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Dos procesos que se cruzan en la historia

Evo, Cárdenas y la reconquista del patrimonio nacional

Fuentes: APM

Las medidas de nacionalización llevadas adelante en Bolivia y las sucesivas reacciones de los opositores permiten realizar un paralelismo con el México de los años 30.

Salvando las distancias y los diferentes contextos históricos, la reconquista del patrimonio nacional que el presidente de Bolivia, Evo Morales, lleva a cabo en su país, permite realizar una comparación con el proceso de expropiación de empresas petroleras llevado adelante en México por el presidente Lázaro Cárdenas en el año 1938.

Durante la primer semana de mayo, Morales anunció la nacionalización de la compañía telefónica ENTEL, filial de la italiana Euro Telecom Internacional. Además, se firmaron decretos para que el Estado boliviano recupere la totalidad del control de sus hidrocarburos a través de la recompra de las acciones de la española Repsol YPF. De esta forma, el gobierno puede tener el control, y la estatización de las empresas Chaco, filial de British Petroleum; Transredes, subsidiaria de la también inglesa Ashmore, y Compañía Logística de Hidrocarburos Boliviana (CLHB), de inversionistas alemanes y peruanos.

Teniendo en cuenta la diferencia de los contextos históricos, estas medidas son similares a las que el presidente Lázaro Cárdenas tomó en su país con la nacionalización de hidrocarburos. Para desarrollar este tema, es necesario hacer un poco de historia.

Durante los años 1934 a 1940, México estuvo gobernado por Cárdenas. Este periodo conocido como el «cardenato», se caracterizó por hacer efectiva la reforma agraria a través de las cooperativas de tierras y por la apropiación de los recursos del subsuelo.

Antes de la llegada de Cárdenas, el dictador Porfirio Díaz, quien gobernó el país desde 1876 hasta 1911, modificó las leyes para ceder el petróleo a empresas extranjeras por considerarlo no rico. La situación del país, cambia en 1917 con la nueva constitución mexicana que en el párrafo IV del artículo 27 declaró que «los depósitos petroleros son propiedad de la nación».

Teniendo en cuenta este respaldo constitucional, el gobierno cardenista en 1936 aprueba la ley de expropiación, es decir, se podía nacionalizar por causa de utilidad pública a cualquier tipo de propiedad y pagarla de acuerdo con su valor fiscal.

El periodista mexicano Rubén Rivera, en su nota sobre el «Cardenismo y el Estado populista», sostiene que el contexto de huelgas por parte de los trabajadores petroleros y de una burguesía en crecimiento que buscaba desarrollarse ayudó a que la gestión cardenista no quedara «muerta políticamente». Por esto, Cárdenas puso en marchas las medidas que enfrentaron a su gobierno con las empresas extranjeras. «Además, esta situación se da debido a una combinación de factores contextuales entre los que destacan la debilidad de las economías estadounidense y británica durante la década de los treinta (ambas estaban sumidas en los efectos de la crisis de 1929)», afirma Rivera.

Teniendo en cuenta lo expuesto, en el caso de Bolivia, el proceso se da manera diferente. El historiador boliviano Fernando Cajías, relata que el petróleo y el gas nunca trajeron beneficios al pueblo boliviano. La Standard Oil of New Jersey descubrió el primer pozo de petróleo en el país en 1924 pero decidió no informar al gobierno y exportar el producto sin pagar impuestos.

En 1972, se crea Yacimientos Petroliferos Fiscales Bolivianos (YPFB) que comienza a exportar gas a la Argentina. En los 90, en plena ola privatizadora, el gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada acaba con YPFB y ofrece sus partes a empresas extranjeras a cambio del compromiso de inversión. Este método se llamó capitalización. Antes de sucumbir, YPFB había firmado contratos con Petrobras, para exportar gas a Brasil. La empresa brasileña prestó a YPFB para construir el ducto dentro de territorio boliviano.

En la actualidad, en la extracción del petróleo intervenían nueve empresas extranjeras antes de la nacionalización. Sus beneficios económicos superaban en más de cuatro veces los ingresos fiscales bolivianos por concepto de exportación.

Cómo bien lo explicara Evo Morales, el Estado boliviano «quería socios, no dueños de sus recursos naturales». Por esta razón, a través del Decreto 28701 de Nacionalización promulgado el 1 de mayo, YPFB asumió el control total de los hidrocarburos, que representan una cuarta parte del PIB de Bolivia.

«Las empresas extranjeras se convirtieron en prestadoras de servicio y ahora están obligadas a entregar toda su producción a YPFB. El Estado administrará toda la cadena hidrocarburífica, que va desde la producción hasta la comercialización, la distribución de ingresos y planes de inversión», señaló el presidente de YPFB Juan Carlos Ortiz, en entrevista con el diario boliviano «La Razón».

