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Seis de los alcaldes más populares del país optaran por no apoyarlo

Evo pierde el apoyo de la clase media urbana

Fuentes: Econoticiasbolivia.com

Un severo golpe sufrió este miércoles la candidatura del diputado cocalero y líder del Movimiento al Socialismo (MAS), Evo Morales, tras que seis de los alcaldes más populares del país optaran por no apoyarlo y decidieran, por el contrario, levantar su propia propuesta para las elecciones presidenciales de fin de año La decisión de los […]

Un severo golpe sufrió este miércoles la candidatura del diputado cocalero y líder del Movimiento al Socialismo (MAS), Evo Morales, tras que seis de los alcaldes más populares del país optaran por no apoyarlo y decidieran, por el contrario, levantar su propia propuesta para las elecciones presidenciales de fin de año

La decisión de los alcaldes de seis de las 10 más importantes ciudades, que proclamaron como candidato a la Presidencia al centrista René Joaquino, reducirá el apoyo electoral que esperaba conquistar Morales entre la clase media urbana. Los alcaldes de La Paz, Oruro, Cochabamba, Potosí, Sucre y Cobija, cuentan con un masivo apoyo citadino, que en varios casos supera el 70% de adhesión ciudadana, por lo que un posible acuerdo con el MAS habría significado una clara victoria electoral para Morales, que tiene un fuerte respaldo entre indígenas, campesinos y sectores laborales.

La posibilidad de lograr un acuerdo entre Morales y Joaquino se frustró por las presiones de ambos lados. Los alcaldes pretendían que Morales modere su discurso electoral y asimile una visión más centrista, abandonando las consignas contrarias a las transnacionales del gas y el petróleo y las exigencias para liquidar el modelo neoliberal.

Esta posición, por el contrario, estaba a contramano de la esgrimida por los sectores indígenas y campesinos del MAS que plantean que la candidatura de Morales enarbole la bandera de la nacionalización del gas y el petróleo, la defensa de la hoja de coca y el desconocimiento de la deuda externa, por lo menos en la retórica electoral.

Desde la base, estos sectores exigen que la candidatura de Evo vaya más hacia la izquierda y no hacia el centro, todo ello con el propósito de conquistar el voto de los sectores populares, que se inclinan mayoritariamente por echar a las transnacionales del país y recuperar la riqueza hidrocarburífera valuada en más de cien mil millones de dólares.

En la cúpula del MAS hubo molestia por la decisión de los alcaldes. El diputado masista Santos Ramírez dijo que el alcalde de La Paz, Juan Del Granado, que había propiciado inicialmente la alianza con Morales, «no era un hombre de palabra».

La fractura quedó en evidencia, además, cuando el propio Joaquino solicitara a los periodistas ya no hablar más del tema de Morales. «Él ni siquiera me dio la mano», dijo.

La decisión de los alcaldes de apoyar a Joaquino, que es también alcalde de la ciudad de Potosí, reduce la, potencial votación de Morales y de los otros candidatos de extrema derecha como son el ex presidente Jorge Tuto Quiroga y del empresario Samuel Doria Medina, declarados defensores de las transnacionales y del modelo de libre mercado que empobrece y destruye a Bolivia.

Otros que han declarado su intención de pugnar en la lucha electoral son los dirigentes de la Central Obrera Boliviana (COB), aunque con escasas posibilidades reales de lograr una buena votación.

Las elecciones de fin de año fueron impuestas en el mes de junio por el Congreso, la Embajada de Estados Unidos, el MAS y el ex presidente Carlos Mesa para frenar el avance de las masas bolivianas que se encaminaban a derrocar el poder de la burguesía, cerrar el Parlamento, expulsar a las transnacionales y nacionalizar los hidrocarburos. No extraña, por ello, que los candidatos con opciones reales de llegar a la presidencia a través del voto popular no planteen estas demandas. Incluso, Evo Morales, que aparece a la izquierda de todos los presidenciables postula un trabajo concertado entre las transnacionales y el Estado en la explotación del gas y el petróleo y el desarrollo de una economía mixta con plenas garantías para las inversiones privadas nacionales y extranjeras en el marco de un capitalismo de Estado.