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Carta a accionistas de Danone sobre conflcito con Bonafont en Puebla

¿Están dispuestos a invertir en una multinacional criminal?

Fuentes: Nodo de Derechos Humanos

Gilles Schnepp, presidente del concejo de Danone, cierra la carta que envía el 17 de marzo de 2021 a los accionistas hablando de los fuertes cimientos de Danone y cómo éstos tienen que ver con “profundos compromisos ambientales y sociales”.

Danone se ha mostrado al mundo como una empresa que considera prioritario tener un efecto positivo en las comunidades en donde asienta sus negocios así como tener un impacto positivo en el medio ambiente. Desde esa carta, Danone está en una etapa de cambios importantes, y en una etapa así vale la pena que se pregunten si esos cimientos son consistentes o si ese gigante de ética empresarial está parado frágilmente sobre hipocresías y eufemismos de barro.

Tal vez lo sepan, probablemente no, pero en un rincón de México existe una comunidad llamada San Mateo Cuanalá en el municipio de Juan C. Bonilla en el estado de Puebla. Ahí operaba una planta embotelladora de agua de la marca Bonafont que es parte de Danone. La sobre explotación de agua de esa planta ha afectado el acceso al agua de las comunidades que la rodean lo que ha detonado el conflicto que hoy existe entre esas comunidades y Bonafont-Danone.

Danone, que en 2019 reportó ventas por 4.6 billones de euros sólo de agua embotellada a nivel global. La planta de Bonafont en Juan C. Bonilla Bonafont embotellaba aproximadamente 20 garrafones de 20 litros por minuto, es decir 1.7 millones de litros de agua al día es decir más de 600 millones de litros de agua al año. Si tomamos en cuenta un precio promedio de 42 pesos por garrafón eso representaba más de 400 millones de pesos anuales. Eso es mucho dinero y sobre todo, muchísima agua. Esa misma empresa empleaba a alrededor de 357 personas con salarios que en conjunto difícilmente superan los 100 mil pesos diarios, es decir, menos de 40 millones de pesos anuales. Eso significa que las ganancias no sólo eran cuantiosas sino exorbitantes.

Los habitantes de las 20 comunidades que conformaron los Pueblos Unidos llevaban años denunciando la escasez de agua en los pozos de la región, la misma región en la que apareciera un socavón gigantesco. Más allá del debate sobre la causa inmediata de las sequías y socavones, la relación entre ambas no puede ser simple coincidencia o representar “hechos aislados”, refleja cambios significativos en el subsuelo de la zona y en los mantos acuíferos, cambios que ponen en riesgo socioambiental a toda la región de manera directa, e indirectamente al conjunto del planeta. Una explotación de agua de la magnitud de la que hacen empresas como Bonafont-Danone inevitablemente abona a esta crisis.

El 22 de marzo de 2021, tras recorrer todos los laberintos burocráticos posibles sin lograr solución alguna, los pobladores de las comunidades afectadas decidieron instalar un plantón a la entrada de la planta embotelladora.

Tras meses sin respuesta a sus reclamos, más allá de amagos represivos, el 8 de agosto de 2021 las comunidades, agrupadas bajo el nombre de Pueblos Unidos decidieron como medida desesperada ocupar las instalaciones de Bonafont. Las comunidades convirtieron esa planta en la Altepelmecalli (Casa de los Pueblos), un espacio que se convirtió en una fuente de vida para sus comunidades, no sólo por detener la sobreexplotación de su agua, sino en un lugar con atención a la salud, cursos de formación, actividades artísticas, una radio comunitaria, biblioteca, actividades para niñas y niños, entre muchas otras. Fue el primer momento en el que esas instalaciones de Danone tuvieron un impacto positivo en las comunidades que la rodean.

El 15 de febrero de 2022 a la 1:20 de la madrugada el Altepemelcalli, sin diálogo previo por parte de las autoridades o de la empresa Bonafont, fue desalojado por un operativo en el que participaron militares de la Guardia Nacional armados con rifles de asalto con los que amenazaron a las personas que ahí se encontraban, incluidas niñas y niños, ancianas y ancianos en lugar de mostrar alguna orden judicial que avalara el desalojo. Desde entonces, la planta de Bonafont permanece vigilada por una fuerza para-policíaca (guardias armados y con equipo antimotines de la policía, pero sin distintivos de algún cuerpo de seguridad pública o privada).

