Desde los Andes llegó el saludo. Evo Morales, el presidente boliviano, el líder del sindicato cocalero y fundador de Vía Campesina, envió el mensaje a la quinta conferencia de la organización de la que sigue siendo parte. «Las innumerables actividades que ahora tengo como presidente de Bolivia -dijo- me impiden estar con ustedes, como siempre […]
Desde los Andes llegó el saludo. Evo Morales, el presidente boliviano, el líder del sindicato cocalero y fundador de Vía Campesina, envió el mensaje a la quinta conferencia de la organización de la que sigue siendo parte.
«Las innumerables actividades que ahora tengo como presidente de Bolivia -dijo- me impiden estar con ustedes, como siempre es mi deseo (…) me gustaría estar con ustedes debatiendo los problemas que tenemos como sector».
No se trató de la típica comunicación que los políticos profesionales acostumbran mandar a las reuniones de organizaciones sociales cuando son invitados a participar. No. En este caso fue mucho más que eso. Fue el saludo de un viejo amigo (que ahora es presidente) a sus camaradas de causa.
La relación entre Evo Morales y Vía Campesina es antigua, estrecha, horizontal y viva. «Aún nos acordamos de cuando en 1994 y 1996 Evo venía a Europa a las reuniones que se hacían en defensa de los cocaleros. En aquel entonces era totalmente desconocido», recuerda Paul Nicholson, un pequeño agricultor vasco, integrante del secretariado operativo internacional de Vía Campesina.
Con la confianza de esa historia a cuestas, el mandatario envió a la quinta conferencia su Decálogo para salvar el mundo, la vida y la humanidad, previamente presentado ante Naciones Unidas. El documento recoge ideas de cómo cambiar la «deuda» externa por deuda ecológica; «el norte -dice- debe pagar la deuda ecológica en lugar de que los países del sur le paguen la deuda externa». Sostiene que «los millones de dólares destinados a las guerras deberían ser invertidos en la tierra, herida por el maltrato y la sobrexplotación».
El mensaje advierte que «ningún experto o especialista puede debatir con los dirigentes indígenas sobre la Madre Tierra. El movimiento indígena debe explicar a otros sectores sociales, urbanos y rurales que la tierra es nuestra madre». Además aporta elementos de cómo acabar con los biocombustibles o la privatización del agua, la luz, la educación, la salud, las comunicaciones y los transportes. Reivindica la realización de una gran apuesta en favor de una cultura de «unidad en la diversidad».
El hoy presidente boliviano desempeñó un importante papel en la fundación, en febrero de 1994, en Lima, Perú, de la Coordinadora Latinoamérica de Organizaciones del Campo. Surgida de la campaña por los 500 años de resistencia negra, indígena y popular, de 1992, es uno de los más importantes antecedentes organizativos que en América Latina hicieron posible la formación de Vía Campesina.
El hoy jefe del Ejecutivo boliviano fue muy activo en la organización del movimiento campesino internacional. Participó en las primeras protestas contra la Organización Mundial de Comercio (OMC), en las que se suscitaron enfrentamientos callejeros entre manifestantes y policías, convocada por la Acción Global de los Pueblos contra el Libre Comercio, en Ginebra en 1998, antes de las realizadas a finales de 1999 en Seattle.
Antes de tener las responsabilidades gubernamentales con que hoy carga, Evo fue parte de varias comisiones de Vía Campesina. Se integró a una delegación internacional a Colombia en apoyo a los campesinos indígenas que sufren la violencia en aquel país. En 2003 asistió a las movilizaciones contra el Área de Libre Comercio de las Américas efectuadas en Ecuador.
Habrá otros presidentes indígenas
Las relaciones entre dirigentes de Vía Campesina y Morales son de camaradería. Su amistad con José Bové es entrañable. Muchos sienten su triunfo como propio, una demostración de que la lucha campesina tiene futuro y sentido. Es nuestro primer presidente -sentenció Paul Nicholson-. Y digo primero porque habrá más».
«Es nuestro hermano», reviró el hondureño Rafael Alegría, también dirigente nacional de la organización. Y añadió: «A los indígenas bolivianos se les ocurrió pasar de la resistencia al poder… y lo lograron. La elección de Morales, primer presidente indígena de Sudamérica, es respuesta a los 514 años de colonización, es la prueba que el proceso democrático permite a los pueblos indígenas ligados a la colonizacion poder reapropiarse de sus derechos y su futuro».
En 2007, líderes de Vía Campesina como José Bové apoyaron la postulación de Evo Morales al Premio Nobel de la Paz. Según Rafael Alegría, el boliviano no sólo es un luchador inclaudicable en la defensa de los derechos de los pueblos indígenas de su país, sino del continente y el mundo. «Millones apoyamos su candidatura».
Pero la solidaridad de la organización campesina va más allá del respaldo al mandatario boliviano. Su apoyo a la Asamblea Constituyente y la recuperación soberana de los recursos naturales ha sido total. Vía Campesina condenó públicamente todas las injerencias en el proceso popular y democrático de Bolivia, al imperialismo estadunidense, al capital financiero multinacional y a los organismos financieros internacionales, el Banco Mundial y la OMC.
El comunicado fue recibido por los delegados como se escuchan los saludos de un viejo y buen amigo. Fue la demostración de que el poder no lo ha cambiado y que sigue siendo el mismo líder campesino e indígena de siempre; de que la resistencia tiene sentido.
En su mensaje, Morales les dijo que lucha por un país igualitario, sin racismo y sin discriminación, donde no existan más ciudadanos de primera y segunda, y donde los servicios básicos no sean un negocio privado sino un derecho humano. Un objetivo que, desde abajo, comparten los integrantes de la internacional campesina.