El presidente de Bolivia dijo que empezó a sentirse antiimperialista desde sus inicios «en la lucha sindical», y destaca sus orígenes como parte de «esos pueblos que se enfrentaron durante la invasión europea» , como define el descubrimiento de América, en una larga entrevista con la Garganta Poderosa, la revista argentina de cultura villera. «¿Qué […]
El presidente de Bolivia dijo que empezó a sentirse antiimperialista desde sus inicios «en la lucha sindical», y destaca sus orígenes como parte de «esos pueblos que se enfrentaron durante la invasión europea» , como define el descubrimiento de América, en una larga entrevista con la Garganta Poderosa, la revista argentina de cultura villera.
«¿Qué descubrimiento de América? ¿Qué encuentro de culturas? ¿Qué civilización? Como algunos dicen, aquí no había llegado la civilización, sino la sifilización. Las luchas por las independencias o por la fundación de las repúblicas, se han dado enfrentando tanto al colonialismo interno, como al externo», responde el mandatario a sus entrevistadores.
Agrega que «aquellos que lucharon en esas batallas (de la independencia) nos dejaron principios fundamentales, como la lucha antiimperialista y la lucha anticapitalista».
«Me alegra mucho que La Poderosa se haga escuchar desde la marginalidad, porque así nacieron todas las revoluciones en la historia de la humanidad», dice el mandatario respecto a sus entrevistadores, con quienes departió en el Palacio de Gobierno de La Paz.
En relación a los logros y los máximos desafíos de Bolivia hoy, el presidente opinó: «Como desafíos, seguir achicando las profundas asimetrías entre familias. Hemos avanzado bastante y hemos levantado a los sectores más abandonados, principalmente a los indígenas, a punto tal que ya no estamos como antes».
«Fíjense que hace algunos años se privatizaba la riqueza y se socializaba la pobreza, pero ahora es al revés: se socializa la riqueza para reducir la pobreza», agrega.
Morales destaca que su «gran interés es que los obreros, los campesinos, los indígenas y los pobres estén felices. No he llegado aquí para que un grupo de elites u oligarquías determinen las políticas».
En la tapa de la nueva edición de la revista, el líder indígena grita desaforado, reivindicando la voz de los siempre marginados. Y en la contratapa, posa con un barrenador, con una playa de fondo, y un lema escrito en la tabla de surfear: «Urgente, un mar para Bolivia», en relación al conflicto que mantiene su país con Chile, por no cederle la soberanía al mar.
«Por lo menos en acuerdos bilaterales, muchos presidentes de América Latina y el Caribe han apoyado a Bolivia para que se logre un acuerdo con soberanía porque hay una deuda todavía. Casi todos los presidentes están a favor, y en reuniones reservadas se habla de cómo lograr una solución pacífica y duradera», dice Evo Morales.
Añade que «el gobierno chileno, y no el pueblo chileno, tiene la obligación de devolvernos el mar y de resarcir todo el daño económico que le han provocado a Bolivia por este aislamiento», desde la invasión y posterior guerra de 1879, en que el país andino perdió sus 400 kilómetros de costa.
Respecto a la hoja de coca, el mandatario dice que «si la coca fuera yanqui, estaría legalizada en todo el mundo. De hecho, aunque no estaba legalizada, hasta el `96 se seguía exportando coca boliviana hacia Estados Unidos. Fuera legal o ilegal ellos decidían. Pero eso ya se ha terminado».
El narcotráfico, enfatiza, «debemos atacarlo con políticas sociales y programas productivos». Dentro de la nacionalización y regionalización de la lucha contra los narcóticos, tras la expulsión de la agencia estadounidense DEA, señala que «estamos trabajando muy bien con Brasil y Argentina».
«El mejor aporte de la Argentina refiere al mercado del plátano boliviano en la zona productora; así, muchos de mis compañeros en vez de dedicarse a plantar coca, se están dedicando al plátano», precisa.
Enfatiza luego que «la lucha contra el narcotráfico no es la militarización, ni la represión, sino la producción y el compromiso con los trabajadores».
Morales expresa luego que daría asilo al ex agente de la NSA y la CIA norteamericana, Edward Snowden; reclama a la electa presidenta de Chile, Michelle Bachelet, que si quiere demostrar que es socialista debe separar a Chile de la Alianza del Pacífico, que a su juicio es un mini ALCA (Area de Libre Comercio de las Américas) como el que «enterramos» con Néstor Kirchner en Mar del Plata en 2005.
También cuestiona los alimentos modificados genéticamente por la trasnacional Monsanto, que «son malos» para el ser humanos, y pone sobre el tapete la contradicción entre la minería a cielo abierto, que afecta el medioambiente, con la necesidad de desarrollo de muchos países.
Por último, dice que su sueño sería jugar al futbol en La Bombonera, junto a su ídolo Juan Román Riquelme.