Los indicadores sociales reflejan con claridad la continuidad de una política económica. Un ejemplo didáctico e irrefutable fue proporcionado durante las Segundas Jornadas Provinciales contra el Trabajo Infantil realizadas en Mar del Plata a principio de mes, donde se reconoció que la explotación infantil alcanza a 1.993.288 de niños y niñas menores de 15 años. […]
Los indicadores sociales reflejan con claridad la continuidad de una política económica. Un ejemplo didáctico e irrefutable fue proporcionado durante las Segundas Jornadas Provinciales contra el Trabajo Infantil realizadas en Mar del Plata a principio de mes, donde se reconoció que la explotación infantil alcanza a 1.993.288 de niños y niñas menores de 15 años. Claro que el autor de la revelación, el ministro de la cartera laboral provincial, Ricardo Mouillerón, no precisó que los difundidos son datos antiguos, que no expresan las estadísticas actuales -que serían aún más altas-, ya que de acuerdo a UNICEF se llega a esa cifra en base a datos de años anteriores.
En ese sentido, Prensa De Frente reveló en su boletín Nº4 (3 de enero de 2005), y volvió a reiterarlo en su boletín Nº15, que la cifra había trepado a más de dos millones, según una información suministrada por el titular de la delegación en nuestro país de UNICEF, Jorge Rivero Pizarro. Una aclaración solicitada a partir de una nota en primera página del diario La Nación del 8 de mayo, en la que se desgarraban las vestiduras ya que «habían descubierto» que en la Argentina trabajan 1.500.000 niños y adolescentes en ámbitos urbanos y rurales. Por supuesto que los funcionarios encargados de «combatir y erradicar» el trabajo infantil apelaron a interpretaciones sociológicas a la hora de dar la historia oficial.
UNICEF, como lo detalla en su sitio web, en el capítulo argentino del Informe Anual sobre el Estado Mundial de la Infancia, informa que entre 1997 y 2002 se incrementó en 26 puntos el trabajo infantil en menores de 15 años. Y que el porcentaje de niños menores de 18 años que trabajan aumentó en cinco años del 15 al 26 por ciento. Ese informe recuerda, además, que el 62,7 por ciento de los chicos del país vive bajo el nivel de la pobreza. O sea, 3.689.588 están en esas condiciones.
¿Y cómo reacciona el presidente Néstor Kirchner? A través de las dependencias oficiales, con imágenes fotográficas para que la sociedad tome conciencia del «flagelo», como lo llaman. Por estos días, la Biblioteca Nacional exhibe una muestra de documentos gráficos sobre la explotación a lo largo y ancho del país y, para no quedarse atrás, la secretaría de Cultura de la Presidencia de la Nación y el Ministerio de Trabajo unieron esfuerzos y pergeñaron un concurso fotográfico denominado «Invisible-visible: no al trabajo infantil en la Argentina».
Según el texto convocante, es «para sensibilizar a la población de todo el país acerca de las consecuencias que acarrean las distintas modalidades de trabajo infantil, a través de formas de expresión que reflejen un mensaje comprometido con la realidad social. Entendemos esta convocatoria como una medida socioeducativa de concientización acerca del irrenunciable derecho del niño a estar protegido contra la explotación económica y contra el desempeño de cualquier trabajo que pueda ser peligroso o entorpecer su educación, o que sea nocivo para su salud o para su desarrollo físico, mental, espiritual, moral y social». Ni una palabra de más ni una de menos.
Ni una palabra de más ni una de menos para convalidar que las cifras de la explotación, ignoradas en estos días de festejos electorales, son consecuencia directa de un perfil de la distribución del ingreso en el país y los índices de desempleo estructurales que garantizan a las empresas mano de obra barata y máxima reducción de los costos laborales.