cuando, sin de dejar de darse el despojamiento y desposesión colonial, se forma una inmensa periferia, ahora de Estado-nación subalternos, encargados de transferir recursos naturales a los centros del sistema-mundo capitalista. La colonialidad económica se da en el contexto de una geopolítica del sistema-mundo, en la geografía jerarquizada de la división del mercado y del trabajo a escala mundial. Donde una mayoría de países se convierten en vendedores de materias primas, reservas de recursos naturales y de mano de obra barata.

 

 

10.       Sin los términos de intercambio desigual, que se da en esta división internacional del mercado y del trabajo, no podría explicarse la formación del excedente capitalista.

 

11.       El excedente capitalista, el plusproducto, la plusvalía, no sólo se explica por la explotación de la fuerza de trabajo, sino también, en combinación y en articulación, con la explotación y expoliación de pueblos, de países, de territorios, de la inmensa geografía de las periferias del sistema-mundo capitalista.

 

 

12.       El excedente capitalista no se explica sin el dominio del sistema-mundo sobre la naturaleza.

 

13.       El excedente capitalista supone una economía política generalizada. Esto equivale a la autonomización generalizada de abstracciones, de equivalentes generales diversos, en distintos campos, el económico, el político, el cultural, el del poder. Esto acontece a través de una analítica diferenciadora de representaciones y referentes, analítica consolidada institucionalmente, mediante la constitución de instituciones imaginarias en la sociedad.

 

 

14.       Así como se puede hablar de una economía generalizada, se puede también hablar de un colonialismo y colonialidad generalizados. El sistema-mundo capitalista coloniza los cuerpos de todas las sociedades y pueblos del mundo, incluyendo a las sociedades correspondientes a los centros del sistema-mundo capitalista. Induce en los cuerpos conductas y comportamientos no solamente relativos a los disciplinamientos, sino también a los diagramas del control y de la simulación.

 

15.       El colonialismo y la colonialidad generalizados avanzan al control biogenético de las poblaciones, no solo humanas, sino orgánicas. El control biogenético de las capacidades reproductivas hablan de ello; por ejemplo, el control directo de las semillas convierten a los campesinos y productores de alimentos en dependientes de semillas manipuladas genéticamente. De este modo los ciclos de la vida, ligados a la producción de alimentos, son subsumidos a los procesos de acumulación de capital. De aquí, no sería extraño asistir al control biogenético de los humanos, así como de la reproducción humana.

 

 

16.       No se puede disociar colonialismo de capitalismo, ni capitalismo de colonialismo. Ambos procesos concurren como dos caras de la misma moneda.

 

17.       Por eso, tampoco se puede disociar capital, como valor abstracto, capitalismo, como valorización abstracta, de poder, como dominación polimorfa sobre los cuerpos y los territorios.

 

 

18.       En este sentido el capitalismo es dominación de cuerpos, expropiación de sus capacidades, absorción de sus energías, por medio de procedimientos de captura.

 

19.       En este sentido, el excedente corresponde a la apropiación de energía, por medio de procedimientos de captura. La valorización abstracta es la medida matemática de la apropiación de energía. El excedente corresponde a la acumulación de energía, expropiada, desposeída, despojada; pero, también, paradójicamente, implica su despilfarro. El capitalismo despilfarra energía ocasionando entropía, transfiriendo costos impagables a la naturaleza.

 

 

20.       El capitalismo se ha convertido en un sistema-mundo que atenta contra la vida, contra los ciclos vitales, contra los sistemas de vida. Es un sistema-mundo que ocasiona entropía.

 

21.       La contabilidad capitalista continua contando el crecimiento económico, ocultando los costos irreparables transferidos a la naturaleza, ocultando la entropía que provoca, ocultando el lado oculto del crecimiento que es la destrucción del planeta.

 

 

Paradojas de la crítica

De la misma manera que en el caso del concepto de extractivismo, donde aparece la tendencia a aislarlo, ha convertirlo en una totalidad, ha darle un carácter universal, volviendo a la racionalidad abstracta, huyendo de los desafíos del pensamiento complejo, que exige pensar la pluralidad, las articulaciones de la pluralidad, sus composiciones singulares, así mismo, en el caso de las teorías descolonizadoras y las teorías de la decolonialidad, aparecen tendencias simétricas a la universalización, que tienden a convertir el colonialismo y la colonialidad en fenómenos puros, en «realidades» independientes, homogéneas. Se explica el colonialismo como resultado de una violencia pura y desnuda, la colonialidad como su perduración institucional. En otra versión, el colonialismo como racialización de las relaciones sociales; la colonialidad como racialización institucionalizada y hecha sociedad. En una tercera versión, el colonialismo como dominación cultural, que genera aculturación, deculturación, vaciamiento cultural, olvido, enajenación. En una cuarta versión, el colonialismo vendría a ser una episteme dominante, la episteme eurocéntrica, que se reitera en los saberes instituidos; esta tesis nos lleva a la crítica de la colonialidad del saber. Siguiendo esta perspectiva, se comprende un substrato mayor colonial; la colonialidad del saber se asienta sobre la colonialidad del poder, que se constituye como dominios sobre los cuerpos, dominios articulados por el Estado moderno. Dominios que marcan los cuerpos con códigos raciales. Esta colonialidad del poder se da como geopolítica mundial, regional, nacional y local.

