M.H.: El tema que nos convoca hoy es tu nueva obra «Eva Perón resucitada» que estás presentando en el Museo Impa (Querandíes 4290) los viernes y sábados a las 21.00. V.Z.L.: Excepto esta semana que se va a hacer solo el viernes, porque participan muchas mujeres que van a viajar al Encuentro Nacional de Mujeres. […]
M.H.: El tema que nos convoca hoy es tu nueva obra «Eva Perón resucitada» que estás presentando en el Museo Impa (Querandíes 4290) los viernes y sábados a las 21.00.
V.Z.L.: Excepto esta semana que se va a hacer solo el viernes, porque participan muchas mujeres que van a viajar al Encuentro Nacional de Mujeres. El coro griego, por decirlo así, son 16 mujeres y la mayor parte irá a Rosario. Entonces las próximas funciones van a ser mañana 7 de octubre y el 14.
Quiero aprovechar para expresar mi alegría, sé que todos los artistas, entre otras cosas, tienen acentuado su narcisismo, creo que todo el mundo lo tiene pero no voy a discutir que un artista tiene que tener su narcisismo a punta de pie. Por ejemplo, en teatro, después de todas las desmesuras humanísticas y poéticas que escribió Shakespeare, quién se anima a sentarse horas y horas frente a una máquina o como yo, con un papelito y un lápiz y pasar horas y horas soñando y escribiendo, si no es por creer al menos por un instante, ese instante de la escritura, que lo que uno hace nunca fue escrito y merece serlo.
Si no tenés esa pasión es imposible, frente a todos los desafíos de la vida, el trabajo, cumplir con las obligaciones, la gente que uno ama, especialmente cuando uno tiene hijos, y tener esa obsesión de pedir soledad para escribir algo. Todo eso es imposible si uno no tiene una necesidad muy potente de escribir y creerse por un instante que eso que uno está haciendo, los otros seres humanos lo necesitan. Sea cierto o no sea cierto.
Si sé, que con los años, y el mes próximo cumplo 77, vos sabés bien Mario que yo he escrito más de 20 libros, que he escrito muchas obras de teatro, que lo he dirigido y, sin embargo, tengo el absoluto convencimiento que «Eva Perón resucitada, en los tiempos del rencor» merece ser conocida por la sociedad. Creo que nunca estuve tan seguro de que estaba haciendo algo que no era solo lo que yo necesitaba sino que creo que hay un momento social que demanda que esto exista.
He escrito otras obras que han tenido suerte, que han sido premiadas incluso a nivel internacional, pero nunca en las obras que participé como escritor, director, autor o coautor vi que al terminar, en todas las funciones y siempre a sala llena, la gente se pare y esté cerca de 5 minutos aplaudiendo de pie, abrazándose entre los espectadores como una ceremonia religiosa.
Yo soy discípulo de Enrique Pichon Rivière, he dedicado casi 40 años de mi vida al estudio de la grupalidad, las manifestaciones sociales y, desde ese lugar, no académico pero sí de conocimiento real, me llama la atención como fenómeno cultural.
No es frecuente que una obra genere lo que está generando «Eva Perón resucitada, en los tiempos del rencor». Eso por un lado me inquieta como fenómeno del que soy parte y a la vez me da una alegría gigantesca, porque me mueve una necesidad de justicia y de belleza como pocas veces sentí que me sacudía el espíritu. Ruego que no se me vea hablando desde un lugar tan autorreferencial, pero mentiría si no digo lo que digo porque es lo que honestamente pienso.
Creo que ha renacido con una potencia difícil de entender la pasión del rencor
M.H.: Con respecto a la convocatoria, doy fe, porque el viernes pasado tuve la oportunidad de visitar Impa con un grupo de alumnos y me encontré con un montón de gente haciendo cola para ver tu obra. Creo que has elegido un gran lugar para hacerla, Impa representa mucho como fábrica recuperada, pero también la historia de Impa se vincula a la del peronismo.