Ésto ha convertido el conflicto en un tema público que ha detonado la solidaridad nacional e internacional de personas y organizaciones preocupadas por el medio ambiente y el derecho al agua.

Días después del desalojo, la oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU exhortó al diálogo para “atender los problemas de fondo que dieron origen a la protesta”. El problema de fondo es simple, el agua.

De acuerdo con el código de ética de Danone todas sus subsidiarias deben adherirse a él y si hay diferencias entre el código y las leyes locales deberán adherirse a las que establezcan un estándar más alto. En ese mismo documento hay dos puntos que resaltan en torno al caso de Bonafont en el municipio de Juan C. Bonilla, en el estado de Puebla.

En el tema de comunidad dice que:

“La misión de Danone es proporcionar salud a través de la alimentación al mayor número de personas. En este sentido, el respeto y el diálogo con las comunidades en las que trabajamos es clave. Nuestro reto es participar con responsabilidad en nuestras comunidades y tener un impacto positivo en ellas, no solo a través de nuestros productos sino también mediante nuestra actividad empresarial y social.”

Bonafont y las autoridades gubernamentales ignoraron durante años los reclamos de los pobladores afectados por la escasez de agua y por la posible sobreexplotación de los mantos acuíferos. A esto se suman los efectos sociales en las comunidades como lo describen los propios habitantes:

“La llegada de las empresas ha afectado la actividad económica propia de las comunidades que estaban relacionadas con la agricultura”, lo que ha derivado en una mayor migración, salarios precarios y afectación a la producción agrícola por falta de agua y humedad y por contaminación. A raíz de esa situación es que, por decisión asamblearia de sus autoridades tradicionales, 20 comunidades de la región deciden tomar la planta de Bonafont en Juan C. Bonilla con el propósito de clausurar el pozo y detener sus operaciones.

Meses después de que los Pueblos Unidos habían convertido la planta en un espacio colectivo y abierto con actividades en beneficio de sus comunidades, en el Altepelmecalli, es que llega el desalojo presuntamente por orden judicial. De acuerdo con los testimonios de los propios pobladores el operativo tuvo las características de un asalto militar de la Guardia Nacional que recibían indicaciones de personas no uniformadas o identificadas y cobijado por las policías estatal de Puebla y municipal de Juan C. Bonilla, además de que en ningún momento se les presentó ningún documento u orden judicial que acreditara la legalidad de las acciones de las fuerzas armadas y de seguridad.

Es poco probable que las comunidades en torno a la planta Bonafont interpreten como “respeto y diálogo” que sus habitantes sean encañonados con armas de asalto en plena noche, sin haber sido informados de ninguna determinación judicial. Es poco probable que esto constituya un “impacto positivo” de la actividad empresarial y social de Danone.

En el tema de medio ambiente dice que:

“En Danone, nos comprometemos a respetar y proteger el medio ambiente desarrollando nuestra actividad de manera sustentable. Supervisamos y registramos el impacto ambiental de nuestras operaciones, minimizándolo dentro de lo posible y esforzándonos siempre por mejorar en este ámbito.”

De acuerdo con testimonios de los habitantes del municipio de Juan C. Bonilla, en el que está la planta Bonafont, que comprende a las comunidades de San Mateo Cuanalá (cabecera municipal), San Lucas Nextetelco, Santa María Zacatepec, la Colonia José Ángeles y San Gabriel Ometoxtla:

“De las cinco comunidades sólo Zacatepec y la Colonia José Ángeles tienen pozos de Agua potable. Los pozos de Zacatepec se utilizan 5 horas de lunes a viernes y sacan 8 litros por segundo (37,440 m3/año), al contrario, Bonafont está sacando 19 litros por segundo las 24 horas del día (599,184 m3/año)”.

De acuerdo con los pobladores de la región los casi 600 millones de litros anuales de agua extraída por Bonafont (16 veces más que los dos pozos mencionados por las comunidades) han sido un factor importante para que los pozos y ameyales de la región redujeran sus niveles o se secaran. Los pobladores confirmaron ésto tras detener las operaciones de la planta embotelladora el 17 de marzo de 2021 y confirmar que sus pozos y ameyales aumentaban sus niveles de agua.

