Una de las razones de la defenestración de Elba Esther Gordillo -lideresa caciquil charra del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), defendida por maestros «disidentes» aduciendo que es «una maniobra autoritaria de Enrique Peña»-, es que no compartió totalmente la llamada Reforma Educativa recién aprobada por el gobierno federal. Según la Confederación de […]
Una de las razones de la defenestración de Elba Esther Gordillo -lideresa caciquil charra del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), defendida por maestros «disidentes» aduciendo que es «una maniobra autoritaria de Enrique Peña»-, es que no compartió totalmente la llamada Reforma Educativa recién aprobada por el gobierno federal.
Según la Confederación de Cámaras Nacionales de Comercio, Servicios y Turismo (Concanaco Servytur), dicha reforma «contribuirá a impulsar la competitividad del país y enviará señales positivas a los inversionistas nacionales y extranjeros.» El presidente del organismo, Jorge Dávila Flores, indicó que «aspectos elementales de la Reforma, como el Servicio Profesional Docente y la promoción de profesores por concurso; el Instituto Nacional de Evaluación de la Educación, al que se someterán obligatoriamente los maestros; las escuelas con jornadas completas,» impulsarán una pretendida competitividad. Pero si algo demuestra que tal reforma tiene más intereses económicos que educativos, es por la idea funesta de la competitividad mercantilista, tan cara para los neoliberales. La educación por «competencias» -afirma Olmedo Beluche-, «pretende presentarse como una pedagogía de última generación capaz de salvar al sistema capitalista de su crisis y a las nuevas generaciones del desempleo. Es el concepto mágico al que se apegan los ministerios de educación para justificar las reformas educativas ordenadas por el Banco Mundial, incluido no sólo el currículo académico, sino también las relaciones laborales con los docentes.»
En México y Latinoamérica, uno de los académicos más críticos a las políticas educativas neoliberales es Hugo Aboites Aguilar, reconocido ampliamente por sus excelentes trabajos de investigación sobre la materia. Aboites es autor de varios libros, entre ellos, Viento del Norte. TLC y privatización de la Educación Superior en México (1999); El Dilema, la universidad mexicana al comienzo de siglo (2001). El más reciente es La medida de una nación. Los primeros años de la evaluación en México. Historia de poder y resistencia [1982-2010], editado por CLACSO, Casa Abierta al Tiempo e ITACA. Si alguien ha realizado estudios objetivos y muy profundos sobre las políticas de evaluación a maestros y estudiantes es Aboites. Precisamente de eso trata La medida de una Nación. Profesor de la Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco, afirma en este texto que «A fines de los años 1980, los tecnocratas neoliberales recién llegados al poder en México en lugar de poner manos a la obra para mejorar la educación optaron por evaluarla.»
La presentación del libro nos dice que «Desde los años 1990 en México y otros países latinoamericanos se implantó un aparato de evaluación sustentado en la promesa de calidad. Decenas de millones de niños y jóvenes mexicanos fueron medidos con pruebas estandarizadas, cientos de miles de maestros y académicos sujetos a evaluación para merecer un pago adicional y decenas de miles de escuelas, programas y universidades colocadas bajo escrutinio permanente. La evaluación moderna tuvo éxito en crear un enorme aparato de vigilancia dedicado a medir a la nación una dinámica de mejoramiento de la educación y más bien contribuyó a degradarla. Este libro cuenta la historia, los personajes y el juego de factores que explican la llegada avasalladora de la evaluación moderna y la medición científica. Es una historia de poder pero también de resistencia y de alternativas que surgen al calor del enfrentamiento entre dos grandes culturas y maneras de ver la educación: la mercantil que impulsan organismos internacionales, gobiernos y grandes empresas, y la del derecho a la educación, que viene de lo profundo de las sociedades latinoamericanas herederas de las luchas por la tierra, los derechos laborales y la educación.»
Hugo Aboites, quien ha venido en anteriores ocasiones a la Universidad de Guadalajara, el pasado lunes dictó una conferencia magistral en esta Casa de Estudios sobre la Exclusión educativa y la mercantilización de la universidad pública. Invitado por el Colectivo de Reflexión Universitaria (CRU), el Frente Autónomo Universitario (FAU) y el Sindicato del Personal Académico de la Universidad de Guadalajara (SPAUdeG), Aboites -maestro y doctor en educación por la Universidad de Harvad- explicó claramente a estudiantes y maestros que los exámenes de ingreso a las instituciones de educación superior públicas tienen el cometido de ser un filtro deliberado para el acceso de estudiantes acorde a la política de privatización, pues muchos de las decenas de miles de jóvenes rechazados se dirigen a las «universidades» particulares, convertidas en los últimos años en un negocio muy lucrativo. Los exámenes de admisión son, pues, verdaderamente perversos porque no evalúan realmente capacidades ni potenciales académicas de los estudiantes sino justifican burdamente su exclusión.
Creado en 1994 con el auspicio de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES), el Centro Nacional de Evaluación para la Educación Superior (CENEVAL) es la agencia privada de evaluación y es un hecho que no ha contribuido en nada a resolver la grave crisis educativa superior nacional. En México, ha habido suicidios de jovencitos excluidos por los exámenes de admisión diseñados por el CENEVAL. «A partir de 1990 con la llegada de la evaluación ‘moderna’ cambia en México radicalmente la concepción y práctica de lo que antes era un actividad principalmente a cargo de los maestros, escuelas y universidades. En su lugar, el gobierno federal impulsa -dice Aboites- la creación de un aparato de evaluación centralizado, eminentemente privado, externo a los procesos educativos, que opera a escala nacional como un inquisidor…»
La medida de una Nación es un libro imprescindible para conocer la profunda crisis educativa nacional, de la búsqueda de alternativas para «comenzar a pensar para el futuro inmediato cómo pueden maestros, estudiantes y comunidades recuperar la educación y la evaluación de manos de los burócratas del pasado y de los evaluadores tecnócratas del presente.» Utopía y resistencia del magisterio y del estudiantado democrático en lucha.
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