El historiador Norberto Galasso analizó en diálogo con Radio Sur los primeros meses del gobierno de Mauricio Macri, el rol opositor del kirchnerismo, las políticas antipopulares y el futuro político del país. – ¿Por dónde empezar a caracterizar estos meses de gobierno de Mauricio Macri? ¿Cuál es su primer balance de este nuevo gobierno? – […]
El historiador Norberto Galasso analizó en diálogo con Radio Sur los primeros meses del gobierno de Mauricio Macri, el rol opositor del kirchnerismo, las políticas antipopulares y el futuro político del país.
– ¿Por dónde empezar a caracterizar estos meses de gobierno de Mauricio Macri? ¿Cuál es su primer balance de este nuevo gobierno?
– En noviembre del año pasado yo publiqué un libro titulado Macri, la vuelta al pasado, haciendo referencia a toda la historia de la familia Macri. Ahí hablé de un libro, que al parecer es el preferido de Mauricio, que se llama La virtud del egoísmo. Está pensado en el marco de una escuela teórica norteamericana que exalta el egoísmo como algo fundamental en el ser humano y considera que la solidaridad, la fraternidad y el afecto entre los seres humanos van contra la su naturaleza, la cual prioriza el propio interés.
Sin embargo, al momento de escribir, no pensé que fuera posible que Macri ganara las elecciones presidenciales Y, aún si hubiera supuesto que él podía ganar las elecciones, lo que era difícil de imaginar es que se iba a desencadenar esta política conservadora y liberal.
He visto con sorpresa decir a un macrista por televisión que él tiene un solo maestro y es Adam Smith, que es como ir 200 años hacia atrás. Es ir hacia la creencia de que el mercado regula todo y que hay que establecer una libertad total: libertad de precios, libertad para girar divisas, libertad para manejar el precio de los alquileres; en definitiva todo queda regulado por la oferta y la demanda.
Incluso Adam Smith, que es el creador de la economía clásica, decía que esto era posible, siempre y cuando, hubiera muchos demandantes por un lado y muchos oferentes por el otro. Si uno de los dos sectores es reducido por alguna razón, el mercado no podía asignar los recursos de una manera equilibrada. Lo que pasa en Argentina es que la oferta está en manos de pequeños grupos monopólicos u oligopólicos que tienen gran poder para imponer los precios y se encontraron ante la política del kirchnerismo de aumentar la demanda.
Los grandes grupos económico, ante esta demanda, no respondieron aumentando la producción sino sosteniendo la producción y aumentando los precios. Esto provocó una redistribución en favor de los sectores concentrados y en perjuicio de los trabajadores. A esto se suman los despidos indiscriminados en general. Todo esto conduce a una recesión que se suma a la política en relación a los fondos buitre que va a significar un endeudamiento muy fuerte.
De modo que el título que yo le puse al libro resultó profético porque es la vuelta a la política de Martínez de Hoz en 1976 y es la vuelta a la política del gobierno menemista en la década de los ’90.
– En la historia hubo otros gobiernos que podríamos caracterizar de conservadores o liberales y no todos terminaron de la misma manera. ¿Qué medidas pueden frenar a un gobierno que, como usted señala, va en contra del bolsillo de los trabajadores?
– Los historiadores, como una excusa para no hacer diagnósticos, dicen que ellos hablan del pasado y que no dan opiniones hasta el lunes, cuando los hechos ya pasaron. Esa sería una forma fácil de esquivar el bulto. Pero yo creo que esto no va a terminar bien.
Por un lado está el hombre común que ahora en el mes de marzo va a recibir facturas de electricidad y de gas notoriamente superiores a las que viene pagando, y además tienen temor a perder el trabajo porque ve que en un Ministerio echan a 200 y en otro a cien, sin mayor discriminación.
Pero también existe una cierta defección de cierta parte de la conducción peronista, uno tampoco puede asegurar que se va a mantener la Ley Cerrojo como tampoco se puede asegurar que no se va a acordar con las propuestas a los holdouts. Y sobre esto, por ejemplo, ni siquiera tenemos información. Hace poco aparecieron los primeros informes y los periodistas calculaban que aquello que los buitres compraron a 25 pesos hoy se va a pagar a 100. Es un negocio de porcentajes tremendos y que endeudarían al país por mucho tiempo.
