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El “modelo” en el fin de ciclo

Estancamiento con exclusión

Fuentes: La Izquierda Diario

Diversos indicadores confirman que el año pasado concluyó con caída de salarios reales que están ya por debajo de los niveles de diciembre de 2001, así como un deterioro del empleo. Anticipos de una situación que promete seguir deteriorándose.

Desde comienzos de este año, los datos que se vienen conociendo confirman que 2014 marcó un salto en el deterioro del empleo y los salarios. Según un informe del Observatorio Social de la CTA difundido ayer, los salarios tuvieron en 2014 la peor caída desde 2002. Este resultado fue consecuencia de la aceleración de la inflación que siguió a la devaluación del peso, que se aceleró durante enero de 2014, y de las presiones ejercidas desde el gobierno para poner techo a los aumentos que resultaron de las negociaciones paritarias. Gracias a esta doble acción, los salarios sufrieron en promedio un fuerte desgaste.

La mayor caída la mostraron los salarios del sector privado registrado, que sufrieron una disminución de 5,5%. En el caso de los trabajadores del sector público, la caída habría sido según el mismo informe de 3,1%. En cambio, según los datos que arroja el Indec, medidos según la inflación que arrojan índices alternativos al oficial, el único sector que habría tenido en sus ingresos reales un desempeño positivo, es el de los trabajadores del sector privado que no se encuentran registrados. Los salarios de los trabajadores no registrados habrían tenido una suba de alrededor de 2%, un resultado que genera muchas suspicacias cuando, a juzgar por las cifras de empleo, fue en este sector donde se produjo un deterioro del empleo durante 2014.

En promedio, peor que en 2002

Un punto que salta a la vista del informe es el efecto devastador que viene teniendo la suba de precios sobre el poder adquisitivo de los salarios. Si unos años atrás el poder adquisitivo, tomando el promedio de todos los salarios, había llegado a estar por encima del de comienzos de 2002, es decir el de antes que la megadevaluación que siguió al colapso de la convertibilidad terminara de hacer estragos (para beneficios de los empresarios que hicieron grandes ganancias extraordinarias con los salarios baratos), hoy ya no puede decirse lo mismo. Salvo que le creamos al Indec, hoy el poder adquisitivo que arroja el promedio de los salarios está, según el informe del Observatorio Social, 1,2% por debajo del de diciembre de 2001. Aclaremos que estamos haciendo la comparación con un punto ya bajo, porque ese era el cuarto año de una de las depresiones más prolongadas y severas de la historia argentina, que produjo una híper desocupación y ya había mellado los salarios antes de que el ajuste cambiario hiciera lo suyo. La «década ganada», mantuvo un techo bajo para la recomposición de los salarios.

Disparidades

Por supuesto, el resultado no es para todos igual. Aunque el sector privado registrado tuvo en 2014 la peor caída del salario real en comparación con los demás sectores, es sin embargo el que más logró recomponerlo. Después del deterioro de 2014, los salarios reales de este sector están un 19,1% por encima de los de comienzos de 2002. En cambio, para los asalariados del sector público los salarios están hoy un 40,7% por debajo de los niveles de 2002. El sector público, que viene gastando miles de millones de pesos en subsidiar la ganancia capitalista y en pagarle a los buitres «buenos» con los que regularizó la deuda, y que -ya sea nacional, provincial o municipal- otorga amplios beneficios fiscales a los empresarios y estratos más ricos, se cuidó muy bien de dar aumentos de salarios considerables para el grueso de los empleados públicos.

Aunque los trabajadores registrados mostrarían una cierta mejoría respecto de 2002, el punto de partida era paupérrimamente bajo, y lo sigue siendo. No sorprende entonces otro dato que arroja el Indec: según datos del tercer trimestre de 2014, el 70% de la población mostraba un ingreso según ocupación principal por debajo de los $ 7.000.

El desempleo «oculto», cada vez más acentuado

A este panorama de los ingresos, se suma el del empleo. Al dato de un desemplo que se ubicó en 6,9%, la información difundida agrega que la tasa de actividad o participación laboral, que surge del cociente entre la población económicamente activa (PEA) y la población total, resultó en un 45,2% para el cuarto trimestre de 2014, sufriendo una caída interanual del indicador de 1,7 puntos porcentuales con relación a la participación laboral observada hacia idéntico trimestre de 2013. Es decir que se alcanzó un nivel mínimo de participación laboral respecto a los últimos once años de comparación interanual. Este hecho ya había sido observado hacia el tercer trimestre de 2014. La falta de oportunidades laborales sobre este conjunto acabó por desalentar su búsqueda de trabajo, lo cual llevó a muchos desocupados a engrosar el segmento de inactivos. Según IERAL el peso de este «desempleo oculto» es inquietante: es posible estimar que el actual nivel de desempleo (situado en un 6,9% de la PEA al cuarto trimestre de 2014 según la información de INDEC) podría alcanzar al 12% si se incluye a esta masa de individuos desalentados. Es decir que se trataría de más de dos millones de personas.

Tanto en el caso del deterioro salarial como en el del empleo, se trata de consecuencias de medidas aplicadas por el gobierno. Freno a la economía para cuidar los dólares, devaluación que aceleró la inflación, techos a las paritarias. Por mucho que intente culpar enteramente a los empresarios, se trata de responsabilidades compartidas. El pretendido «modelo de crecimiento con inclusión» que pretendió el kirchnerismo llega al fin de ciclo transformado en su contrario. Se clausura así otro ciclo que pretendió que sería posible en el capitalismo dependiente argentino aprovechar unas buenas cosechas para conciliar las contradicciones entre patrones y trabajadores. Aunque el gobierno y la mayor parte de los grandes empresarios llegan al final del ciclo kirchnerista en un enfrentamiento cada vez más marcado, los resultados del empleo y los salarios son consecuencia de un presupuesto tácito común a ambas partes de esta contienda: la mayor parte de los costos del fin de fiesta deben caer sobre los trabajadores y el pueblo pobre. En ese sentido, 2014 fue un anticipo de lo que volverá a repetirse este año, y aún más en 2016, gane quien gane la contienda para suceder a Cristina Fernández. Es que ordenar la economía golpeando a los salarios para frenar los precios está en la agenda de todos los candidatos de los partidos patronales, como si acá estuviera la causa de la inflación y no en la voracidad de los empresarios para mantener sus márgenes de ganancias. Sólo el Frente de Izquierda propone una alternativa para que la crisis la paguen los capitalistas, con medidas de emergencia para recomponer el salario, asegurar trabajo para todos y enfrentar la inflación frenando las maniobras de los capitalistas.

Fuente original: http://www.laizquierdadiario.com/