Lo que es seguro es la amplia victoria de Evo Morales. Lo que no se sabe con certeza es si obtuvo el 54 o el 60 por ciento de los votos, y si tendrá dos tercios de la Asamblea Legislativa Plurinacional. Su victoria tiene envergadura regional. La victoria de Evo Morales fue indiscutible, por la […]
Lo que es seguro es la amplia victoria de Evo Morales. Lo que no se sabe con certeza es si obtuvo el 54 o el 60 por ciento de los votos, y si tendrá dos tercios de la Asamblea Legislativa Plurinacional. Su victoria tiene envergadura regional.
La victoria de Evo Morales fue indiscutible, por la masividad del apoyo expresado a la boleta del MAS que lo llevaba al tope, junto a su vice, Alvaro García Linera. También por la gran diferencia con quien llegó segundo, el empresario Samuel Doria Medina (Unidad Demócrata), que colectó algo menos del 25 por ciento de los votos, y con el tercero, el también derechista Jorge Quiroga (Partido Demócrata Cristiano) que tuvo el 9 por ciento.
Los sondeos a boca de urna de Mori e Ipsos le atribuían a Morales-García Linera algo más del 60 por ciento. Como el Tribunal Supremo Electoral de siete miembros no tenía sus números finales, que los había prometido para el domingo 12 a la noche, los guarismos de las encuestadoras fueron tomadas como verdaderas. No sólo por los ganadores en 8 de los 9 departamentos, que proclamaron en la Plaza Murillo, en La Paz, que habían asestado un mazazo al imperialismo y neoliberalismo, textual del discurso de Evo, sino que identificaron ese resultado con la obtención de dos tercios en el parlamento plurinacional. «Ganamos en primera vuelta y tenemos los dos tercios», dijo el mandatario a los medios nacionales e internacionales.
La primera parte de esa afirmación está confirmada, porque el aymara tuvo más que la mitad de los votos más uno, requisito legal para hacer innecesario un ballottage.
La segunda parte, sobre los dos tercios, todavía está en cuestión porque faltan los cómputos finales oficiales. En la versión más optimista tenía esa diferencia en el Senado, con 29 sobre 36 senadores y le iba a faltar un sólo diputado, con 86 sobre 130. Un legislador más o menos puede ser un asunto importante pero en este caso no luce con tanta relevancia, porque se está frente a una ola gigantesca de votos del MAS, que han resuelto la cuestión política de quién ocupará el Palacio Quemado y el centro de la escena política por los próximos cinco años.
Es más, puede que cuando el TSE culmine su labor -tiene una semana para hacerlo-, quizás ese diputado faltante no sea tal y también en la Cámara Baja los dos tercios sean del MAS. O no. Ahora es prematuro decirlo, porque el escrutinio oficial apenas superaba ayer el 62 por ciento de las mesas y la titular de ese organismo, Wilma Velasco, informó que los cómputos eran éstos: Evo 55,18 por ciento, Doria Medina 28,16 y Quiroga 10,94.
Un poco disgustado por la demora del resultado oficial, el vicepresidente manifestó, dirigiéndose a los siete miembros del Tribunal: «cumplan su trabajo; si la ley dice en siete días, muy bien, cumplan en siete días, no anden ofreciendo que lo van a hacer en 24 horas y no generen falsas expectativas».
Los perdedores
La demora se explica por algunas denuncias y amenazas de ataques informáticos, que obligaron a adoptar más recaudos y pérdidas de tiempo, así como tardanzas de funcionarios electorales en recabar los datos de su distrito o departamento y transmitirlos al centro nacional de cómputos en el TSE.
De todos modos los observadores internacionales de la OEA, con el ex presidente guatemalteco Alvaro Colom como jefe, no tuvieron ninguna objeción ni protesta por hacer respecto a la limpieza del comicio.
Es más, frente a los primeros bocas de urna y conteos rápidos, que daban una mayor diferencia a favor del MAS, los candidatos opositores no salieron ni una vez a decir que eran inflados o fraudulentos. Doria y Quiroga también los daban por buenos…
Luego, cuando el escrutinio se demoró más de la cuenta, recién allí hubo uno de los derrotados alertó contra supuestas maniobras del oficialismo. El ex presidente «Tuto» Quiroga sospechó que en el TSE «algo están cocinando a favor del gobierno. Tengo una legítima sospecha por tanta demora».
En cambio el cementero y hamburguesero Doria se mantuvo en una posición respetuosa del ganador y admitió que si había habido tan amplio margen eso demostraba que el gobierno de Morales había tenido como clave el lograr la inclusión social.
La chicana de Quiroga, quien fuera vicepresidente del ex dictador Banzer Suárez y luego lo reemplazó en el cargo dos años, puede tener que ver con la dificultad para cumplir una promesa suya en caso de victoria amplia del presidente. El mes pasado había prometido en Santa Cruz de la Sierra: «si seis de diez votan por Evo Morales, me como mi reloj». Su caro reloj debe ser grande y metálico. ¿Cumplirá su promesa o la desairará como a tantas otras a lo largo de su carrera política?
