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Evo arranca aplausos de los periodistas

Fuentes: IPS Noticias

«¿Es común que una conferencia de prensa termine en aplausos?», preguntó una periodista tras el encuentro del presidente de Bolivia, Evo Morales, con una buena parte de los 1.800 reporteros acreditados ante la XVI Cumbre Iberoamericana. «No», fue la respuesta, aunque el entorno se prestaba para un final con batir de palmas: una sala teatral […]

«¿Es común que una conferencia de prensa termine en aplausos?», preguntó una periodista tras el encuentro del presidente de Bolivia, Evo Morales, con una buena parte de los 1.800 reporteros acreditados ante la XVI Cumbre Iberoamericana.

«No», fue la respuesta, aunque el entorno se prestaba para un final con batir de palmas: una sala teatral en el centro internacional de prensa de Montevideo, en la que Morales y su canciller, David Choquehuanca, ocuparon el escenario, y los periodistas la platea.

El primer mandatario indígena de Bolivia eligió terminar elogiando a la prensa, a la que había vapuleado un rato antes.

Tras aclarar que en su formación no hubo universidad, que se hizo «en las marchas y en las movilizaciones» y que la primera vez que lo entrevistaron contestó las preguntas con la cabeza gacha porque le molestaban los focos, concluyó que «mi mejor escuela fueron los debates con los periodistas, desde los años 80 y 90».

Antes había recordado cómo algunos medios de comunicación de su país, mientras era sólo dirigente de los cultivadores de coca o diputado, lo tildaban de narcotraficante, terrorista o el Osama bin Laden andino.

Morales asumió la presidencia de Bolivia en enero. Ahora los calificativos cambiaron, dijo. Soy «incapaz», «ineficaz» o «dictador».

El presidente reconoció que su aprendizaje como gobernante ha incluido la sorpresa de recibir tan distintas críticas y estimó que en Bolivia no había libertad de prensa, sino «libertinaje».

«No nos resentimos. Este proceso de cambio nadie lo para. Con o sin Evo Morales, el cambio se consolida», sostuvo. Culpó de las críticas más amargas a un sector oligárquico, pero aclaró que «no todos los empresarios son parásitos del Estado».

No despejó dudas sobre los frentes más acuciantes que debe gestionar: la nacionalización de los hidrocarburos, la negociación con Brasil sobre el precio del gas natural que le vende, el inminente fin de las preferencias arancelarias de Estados Unidos y la lucha contra el narcotráfico y no contra la ancestral coca.

También están las presiones secesionistas de la elite económica del oriente del país, el debate para redactar una nueva constitución y el conflicto con Chile por una salida soberana al océano Pacífico.

Pero, en cambio, logró transmitir la intención de su gobierno, conducido por el heterogéneo Movimiento al Socialismo, de buscar un camino de desarrollo que pase por la recuperación y el uso racional de los recursos naturales.

Su gobierno logró sellar el 28 de octubre nuevos contratos con 10 empresas transnacionales que operan en la exploración, extracción, refinación y distribución de gas natural y petróleo en Bolivia, en cumplimiento del decreto que nacionalizó los hidrocarburos el 1 de mayo.

Poco antes, Morales y el presidente de Argentina, Néstor Kirchner, firmaron un convenio para ampliar el suministro de gas boliviano y elevar su precio.

No obstante, Bolivia aún tiene pendiente su pretensión de elevar el precio del hidrocarburo a su principal cliente, Brasil, así como el destino de las dos refinerías que abastecen el consumo boliviano y que son propiedad del consorcio estatal brasileño Petrobras.

El mandatario volvió a la idea que había expuesto en su intervención de la mañana en el plenario de la Cumbre, dedicada esta vez a las migraciones, cuando afirmó que mientras éstas fueron «de Norte a Sur, estuvieron marcadas por la explotación y el saqueo de recursos naturales y tierras y el sometimiento de los pueblos indígenas».

Pero ahora, «que son de Sur a Norte, se criminaliza, hay muros y deportaciones, y esa es la violencia que estamos soportando», dijo.

Para resolver ese drama «hay que reducir las diferencias», no mediante los tratados de libre comercio, sino mediante el comercio justo.

«¿De qué globalización me hablan? La primera vez que viajé a España» a un encuentro sobre desarrollo y coca en Bilbao, al llegar al aeropuerto madrileño de Barajas «dos uniformados me exigieron que presentara 500 dólares o no entraba». Tras una larga demora, «al final me enojé. Después de 500 años de explotación, no hay 500 dólares, les dije».

Cuando viajó este año a Estados Unidos para asistir a la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas, Washington le concedió una visa «por cuatro o cinco días y sólo porque soy presidente». Si la migración es un derecho humano, «hay que establecer la ciudadanía planetaria, sin visas ni permisos, y sólo así se globalizará el planeta», sentenció.

Morales se reunió en Montevideo por cuarta vez con la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, a quien dirigió palabras muy cálidas y elogiosas en la conferencia de prensa. «La mujer siempre tiene una sensibilidad y un conocimiento especial cuando toca temas sociales y económicos», dijo.

El presidente de Bolivia afirmó que los dos países tienen en común ser gobernados por oprimidos históricos, las mujeres y los indígenas.

Sin embargo, ante las preguntas de los periodistas chilenos, aclaró que no estuvo presente en la conversación el problema que distancia a los dos países, la pérdida de una salida boliviana al mar a consecuencia de la Guerra del Pacífico de fines del siglo XIX.

Ese asunto es manejado por las cancillerías «en una agenda de 13 puntos», afirmó. Pero Morales no se abstuvo de mencionarlo en la Cumbre, estrategia que irrita a Santiago que insiste en que sólo puede haber una solución bilateral. Aclaró que «el diferendo puede ser acompañado, aunque no intervenido, por la comunidad internacional».

«Me hace brotar lágrimas que 60 por ciento de los chilenos estén de acuerdo con dar una salida al mar a Bolivia», dijo, citando encuestas realizadas en Chile.

Morales volvió luego a la metáfora de su experiencia de gobernante como la de un alumno aplicado al relatar que su presencia en esta Cumbre le ha sido de gran ayuda para aprender a organizar un encuentro de esta envergadura.

«Es mi sueño organizar la II Cumbre Sudamericana en Cochabamba» el 8 y 9 de diciembre. «Estoy aprendiendo, estoy preguntando, aprovechando cada encuentro», dijo Morales y añadió que, por primera vez, no habrá dos ámbitos separados, de los presidentes y de la sociedad civil, sino una «única y gran fiesta de los pueblos y los movimientos sociales».

Antes de terminar, pidió disculpas por las preguntas que no entendió y «por los nervios». «Estábamos muy nerviosos, nunca estuve ante tantos periodistas juntos». Ahí fue cuando lo aplaudieron.