Tampoco se puede saber cuál va a ser la reacción popular ante los despidos y las alzas de precios. La inflación se está tornando incontenible y el gobierno nada hace para frenarla, por el contrario, ellos piensan que la inflación es producto del déficit fiscal y que deberían recaudar más para bajar ese déficit. Pero, al mismo tiempo que hacen ese análisis, eximen de retención a las mineras y al sector agropecuario. De modo que le quedan dos opciones, o emiten o echan una gran cantidad de empleados públicos.
Si optan por la segunda opción, aumentan la desocupación y generan una reducción drástica en el consumo, con consecuencias terribles para el pequeño comercio y la pequeña y mediana industria. Frente a este panorama y dadas las características del kirchnerismo, donde algunos dirigentes están mostrando demasiada buena voluntad para acompañar estas medidas, es muy difícil decir cómo va a terminar. Yo creo que va a ser muy difícil estabilizar una política de este tipo durante mucho tiempo.
– Usted recién hablaba de la dirigencia y de que es difícil saber qué va a suceder en su interior. Nos gustaría preguntarle por ese sector de la sociedad que no está organizada pero se identifica con el gobierno de Cristina Fernández. Como decía hace poco Agustín Rossi, parece haber más kirchnerismo en la gente que en los dirigentes.
– Sin duda. Ese kirchnerismo se ha manifestado en la despedida impresionante que se le hizo a Cristina y después en las reuniones en las plazas que hizo, por ejemplo, Axel Kicillof. Pero si eso no tiene un correlato en la dirigencia…
El kirchnerismo se ha caracterizado por la debilidad de sus cuadros medios y esto tiene muchas razones: proviene de los 30 mil desaparecidos, de mucha gente que se decepcionó con el menemismo, entre otras. De algún modo, parece que la batalla cultural que se creía ganada no está ganada. Y el kirchnerismo tiene un porcentaje del electorado que ha comprendido las medidas que se han llevado adelante para distribuir el ingreso, para aumentar el consumo, para impulsar la Asignación Universal por Hijo, la recuperación de Aerolíneas Argentinas y de YPF. Hay mucha gente que lo comprende y ese núcleo duro alcanza un 25 o 30 por ciento que, con su periferia, alcanza el 50 por ciento.
Ese es el número que se obtuvo en las últimas elecciones. Pero hay un sector del electorado independiente que se ha dejado seducir por las campañas de Macri que abominan de la política, que afirman que no hay más derecha ni izquierda y que sólo se trata de gestionar. Y después tenemos hechos insólitos: un director del Banco Central que tiene un proceso judicial sobre él como el caso de Federico Sturzenegger o un ministro de Hacienda que está estrechamente ligado a los grandes monopolios, como es el caso de Alfonso Prat-Gay y el grupo Fortabat o el caso de Carlos Melconian, que ha dicho muchas veces en los medios de comunicación que era necesario bajar el consumo y que los salarios argentinos son muy altos.
Y frente a todo esto hay parte del electorado que escucha atentamente cuando se habla de la presunta corrupción del gobierno kirchnerista y no observa que el primo del presidente, Angelo Calcaterra, ya tiene a su disposición algunas licitaciones para construir rutas, como tampoco observa que la mayor parte de los hombres de este gobierno han sido gerentes de empresas multinacionales. Y esto significa que hacen mal a la gente no a propósito, sino porque tienen la mentalidad de un gerente de empresa multinacional. En su lógica hay que pagarle a los holdouts para que entren inversiones al país, aunque Europa y los Estados Unidos no estén en este momento ni para comprar ni para invertir, porque atraviesan una crisis que no pueden remontar.
De modo que esa mentalidad liberal logró que el electorado de Macri que debe ser un 20 por ciento se haya elevado al 50. Ahora, en los sondeos de imagen pública, se revela que ya ha caído un 20 por ciento. Y en marzo, con las paritarias y el aumento de los servicios, va a caer todavía más. Lo que no veo yo es la organización opositora que pueda hacer frente a esta política antipopular.
Fuente: http://notas.org.ar/2016/03/11/norberto-galasso-esto-no-va-a-terminar-bien/