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Aceiteros

Exportar es su consigna

Fuentes: Rebelión

Seis semanas después de rebelarse contra el control de precios para consumo interno, que puso el gobierno de Evo Morales a los fabricantes de aceite comestible, éstos aceptaron los términos de una oferta interna a precios tope. En esas condiciones, el gobierno suspendió la prohibición de exportaciones que decretó el 2 de abril pasado. Los […]

Seis semanas después de rebelarse contra el control de precios para consumo interno, que puso el gobierno de Evo Morales a los fabricantes de aceite comestible, éstos aceptaron los términos de una oferta interna a precios tope. En esas condiciones, el gobierno suspendió la prohibición de exportaciones que decretó el 2 de abril pasado.

Los intentos de sabotear a través de ventas ocultas a precio elevado, contrabando intensificado, acaparamiento y difusión de rumores de mayor carestía, en vez de fortalecer su posición, los debilitaron. El último intento fue el anuncio, el lunes pasado, de que en 5 días todos los fabricantes de aceite cerrarían sus fábricas; la amenaza no llegó a cumplirse, pues esta tarde, en carta conjunta dirigida al Ministro de Producción y Microempresa aceptaron los términos que el gobierno señaló.

Por decreto supremo, el gobierno prohibió la exportación de este producto en tanto los fabricantes no vendiesen, en el mercado interno, el litro envasado de aceite entre 10,50 y 12,99 bolivianos y en una banda de 8,50 a 10,90 para la venta a granel. El dólar se cotiza a Bs. 7,34.

Libre mercado como arma

La aplicación del modelo neoliberal, desde 1985, permitió la libre comercialización que, casi de inmediato, fue usada por los empresarios en un sentido perverso: compensar su falta de competitividad en el comercio internacional, aumentando sus precios en el mercado nacional. Así provocaron un acelerado empobrecimiento que superó el 70% de la población y una desigualdad distributiva abismal: mientras el 10 % más pobre de la sociedad recibía menos del 1% del ingreso nacional, el 10 % más acomodado acaparaba el 47%.

Fue en estas condiciones que, en enero de 2006, el presidente Evo Morales asumió la Presidencia de la República. Las medidas que adoptó desde los primeros meses permitieron reducir esta diferencia. La reacción del sector más rico del país fue organizar una campaña en contra de esa política que califican como autoritaria y antidemocrática.

La libertad de mercado, el modelo neoliberal de Estado y la política entreguista que practicaron durante 20 años, fueron mostrados como «Estado de derecho». La defensa de la democracia se concreta a la defensa de sus intereses de grupos enriquecidos. Por supuesto, las potencias mundiales que impusieron el modelo en los años ’80, muestran su disgusto frente a la política de este gobierno y apoyan a la oposición, a veces abiertamente pero, en general, de forma solapada.

Autonomías deformadas

El proceso de desconcentración del poder, mediante las autonomías, fue usado por estos grupos para su beneficio. La demanda de los pueblos está orientada a la recuperación del principio básico de participación en la toma de decisiones. Nada han dejado de ese principio, como lo muestran los intentos iniciales de la cúpula empresarial de Santa Cruz (oriente de Bolivia) que, a horcajadas del referéndum ilegal que realizaron el pasado 4 de mayo, hoy convirtieron en Asamblea Legislativa el Consejo Departamental y crearon un Consejo de Comercio Exterior, para buscar mercados para los productos de la zona, desligándose del gobierno central. Es más: anunciaron que cobrarían los impuestos por la explotación de los recursos naturales, vale decir de los hidrocarburos, quedándose con lo que consideran como su participación y enviando al Tesoro General de la Nación el saldo.

Por supuesto, en ninguna de estas acciones se percibe alguna preocupación por la situación de los sectores empobrecidos.

Pareciera lógico concluir que autonomía no puede significar centralismo en los departamentos. Sin embargo, la campaña mediática que desataron convenció a una parte considerable de la sociedad en la región. Tan convencidos se hallan de manejar esas armas, que un representante de la dirigencia empresarial ha dicho que prefiere cuatro oligarcas manejando los negocios de cada departamento a cuatro que manejen todo el país. Las conclusiones lógicas, no entran en el razonamiento de los grupos que se llevaban la mayor parte del producto interno.

La gota de aceite

El complot contra el gobierno de Evo Morales, lo desarrollan en dos terrenos. En el político insisten en desconocer el texto de la nueva Constitución Política del Estado y quieren imponer estatutos autonómicos que, en realidad, plantean un modelo de división del país. En la línea económica, como no han podido detener las medidas de beneficio al grueso de la población, recurren a la especulación en el mercado, acaparamiento, elevación de los precios y divulgación de rumores tremendistas. Por supuesto que la especulación internacional que se ha desatado en la cotización de los cereales, les ayuda en este propósito.

Ensayaron, por tanto, un reto de gran calibre: manejar el mercado interno al mejor estilo que conocen: el capitalismo salvaje. Estaban con vencidos que, al final, el gobierno cedería a sus pretensiones. Cuando comprendieron que no sucedería así, se alinearon y, mediante un funcionario de la cámara de exportadores de Santa Cruz, las empresas productoras de aceite comestible, aceptaron los términos exigidos por el gobierno.

No quiere decir que hayan cesado en sus intentos sediciosos. Puede ser que mañana insistan en aumentar los precios fijados y movilicen a sectores de artesanos y microempresarios, convenciéndoles que ellos son los más afectados. Así lo hicieron en los años de la Revolución Nacional y durante el gobierno de la UDP. Habrá que mantener una vigilancia constante y la decisión de enfrentarlos con medidas firmes.