Las nacionalizaciones
Nadie podrá negar que Evo Morales Ayma es un auténtico hijo de la segunda mayor etnia originaria de Bolivia, luego de la quechua, y el primer presidente de ese origen en llegar a la presidencia en nuestro continente.
Evo nació en 1959 en el seno de una familia muy humilde en Oruro y luego se crió en El Chapare, Cochabamba, donde tuvo muchos oficios, comenzando por el de pastorcito de llamas. Su carrera sindical comenzó entre los campesinos cocaleros de ese departamento hasta que fue electo como diputado nacional, ligándose varias sanciones de las bancadas mayoritarias del MNR, ADN y otros partidos de la Bolivia neoliberal.
Un libro que cuenta muy bien y con lujo de detalles esos y otros aspectos de la vida de quien en 2005 ganó la elección presidencial por primera vez es «Jefazo», del argentino Martín Sivak. Como dato al margen, el autor cuenta que en una visita del boliviano a Buenos Aires, lo acompañó a la librería de las Madres de Plaza de Mayo y le regaló un libro porque aquél no tenía dinero.
Salido de las entrañas de su pueblo milenario, Evo también maduró políticamente en La Habana. El domingo de victoria se acordó de esos países y dirigentes que tanto influyeron en su madurez y desarrollo político. «Este triunfo está dedicado a Fidel Castro, dedicado a Hugo Chávez -que en paz descanse-, a todos los presidentes y gobiernos antiimperialistas y anticapitalistas», dijo.
Y en cierto modo otros mandatarios están aprendiendo también la lección boliviana. En algunos casos son enseñanzas que aún no han sido tomadas y menos aplicadas. Se puede deducirlo de otra expresión dominical suya: «acá ganó la nacionalización. Esa es la profunda diferencia con algunos países, incluso de la región». Dicho de modo más directo: en la región hace falta que muchos países tomen el rumbo de esa política de nacionalizaciones en los hidrocarburos, las telecomunicaciones y otros rubros estratégicos. Que al que le quepa el sayo, que se lo ponga…
Su victoria fue saludada con mucho entusiasmo, lógico, por los gobiernos de Cuba, Venezuela, Ecuador, Nicaragua, El Salvador, Argentina, Brasil, Irán y muchos otros, en algunos casos por medio de sus presidentes y en otros por sus cancilleres. Entre las ausencias notables, pero muy previsibles, está la del Departamento de Estado norteamericano. No olvida ni perdona la expulsión del embajador Philip Goldberg hace seis años.
De Oruro a la Patria Grande
Evo es de Oruro, Cochabamba, La Habana y también de Mar del Plata. ¿Por qué de «La Feliz»? El cronista recuerda ese 5 de noviembre de 2005, cuando junto a varios miles de personas empapadas por una pertinaz lluvia, asistió, en el Olímpico de aquella ciudad, al acto antiimperialista cerrado por Hugo Chávez con el inolvidable «ALCA, Alcarajo». Al lado del venezolano estaba Diego Maradona pero también varios dirigentes políticos latinoamericanos, entre ellos Evo. Ese acto y las movilizaciones callejeras que retumbaron en el hotel donde deliberaban los presidentes, llevaron al fracaso del plan de George Bush. Y eso puede haber sido el empujón que necesitaba el dirigente aymara para que al mes siguiente, diciembre, ganara su primera elección. Desde entonces su relación con Néstor Kirchner y también con Cristina Fernández de Kirchner fue muy buena. Cuando en 2008 la Media Luna fascistoide lo tuvo contra las cuerdas, la Casa Rosada promovió la Unasur para defender su gobierno democrático. Evo no lo olvida.
En la región hay riesgos de corrimiento a la derecha por el ballottage en Brasil, en el supuesto que ganara Aécio Neves -por ahora es una posibilidad- o en la Argentina, donde su amiga Cristina no puede disputar un tercer mandato por las limitaciones de su FPV, que no se atrevió a la pelea por una reforma progresista de la Constitución. Frente a ese panorama resalta lo positivo de la elección boliviana, con nacionalizaciones, redistribución del ingreso y empoderamiento de los movimientos populares como la base del MAS.
Y hay cosas que tienen que ver con el ejemplo de Evo. Días antes del comicio, la USAID anunció que se retiraba de Ecuador por la falta de acuerdo con Rafael Correa para renovar el convenio. Lo que el aymara hizo en 2008 con Goldberg, la DEA y la USAID, ahora se reitera en Ecuador. El indio gobierna, lo hace muy bien, tiene el 60 por ciento de los votos y en otros países lo toman de referencia. La derecha regional minimiza que todo es el resultado del «viento de cola» internacional que lo favoreció con el precio de las materias primas. Ese verso no es original del altiplano sino una copia de Clarín versus CFK.