Además de la reducción de niveles, surge un problema de contaminación ambiental como explican los habitantes de Zacatepec:

“Más del 50% de los que vivimos en Juan C, Bonilla tenemos pozos noria (método tradicional de extracción de agua). Cuando llegan estas empresas contaminan nos vemos en la necesidad de hacerlos más profundos y ya no nos queda de otra más que correr el riesgo de consumir agua contaminada (de menor profundidad).”

¿Se puede decir entonces que la subsidiaria de Danone está operando de manera sustentable y minimizando su impacto ambiental?

Además, en el código de conducta de Danone para sus socios de negocios en la cláusula 6 sobre seguridad, salud y medio ambiente dice que:

“Los Socios de Negocio están obligados a cumplir todas las leyes aplicables en materia de salud, seguridad y medio ambiente durante su relación con Danone. Deberán asegurar la implementación de las medidas adecuadas para proteger la seguridad y la salud de sus empleados, así como para mitigar el impacto medioambiental de sus operaciones empresariales en la medida de lo posible.”

De acuerdo con versiones periodísticas Bonafont afirmó en un comunicado que extrae alrededor de 200,000 m3/año (una tercera parte de lo que calculan los habitantes afectados), casi el doble de los 105, 229 m3/año que le autoriza la concesión 04PUE100118/18FMDL08 que se encuentra registrada en el Registro Público de Derechos de Agua (REPDA) a nombre de “Embotelladora Arco Iris, S.A. de C.V.” (nombre de la empresa propietaria de la planta originalmente).

Según uno de los fundadores de Danone (Profesor Yunus – https://www.danonecommunities.com/who-we-are/our-story/) esta corporación creó algo sumamente novedoso: la primer multinacional diseñada conscientemente como un negocio “social”. Ese negocio social en el que invirtieron sus socios (según el mismo fundador) se centra en mejorar el acceso al agua para beber y en dar acceso a una alimentación sana. De ahí surgen algunas preguntas de gran importancia para contrastar entre su discurso y su práctica “social”:

Si suponemos que los accionistas de Danone consideran la responsabilidad corporativa como una de sus prioridades entonces ante el discurso “social”, ¿Se puede ser responsable socialmente quitándole el agua a las comunidades sólo para lucrar con ella?

¿Si los daños sociales y al medioambiente que está generando Bonafont implican un ecocidio y afectan la vida de miles de personas están dispuestos a ser cómplices de un crimen?

Los actos que está cometiendo Bonafont, como el saqueo del agua y la contaminación del medio ambiente, en un contexto como el que atravesamos de calentamiento global configuran ecocidio, daños a las personas que habitan las comunidades que son afectadas con estos actos y al medio ambiente. Es decir, crímenes que al ser cometidos por una multinacional, por una corporación terminan por implicar a estructuras, no solo a personas. Entonces ¿Están dispuestos a invertir en una multinacional criminal?, ¿Ese es el horizonte de Danone?

En teoría los códigos de conducta de las empresas existen para limitar actos que sean constitutivos de crímenes, de actos dañinos, no solo para la empresa misma sino para otros y otras. En este momento Danone puede confirmar que su código de conducta está sierviendo para apoyar y encubrir la ejecución de crímenes contra el medio ambiente y contra las personas y de seguir así singnifica tomar la decisión de ser parte de una multinacional criminal que comete y avala crímenes corporativos, o bien, puede revisar sus códigos y demostrar que el discurso quiere decir algo más que palabras vacías y mercantilizables. El mundo los está viendo, lo que decidan será esencial para definir y calificar los actos de esta enorme multinacional.

Con el planeta sobrecalentado y en agonía cada vez queda más claro que el crecimiento económico de las empresas ya no puede darse en contra del bien común y del medio ambiente. Es una realidad que no se puede disfrazar. Mientras sigan existiendo multinacionales que cometen crímenes, más daños se provocarán al planeta y a la humanidad.

Bonafont y Danone no han querido escuchar a las comunidades ni han hecho algo por detener ésto, tal vez algunos de sus accionistas, aquellos que creen todavía que la vida y las comunidades valen más que el dinero que genera muerte, puedan lograr que su empresa detenga estas acciones destructivas.

Nodo de Derechos Humanos

www.nodho.net