Si bien se halla en todas estas teorías descolonizadoras y de-coloniales la fuerza interpeladora, que hace inteligible las sociedades coloniales y poscoloniales, que hace inteligible el colonialismo y la colonialidad dadas en el mundo, cuando el análisis se desarticula de los otros procesos constitutivos y formativos del sistema-mundo, pierde alcance, pierde fuerza, convirtiéndose en cuerpos teóricos simétricos a las teorías modernas, simétricos a las teorías con pretensiones de universalización. Se ha vuelto a perder la mirada de la complejidad. Se ha vuelto a separar capitalismo y colonialismo, el acontecimiento capitalista respecto del acontecimiento colonial, como si fuesen procesos distintos. Ciertamente no ocurre eso con la misma intensidad en todas las versiones de-coloniales; esta separación se da con mucha claridad en las tesis culturalistas. Se da con mucha menos intensidad en las tesis sobre la colonialidad del poder. Sin embargo, el problema de la disociación es evidente. ¿Cómo explicar el colonialismo y la colonialidad sino en los contextos del sistema-mundo capitalista?  A su vez, ¿cómo explicar el sistema-mundo capitalista sin los acontecimientos del colonialismo y la colonialidad? La autonomización del tema lleva a concebir el mundo sólo desde esta perspectiva; el problema no queda aquí, en lo que se conoce como fenómeno de la rejilla, sino que tampoco se termina de explicar el colonialismo y la colonialidad a partir de sí mismas, de su propio suceder. Esta es la razón por la que se recurren a hipótesis ad hoc, a interpretaciones auxiliares; el préstamo es a una de las variantes de la teoría de la conspiración.  Entonces el colonialismo resulta ser un emprendimiento conspirativo, en tanto que la colonialidad, su consolidación y perduración, el manejo secreto de oscuros grupos de poder. Estas interpretaciones no ayudan, en absoluto, a comprender la genealogía colonial.

Estamos, en el juego articulado de perspectivas móviles, en la mirada integrada de la complejidad; desde este juego de perspectivas, el colonialismo y la consecuente colonialidad, el sistema-mundo capitalista, tampoco son procesos, cada uno, únicos, puros, homogéneos, independientes, explicables a partir de su propio suceder. Son acontecimientos; es decir, multiplicidad de singularidades en juego y en composición, abriendo procesos múltiples intrincado, entrelazados, articulados, mutuamente condicionados. Desde este juego de perspectivas, desde esta mirada multidimensional, que hace hincapié en las dinámicas moleculares, las explicaciones son armadas a partir de sus dinámicas, sus composiciones, sus articulaciones y sus integraciones coyunturales, periódicas, épocales, de acuerdo a sus contextos y espesores. El colonialismo y la colonialidad no son pensadas como unidades abstractas, homogéneas, como modelos repetidos, dados a escala, sino más bien, se concibe el colonialismo y la colonialidad en sus distintas formas, en sus diferentes formaciones, en la complejidad de sus variadas composiciones, en las coyunturas, en las etapas de los ciclos del capitalismos vigentes, en la geografía mutable del sistema-mundo capitalista. En otras palabras, en la formación enunciativa abierta por la economía política generalizada, la colonialidad es una economía política, entre las desplegadas por la generalización del método y la analítica de la bifurcación, de la diferenciación, que da lugar a las abstracciones, que se colocan en el lugar de la verdad. Entonces la colonialidad es comprendida a partir de la economía política de los cuerpos, particularmente la economía política de los cuerpos a los que se marca racialmente; economía política que bifurca y diferencia hombre negro de hombre blanco, hombre indio de hombre blanco, hombre de color de hombre blanco; bifurcación y diferenciación que supone la constitución del género, diferenciación mujer de hombre. El hombre blanco se convierte en el equivalente general de esta economía política de los cuerpos, en el valor abstracto de la antropología, la sociología y psicología colonial. La crítica de la economía política generalizada, particularmente, la crítica de la economía política colonial, crítica de esta bifurcación y diferenciación analíticas, devela la dominación colonial como inscripción en los cuerpos de este diagrama de poder racial y patriarcal sobre los cuerpos. Se expropia a los cuerpos, se los despoja y des-posesiona, de sus capacidades; a su vez, se los captura, se los retiene en mallas y redes institucionales, en el espacio estriado estatal, modulando sus cuerpos  incidiendo en sus comportamientos.  

El colonialismo no es pues el resultado de larvadas conspiraciones, más o menos sofisticadas, ni la colonialidad, la consolidación colonial manejada por el secreto y sigiloso procedimiento de oscuros grupos coaligados. Las conquistas y las incursiones coloniales, sus sucesivas corrientes, comprendiendo sus distribuciones, los ciclos coloniales, así como las distintas composiciones, estructuras e instituciones de la colonialidad, se sostienen en la materialidad, en las prácticas, en las inscripciones, de diagramas de poder, configurados en los despliegues y conformaciones del sistema-mundo capitalista, constituyendo imaginarios institucionales a partir de la economía política generalizadas.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.