El subsuelo boliviano contiene una reserva de gas natural estimada en más de 52 mil billones de pies cúbicos, lo que hace de este país la segunda mayor reserva de Suramérica, después de Venezuela (cuyo presidente Hugo Chávez desarrolla una política similar a la de su colega boliviano).

Volviendo a la comparación con el «cardenato», las medidas de nacionalización acarrearon grandes complejidades, al igual que sucede actualmente con el gobierno de La Paz. En México a fines de la década del 30, Londres rompió relaciones diplomáticas y Estados Unidos decretó un embargo comercial contra el país. En la Bolivia actual, varias voces se alzaron para expresar su desacuerdo con la política del gobierno de Morales. Casualmente o no, las voces provienen de las mismas partes del planeta que hace 70 años atrás.

Por ejemplo, el Director de Relaciones Exteriores de la Unión Europea, Javier Solana, manifestó estar en desacuerdo con las medidas de Morales y mostró preocupación por la forma como se lleva a cabo el proceso de nacionalización de empresas de origen europeo en el país. Solana considera que estas medidas nacionalizadotas no son favorables para la seguridad jurídica.

En cuanto al respaldo de la medida nacionalizadora, se puede ver que tanto en el gobierno de Cárdenas como en el de Evo, las clases populares son las que están a favor. Aborígenes, campesinos, obreros, sectores de izquierda y cocaleros en el caso de Bolivia.

Sin embargo, una diferencia importante es que Cárdenas no contaba con la oposición fuerte de las clases medias altas que viven en los departamentos de la llamada «media luna» de Bolivia. Estos sectores con intenciones de dividir el país, por medio de los gobiernos autónomos, promueven acciones de desprestigio y de desestabilización del gobierno central, tales como el ilegal referéndum autonómico de Santa Cruz, el pasado 4 de mayo.

Por otro lado, el ex presidente mexicano tenía a las fracciones militares y eclesiásticas de su lado, lo que no sucede con Morales, ya que se puede recordar la marcada posición de la iglesia en la presencia del Cardenal Julio Terrazas en las urnas ilegalmente convocadas por el Prefecto y el Comité Pro Santa Cruz.

En cuanto a las diferencias y similitudes que poseen ambas figuras, se puede observar que la llegada a la actividad política de Cárdenas y Morales se da a través de sectores diferentes. El mexicano tenía una carrera militar y provenía de la clase burguesa. El boliviano fue dirigente cocalero y es el primer presidente de origen indígena en el país. Sin embargo, a pesar de atravesar contextos y ser países distintos, pareciera que ambos tienen una lógica similar.

La propuesta de nacionalismo popular con tintes desarrollistas y redistribucionistas, que constituye el pensamiento de Morales, permite cierta comparación con los rasgos populistas de Lázaro Cárdenas. Según el Sociólogo Argentino Marcos Novaro, «la tradición más politológica describe al populismo de América Latina como una forma de crear consenso popular en oposición a elites sociales, culturales, políticas o a una combinación de ellas».

Teniendo en cuenta lo expuesto, en el México de fines de la década del 30 aparecía lo que se llamó «la utopía cardenista». En el libro «A la sombra de la revolución mexicana» Aguilar Camin dice que «Cárdenas buscaba construir una nación de ejidos y de pequeñas comunidades industriales. La industria estaría al servicio de las necesidades de una sociedad agraria y no al revés como era la tendencia. El cardenismo visualizaba a México como un país predominantemente agrícola, rural y cooperativo».

En el caso de Bolivia, en la actualidad, pasa algo similar y se ve reflejado en el objetivo de lograr que los servicios básicos dejen de ser un negocio privado. Tal es así que Morales llega a la presidencia con un discurso que sostiene que «la defensa de la coca, el agua, los hidrocarburos y todos los recursos naturales son quienes van a sacar adelante al país».

Finalmente, cabe destacar que uno de los motivos de la caída del cardenismo se da con la expropiación de las empresas petroleras. La combinación del boicot, la presión política y económica de sus gobiernos desataron una crisis que se reflejo en el descenso del reparto agrario y de la movilización obrera.

Por ahora Evo Morales continua en el poder y aunque el país este dividido, el presidente boliviano cuenta simbólicamente con el respaldo de quien él considera sus amigos, los presidentes de Argentina, Brasil y, sobretodo, Venezuela, Ecuador y Cuba.

Como plantea Víctor Ego Ducrot, «seria el Mercado Común del Sur quien podría jugar un significativo papel de cara al futuro de esta región, si asume la responsabilidad de defender el orden constitucional y la integridad territorial de sus países miembros y asociados».

Lo ideal sería que la integridad regional sirva a Morales como sustento frente a los grupos desestabilizadores que, como se pudo observar en este artículo, hoy como hace 70 años siguen teniendo los mismos vicios en América Latina.

(*) La autora de esta nota es alumna del Seminario «Periodismo en Escenarios Políticos Latinoamericanos», que se dicta en la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP.