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¿Escucharon?

Fuentes: Rebelión

Quienes en forma latente pernoctaban por años, despertaron de un letargo virtual. Los poderes hegemónicos y sus empleados, la clase política agoraron la extinción del onírico ideal zapatista. Desde la caravana del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en 2006 por todo el país y los actos represivos contra los habitantes de San Salvador Atenco, […]

Quienes en forma latente pernoctaban por años, despertaron de un letargo virtual. Los poderes hegemónicos y sus empleados, la clase política agoraron la extinción del onírico ideal zapatista. Desde la caravana del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en 2006 por todo el país y los actos represivos contra los habitantes de San Salvador Atenco, adherentes a «La Otra Campaña», los consorcios mediáticos extrajeron de sus agendas informativos los temas referentes a los zapatistas y a los movimientos sociales aliados.

Como es costumbre de quienes se encuentran enquistados en las cimas del poder económico y político, la forma de resolver los problemas de la clase trabajadora se resume a ignorar, a desprestigiar, a minimizar a los oprimidos. Eso hicieron durante años los medios de comunicación, eso hicieron los administradores nacionales en turno. Abajo no existe, solo arriba, promulgaron como axioma inviolable.

Mientras el sistema capitalista global en su fase Imperialista permite la concentración del capital en reducidas manos, enriqueciendo a extremos nunca antes vistos a algunos y empobreciendo a las grandes mayorías. Mientras las transnacionales tienen como único dogma la ganancia exorbitante y la explotación laboral desmedida. Mientras las empresas mineras todo lo destruyen y compran las conciencias de los «representantes populares». Mientras la violencia de una «estrategia anti narco» deja una nación ensangrentada. Mientras una televisora y los tecnócratas de siempre compran con dinero la presidencia. Mientras eso pasa, también existe la indiferencia, pero en el contacto con la realidad, en el fragor del esfuerzo cotidiano, la rabia se hace presente, una rabia que huele a dignidad.

Esa rabia es la misma que en 1994 llevó a los integrantes del EZLN a declararle la guerra al Estado, a quienes miraban como representante de los opresores y cómplices de la situación precaria en que se encontraban miles de indígenas en Chiapas y el resto del país.

La misma indignación fue la forjadora de los grupos de autodefensa del ahora municipio autónomo de Cherán, también esa resistencia se ha visto en las luchas por una mejor educación y un sindicato democrático por parte de los docentes progresistas de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad encabezado por Javier Sicilia contra la barbarie de estrategia policiaco-militar del anterior gobierno.

Esa indignación frente a lo autoritario del neoliberalismo, hizo resistir a los integrantes del EZLN e ir formando una organización política alternativa, alejada de los vicios institucionales, guiadas en el principio: «Mandar obedeciendo».

Después de ese enero de 1994, del combate frontal contra las fuerzas represivas del Estado, de sufrir pérdidas humanas y ser atacados con virulencia por el nefasto gobierno de Carlos Salinas de Gortari el Ejercito Zapatista, inició a organizar a sus bases, por medio de los «caracoles» se hicieron las Juntas del Buen Gobierno, con una visión horizontal se alejaron a construir su mundo, con su propias herramientas, por su propio camino.

Por eso el pasado 21 de diciembre más de 40 mil zapatistas tomaron pacíficamente las plazas municipales de Ocosingo, San Cristóbal de las Casas, Palenque, Altamirano y Las Margaritas. Nunca se fueron. En breve comunicado el Subcomandante Insurgente Marcos inquirió: ¿Escucharon?

«Es el sonido de su mundo derrumbándose» «Es el del nuestro resurgiendo.»

Manuel Alejandro Ramírez Solorio es Licenciado en Docencia en Lengua y Literatura por la Universidad Autónoma de Baja California.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.