V.Z.L.: Y de Eva Perón en particular, porque las bicicletas Ñandú las impulsó Eva Perón y eran las que distribuía la Fundación Evita. Tanto la bicicleta Ñandú como las máquinas de coser fueron la cara de la Fundación Eva Perón. Y yo soy testigo de esas situaciones porque mi madre era absolutamente evitista. Yo vengo de una familia compleja, mi padre muy socialista y nada peronista, mis abuelos anarquistas y mi mamá amorosamente peronista, pero más que peronista su pasión era Eva Perón. No olvidaré nunca el llanto de mi madre con su muerte; fuimos juntos a ese acto público.
M.H.: Y aquellos también fueron años de rencor.
V.Z.L.: Es lo que quise contar. Ya di algunas conferencias en el campo de la psicología social sobre lo que llamo «el sentimiento de estos días». Creo que ha renacido con una potencia difícil de entender la pasión del rencor. Yo la califico como en lengua del filósofo Spinoza que dice que los seres humanos se mueven a partir de las emociones tristes y de las pasiones alegres, las alegres los vinculan al amor y todo lo que en lenguaje psicoanalítico serían los instintos o las pulsiones de vida. Y las pasiones tristes de las que habla, son las que envenenan a los seres humanos, y en voz de Freud, que reconoce que parte del pensamiento de Spinoza, son esas pulsiones de destrucción y muerte que tiene el ser humano.
Reflexionando sobre el rencor, que es el motor de mi obra, hablo del rencor como el sentimiento humano más terrible, porque produce más que el deseo de muerte, tiene un plus que es el de humillar en la muerte. Ahí doy varios ejemplos de la historia argentina, como el fusilamiento de Manuel Dorrego, sin juicio. Eso podría hasta entrar desde el odio que podía tener Lavalle, Del Carril y otros que fueron los que más movieron ese fusilamiento. Pero lo fusilan en un corral de vacas; eligen un lugar que estaba lleno de bosta. Es decir, San Martín lo había llamado «la espada de la revolución americana». A Dorrego, elegido por el pueblo como gobernador, lo fusilan sin juicio en un corral de vacas, en el medio de la mierda de las vacas. ¿Por qué esa humillación en la muerte?
Yo digo que ese es un ejemplo fantásticamente claro, o también por qué no, desgraciadamente claro de lo que es el sentimiento del rencor que es algo que envenena la historia y el espíritu humano.
El otro ejemplo que trabajo en la obra sobre Eva Perón, son las palabras terribles que se escribían en los muros de la ciudad de Buenos Aires: «Viva el cáncer», porque ya no era «muera Perón» o cualquier insulto con nombre, era buscar el mal en la totalidad, el daño. Ni siquiera nombra por su nombre al que le desea la muerte, es una muerte absoluta, hay algo más que odio o lucha política, es lo que yo llamo el sentimiento del rencor y es lo que yo llamo hoy, y es complejo porque lo estamos viviendo, somos parte de esta historia y todos estamos marcados por nuestras subjetividades, ideologías y posturas frente al mundo, pero yo estoy sintiendo que ese sentimiento tan terrible, el rencor, está moviendo muchas de las conductas políticas, económicas, culturales en general que veo que están vivas en Argentina. Incluso por jóvenes que no fueron parte de aquellos años del rencor histórico.
Todo eso me movió a que yo que ya había escrito tres obras sobre Eva Perón, pero no había representado ninguna, a principios del año, movido por esta conmoción que me produce ver este rencor que me recuerda al que viví cuando era un niño al lado de mi madre me llevó, como diría Mario Benedetti, a la «escritura con urgencia».
Algo tenía que decir y me pareció que no tenía que tomar lo ya escrito sino escribir algo nuevo. Escribí esta obra, me encerré hasta terminarla y me propuse montarla. Desde el principio quise hacerlo en Impa por todo lo que significa. Pero quise además que quedara claro que yo me comprometía por completo, entonces, como lo último que había dirigido fue «La pasión del piquetero», la obra que escribí sobre Darío Santillán y Maximiliano Kosteki hace unos cuantos años, en la que había actuado, me propuse estar con el cuerpo entero y me metí, dirigí la obra con pasión, estoy dirigiendo a casi 30 personas y además actúo.
Más no puedo hacer, ya no tengo más para poner de carne en el asador. Pero no solo puse la sangre, porque con formación marxista sigo siendo alguien que cree en Dios, entonces hablo también del espíritu humano, en el asador puse el cuerpo pero también mi espíritu.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.