Puede ser «consuelo de tontos» o una peligrosa actitud indiferente el afirmar que no es Bolivia el único país en crisis de Latinoamérica. Que otros Estados peores situaciones enfrentan o han enfrentado. Esto es cierto, nuestro país, a pesar de todo, presenta un conjunto de condiciones mucho más favorables y ofrece potencialidades que podrían prometer […]
Puede ser «consuelo de tontos» o una peligrosa actitud indiferente el afirmar que no es Bolivia el único país en crisis de Latinoamérica. Que otros Estados peores situaciones enfrentan o han enfrentado. Esto es cierto, nuestro país, a pesar de todo, presenta un conjunto de condiciones mucho más favorables y ofrece potencialidades que podrían prometer un mejor porvenir.
Sin embargo, es necesario reconocer que las condiciones políticas, sociales y económicas actuales nos conducen a una descomunal y terrorífica incertidumbre que requieren acciones articuladas, sostenidas y urgentes. La institucionalidad democrática en Bolivia sigue inestable.
Como señales de este deterioro en el nuevo siglo XXI al que todo el mundo, le auguró «mejor suerte y un venturoso porvenir», dos gobiernos electos democráticamente en Bolivia, han sido sustituidos (2003 y 2005), aunque «dentro de un relativo marco constitucional», mediante alzamientos populares y políticos violentos, y como emergencia de ello, la permanente intolerancia y rechazo a cualquier iniciativa nacida de las instituciones
Al calor de esta inestabilidad en círculos financieros internacionales se habla de un nuevo indicador denominado «Índice de Estados Fallidos», construido a partir de medidores que abordan asuntos políticos, sociales y económicos, entre ellos: la presión demográfica, el movimiento de inmigrantes, falta de protección de los derechos humanos, desarrollo desequilibrado, declive en el crecimiento económico, incremento de desigualdades, criminalización y cuestionamiento del Estado, deterioro de los servicios públicos, intervención de otros Estados o actores políticos externos.
¿Cómo nos evaluamos en esa relación de indicadores? ¿Somos o estamos en trance de ser un «Estado fallido»?
Algunos dirán que estos estudios expresan «la aspiración de las potencias de imponer su hegemonía» y justificar acciones interventoras futuras. Sin embargo, no dejan de ser un instrumento indicativo a considerar, con la prudencia y relatividad del caso. Urge un análisis sobre los riesgos y los problemas que enfrenta nuestro país en la construcción de su institucionalidad.:
– La desigual distribución del ingreso
– El crecimiento desordenado y desigual de la población
– El comportamiento de la «clase política»
– La polarización de las regiones
– La desconfianza mutua
– La tentación de usar el poder de manera absoluta
– Falta de actitud de diálogo
– La ingerencia externa
– La falta de una visión de largo plazo
A veces somos injustos y atribuimos a Dios, al destino, y a los errores de otros la culpabilidad. Pretendemos lavarnos las manos, justificarnos, evadir nuestras responsabilidades o diluirnos en asuntos no sustantivos, lo cual es una tendencia equivocada, pero muy humana.
Por ello, tomando en cuenta que el consenso no es blanco ni negro, tampoco rojo y más bien es multicolor, ¿porqué no programar acciones realistas contra la persistente falta de vocación unitaria de los bolivianos? Y antes, como pre-requisito, respondernos entre todos a los siguientes cuestionamientos capitales: ¿Es posible construir consensos duraderos y estables en éste, talvez, último intento por re-construir el Estado Boliviano? ¿Por qué es tan difícil que los bolivianos podamos entendernos, respetar nuestras diferencias, aceptarnos y convivir bajo un mismo cielo y territorio, con cultura diversa pero historia común que nos hace tener muchas más similitudes que diferencias?…
Existe una ineludible responsabilidad de los que tienen en sus manos las capacidades de dialogar y buscar coincidencias nacionales en medio de necesarios desacuerdos que siempre existieron y existirán… o resignarse a seguir igual y asesinar lentamente a Bolivia.
* Freddy Ontiveros es abogado, colaborador de tinku.org, ex dirigente de la central obrera dep. de oruro y ex secretario general de la prefectura en Oruro-Bolivia